Tal y como se menciona en el Índice Elcano de Presencia Global, presencia no es poder, y tener una gran presencia global no garantiza tener una gran influencia en los temas globales ni siquiera regionales. Esto es más que un hecho en el caso de la Unión Europea, como recientemente ha comentado Salvador Llaudes en este blog y como, por ejemplo, la crisis de Ucrania pone en evidencia. Pero también sabemos que en la carrera de fondo, a largo plazo, la UE utiliza mucho mejor sus herramientas y sus capacidades.
El Servicio Europeo de Acción Exterior, un instrumento reciente en el proyecto de integración europea, comienza a evidenciar que esa presencia global puede transformarse en influencia cuando las condiciones se dan y cuando se la quiere ejercer, para lo cual el apoyo de los Estados miembros es requisito indispensable; es decir 28+1. Esto no quiere decir que Obama prefiera hablar con Tusk en vez de con Cameron, o Kerry prefiera hablar con Morgherini en vez de con Fabius, pero en función de qué temas, cada vez es más relevante escuchar lo que la UE y sus embajadores tienen que decir.
En un área no prioritaria (esto es muy significativo) como lo es América Latina, según qué países y según qué embajadores, la presencia y la voz de las delegaciones europeas adquiere relevancia. Vale la pena destacar el trabajo de algunas en la región latinoamericana. Por ejemplo, hace poco más de dos años que la UE y Mexico están trabajando en la actualización y mejora del Acuerdo Global, firmado en 1997 y que entró en vigor hace 15 años. Ambas partes reclaman la necesidad de un nuevo marco jurídico para la asociación estratégica entre Europa y México. La UE hoy es materialmente diferente a la de 15 años atrás al igual que México, y el contexto regional y global también ha cambiado. Por ejemplo, hay nuevos actores económicos como China, y hay que tener en cuenta las posibles consecuencias del TTIP.
No obstante, diversos hechos trágicos y sumamente violentos, como lo sucedido en Iguala y en Tlataya, y muchos otros que no han tenido tanta repercusión mediática, han empañado el proceso de negociación. Diversos grupos políticos europeos y europarlamentarios han reclamado la suspensión del acuerdo existente y el de los trabajos para su renovación. Para muchos, el Parlamento Europeo debería haber sido más crítico al respecto, porque justamente el prestigio de la Unión sigue estando basado en la percepción y diferenciación de la UE como un actor internacional, cuyas banderas son la defensa de los Derechos Humanos, el Estado de Derecho, etc.
Por ello, tuvo una destacada repercusión el comunicado conjunto realizado por la Delegación de la UE en México con las representaciones diplomáticas de los socios europeos con presencia en el país (trabajo de consenso más que difícil que como el affaire griego alrededor de la declaración de la UE sobre Mariupol ha puesto en evidencia), para expresar su «preocupación» por los actos mencionados». Pero este no fue el primero sino el tercero de otras dos declaraciones locales conjuntas (las dos primeras por la muerte de periodistas), con el explícito apoyo de las misiones europeas con representación en territorio mexicano.
Aunque hacen gala de un vocabulario extremadamente diplomático, estos comunicados van mas allá de lo formal. Por ejemplo, en el dedicado a Tlataya e Iguala, se destaca la preocupación de la delegación por la infiltración del crimen organizado. En el caso de los comunicados por los asesinatos de periodistas (caso Gregorio Jiménez de la Cruz), se menciona la responsabilidad de las autoridades en esclarecer y perseguir a los autores de estos delitos, pero también recalcan el papel de las autoridades en la protección de la libertad de expresión (caso Jorge Torres), y la necesidad de proteger a periodistas y defensores de derechos humanos. La Delegación europea busca así ser coherente con su estrategia local de defensa de los derechos humanos.
La repercusión nacional de estos comunicado fue muy destacada y amplia, pero no olvidemos que esto se debe enmarcar en el actual desarrollo de los trabajos técnicos previos a la apertura de negociaciones formales para renovar el Acuerdo Global, conversaciones en las que ya ha surgido la relevancia de la cláusula política. La posición de las autoridades comunitarias ha sido clara: sin un pacto sobre dicha cláusula difícilmente habrá negociación y renovación del acuerdo.
Otras Delegaciones de la UE en América Latina también han comenzado a trabajar en este sentido, como es el caso de la delegación de la UE en Guatemala, donde se hizo pública una declaración sobre la independencia del poder judicial en abril de 2014, que contó con el apoyo de las representaciones diplomáticas de los socios europeos en el país.
Este listado es flagrantemente corto. Sólo dos delegaciones en América Latina de un listado de más de veinte, para la realidad latinoamericana, en el que algunas declaraciones brillan por su ausencia dada la realidad de algunos países en materia de violación derechos humanos o libertad de expresión (por mencionar algunas). Sin embargo, estas declaraciones han tenido una gran repercusión nacional no solo por el contenido de las mismas, sino por el significado de que tras esas palabras están las capitales europeas, con un apoyo mas o menos entusiasta según sea el caso y la relación bilateral entre los socios europeos y el país en cuestión; es decir, la acción exterior europea por definición (la UE más los Estados miembros). Las autoridades nacionales lo saben y los grupos organizados de la sociedad civil también.
No cabe duda que esto es solo un pequeño ejemplo, y que tampoco soluciona los aspectos mas frustrantes de la debilidad europea en el escenario internacional y estratégico en términos globales: su fragmentación interna cuando los intereses afecta en forma desigual a los miembros europeos, la falta de liderazgo, etcétera. En una nueva etapa en la UE con nuevos responsables, más iniciativas y liderazgos de esta índole son mas que necesarios y bienvenidos.