‘El ciberespacio es una dimensión configurada para ejercer poder’
El ciberespacio hace tiempo que se convirtió en un laberinto sin salida para buena parte de los ciudadanos, la mayoría de las empresas y casi la totalidad de los gobiernos del globo. Un laberinto en el que las principales potencias mundiales han desarrollado sofisticadas capacidades de espionaje para ejercer poder, lo que contrasta con la alarmante impasibilidad de buena parte del resto de la comunidad internacional.
Durante las últimas semanas se han producido un conjunto de acontecimientos que han contribuido a aumentar el nivel de entropía existente entorno al ciberespionaje de estado.
- El 13 de Mayo, Glenn Greenwald – abogado, periodista y confidente de Edward Snowden – presentó su libro «No place to hide«. Entre los nuevos e interesantes datos aportados por Greenwald destacan aquellos sobre el modo en el que la NSA opera a la hora de interceptar dispositivos de comunicaciones como routers y switches antes de que lleguen a sus compradores, con el objeto de insertar chips y/o firmwares que permitan monitorizar las transferencias de datos que se realizan a través de estos dispositivos.
- Dos días después, como consecuencias de las revelaciones de Greenwald, John Chambers – CEO de CISCO Systems, gigante mundial de equipamiento de telecomunicaciones- enviaba una carta al presidente Obama en la cual, además de recordarle que su compañía no trabaja para ningún gobierno, incluido el de los Estados Unidos, le pedía el cese de las actividades de espionaje ejecutadas por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) ya que estaban menoscabando de manera notable la confianza que los usuarios – ciudadanos y gobiernos extranjeros- tienen depositada en la industria TIC de los Estados Unidos.
- El pasado 19 de mayo, el FBI incluía a cinco militares chinos en la lista de los ciberdelincuentes más buscados. Esta decisión sin precedentes se producía después de que un jurado del Distrito Oeste de Pensilvania decidiese procesar a estos cinco militares chinos por 31 cargos criminales, entre los se encuentran actividades de ciberespionaje y cibersabotaje dirigidas contra varias empresas y sindicatos industriales estadounidenses. Indefectiblemente estas acusaciones han traído consigo un aumento de la tensión diplomática entre Washington y Beijing. El gobierno de Li Keqiang se apresuro a calificar como ‘ficción y absurdas’ las acusaciones y recordó que este tipo de acciones suponen «una violación grave de las normas básicas de las relaciones internacionales y un daño importante para la cooperación entre China y EEUU«. Además, el gobierno chino llamo a consultas al embajador estadounidense, Max Baucus, a quien traslado su enérgica protesta y negó cualquier implicación china en actividades de ciberespionaje a nivel global. Una de las consecuencias tangibles de este episodio es la prohibición por parte del gobierno chino del uso del sistema operativo Windows 8 en las instituciones públicas del país por razones de seguridad y el impulso definitivo para finalizar el desarrollo del COS (China Operating System).
- Además , el 22 de mayo, el congresista republicano Justin Amash, uno de los principales impulsores del USA Freedom Act– cuyo propósito principal es acabar con la recopilación masiva de metadatos por parte de la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos- anunciaba que retiraba su apoyo a la aprobación de la ley por injerencias gubernamentales en su redacción que permitirán a las agencias de inteligencia del país seguir llevando a cabo la recopilación masiva de datos.
- Por último, el gobierno estadounidense baraja la posibilidad de impedir la asistencia de ponentes y ciudadanos chinos a la Black Hat USA y la DEFCON -dos de los eventos más importantes a nivel mundial en el ámbito de la ciberseguridad- que se celebran en Las Vegas durante el próximo mes de agosto.
De los acontecimientos arriba expuestos, el procesamiento de los cinco militares chinos es el más relevante debido principalmente a su motivación, el ciberespionaje económico, y a la distinción que hace la administración Obama respecto al ciberespionaje de estado. Pero, ¿acaso no son el ciberespionaje económico y el de estado dos caras de una misma moneda? Parece que no hay duda al respecto, máxime cuando China y Estados Unidos libran desde hace tiempo una guerra por la supremacía económica- que por supuesto es una cuestión de Estado- y el ciberespacio uno de sus campos de batalla más activos. Sin cibercapacidades avanzadas no es posible alcanzar la supremacía económica.
En definitiva, el ciberespionaje es una realidad en la que buena parte de los ciudadanos, la mayoría de las empresas y casi la totalidad de los gobiernos del globo contemplan como meros espectadores y con un elevado y preocupante grado de impasibilidad, cuando en realidad son todos actores principales.