En la noche del jueves 6 de abril, el Presidente Trump ordenó un ataque sorpresa a Siria, en represalia por el bombardeo con armas químicas del pasado martes 4 de Abril, que se saldó con 86 muertos. Según el Pentágono, el ataque ha consistido en el lanzamiento de 59 misiles de crucero Tomahawk, efectuados por los destructores USS Porter y USS Ross desde el Mediterráneo Oriental. El hecho de que estos dos destructores tengan su base en Rota no hace sino resaltar la creciente importancia de España para la Armada Estadounidense, en tanto que fuente de profundidad estratégica para posibles acciones en Oriente Medio.
Una de las preguntas que plantea este ataque es su posible impacto en las relaciones entre EEUU y Rusia. Hasta ahora, Trump había dado a entender que su agenda Siria se centraría en ‘destrozar’ al Estado Islámico, para lo cual EEUU se apoyaría en una mayor cooperación con Rusia, e incluso con el régimen de Assad. Si bien el Pentágono ha confirmado que los rusos habían sido informados con antelación, el ataque de EEUU a Siria es susceptible de complicar la relación entre Washington y Moscú. Rusia es el principal valedor diplomático y estratégico del régimen de Assad, cuenta con una importante presencia militar en Siria y ha jugado un papel fundamental en el desarrollo de la infraestructura de defensa aérea siria.
En lo que a la política doméstica se refiere, es importante tener en cuenta que hace apenas 48 horas que Steve Bannon, hasta ahora uno de los asesores más influyentes del Presidente, ha sido expulsado del Consejo de Seguridad Nacional. Bannon y Flynn (otro defenestrado en la Casa Blanca) parecían ser los principales valedores de la agenda de trabajar con Rusia y el régimen de El Assad en Siria. Y los dos han caído. Cabe preguntarse, por tanto, ¿hasta qué punto el ataque de anoche supone un retroceso de la influencia de Bannon y la consolidación de un grupo de asesores de una cuerda más tradicional, representados por el Consejero de Seguridad Nacional (el General MacMaster) o el Secretario de Defensa (el General Mattis)? También cabe preguntarse en qué medida el revés que el ataque a Siria representa en la relación con Rusia es definitivo o reversible. Quizás no sea posible ofrecer una respuesta fiable a estas preguntas en este momento. En cualquier caso, en lo que a Trump concierne, el ataque parece mandar varias señales:
- Una señal importante es que a Trump no le tiembla la mano y que su determinación y decisión en el uso de la fuerza militar le avala supuestamente como un ‘comandante en jefe’ más creíble que Obama. Cabe recordar en este sentido que Barack Obama ya contempló una acción militar en Siria en 2013, tras el ataque químico que costó la vida a 1400 civiles. El ataque fue finalmente abortado. A Trump, sin embargo, no le ha temblado el pulso.
- La segunda es que está dispuesto a usar la fuerza incluso aunque el veto de países como China o Rusia bloquee una posible iniciativa en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esto incluye un mensaje de especial relevancia para el régimen norcoreano, que ha realizado varias pruebas de misiles en los últimos meses (la más reciente de ellas hace apenas 24 horas).
- La tercera es que Trump está preparado para actuar en contra de los intereses rusos, lo cual descolocaría a aquellos que critican a Trump (tanto dentro como fuera de EEUU), acusándolo de ser una marioneta rusa. A su vez, esto permite a Trump tranquilizar a aquellos aliados estadounidenses que han manifestado dudas sobre la determinación de EEUU a la hora de defenderlos.
- Otra señal importante es que las decisiones de Trump en asuntos políticos relevantes son difícilmente predecibles (tanto por sus oponentes domésticos como por los enemigos externos de EEUU).