En un escenario de fuerte recesión como el que conoce la economía mundial, se presentan sin embargo fuertes diferencias entre las diferentes regiones del mundo. Según la mayoría de los pronósticos, la región que tiene mejores perspectivas es Asia. Es una región, sin embargo, en la que desde hace años es corriente escuchar que la presencia española es muy reducida, que debería ser mucho más elevada de lo que es.
¿Están justificadas estas quejas, en esta etapa que abordamos en la que el sector exterior puede volver a ser un motor importante en la recuperación de la economía española, como lo fue en la crisis que se desató en 2008?
El último World Economic Outlook del Fondo Monetario Internacional ha puesto de relieve las diferencias geográficas que van a existir en la recesión y en la prevista recuperación de la economía mundial. Para este año se prevé una caída del PIB global del 3%. En la zona euro la caída será del 7,5%. En cambio, en las economías emergentes y en desarrollo de Asia se prevé un crecimiento positivo del 1%. En 2021 El FMI prevé para estas economías un fuerte crecimiento del 8,5%. Para la zona euro prevé un crecimiento del 4,7%, y en América Latina de sólo el 3,4%.
Entre las diferentes zonas del mundo, Asia va a ser por tanto el gran foco de crecimiento en 2021, según estas previsiones.
Presencia española
La presencia española en Asia es ciertamente escasa. En 2019 solo absorbió el 6,7% de las exportaciones españolas, un porcentaje muy inferior al que tienen otros países europeos. España parte pues de una posición relativamente más débil en comparación con otros países para aprovechar el dinamismo de las economías asiáticas.
Estoy acostumbrado a oír desde hace décadas, desde que fui Consejero Comercial de la embajada de España en Pekín a fines de los años ochenta, comentarios acerca de la escasa presencia española en Asia, el insuficiente esfuerzo realizado en esta zona por empresas y Administración, etcétera. Asia es como una permanente asignatura pendiente en la internacionalización de la economía española…
¿Está justificado este tipo de planteamientos?
En primer lugar, hay que partir de entrada de algunas circunstancias objetivas, que en mi opinión obligan a matizar de manera significativa ese pesimismo.
El proceso de internacionalización de las empresas españolas se ha producido con retraso en relación con las empresas británicas, alemanas, francesas. Por otra parte, Asia es una zona que se encuentra muy alejada de España, no sólo desde el punto de vista geográfico sino también desde el punto de vista cultural. Las relaciones históricas de España con Asia han sido muy escasas, con la excepción de Filipinas, a diferencia de otros países europeos; algunos de ellos han sido potencias coloniales en la zona.
En segundo lugar, la presencia económica española en Asia ha ido creciendo de una manera significativa. Tomemos por ejemplo el caso de China. Cuando llegué a Pekín en 1987, la presencia diplomática española se reducía a esta capital, además del consulado que existía en Hong Kong. En una ciudad como Shanghái no había prácticamente empresas españolas implantadas. Sólo había una Oficina Comercial para toda China, y justo en ese año 1987 se abrió una nueva Oficina en Hong Kong.
Hoy en día, aparte de en Pekín, existen Oficinas Comerciales y Consulados en Shanghái y Cantón. Se encuentra en proceso de apertura un nuevo consulado en Chengdu.
Con las inevitables limitaciones presupuestarias, la Administración española ha ido reforzando poco a poco de manera notable su presencia en China. Shanghái y su área adyacente cuenta en la actualidad con cientos de empresas españolas instaladas. Más de 50 empresas españolas del sector de automoción cuentan con plantas y centros en China. Gestamp, por citar un ejemplo, tiene 11 fábricas. El grupo Mondragón tiene más de 20 plantas.
En el gráfico adjunto se recoge la evolución de la exportación española en los últimos diez años. Como se puede comprobar, ha registrado una progresión permanente, pasando de 1.986 millones de euros en 2009 a 6.800 millones en 2019. Es decir, se ha más que triplicado en estos diez años.
Con esto no quiero cuestionar por supuesto la realidad económica de Asia y las enormes oportunidades que ofrece, y que las empresas españolas tienen un amplio campo por explorar. Pero he querido matizar un poco ese escepticismo tan extendido en algunos medios sobre la escasa presencia española.
La importancia de las relaciones institucionales
Un tema en el que sin duda hay que hacer un esfuerzo especial es el de las relaciones institucionales. Por su cultura, por las características de sus sistemas económicos –en los que el Estado suele tener un grado de intervención elevado– los contactos personales e institucionales son necesarios en Asia para promover las relaciones económicas. España puede hacer mucho más a este respecto. La canciller Angela Merkel, por ejemplo, ha realizado a China más visitas que las que han realizado todos los presidentes de Gobierno de España desde que se establecieron las relaciones diplomáticas en 1973.
Como decía al principio, el sector exterior puede contribuir a la recuperación de la economía española. En los planes de internacionalización a corto y medio plazo que puedan elaborar tanto la Administración como las empresas, Asia merece una atención importante, puesto que va a ser el principal foco de crecimiento económico en el mundo, por un lado, y porque es una zona en la que la cuota de participación española es baja y tiene un amplio margen de mejora. En esos planes, debería ocupar un lugar central, en mi opinión, el desarrollo de las relaciones institucionales, no sólo por parte de organismos públicos sino también por parte organizaciones empresariales, instituciones académicas, think tanks, etcétera.