Pocos la tenían en su radar. Pero es que pocos pensaban realmente que los partidarios del Brexit fuesen a vencer el referéndum del 23J. Y ello desencadenó un terremoto político en el Partido Conservador que no estaba previsto. Ni Cameron, ni Osborne, ni Johnson, ni Gove. El timón de los Tories y de la nave británica se lo iban a jugar dos mujeres: Theresa May, ministra del Interior y partidaria (con la boca pequeña) del Bremain, y Andrea Leadsom, ministra junior de Energía y muy a favor de la salida británica de la Unión.
Y así iba a seguir este post, hablando de las candidatas, sus posicionamientos, sus opciones reales o no de lograr el puesto y las implicaciones de ello… No obstante, el reciente e inesperado giro en los acontecimientos obliga a repensar qué escribir (y borrar varias líneas que ya tenía esbozadas, tengo que reconocerlo).
Sí, el giro del que hablo es la renuncia de Leadsom a presentar batalla para disputar el liderazgo conservador. ¿Qué explicación se ha dado? Por un lado, lo inaceptable e insostenible que era tener una nueva Primera Ministra capaz de hacer unas muy desafortunadas declaraciones en The Times, en las que ponía en entredicho las capacidades de May para ponerse a cargo de un país, dado que no tenía experiencia como madre. Junto a esto, la otra argumentación que se ha proporcionado es la falta de apoyo que tenía entre los diputados conservadores. Recordemos que Andrea Leadsom había logrado el apoyo de 84, mientras que Theresa May había conseguido asegurar 199.
Ambas justificaciones son, cuando menos, débiles. Respecto a la primera, lo cierto es que a pesar del sinsentido de sus críticas a May, Leadsom no había sido la primera en llevar a cabo ataques nada sutiles ni malintencionados. El tono de la campaña ya estaba siendo desagradable. Así, ante la aseveración de Leadsom de que de cara a las negociaciones por el Brexit dejaría que los ciudadanos comunitarios que estén ya en el Reino Unido se quedasen en el país, el portavoz de May los asimiló directamente con criminales extranjeros. De igual forma, se multiplicaron las críticas contra ella denunciando posibles irregularidades en su CV sobre su experiencia en el mundo de los negocios.
En relación a la segunda justificación, resulta contraintuitivo ver cómo apenas unos días después de celebrar su victoria frente a Michael Gove y de lograr plantarse en ese cara a cara con May en el mes de septiembre, decidiese echarse a un lado. Más aún cuando había 2 meses de campaña por delante, se había asegurado el apoyo de Boris Johnson y, además, existe una creencia generalizada de que las bases Tories son más euroescépticas. No olvidemos que la decisión última la iban a tener los aproximadamente 150.000 miembros del Partido Conservador. Un escenario así, ciertamente, le daba posibilidades sólidas de, al menos, poder disputarle el liderazgo a May.
Lo cierto es que la presión que ha sufrido ha sido muy grande. Su posición de outsider le ha penalizado, siendo muy criticada por falta de liderazgo y experiencia e incluso siendo vista como parte de una cierta corriente anti-establishment que recorre las democracias occidentales. Pero igualmente, con su posición de abierta hostilidad a la integración británica en el proyecto comunitario, Leadsom ha logrado garantizarse que May tuviese (si es que quisiese) dificultades reales en revertir el Brexit, a pesar del posicionamiento de la Ministra del Interior en la campaña a favor del Bremain y de las peticiones por parte de muchos analistas, políticos y parte de la sociedad civil británica por un Breversal. Tanto es así que ha habido desde peticiones masivas (4 millones de personas solicitando un nuevo referéndum con reglas más claras y contundentes) hasta manifestaciones nunca antes vistas en Londres a favor de la UE.
El futuro político de Leadsom está en el aire en estos momentos y dependerá fundamentalmente de cuál sea la decisión de May, la líder ante la que el Partido Conservador ha cerrado filas en bloque. La primera misión de la nueva Primera Ministra (segunda mujer en el cargo, tras Margaret Thatcher) será consolidar la unificación efectiva de su partido, y ahí puede pensar en darle un rol en su Gabinete a Leadsom, para anular posibles críticas internas de cara a la negociación con Bruselas (hay que señalar que May no tiene prisas en activar el artículo 50), o bien dejarla al margen, si es que considera que no tiene posibilidades de causarle problemas.
En cualquier caso, el escenario parece que va clarificándose en el Reino Unido. Tras unas semanas de dimisiones y caos interno, Theresa May asume el mando. La inesperada ventana de oportunidad que se le abrió a Andrea Leadsom tras su importante papel en la campaña por el Brexit se le ha cerrado de igual forma, después de otro inesperado giro en los acontecimientos: su dimisión de este lunes pasado ante la presión a la que se vio sometida. Ahora su futuro político depende de la decisión de una May muy preocupada por lograr la unificación efectiva de su partido y por negociar de la mejor manera posible con la UE la salida del Reino Unido del club comunitario.