En declaraciones recientes al diario El País, el coordinador de la lucha antiterrorista de la Unión Europea (UE), Gilles de Kerchove, manifestaba su preocupación por el creciente número de radicales yihadistas que se desplazan desde países europeos a zonas de conflicto armado en el Norte de África y Oriente Medio, particularmente a Siria. Sin concretar el número, aunque señalando que se trata de una cifra “nada despreciable”, de Kerchove advertía que estos “combatientes extranjeros”, en el argot comunitario, representan una amenaza para sus países de procedencia debido a un eventual “efecto arrastre”. De hecho, los Países Bajos decidieron, a mediados del pasado mes de marzo, elevar su nivel de amenaza terrorista a “sustancial”, ante el retorno de algunos de estos combatientes –aún más radicalizados, con entrenamiento y experiencia en combate– a suelo nacional, y el efecto que puedan ejercer en la eventual radicalización de otros jóvenes holandeses.
Pocos días más tarde, el 4 de abril, The International Centre for the Study of Radicalisation (ICSR), añadía cifras a las palabras del coordinador europeo. En un informe publicado en su Web, este centro presentó el primer estudio empírico que contabiliza el número de europeos enrolados entre los rebeldes en Siria. Los datos, provienen de más de 450 fuentes occidentales y del Mundo Árabe, así como de noticias publicadas en foros y webs yihadistas. Estos datos, aunque todavía aproximativos, nos permiten valorar la magnitud y relevancia del fenómeno. Así, siempre según el ICRS, entre 2.000 y 5.500 combatientes extranjeros habrían llegado a territorio sirio para enarbolar la bandera de la yihad. De estos, de135 a 590 (entre un 7 y 11%) serían europeos, por orden de importancia procedentes de Gran Bretaña (28-134), Países Bajos (5-107) y Francia (30-92). España hacia el final de la lista -por detrás de Bélgica, Finlanda, Alemania e Irlanda- al haberse detectado la presencia de al menos 6 radicales yihadistas, de los cuales sólo uno permanecía aún en el país y por lo menos otro habría fallecido en un atentado suicida. Aunque ya hay evidencias de nuevos desplazamientos a la zona desde territorio español.
La preocupación de Gilles de Kerchove relacionada con los procesos de radicalización detectados en suelo europeo es reflejo de la existente en muchos países de la Unión, en los que la prevención se ha convertido en uno de los principales ejes de la lucha contra el terrorismo yihadista. Los ejemplos más claros son Gran Bretaña y los Países Bajos, que cuentan desde hace años Estrategias públicas contra la radicalización violenta; aunque otros como Dinamarca o Noruega (ésta fuera del ámbito comunitario) también hayan hecho sus deberes en este sentido, y puedan servir de ejemplo para estados con similares escenarios de amenaza y preocupación, incluido el español. Y es que, como vemos, hechos y cifras subrayan la necesidad de atender la prevención de procesos de radicalización en nuestros territorios.