La globalización está cambiando. El proceso de ascenso de la globalización en las décadas anteriores a la Gran Recesión entró en una etapa de retroceso a partir de la década de 2010. La pandemia ha afectado de manera muy directa a la globalización. En este post continuamos el repaso que iniciamos en un post anterior (del pasado 12 de noviembre) de algunos conceptos que van a ser claves en la evolución futura de la globalización.
Capitalismo de Estado
En los últimos años hemos asistido a un reforzamiento del activismo de los Estados en la economía.
Las empresas deben comprender la relevancia de las relaciones políticas y los factores institucionales. Sería un error, por ejemplo, pensar que las empresas privadas chinas actúan con independencia del gobierno, y que una empresa puede negociar con ellas como si tuvieran autonomía del poder político. El gobierno chino les da instrucciones, y ninguna empresa privada china se atrevería a actuar en contra de las instrucciones de sus autoridades.
Los contactos institucionales y políticos han reforzado su importancia. Un ejemplo: los viajes oficiales desempeñan un papel que puede ser muy relevante en determinados países, y que con frecuencia es infravalorado.
Las representaciones diplomáticas de los países están llamadas a un papel más activo en la defensa de los intereses de sus empresas. La diplomacia comercial, que se puede definir como la política de internacionalización de la economía y la empresa que se ejecuta a través de las representaciones diplomáticas de un país, cobra mayor relevancia cuando el intervencionismo gubernamental es mayor.
Cuando es el gobierno el que adopta o influye en las decisiones empresariales en un país, los gobiernos de las empresas de otros países tienen que intervenir –con la oportuna inteligencia y prudencia– para apoyar a éstas, con el fin de mantener un cierto equilibrio de poder.
Multilateralismo y acuerdos regionales de comercio
El multilateralismo entró en crisis, en especial tras la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos. Con Biden cabe anticipar un retorno o un papel más positivo de este país en foros multilaterales, como el Acuerdo de París o la Organización Mundial de Comercio, pero persisten las incertidumbres. ¿Retomará Estados Unidos las negociaciones con la UE para un acuerdo económico, el TTIP, abandonadas por Trump, por ejemplo?
Una tendencia clara es que, ante la crisis del multilateralismo, en los últimos tiempos se han puesto en marcha algunos acuerdos comerciales que promueven la liberalización del comercio en bloques de países. Cabe mencionar a este respecto el acuerdo entre la Unión Europea y Japón, el acuerdo CPTPP (Comprehensive and Progressive Agreement for Trans-Pacific Partnership), que agrupa a una serie de países de Asia-Pacífico y que ha remplazado al antiguo TPP que Estados Unidos abandonó tras la llegada de Trump a la presidencia, o el recientemente firmado RCEP (Regional Comprehensive Economic Partnership), que agrupa los países de la ASEAN junto con Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda y China.
Digitalización
La digitalización es una tendencia imparable en múltiples facetas de las relaciones económicas internacionales, ya desde hace unos cuantos años: está afectando al comercio en el transporte y la logística, los pagos, el acceso a clientes y mercados a través de los mercados electrónicos (el denominado “comercio electrónico transfronterizo”).
La digitalización facilita una reducción de los costes del comercio, a través de una mejor planificación de las rutas de transporte, una gestión más eficiente de las existencias, así como un aumento de la eficiencia gracias a la inteligencia artificial (AI), la robótica y el empleo de soluciones blockchain, que pueden posibilitar una simplificación y abaratamiento de los trámites aduaneros, cobros y logística.
El comercio electrónico transfronterizo está creciendo con gran fuerza, una tendencia que previsiblemente se intensificará. La internacionalización digital puede ser especialmente beneficiosa para pequeñas y medianas empresas, así como contribuye a superar barreras al comercio internacional, como es la dificultad para encontrar información e identificar socios comerciales.
Control de inversiones extranjeras
Dentro del mayor intervencionismo de los Estados al que me he referido en el punto anterior, un tema de creciente relevancia es el control sobre las inversiones extranjeras.
La Unión Europea ya puso en marcha el año pasado un mecanismo de screening o control de las inversiones extranjeras.
La referencia fundamental aquí es, nuevamente, China, por sus características políticas y económicas. Se trata de un país con un régimen político muy distinto al de los países europeos, muchas de sus empresas inversoras son empresas estatales, que se benefician de una serie de ayudas por parte de su Administración. Todo ello en un contexto que ha contemplado en los últimos años el desarrollo por parte de China de una política exterior más agresiva que está generando una reacción de rechazo y recelo.
Las inversiones extranjeras son objeto de un mayor escrutinio, en el que se toman en cuenta más aspectos que antes. Las inversiones seguirán siendo deseadas y cultivadas, pero al mismo tiempo se valorarán sus implicaciones económicas y políticas, la naturaleza de los inversores (en particular si son empresas estatales y, en este caso, la naturaleza del sistema político de sus países), la necesidad de mantener un control sobre sectores críticos y estratégicos para la economía.