En el ajetreado e incierto mundo en el que vivimos es ciertamente difícil plantear cuales serán los principales temas y asuntos que centrarán nuestra atención durante el 2013, el “efecto mariposa” parece tener cada vez mayor influencia en nuestras vidas. Sin embargo, hay una constante desde 2008, y es que prácticamente todos los años se han ganado a pulso el calificativo de “horribilis”, aplicable para España como para Europa. Puede que este 2013 rompa esta condición, y que por fin comencemos a hablar de que al menos algunos elementos de la profunda crisis económica financiera están siendo superados.
Pero mas allá de acontecimientos imprevisibles o cisnes negros, si se puede afirmar que el 2013 será tanto para Europa (como para España ) un año visagra, de de transición, en el que deberán sentarse las bases para una acción exterior mas asertiva, mas coherente y mas orientada a defender nuestros intereses vitales.
Sí, nuestros intereses vitales, nuestro bienestar como europeos depende en gran medida del papel que (EU)ropa juegue en el mundo y de su gestión de los interminables desafíos de la globalización en un difuso continuun interno-externo, en el que Estados y gobiernos no tienen la capacidad de control que solían tener hasta hace unas décadas. Por ello, es aún más imperativo que antes, el tener una idea clara de que queremos hacer, hacia donde queremos ir, cuál es nuestra hoja de ruta o nuestro plan de actuación que debería ser algo más que un cortafuegos para nos permita ir más allá de la política declarativa como única capacidad de respuesta frente a la realidad internacional.
Sin embargo, la alargadísima sombra de la crisis apenas deja espacio, tiempo y recursos para reflexionar en clave estratégica sobre el camino que los europeos y nuestras instituciones (ya sea nacionales o europeas) deben recorrer para poder enfrentarse y gestionar adecuadamente tanto los retos actuales, como los que se pueden intuir que nos deparará los próximos decenios marcados por una transformación geopolítica mundial.
Hace solo unos días, el Presidente de la Comisión Europea, Barroso pronunció el discurso inaugural del seminario “Developing Strategic Thinking in the European Union – Global Trends 2030′ organizado por la European Strategy and Policy Analysis System (ESPAS), y sorprende (aunque no demasiado) a quienes lo leímos y también a quienes le escucharon que el 98% del contenido del su intervención se centró en los desafíos internos europeos. Sin embargo, lo que es más preocupante y que ciertamente dice mucho del nivel de ambición y de visión a largo plazo de los líderes europeos, es que aunque somos conscientes de nuestros carencias y debilidades no sacamos conclusiones ni actuamos en consecuencia. Mientras la narrativa oficial es que debemos abrirnos a los cambios geopolíticos y geoeconómicos mundiales y superar la tentación de encerrarnos en nosotros mismo (más aun de lo que ya hacemos) los principales retos que plantea el presidente de la Comisión Europea en el foro que debe determinar los desafíos estratégicos para la UE en el horizonte 2030 son el equilibrio presupuestario y la implementación de las reformas económicas necesarias para aumentar la competitividad. Hace solo unos meses comentabamos, con cierto optimismo, el documento de los Ministros de Asuntos Exteriores de 11 Estados miembros (entre los que se encuentra España) sobre el futuro de Europa, pero allí también gran parte de las propuestas versaban sobre temas económicos.
Estos son pequeños ejemplos y, en ningún caso, se puede considerar un análisis sistemático sobre los supuestos estratégicos que impulsan a los principales actores de la acción exterior de la UE. Pero pero si son significativos en tanto y en cuanto expone con cierta crudeza la falta de ambición estratégica que se conjuga con la incapacidad de asumir un nuevo punto de partida que poco tiene que ver con los parámetros del mundo al que estamos acostumbrados.
A nadie le cabe duda que la superación de la crisis económica y financiera que actualmente sufrimos deben ser prioridades de los responsables europeos, ya que la debilidad interna europea socava aún mas su credibilidad y su fortaleza externa, sin embargo, esto no debería ser excusa ni coartada para dejar de lado la acción exterior de la UE. Por ello, ciertamente necesaria construir una acción exterior en la que puedan actuar en forma complementaria y coordinada las instituciones y agencias de la UE y los Estados miembros, y dejar de considerar al otro como el enemigo. A modo de ejemplo, acaso es posible disociar los intereses de seguridad energéticos de Alemania, verdadero motor económico europeo, de los intereses de la UE y, al mismo tiempo, se puede plantear una relación madura y beneficiosa con Rusia sin tener en cuenta las perspectivas de los socios europeos del Este, vecinos de esta gran país. El desafío es encontrar el equilibrio necesario entre los intereses individuales de los Estados -los de la UE como un todo- todo ello sin dejar de lado los valores que deben guiar nuestros actos.
No cabe duda que es una tarea compleja donde las haya, pero no por ello menos necesaria de abarcar. Lo que no parece que sea viable es seguir obviando el problema y seguir actuando como si nada pasara, anclados en una narrativa voluntarista, vacia de contenido, en la que todo es prioritario y por ende nada lo es. Todo lo contrario, ante un contexto caracterizado por la disminución de recursos, es cuando más selectivos debemos ser en nuestro orden de prioridades, y más pragmáticos sobre las fortalezas y debilidades de la UE como actor global. Este análisis, que por ser realista no debería dejar de ser ambicioso, debería ayudarnos a identificar aquellos ámbitos en los que la UE puede marcar una diferencia y, al mismo tiempo, analizar quienes son sus mejores aliados y los mejores instrumentos para llevarlo a cabo. Por ello, a la recurrente pregunta que nos hacemos sobre si la UE necesita, o no, una estrategia global europea, la respuesta es sí, pero no cualquier estrategia.
Por ello, durante los últimos días de febrero, el Real Instituto organiza en Madrid una reunión de trabajo interna que forma parte del proceso de reflexión de una Estrategia Global Europea llevado a cabo por cuatro think tanks: Istituto Affari Internazionali (IAI), Polish Institute of International Affairs, y el Swedish Institute of International Affairs. Este seminario que reúne a expertos de diversos ámbitos, analizará entre otras cuestiones las principales tendencias que marcarán la evolución de la UE y del mundo en las próximas décadas y cual debe ser el papel de la UE en el mismo; el fortalecimiento de las relaciones trasatlánticas como un elemento clave de la gobernabilidad global, tanto en el ámbito de la seguridad como del económico; y las necesidades energéticas intrínsecamente unidas a los desafíos del cambio climático.
El documento final que estos cuatro think tanks presentarán a sus respectivos Ministros de Asuntos exteriores en mayo de 2013, se espera que se convierta en un impulso decisivo para un verdadero debate político sobre la acción exterior europea, que no es otra cosa que hablar sobre el futuro y el bienestar de los europeos.