Como un ejemplo paradigmático de los denominados conflictos olvidados, la República Centroafricana (RCA) sigue fuera de la agenda internacional, sumida en un proceso de creciente violencia que pone al país al borde del genocidio, mientras se agrava una crisis humanitaria que tampoco encuentra respuesta adecuada.
La última vez que la RCA encontró eco en los medios de comunicación internacionales fue en el pasado mes de marzo, cuando una alianza de grupos mayoritariamente musulmanes denominada Seleka (Coalición, en lengua sango), encabezada por Michel Djotodia, tomó el poder en Bangui expulsando a la República Democrática del Congo al hasta entonces presidente François Bozizé (que también había llegado al poder mediante un golpe de Estado en 2005). El silencio mediático posterior no ha significado en ningún caso ausencia de problemas. Por el contrario, desde entonces Djotodia se ha convertido en presidente, Seleka se ha disuelto (el 13 de septiembre) y las fuerzas armadas no están en condiciones de garantizar la seguridad de los 5.200km de fronteras y menos aún de los 4,5 millones de habitantes de un país caracterizado, prácticamente desde su independencia en 1958, por su extrema fragilidad y subdesarrollo.
Para hacernos una idea sobre la gravedad de la crisis humanitaria basta con mencionar que al menos 1,1 millones de personas sufren insuficiencia alimentaria, 400.000 son desplazados internos en plena desbandada de las zonas sometidas a la violencia, no menos de 65.000 son refugiados (la mayoría en el vecino Camerún), un 70% de los niños no pueden asistir a los colegios, como consecuencia de la alta inseguridad reinante, y todo indica que esa misma violencia hará muy difícil que se pueda realizar la cosecha cuando termine la época de lluvias. En esas condiciones no puede extrañar la crítica de las organizaciones humanitarias, al señalar que solo se ha desembolsado el 44% de los 195 millones de dólares solicitados con urgencia a principios de año (interesa recordar que el PIB nacional no alcanza los 4.000 millones de dólares y que RCA ocupaba en 2012 el puesto 180 en el IDH).
MSF denuncia que nuevos combates causan más desplazamientos en la República Centroafricana. TVE, 27/11/2013
En clave de seguridad, la fragmentación de Seleka– vista en cierta medida como una alianza de perfil islamista, conformada básicamente por mercenarios procedentes de Chad y Sudán, así como por excarcelados de las prisiones nacionales- ha multiplicado la violencia en todos los rincones del país. Su voluntad de venganza contra la población cristiana, afín al ex presidente Bozizé, ha disparado un conflicto sectario que resulta absolutamente novedoso en la historia de un país conformado por unos ochenta grupos étnicos, con un 50% de población cristiana, un 35% animista y tan solo un 15% musulmana.
Para añadir gasolina al fuego, y como respuesta a una violencia que no cesa desde hace demasiados años, se están creando grupos de autodefensa- conocidos como Anti-balaka-, que operan en las zonas del norte de donde procedía la antigua Seleka. La creación de estos grupos es un indicio claro del fracaso cosechado por la MICOPAX, una fuerza desplegada a instancias de la Comunidad Económica de Estados de África Central (CEEAC)– con unos 2.500 efectivos aportados por Camerún, Chad, Gabón y República Democrática del Congo- que, en realidad, han limitado su presencia a la capital.
Ahora, llegados al punto de que la violencia se ha generalizado en todo el país, Francia anuncia el envío de un contingente de unos 1.000 efectivos- que se sumará a los 410 que ya tienen desplegados en RCA para controlar el aeropuerto y los intereses franceses en el país. Por su parte, la Unión Africana (UA) parece a punto de asumir la tarea que hasta ahora realizaba la CEEAC, activando la MISCA (Misión Internacional de Estabilización en República Centroafricana, con unos 3.600 efectivos), que fue avalada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el pasado junio. La idea que se vislumbra a corto plazo, si finalmente esos despliegues se llegan a producir, sería que las tropas de la UA tratarían de garantizar la seguridad de Bangui y algunas ciudades como Bossangoa, mientras que las francesas asumirían la labor de asegurar la carretera que une la capital con Camerún y alguna otra hacia el noroeste.
Visto así, cabe preguntarse sobre quién se encargará de neutralizar a los violentos que se encuentran esparcidos por el resto de RCA y quién atenderá las necesidades básicas de una población que nada espera ya de sus gobernantes. Y, ya puestos, también cabe preguntarse cuánto tiempo tardaremos en entender que la estabilidad estructural solo se puede lograr si se atienden las causas profundas (no solo los efectos más visibles) que generan falta de desarrollo y de seguridad.