En estos últimos años estaba creciendo de manera notable el interés económico y comercial por los países de África Subsahariana.
El COVID-19 va a provocar una fuerte recesión en la economía mundial: ahora bien, el impacto va a variar sustancialmente entre unas y otras zonas geográficas.
Las previsiones apuntan a que África va a registrar una evolución mejor qué otras zonas, con la notable excepción de Asia. Así, si el Fondo Monetario internacional pronostica una caída del PIB global del -3% en 2020, en el caso de África la caída será de -1,6%, frente al -5,2% de América Latina y el -2,8% de Oriente Medio-Asia central. Para 2021 el FMI pronostica un crecimiento en África del 4,1%, superior al de América Latina y Oriente Medio-Asia central.
El sector exterior puede desempeñar un papel importante como motor para la recuperación de la economía española. Las empresas españolas y la Administración deben prestar la debida atención a las diferencias en el crecimiento, y por tanto oportunidades, que van a existir entre las zonas del mundo. Y también a los cambios que se están vislumbrando en la estructura de la globalización. Uno de ellos apunta a un aumento de la regionalización económica, a un acortamiento de las cadenas globales de valor, algo que refuerza el valor de África para los países europeos y en especial para España.
Creciente interés por África
África ya estaba siendo en los últimos años objeto de una creciente atención en España, que se tradujo en la aprobación en 2019 por parte de la Administración española del III Plan África. Los factores mencionados anteriormente justifican un reforzamiento de esa atención y de los esfuerzos en los países de África Subsahariana.
Un dato positivo es que la sociedad civil está reaccionando. El Club de Exportadores e Inversores Españoles acaba de publicar un importante estudio sobre “Inversión empresarial española en África subsahariana”. Organizó también el pasado 3 de junio un seminario online sobre negocios e inversiones en África subsahariana (a cuyas grabaciones se puede acceder en la web del seminario).
No hay que ignorar el impacto negativo del COVID-19. Como muy bien ha explicado Ainhoa Marín en su trabajo publicado en el Real Instituto Elcano, el COVID-19 tendrá, está teniendo ya, un impacto negativo en las remesas de emigrantes, los ingresos por turismo, los ingresos por exportaciones de petróleo (en los países productores).
Habría que añadir que los ingresos por exportaciones de bienes y servicios en general de los países africanos se resentirán como consecuencia de la recesión de la economía mundial, en especial en los países desarrollados (el Fondo Monetario Internacional prevé una caída del PIB del 7,5% en los países de la zona euro, por ejemplo; y Europa es el principal socio comercial de África).
Un problema serio a corto plazo es la deuda, con cuyos compromisos muchos países africanos no van a poder cumplir. De ahí que ya se esté planteando la necesidad de programas de alivio de la deuda. Al respecto será clave la actitud del gran acreedor: China. Vamos a ver cómo reacciona China, cuya política de créditos ha sido objeto de críticas por sus fuertes condicionalidades.
El impacto del COVID-19 se superpone a las debilidades tradicionales de las economía africanas en temas como:
- Bajo nivel de industrialización.
- Alta dependencia del exterior en la venta de materias primas.
- El bajo nivel de integración económica en el continente africano (que es de esperar se remedie con el nuevo acuerdo de libre comercio).
- La falta de marcos regulatorios seguros para los negocios y, en especial en determinados países, la inseguridad física (criminalidad, delincuencia), aunque éste es un tema que ha experimentado una clara mejora en los últimos tiempos. Quizás el problema estructural más serio es el marco institucional en general. Aquí podemos englobar la corrupción, pero también la inseguridad jurídica, falta de un sistema judicial independiente, inestabilidad política, etc.
Potenciar la presencia económica de España
Pero una vez superada la crisis del COVID-19, que esperemos sea pronto, África está en condiciones de recuperar la senda de crecimiento que había emprendido en los últimos tiempos. Para ello cuenta con activos importantes:
- El dividendo demográfico que supone su población joven.
- El creciente peso de las clases medias, que están configurando un mercado de creciente atractivo.
- Sus recursos naturales.
- La mejora de su marco institucional, en particular en una serie de países. Ruanda es un ejemplo elocuente en este sentido: ha subido hasta el puesto 38 en el ranking de Doing Business del Banco Mundial, por delante de países europeos como Holanda, Bélgica o Polonia, por ejemplo.
- Su proximidad a Europa. Como he indicado antes, la producción en proximidad y el acortamiento de las cadenas globales de valor pueden favorecer a África como destino de deslocalizaciones.
En conclusión, hay razones que justifican que desde España se intensifiquen los esfuerzos económicos y comerciales con África. Dadas las convulsiones y cambios que está suponiendo la crisis del coronavirus en la economía internacional, quizás estaría justificada una actualización de urgencia del Plan África (planteándose la incorporación de otros países prioritarios, como Uganda o Ruanda), y la elaboración de un plan específico de apoyo a la internacionalización de las empresas españolas en África Subsahariana.