En los últimos años ha aumentado de forma considerable el número de profesionales españoles establecidos en numerosos países del mundo. Estos profesionales trabajan en empresas españolas, en multinacionales, en organismos públicos de los países en los que se encuentran, en organismos internacionales. Representan un activo de gran valor para la internacionalización de la economía y las empresas españolas. Y se debería hacer un esfuerzo y establecer mecanismos para aprovechar este activo.
El tema fue discutido en un encuentro – denominado “La diáspora de profesionales españoles y su contribución a la internacionalización de la economía española”– celebrado en la embajada española en Bruselas el pasado 28 de noviembre, organizado por el Foro de Marcas Renombradas Españolas en colaboración con la Cámara de Comercio española en Bélgica, Marca España y la propia embajada, y al que asistió un grupo diverso de profesionales españoles establecidos en la capital belga. En buena parte este post está basado en lo que se debatió en este encuentro.
Causas de la diáspora
Varios motivos explican el fuerte crecimiento de esta diáspora de profesionales en los últimos años. Se suele atribuir a veces una importancia determinante a la crisis económica en España, que impulsó a muchos españoles, sobre todo jóvenes, a buscar trabajo en otros países. Esto es sin duda cierto, pero también existen otros factores, de alcance más amplio.
La internacionalización de las empresas españolas ha contribuido a que crezca de forma sostenida el número de expatriados españoles. La exportación española ha continuado además creciendo a buen ritmo en los dos o tres últimos años, a pesar de la recuperación de la demanda interna, lo cual constituye un positivo indicador de que las empresas españolas han asumido que la internacionalización no es una actividad para “compensar” una desaceleración en el mercado doméstico, sino que es un requisito de competitividad al que se debe prestar la debida atención en todo momento.
Por otro lado, la globalización avanza en general en todo el mundo –a pesar de los riesgos que suponen cara al futuro las nuevas tendencias proteccionistas– y eso también afecta al talento, al mercado de trabajo. Muchos profesionales españoles son contratados por empresas internacionales y trabajan en otros países. Se marchan no por la crisis y la falta de trabajo en España, sino por una consecuencia lógica de la globalización del talento.
España tiene en estos profesionales un activo que puede ser de gran utilidad. Hay que tener en cuenta un elemento clave: muchos de ellos mantienen una vinculación afectiva con España, y están dispuestos a ayudar a su país.
Algunos países han comprendido la eficacia que puede tener movilizar a sus comunidades de expatriados, y han creado mecanismos para ello. Un ejemplo es Advance, una organización de Australia cuyo objetivo (“Connecting Globally Australians”) es aprovechar el recurso que suponen los millones de australianos que hay por el mundo.
¿Cómo pueden ayudar los profesionales en el exterior?
Los profesionales españoles en el exterior pueden contribuir a la internacionalización de la economía española de varias formas.
En primer lugar, pueden ser una fuente de información y de contactos. Trabajando en multitud de sectores y países, tienen un conocimiento directo de los mismos, así como una red de contactos, que puede ser de gran importancia para empresas e instituciones españolas.
En segundo lugar, estos profesionales pueden colaborar con empresas españolas, bien directamente, bien a través de las empresas en las que trabajan. Abogados, arquitectos, consultores, ingenieros: para una empresa española que quiere abordar un determinado mercado, los profesionales españoles pueden ser socios adecuados.
Esto se aplica de forma especial, aunque ni mucho menos exclusiva, a profesionales que trabajan en el sector de servicios a empresas. Una empresa española, por ejemplo, que necesite un abogado en un determinado país, puede encontrar en un abogado español implantado en este país unas ventajas de entendimiento y comprensión.
Las ventajas de esta asociación son claras: los profesionales expatriados conocen el país en el que viven (y el sector en el que trabajan), y al mismo tiempo conocen España, su cultura. Están bien posicionados por tanto para trabajar como socios de empresas españolas, para hacer de “puentes” de éstas en mercados que les son desconocidos. Se trata de una asociación que beneficia a los dos lados: a las empresas y a los profesionales.
Ya han surgido de hecho asociaciones de profesionales españoles en algunos países. Es el caso de Ecusa, que agrupa a científicos españoles en Estados Unidos, o Spanish Global Professional Network, que agrupa a profesionales españoles vinculados a organismos multilaterales.
Una colaboración público-privada
¿Y cómo hacer para utilizar de forma efectiva este gran capital humano que supone la comunidad de profesionales españoles en el mundo? Como han hecho, entre otros, los australianos, es preciso crear un instrumento que facilite la conexión con estos profesionales. Este instrumento, u organización, que probablemente debería estar basado en una colaboración publico-privada, debe en primer lugar establecer un sistema para identificar, clasificar, etc., a los profesionales.
En segundo lugar, esta organización debe actuar como una red de redes, promoviendo la comunicación con las redes que ya existen, y la intercomunicación entre éstas.
En tercer lugar, debe servir como una plataforma de contacto para los profesionales y las redes en el exterior con España y sus empresas e instituciones: muchos de los profesionales en el exterior llevan años fuera de España, y necesitan información y contactos sobre España, sus sectores y empresas.
La organización de la que estoy hablando debe servir como mecanismo de conexión entre las empresas españolas y los profesionales –y sus redes– en el exterior.
Finalmente, una organización de este tipo también debería servir para apoyar a los profesionales en el exterior: suministrándoles información sobre España, dando orientación y apoyo a aquellos que tengan interés en regresar, entre otras cuestiones.