La UE ha sido y sigue siendo un marco esencial para España. En esta nueva campaña electoral, en los debates, se habla, un poco, de “Bruselas nos exige…” y “Bruselas nos pide…”, olvidando a veces que Bruselas somos también nosotros, que hay una parte de soberanía cedida (como la política monetaria, y ahora el marco presupuestario, si acaso) pero también una buena parte de soberanía compartida. Y que mucho, muchísimo (las prioridades del presupuesto dentro de esos límites, la sanidad, la educación, las pensiones, las prestaciones por desempleo, la defensa, etc.) siguen en manos nacionales.
Europa está, naturalmente, presente en los programas de todos los partidos políticos. Pero ahora, frente a diciembre, con grandes diferencias entre IU y Podemos –sobre el euro y las relaciones transatlánticas, entre otras–, dado que acuden en coalición pero sin un programa común. Europa, la política europea de España, es la gran olvidada, ¿o escondida?, de esta campaña. Y ya será tarde (aunque puede tener un impacto) cuando sepamos el jueves por la noche o el viernes próximo los resultados del referéndum en el Reino Unido sobre el Brexit, que puede afectar de lleno a España. En los debates se ha hablado un poco de refugiados y de inmigración, pero no de qué idea de Europa defender desde España, aunque todos sean contrarios al Brexit.
Una excepción fue el debate organizado por la Fundación Alternativas para la presentación de su anuario sobre el estado de la UE. Ahí pudimos escuchar, además de a Podemos (Ignacio Álvarez) y Ciudadanos (Juan Carlos Girauta), a un ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, renegar de la política de austeridad, y al titular socialista en la sombra, Josep Borrell, alejarse del sempiterno “más Europa” –pues no hay ganas de ello en las sociedades ni gobiernos europeos–, para centrarse en algunas propuestas concretas y modestas, más que en grandes esquemas o ideas que no pueden arrancar aún, como la de los eurobonos. El candidato Pedro Sánchez en el debate televisado a cuatro sí defendió aún la idea de unos “Estados Unidos de Europa”. Todos coincidieron en la necesidad de flexibilizar el tempo de reducción del déficit de las cuentas públicas españolas, y en ese y otros debates, con la excepción de Ciudadanos, los candidatos pretendieron mirar para otro lado ante un posible ajuste para hacer frente al exceso de déficit.
Un problema es que España se engañe y se quede sola, o casi, en la defensa de “más Europa” –por muy deseable que sea, y lo es– y de la “unión siempre más estrecha entre los pueblos de Europa”, idea de la que se va a separar, con Brexit o sin él, Londres y quizá después, por emulación o contagio, otros Estados miembros. Aunque es evidente que la Eurozona tiene que profundizarse si no quiere correr el riesgo de retroceder o deshacerse.
Subyacente está una opinión pública en la que por vez primera en España, como en otros países de la UE, son más (51%) los que tienen una visión desfavorable de Europa que los que (47%) la tienen favorable, según una reciente encuesta del Centro Pew en los 10 países más importantes de la UE. Los Eurobarómetros no reflejan esa misma posición, aunque sí la tendencia a la baja. España no escapa ya al creciente descrédito de la idea de Europa que se está extendiendo por toda la UE, fruto de la crisis de 2008 en adelante, y, sobre todo, de la manera de gestionarla desde la Unión a partir de la primavera de 2010 con el brusco giro hacia la austeridad. En diversos países, señala el informe de Pew, el porcentaje favorable a la UE ha disminuido notablemente entre 2012 y 2013, aunque se recuperó en 2014 y 2015. Sin embargo, el apoyo de la ciudadanía entre la mayoría de los Estados miembros más grandes de la UE está experimentando de nuevo una fuerte caída en la actualidad.
Hay algo más que matices en el seno de la opinión pública española. Para empezar, los jóvenes, de 18 a 34 años, son más (53%) favorables a la UE que los adultos (35 a 49 años, 49%) o los mayores (50 y más, 44%). Por divisiones ideológicas, en España la izquierda (35%) es menos favorable a Europa que los moderados (50%) o la derecha (59%).
Aunque si en España hay un amplio rechazo (70%) a la idea del Brexit, también, según esta encuesta gana la idea muy británica de devolver competencias europeas a los Estados (35%), frente a darle más a Europa (30%) o quedarnos como estamos (27%).
Estos cambios de actitud ciudadana no son de extrañar para una España plenamente integrada en la UE. Porque cuando no hay proyecto europeo, y en estos momentos no lo hay, el proyecto de España, a renovar, se resiente también gravemente.