El pasado mes de febrero la Comisión Europea anunció una nueva estrategia comercial. En estos tiempos un tanto convulsos, con una pandemia que está provocando enormes trastornos en la economía y en el comercio, una competencia geoestratégica virulenta entre Estados Unidos y China, transformaciones y disrupciones en las cadenas globales de valor, ascenso del proteccionismo y del nacionalismo económico, parálisis de la Organización Mundial de Comercio, etcétera, la Unión Europea intenta definir su política comercial en el escenario internacional.
En su discurso presentando la estrategia el pasado 24 de febrero, el Comisario de Comercio (y vicepresidente de la Comisión) Valdis Dombrovskis recordaba la importancia que el comercio exterior tiene para la economía europea, con algunos datos básicos:
- El comercio mantiene 35 millones de empleos en la UE.
- Se trata de empleos que reciben buenos salarios (12% superiores a la media).
- Potenciar el comercio es vital para la UE: el 85% del crecimiento mundial tendrá lugar fuera de la UE en la próxima década.
Autonomía, pero preeminencia de la relación trasatlántica
En la estrategia se intenta definir una posición propia ante el gran condicionante del contexto actual: la competencia estratégica entre Estados Unidos y China. Por un lado, la comunicación de la Comisión deja clara la preeminencia de la relación trasatlántica, la “asociación más grande y económicamente más significativa en el mundo (…) y que tiene sus raíces en valores e intereses comunes”.
Esta preeminencia ha quedado manifiestamente clara hace muy poco: el 22 de abril la Unión Europea, Estados Unidos, Reino Unido y Canadá anunciaban en una acción coordinada –por primera vez– sanciones contra China por su actuación en Xinjiang. Era la primera vez, además, que la Unión Europea adoptaba sanciones contra China desde los sucesos de Tiananmén de 1989. Esta adopción concertada de sanciones contra China marca un cambio cualitativo en la actitud de los países occidentales frente a China, y parece anunciar una posición de mayor firmeza y unidad.
La adopción de sanciones se producía prácticamente el mismo día que se celebraba en Pekín el juicio contra uno de los ciudadanos canadienses detenido como represalia por la detención en Canadá, a petición de Estados Unidos, de la directora financiera de Huawei, en lo que ya ha pasado a ser calificado como la “diplomacia china de los rehenes”. Diplomáticos de numerosos países occidentales, entre ellos de España, acudieron en solidaridad a las puertas del tribunal en el que se celebró, a puerta cerrada, el juicio.
La UE quiere mantener su autonomía, la denominada “autonomía estratégica abierta”, pero deja claro que no hay equidistancia: su posición está en el bloque de las democracias que defienden los derechos humanos.
Parece que se avanza de forma inevitable hacia un aumento de las diferencias y conflictos con la China de Xi Jinping. Por otro lado, es necesario compatibilizar esta actitud de firmeza con la búsqueda de cooperación. China es demasiado importante, por su población, economía, creciente poder militar. El mundo necesita a China para afrontar las grandes cuestiones globales.
Líneas estratégicas
En este marco, la comunicación de la Comisión establece las grandes líneas futuras de su política comercial, entre las que cabe destacar las siguientes:
- La digitalización y la sostenibilidad, tanto medioambiental como social. Un objetivo será incorporar el Acuerdo de París y los temas de sostenibilidad en los nuevos acuerdos comerciales que negocie la UE. La UE establecerá reglas de due diligence para sus empresas, para que el trabajo forzado e infantil no forme parte de sus cadenas globales de valor.
- La reforma de la Organización Mundial de Comercio, que con la nueva Administración Biden va a recibir un nuevo impulso, tras el bloqueo de Trump. Muchos temas se plantean aquí. La comunicación de la Comisión menciona, entre otros, el papel de las empresas estatales y en general la intervención de los Estados, el comercio digital, el controvertido procedimiento para resolución de disputas, la lucha contra las distorsiones y la promoción de un level playing field.
- Potenciar la firma de acuerdos comerciales. Los acuerdos se han convertido en un instrumento clave de la política comercial de la UE. El tema, y en especial sus implicaciones para España, fue discutido en un seminario celebrado el pasado 23 de marzo, organizado por el Real Instituto de Estudios Europeos del CEU. Están pendientes algunos acuerdos, en diferentes fases de su proceso de negociación, que en concreto pueden ser muy relevantes para España: Mercosur, México, Chile. Está igualmente pendiente la ratificación del acuerdo de inversiones con China, alcanzado a fines del pasado año. Veremos qué pasa con este acuerdo, que había sido muy criticado en medio europeos y, que como hemos comentado al principio, puede tropezar con un deterioro de relaciones políticas entre la UE y China.
- También relevante para España es la importancia que la comunicación de la Comisión atribuye a África. El continente africano ha entrado en una etapa de dinamismo económico Por ello, por su proximidad geográfica, su relevancia para cuestiones como la inmigración o el terrorismo, África es un referente obligado para España, que debe valorar de forma positiva esta atención.
El marco internacional es ciertamente complicado. Pero qué duda cabe que la Comisión Europea ha realizado un positivo esfuerzo para diseñar un mapa para el desarrollo de su política comercial en los próximos años.