Entre el 3 y el 6 de julio tuvo lugar en la isla griega de Haiki un seminario organizado por Loukas Tsoukalis, presidente del think tank griego Eliamep, donde unos 40 politólogos, economistas y funcionarios de las instituciones comunitarias pasaron revista al estado de la Unión Europea.
El tono general fue de preocupación , tanto por el aumento del rechazo a las políticas de la Unión por parte de la ciudadanía mostrado en las últimas elecciones al Parlamento Europeo como por la sensación de que la crisis del euro no ha terminado, así como que la Unión tiene crecientes dificultades para convertirse en un actor global.
A continuación se esbozan algunas de las principales ideas que surgieron en los distintos debates.
Elecciones europeas
Preocupación ante el aumento de los partidos críticos, especialmente en Francia y el Reino Unido. Se enfatizó que la distinción que debe hacerse no es entre partidos anti y pro UE, sino entre eurofóbicos (como el Frente Nacional francés y el UKIP británico) y euro pesimistas, que son todos los demás (por ejemplo socialistas franceses o españoles). Se subrayó que el rechazo a la UE se confunde con el rechazo a la globalización. Cada vez hay más perdedores de la globalización en la UE y estos son los que votan anti UE, buscando una protección en el Estado-Nación que lamentablemente no encontrarán porque la globalización no va a revertirse. En la medida en que estos perdedores sean cada vez más, y que no se apliquen políticas redistributivas para compensarlos, la UE podría ver perdida toda su legitimidad a medio y largo plazo.
Equilibrios de poder dentro de la UE
Se constató la ruptura del equilibro entre Francia y Alemania que desde su inicio sirvió de motor en la UE. Ahora Alemania no tiene contrapeso pero se siente cada vez menos poderosa, y claramente menos poderosa que en 2010 porque otros países están creciendo, el BCE ha calmado las tensiones financieras y ya no es necesario negociar constantemente paquetes de rescate y nuevas reglas e instituciones, que es donde se hacía evidente el poder alemán.
Por lo tanto, Alemania está cada vez más a la espera de una Francia que no da señales de vida (no parece tener estrategia para la UE, ni posición alguna en casi ninguno de los temas clave) para avanzar y, mientras tanto, buscará que la Comisión ejerza de policía de las normas (pero que no tenga autonomía para avanzar en la integración dentro de los tratados por si se le ocurre hacer algo que vaya contra los intereses alemanes) y jugará la baza intergubernamental cuando haga falta.
Crisis del euro
La crisis no ha acabado, ni mucho menos. Entramos en un terreno peligroso de complacencia donde se siguen acumulando los desequilibrios entre centro y periferia que pueden estallar dentro de unos años precisamente porque, al tener la sensación de que la crisis ha pasado, no se están haciendo muchas de las reformas pendientes para lograr convergencia norte-sur. Los principales riesgos que se identificaron fueron la falta de backstop fiscal para la unión bancaria durante el periodo de transición (hasta 2023), los elevados niveles de deuda, la posible deflación y la falta de acuerdo para iniciar un gran programa de inversión pública en Europa que es imprescindible por el parón inversor de los últimos años, y que permitiría aumentar el crecimiento y crear empleo.
Política exterior
La UE aparece como una potencia bastante «perdida», sin estrategia con los grandes países (EEUU, China y Rusia) y con bastante mejor política sobre los temas de su vecindario amplio, aunque casi siempre reacciona con retraso. Está especialmente ausente en Asia, lo que supone una paradoja: aun siendo quien más se beneficia de un sistema mundial de comercio liberal y abierto por ser la primera potencia comercial mundial, es quien menos está dispuesta a protegerlo dando apoyo a la seguridad y estabilidad en Asia, donde podría haber un «accidente» que diera lugar a un conflicto que redujera de forma dramática los flujos comerciales en Asia, que ya es el principal socio comercial de la UE.
Por último, se subrayó que la Unión se enfrentará a un mundo con cada vez más problemas en su vecindario sur y este, y con menor paraguas de seguridad de EEUU, que es una potencia en retirada pero no en declive. Y el problema es que no hay una estrategia clara para enfrentar esta situación
En definitiva, una visión pesimista que contrasta con el discurso de que «lo peor ha pasado».