(*) Publicado el 11/1/2015 en LaRioja.com.
La amenaza planteada por los yihadistas que, radicalizados y reclutados en el seno de nuestras sociedades europeas, se desplazan a campos de entrenamiento terrorista o a zonas de conflicto en países del mundo islámico y regresan después a sus lugares de procedencia no es nueva. Para los españoles, el ejemplo más evidente lo constituyen los atentados del 11-M. Su instigador, Amer Azizi, adquirió experiencia en tácticas de terrorismo tanto en Bosnia como en Afganistán, donde al-Qaeda y organizaciones yihadistas asociadas mantuvieron instalaciones en las que se adiestraron otros integrantes de la red terrorista que perpetró la matanza en los trenes madrileños, casos de Said Berraj o Hassan el Haski.
Además de implicarse en la planificación, preparación y ejecución de atentados, los individuos que reciben entrenamiento o desarrollan actividades de violencia lejos de sus lugares de residencia en Europa occidental pueden, si tienen ocasión de volver, capacitar a nuevos terroristas. El pasado junio, la Comisaría General de Información del Cuerpo Nacional de Policía desmanteló en Madrid un pequeño grupo de yihadistas que captaba miembros para el actualmente denominado Estado Islámico. Su cabecilla era Lahcen Ikasrrien, capturado en Afganistán en 2001, a donde llegó desde España y liberado tras años recluido en Guantánamo. A fin de habituarlos a la situación que iban a encontrar en Siria e Irak, hacían acampadas en una finca rural próxima a Ávila.
Esto último pone de manifiesto una realidad que en modo alguno debe obviarse: para recibir adiestramiento terrorista, los yihadistas que viven en nuestras sociedades no necesitan salir de las mismas. Así, en un estudio empírico sobre pautas de implicación yihadista en España que he llevado a cabo recientemente en el Real Instituto Elcano junto a Carola García-Calvo, mostramos cómo no menos de una tercera parte del total de condenados por actividades relacionadas con el terrorismo yihadista entre 1996 y 2012 recibieron algún tipo de formación en habilidades propias de la práctica del terrorismo, pero asimismo subrayamos que más de la mitad de ellos la recibió dentro del propio territorio español.
A este respecto cabe una observación adicional. A la espera de conocer más datos sobre la trayectoria previa de los terroristas que han conmocionado a Francia en los últimos días, alguna información facilitada por servicios de inteligencia occidentales indicaría que al menos uno de ellos fue entrenado en Yemen por una rama regional de al-Qaeda, de igual modo que quien cometió el atentado del pasado mayo contra el museo judío de Bruselas había adquirido experiencia en Siria. Sin embargo, los individuos que, en octubre y diciembre del mismo año 2014, perpetraron sendos actos de terrorismo en Ottawa y Sídney, no eran retornados de ningún campo de entrenamiento o escenario de conflicto, sino yihadistas instruidos a sí mismos.
Fernando Reinares es investigador principal de Terrorismo Internacional del Real Instituto Elcano, catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos y adjunct professor en la Universidad de Georgetown | @F_Reinares