(*) Publicado el 3/2/2016 en El Mundo.
Hay más de una manera de definir una victoria. Si no véase a Rand Paul reivindicando haber acabado entre los “cinco grandes” en el caucus de Iowa. E igual de complicado puede ser concretar una derrota a no ser que sea un varapalo como el de O’Malley y Huckabee, que ya han anunciado su retirada de la carrera a las nominaciones hacia la Casa Blanca. Y todo ha ocurrido en Iowa, percibido como un Estado con un gran número de votantes evangélicos, “blancos” y rurales, aunque en realidad ni son tan conservadores, ni todos se dedica a cuidar cerdos, y donde políticos “de color” —véase Obama— han triunfado.
Empecemos por los vencedores, entendiendo como tales aquellos que bien han ganado en votos o, al menos, han superado las expectativas. En el lado republicano tenemos a Ted Cruz, arriba en todas las encuestas pero siempre por debajo del imparable Donald Trump. Se ha ganado este primer caucus con mucho esfuerzo, después de meses sumergido en una intensa campaña tal y como manda el Iowa way, visitando los 99 distritos y apoyado por una muy buena organización. Y, además, luchando contra un aluvión de críticas de Trump, del viejo gobernador republicano de Iowa, Terry Branstad, y de los líderes del partido en Washington que no le quieren liderando una campaña presidencial que aseguran que con él está abocada al fracaso. Si hubiera perdido aquello sí hubiera sido devastador para Cruz, por el esfuerzo invertido y porque seguramente le hubiera puesto un pie fuera de la carrera.
“Clinton sabe que la mínima ventaja sobre Sanders puede volver a desatar ciertas dudas sobre su candidatura”
Por el lado demócrata tenemos a Clinton que más que una victoria ha sentido un breve alivio en una carrera disputadísima. Una mínima ventaja sobre Sanders de la que sabe que puede volver a desatar ciertas dudas sobre su candidatura. Todo sin poder bajar la guardia y sin haberse podido quitar esa espina que le dejó la derrota en Iowa en 2008 frente a Obama.
El otro ganador ha sido Marco Rubio. Su tercera posición pisando los talones al segundo da verosimilitud a su campaña. Su tardío repunte reivindica su estrategia de esperar hasta enero para competir, cruzando frenéticamente Iowa con 36 eventos en las últimas cuatro semanas. Pero además, le consolida como la alternativa del establishment, con la posibilidad de concentrar el voto de Bush/Christie/Kasich en el momento en el que abandonen.
“Con el permiso de Trump, es Bernie Sanders quién está escribiendo la gran historia de esta campaña de 2016”
Y acabamos con Trump y Sanders, que con el permiso del primero, es quién está escribiendo la gran historia de esta campaña de 2016. Ha pasado de ser un estrafalario independiente a disputar codo con codo la nominación demócrata con la “más fuerte organización política de EEUU”, los Clinton. Una derrota clara en Iowa le habría dejado fuera. Pero este “empate técnico” al menos en cuanto a delegados, afianza la idea de que va a ser una carrera muy larga. Por lo pronto lidera las encuestas en New Hampshire, con la ventaja que es del vecino Vermont –y estas cuestiones cuentan–, aunque anda más rezagado en Carolina del Sur.
Sanders junto con Trump han acaparado a ese gran grupo de norteamericanos –muchos de ellos nuevo electorado– para los que ese “sueño americano” no es real, que viven la inseguridad económica a pesar de los buenos augurios sobre la economía, y que se sienten engañados por el gobierno federal. Sanders echa la culpa a los banqueros, a Wall Street y a los políticos, mientras que Trump acusa a Obama, a la inmigración y a los medios de engañarles.
El millonario republicano, además, ha estigmatizado su discurso con un “nosotros contra ellos” para cualquier asunto. Pero su agresividad no han sido suficiente para hacerlo ganador, pagando además un alto precio por romper también aquí las reglas y no hacer una campaña al “estilo” de Iowa. Su derrota, sin embargo, no significa que está fuera de la carrera.
El espectáculo no ha hecho nada más que empezar, con un caucus en el que los expertos no se ponen de acuerdo en su trascendencia en ese recorrido hacia la Casa Blanca, yque para muchos es más bien un arcaico pero hermoso ejemplo de democracia.
Carlota García Encina
Investigadora del Real Instituto Elcano | @EncinaCharlie