(*) Publicado el 25/6/2015 en Expansión.
El lunes pasado parecía que, por fin, el gobierno griego habría presentado una propuesta a sus acreedores que tenía posibilidades de salir adelante y desbloquear los 7.200 millones de euros pendientes del segundo rescate, que son imprescindibles para que Grecia pueda hacer frente a sus compromisos de pago más inmediatos. Sin embargo, antes del Eurogrupo de ayer, el FMI, que espera cobrar de Grecia 1.500 millones de euros el día 30 de junio, insistía en que la oferta griega le parecía insuficiente. Y, aunque se puedan limar asperezas, no será hasta el Consejo Europeo del jueves y el viernes cuando se cierre (o no) un acuerdo.
En todo caso, el tema griego no terminará ahí. Si no hay acuerdo, algo cada vez menos probable, se volverá a hablar de Grexit y la volatilidad retornará a los mercados. Pero aunque Tsipras logre satisfacer las demandas de sus socios europeos el acuerdo tendrá que ser ratificado por los distintos parlamentos nacionales, lo que llevará tiempo y podría entrañar dificultades. Además, dada la precaria situación de la economía griega, que se ha deteriorado mucho en los últimos meses, es casi seguro que hará falta negociar un tercer rescate para que Grecia pueda continuar haciendo frente a sus pagos, tanto internos (pensiones y salarios públicos, principalmente) como externos (a los tenedores de su deuda en el exterior). Una alternativa, planteada recientemente por el economista Paul DeGrauwe, sería que el BCE activara su programa OMT (Outright Monetary Transactions) para asegurar el pago de la deuda. Pero esta opción se enfrenta al rechazo de los países acreedores, por lo que es improbable que suceda (la propuesta puede verse en la web de CEPS).
Y ahí no se acaban las dificultades: un tercer rescate, e incluso el acuerdo para liberar los últimos fondos del segundo, también planteará problemas en la propia Grecia. El ala más radical de Syriza seguramente lo rechazará, lo que obligará a Tsipras bien a convocar elecciones anticipadas (que según las encuestas ganaría con una mayoría más amplia que la que tiene ahora), bien un referéndum, en el que se pregunte a la ciudadanía si prefiere el acuerdo con la Troika (que ahora se llama “las instituciones”) o una salida del euro. Una vez más, y siempre según las encuestas, el miedo a volver al dracma mantendría a Grecia en el euro con el nuevo acuerdo.
Esto significa que, en prácticamente todos los escenarios, Grecia seguiría en la unión monetaria y debería seguir haciendo reformas y ajustes a cambio de la financiación de sus socios europeos y del FMI (este último podría llegar a apearse de la Troika, pero eso también es poco probable). Tal vez conseguiría suavizar el impacto de la austeridad y obtener una reestructuración de su deuda a futuro, pero siempre lo haría en el contexto de un acuerdo.
Si este análisis es correcto, los ciudadanos europeos todavía estaremos mucho tiempo acompañados por la crisis griega. Como ya llevamos más de 5 años, cabe preguntarse hasta qué punto estamos dispuestos a continuar. Conscientes del hastío que esta situación está generando en los países acreedores (según una encuesta reciente casi el 60% de los alemanes querrían expulsar a Grecia del euro y no tener que lidiar con un país que considera poco fiable), el Real Instituto Elcano ha preguntado en su último barómetro si los españoles se muestran más o menos comprensivos con la situación griega. El resultado es que, en general, parecen alinearse con los ciudadanos de los países del Sur de Europa, incluyendo a Francia, en su tratamiento “blando” de la deuda externa griega. Un 65% considera que lo más adecuado es esperar a que la situación económica griega mejore: sólo un 19% de los entrevistados cree que el gobierno español debería presionar a Grecia para que pague ya su deuda. Por tanto, los españoles estarían muy lejanos de las opiniones públicas alemana, finlandesa o de otros países del centro y norte de Europa que reclaman contundencia con Grecia.
No obstante, también hay diferencias entre los encuestados españoles en función del eje izquierda-derecha. Aquellos que se autodenominan de izquierda son más favorables a esperar a que la economía griega mejore, algo que se explica tanto por razones ideológicas (oposición a las políticas de austeridad y a la imposición externa a través de la Troika, como por las simpatías hacia el gobierno de Syriza). Entre la izquierda hay incluso un 19% favorable a perdonar la deuda griega. Sin embargo, el 39% de quienes se definen de derechas preferiría una postura más dura por parte del gobierno español y sólo un 4% se muestra favorable a perdonar esa deuda.
Si nos atenemos a estos datos, la posición relativamente dura que el gobierno español está teniendo en las negociaciones, que coincide con la de Portugal y la de Irlanda (los otros países, junto a Chipre, que han tenido ayudas financieras de la Troika), sería consistente con la de una parte importante de sus votantes. Sin embargo, el gobierno español tiene que mantener el equilibrio entre sostener una postura exigente y de cumplimiento de las reglas que le permita alinearse con Alemania (entre otras cosas para que el Ministro de Economía tenga opciones de presidir el Eurogrupo) y no ser tan inflexible como para poner en peligro un acuerdo razonable, ya que una salida de Grecia del euro generaría un peligroso efecto contagio hacia otros países de la periferia, poniendo en peligro la continuidad de las excelentes cifras de crecimiento de España.
Federico Steinberg
Investigador principal del Real Instituto Elcano y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid | @Steinbergf