(*) Una versión de este texto fue publicada el 22/4/2020 en El Periódico de la Energía.
En los mercados de crudo, unos precios negativos implican más: más recortes, más quiebras, más crisis de más productores y, como su propio nombre indica, más acuerdos de la OPEP+.
En el momento de cerrar estas líneas, la montaña rusa en que se han convertido los precios del petróleo en los últimos días parece dar una tenue tregua a los mercados. Tras caer el lunes 20 de abril un 300% y tocar precios negativos de -40 dólares por barril, los futuros de mayo del crudo West Texas Intermediate (WTI), sobre el cual se fijan los precios del crudo en Estados Unidos, subían el martes un 110% hasta los 4 dólares. La referencia habitual del analista, comparar con otros períodos históricos de bajos precios, pierde su sentido al obligar a remontarse al Paleozoico, cuando los sedimentos orgánicos marinos acumulados en la denominada Cuenca Pérmica iniciaron su lenta transformación en los yacimientos de petróleo de lo que hoy conocemos como Texas y Nuevo México. El futuro de mayo del barril de Brent, de referencia en Europa, cayó el martes casi un 25% hasta perder los 20 dólares (éste sí, en escala histórica, a mínimos de 20 años) afectado por el contagio.
“(…) el mercado sólo se recuperará con más demanda, y ésta dependerá en su mayor parte de la evolución de la crisis sanitaria”.
Nunca los futuros del petróleo habían registrado precios negativos, aunque éstos no son infrecuentes en los mercados energéticos. En los últimos días varios países europeos han registrado precios negativos de la electricidad a distintas horas debido a la caída de la demanda por los confinamientos, las suaves temperaturas y una elevada generación renovable, sin por ello abrir telediarios ni desatar hecatombes bursátiles. En el caso del WTI, los precios negativos se debieron al funcionamiento del mercado de los futuros, que cerraba el 22 de abril y cuyo papel nadie quería por el hundimiento de la demanda. Al entrar en súper-contango (precios hoy mucho más bajos que los de mañana), todo el mundo quiere almacenar ahora para vender en el futuro, con lo que a la saturación de las capacidades de almacenamiento se sumó un vencimiento inoportuno para crear una espiral de caída de precios.
Las preguntas obligadas son si se trata de algo puntual y si en Europa puede pasar lo mismo con el Brent. Respecto a lo primero, dependerá, pues si la demanda de combustibles en Estados Unidos sigue en mínimos y no hay una rápida reducción de la producción, los futuros de junio pueden correr la misma suerte, y de hecho están ya en niveles muy bajos. En todo caso, si no entran en terreno negativo todo parece apuntar a que se mantendrán bajos y por debajo de los costes de extracción. Aunque también podrían darse precios negativos para el Brent, el caso europeo es diferente. Es cierto que la capacidad de almacenamiento europea está al límite, que algunas refinerías han tenido que cerrar y todas reducir su volumen de refino, como en Estados Unidos. Pero por la diferente forma de vida, la mayor imposición de los combustibles y una estructura urbana más densa, el consumo de combustibles en Europa no es tan alto como al otro lado del Atlántico, y por tanto tampoco ha sido tan monumental su caída. En segundo lugar, la producción combinada de América del Norte superaba hasta hace unos días los 20 millones de barriles diarios, mientras que en Europa apenas llega a los 4 (sin incluir a Rusia). Es decir, no hay una gran producción europea que almacenar y, sólo hasta cierto punto, se puede pasar parte del problema a los suministradores.
Pero como se apuntaba, la implicación fundamental de los precios negativos es que serán inevitables más recortes de producción. Esos recortes supondrán mayores caídas de PIB para los productores, subidas en sus primas de riesgo, más desempleo y dificultades económicas para algunos países en una situación ya precaria, desde Irak a Venezuela pasando por la más cercana Argelia. Más pérdidas y más desplomes de las cotizaciones para muchas empresas petroleras y sus accionistas, más despidos y más bajadas de salarios, y más quiebras de las compañías más pequeñas y vulnerables. Y desde luego, más reuniones y negociaciones de la OPEP+, con objetivos más ambiciosos y compromisos más claros. Pero no se debe engañar a nadie: el mercado sólo se recuperará con más demanda, y ésta dependerá en su mayor parte de la evolución de la crisis sanitaria.
Gonzalo Escribano
Director del Programa de Energía y Clima del Real Instituto Elcano, y profesor de política económica en la UNED | @g_escribano