(*) Publicado el 17/12/2014 en Expansion.
En el año 2005, el ya por aquel entonces presidente de Rusia, Vladimir Putin, declaraba que la caída de la Unión Soviética había sido la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX. Desde entonces el ex-agente de la KGB ha hecho todo lo posible para recuperar el poderío de su país en la esfera internacional. Aupado por los precios altos de los hidrocarburos y el relativo declive de los Estados Unidos tras la crisis global de 2008, Putin ha hecho que la voz de Rusia vuelva a ser escuchada tanto en los viejos foros, como el consejo de seguridad de la ONU, como en los nuevos, siendo la inclusión de Rusia en los BRICS el mejor ejemplo. Hoy en día tanto en Washington como Bruselas se reconoce que para solucionar muchos de los conflictos mundiales hay que contar con la participación y visto bueno de Moscú.
Sin embargo, las grandes ambiciones geopolíticas y geoeconómicas de Putin se están volviendo en su contra. En el momento de escribir estas líneas la economía rusa se está desplomando. Las causas son múltiples. Hay factores coyunturales, como la caída de los precios del petróleo y las sanciones que Estados Unidos y la Unión Europea han impuesto sobre Rusia por invadir la península de Crimea y apoyar los movimientos secesionistas en el este de Ucrania. Pero la realidad es que los males de Rusia son estructurales. Rusia es un país envejecido, enfermo (con graves problemas de alcoholismo), encerrado en sí mismo (con tendencia al proteccionismo), poco democrático y liderado por un hombre fuerte que, según la Canciller alemana, Angela Merkel, vive en su propio mundo.
Putin ha cometido el error de pensar que Rusia es más fuerte de lo que es y que los europeos son más débiles de lo que son. Pensaba que los países de la Unión Europea se iban a dividir a la hora de imponer sanciones y esto no ha ocurrido. Incluso Alemania, socio estratégico de Rusia, ha decidido aguantar el sufrimiento que supone el desplome de la economía rusa para su propia economía y cerrar filas con sus socios europeos. Putin no se ha dado cuenta además que el sistema financiero internacional está todavía dominado por el dólar y el euro, y por lo tanto las sanciones financieras están estrangulando lentamente a la economía rusa, fuertemente endeudada en esas divisas. Por otra parte, el precio del barril del petróleo lo deciden operadores internacionales con sedes en Washington y Londres, y países que no son precisamente amigos de Rusia como Arabia Saudí.
Los números de la economía rusa están en caída libre. El rublo ha perdido más de un 50% de su valor (siguiendo de cerca, pero ya superando la caída del precio del petróleo). El Banco Central ha intentado contrarrestar esta tendencia subiendo seis veces los tipos de interés este año del 5% al 17% y “quemando” más 70.000 millones de dólares de sus reservas, pero no está sirviendo de mucho. En el año 2014 se estima que han salido 130.000 millones de dólares del país, y se prevé una cifra similar para el 2015. Al Banco Central ruso no le ha quedado otra opción que admitir que casi con toda seguridad el PIB de Rusia caerá más del 4% el año que viene. Esta desaceleración afectará sobre todo a las clases medias y bajas. La caída del rublo, y el embargo de Moscú a los alimentos europeos en represalia por las sanciones, han empujado la inflación hasta el 9%, más del doble de la meta establecida por el Banco Central, y con tendencia ascendente. La situación es ciertamente dramática. Como es lógico, las protestas sociales han aumentado. Los trabajadores del sector de la sanidad y la educación ya se echaron a la calle el mes pasado, y es muy probable que vengan más protestas en los próximos días y meses.
¿Va a ceder Putin a la presión y cambiar de rumbo? Difícilmente. Konstantin Sonin, uno de los más respetados economistas rusos y de los pocos intelectuales liberales que todavía quedan en Moscú, opina que el declive de Rusia se lleva gestando desde hace mucho tiempo. Putin vino con buenas intenciones al principio y realizó reformas que ayudaron a dinamizar la economía rusa, pero desde que ha vuelto al poder ha paralizado o incluso revertido muchas de esas reformas. Solo le importa mantenerse en el poder. Ahora mismo sus consejeros económicos no son economistas sino altos cargos de los servicios secretos.
Para Sonin, la única salida es una revolución social. Hay otros, sobre todo en Berlín, que todavía creen que Putin va a recapacitar, va a mandar retirar sus tropas de Ucrania y que la situación se puede reencauzar. Ojalá tengan razón, pero quizás pequen de ilusos.
Miguel Otero Iglesias es investigador principal del Real Instituto Elcano para la Economía Europea y los Mercados Emergentes | @miotei