(*) Publicado el 14/12/2014 en El Comercio (Perú).
Este domingo Shinzo Abe espera obtener el respaldo electoral necesario para impulsar un paquete de controvertidas reformas estructurales tendentes a revitalizar la anquilosada economía japonesa. Estas medidas, entre las que estaría la liberalización del sector agrario, acabaría con uno de los principales obstáculos que hasta el momento han impedido la firma del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP).
Nadie duda de que el Partido Liberal Demócrata (PLD) se impondrá en los comicios del domingo y de que Abe será reelegido como primer ministro de Japón. La incógnita es si, a partir del lunes, el primer ministro japonés podrá dar los pasos necesarios para cumplir la promesa con la que llegó al poder en 2012: dinamizar la economía. Su programa económico, conocido como Abenomics, se fundamenta en tres pilares: una expansión monetaria masiva, un aumento notable del gasto público, y profundas reformas estructurales. En las dos primeras áreas el líder nipón ha actuado de forma decisiva, con un plan para doblar la base monetaria en dos años y doblando el ritmo de crecimiento de la demanda pública. Sin embargo, su actitud ha sido bastante más tímida a la hora de abordar las reformas estructurales, evitando así enfrentarse a grupos de interés tan influyentes como la Federación de Cooperativas Agrícolas de Japón. Tras un inicio prometedor, los resultados han sido decepcionantes: el país está de nuevo en recesión, el monto de la deuda pública japonesa ha superado el 240% de su PIB y el déficit por cuenta corriente está en máximos históricos.
En este contexto, el próximo mandato de Abe se presenta como su última oportunidad para materializar las reformas estructurales necesarias para revertir la situación. Una medida clave sería liberalizar el sector agrícola. Esto beneficiaría notablemente a las familias japonesas, que ahora destinan un 14% de sus gastos a la alimentación frente al 6% en Estados Unidos, y allanaría el camino para la firma del TPP, con el consiguiente impulso a las exportaciones japonesas de alto valor añadido.
Desde que Japón se sumó a las negociaciones del TPP en abril de 2013, sus reticencias a abrir su mercado agrícola se han convertido en uno de los mayores obstáculos para cerrar un acuerdo. A pesar de que el TPP se concibe como un tratado de libre comercio integral, la delegación japonesa se ha negado sistemáticamente a reducir los aranceles y las cuotas que imponen a la importación de productos agrícolas. Esto ha generado un profundo malestar en otros países participantes. Nueva Zelanda llegó a sugerir el pasado julio la conveniencia de apartar a Japón del proceso si no modificaba su actitud.
Recientes declaraciones de Abe, a favor de acelerar las negociaciones del TPP, y el anuncio de un proyecto de ley sobre el sector agrario parecen indicar que ese momento ha llegado. Debido a la fuerte influencia política que aún ejerce el lobby agrícola japonés, Abe solamente estaría esperando a asegurarse cuatro años más en el Kantei antes de ponerse manos a la obra.
Mario Esteban es investigador principal de Asia-Pacífico del Real Instituto Elcano | @wizma9