Donald Trump y un Oriente Próximo más inestable

(*) Publicado el 11/11/2016 en El Mundo.

Si alguien le dice que sabe cómo será la política exterior del presidente Donald Trump hacia Oriente Próximo, desconfíe. Si le garantizan que «Trump se moderará», también. Es probable que quienes hoy afirman eso hace pocos días tenían la certeza de que Hillary Clinton ganaría las elecciones.

Una cosa es segura: A la convulsa región de Oriente Próximo le espera un periodo de mayor incertidumbre y confusión. Cabe imaginar que diversos actores regionales, enfrascados en todo tipo de conflictos y sometidos a crecientes presiones internas y externas, traten de aprovechar la chocante transición en Washington para avanzar sus intereses por todas las vías posibles. También se puede esperar que asuman riesgos mayores que si hubiera ganado Clinton.

Aquellos que puedan hacerlo tratarán de imponer hechos consumados durante los próximos meses, y todos -estados y actores no estatales- pondrán a prueba las orientaciones y los límites de la nueva Administración estadounidense con la que pocos contaban. Sería milagroso que esta nueva etapa no acarreara una mayor inestabilidad en Oriente Próximo y un recrudecimiento de los ‘shocks’ que sacuden la región desde que se frustraran las esperanzas del Despertar árabe de 2011.

A partir del 20 de enero de 2017 habrá un presidente de EEUU novato en política, inexperto en temas internacionales y sin formación en cuestiones militares. Una tarjeta de presentación muy pobre para lidiar con los avisperos de una región como Oriente Próximo en la que Washington ha jugado un papel central durante décadas. Se puede afirmar -con un alto grado de seguridad- que el mundo no se detendrá a la espera de que en el Despacho Oval se pongan al día.

Eslóganes vagos sobre lucha contra el terrorismo

Trump ha dado sobradas muestras de su profunda ignorancia sobre las realidades de Oriente Próximo (y sobre otras muchas más cosas). Durante la campaña se le escucharon soflamas belicistas y eslóganes vagos sobre cómo aplastaría el terrorismo de Daesh aplicando la fuerza bruta y colaborando con Vladimir Putin (y con su aliado sirio Asad). La manera en la que piensa hacerlo sigue siendo una incógnita.

También existe la duda de cuánto tiempo le llevará a Trump descubrir sus propias limitaciones, tanto a nivel de sus conocimientos personales como en relación con los recursos, costes y consecuencias de tomar ciertas decisiones. ¿Seguirá limitándose a tener visiones sobre el papel de EEUU en Oriente Próximo o tratará de diseñar y aplicar estrategias concretas? ¿Tendrá su Administración una curva de aprendizaje razonable o causará estropicios irreversibles antes de toparse con la cruda realidad?

Ante la ineptitud evidente del nuevo presidente, queda por ver de qué asesores se rodeará, empezando por su elección de quiénes ocuparán la Secretaría de Estado y el equipo de seguridad nacional. Los primeros indicios señalan a candidatos del ala dura del Partido Republicano, como Newt Gingrich, de los que cabe esperar posiciones bravatas y sin matices en cuestiones que afectan a Oriente Próximo. También parece probable que el nuevo presidente recupere a neoconservadores de la Administración Bush Jr. Una duda añadida es si Trump será del tipo de líderes que se dejan asesorar y si sus colaboradores le dirán la verdad o simplemente lo que él quiera oír.

Mucho se habla estos días de que Trump estará centrado en la política interna de EEUU y de que su política exterior será más bien aislacionista. Puede que sea así, pero hay que recordar que el grado de aislacionismo o de intervencionismo no depende exclusivamente de la voluntad del inquilino de la Casa Blanca, pues los acontecimientos pueden llevarlo por derroteros no previstos ni anunciados de antemano. Baste con pensar en el primer mandato de George W. Bush y el intervencionismo que se desató el 11-S tras ocho meses en el cargo con una agenda aparentemente volcada en lo doméstico.

La inestabilidad incomprendida

“En la práctica los “hombres fuertes” también se pueden hacer mucho daño entre ellos”

En algunas capitales de Oriente Próximo el estilo personalista, populista e intolerante mostrado por Trump durante la campaña ha resultado familiar y, en cierto modo, tranquilizador. Es algo que comparten los líderes con tendencias iliberales, autoritarias, centralizadoras y populistas, tan presentes en la región. Aunque en apariencia les une el lenguaje del «hombre fuerte» que recurre a la mano dura y no le tiembla el pulso, en la práctica los hombres fuertes también se pueden hacer mucho daño entre ellos, sobre todo cuando algunos tienen caracteres impredecibles y convierten su forma de gobernar en un espectáculo de masas.

Trump ha prometido a los estadounidenses acabar con el Daesh [acrónimo en árabe del autodenominado Estado Islámico]. Sin embargo, no parece que sea consciente de que ese grupo es el resultado de unas políticas rotas en Oriente Próximo, de la fragilidad de las instituciones, de las intervenciones extranjeras, del sectarismo rampante y de las rivalidades regionales. Si Trump recurre a una estrategia exclusivamente militar no acabará con el Daesh de hoy ni con los que puedan venir mañana. De hecho, las posiciones anti-musulmanes que ha mostrado no desagradan a los líderes yihadistas; confirman su cosmovisión del «choque de civilizaciones» y eliminan los matices. Precisamente alimentan el tipo de polarización por la que luchan con ahínco.

Oriente Próximo hoy está plagado de focos de inestabilidad, de rivalidades incendiarias y de autoritarismos excluyentes y represores mucho más profundos y graves que los que existían en 2001 cuando se estrenó la anterior Administración republicana. Aunque el nuevo presidente de EEUU intente desvincularse de esa región hoy tóxica, puede que los acontecimientos le impidan conseguirlo. Hay quienes intentarán que no disminuya la implicación estadounidense porque les garantiza protección, pero también hay quienes tratarán de debilitar la posición de EEUU en la zona. La pregunta es cómo influirá Oriente Próximo -con sus recursos energéticos y sus fuentes de amenazas- en la promesa de Trump de «hacer América grande de nuevo».

Haizam Amirah Fernández
Investigador principal de Mediterráneo y Oriente Medio, Real Instituto Elcano
| @HaizamAmirah