(*) Publicado el 7/2/2014 en The Diplomat in Spain.
En las últimas semanas el foco de atención de la opinión pública europea se ha centrado en Grecia. Esto es comprensible. La zona euro ha hecho tan interdependientes a los países que comparten la moneda única que los problemas de un país, por muy pequeño que sea, se ven ya como asuntos de política interna para el resto de los socios. Sin embargo, los países de la zona euro y de la Unión Europea en su conjunto tienen que dejarse de parroquialismos. Hay temas de política exterior que deberían considerarse de máxima prioridad. Resolver el conflicto de Ucrania es uno de ellos.
Afortunadamente, después de dejar el asunto de lado durante meses, los líderes europeos están empezando a reaccionar. En el momento de escribir estas líneas, la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés François Hollande están de camino hacia Kiev y Moscú. La próxima semana el ministro de Exteriores español, José María García-Margallo, también va a visitar Kiev. Todos ellos intentarán encontrar una solución diplomática al conflicto. Esperemos que tengan éxito, aunque lo más probable es que fracasen en sus intentos. Sobre todo, porque los rebeldes de Donetsk y Lugansk (en la región del Donbass) no son simples marionetas de Moscú, como a veces se nos quiere hacer creer.
El problema es bastante más complejo. En realidad estamos ante una guerra civil en la vecindad de la Unión Europea, es decir, a las puertas de nuestra casa. Así que no nos podemos quedar con los brazos cruzados. Hay que actuar. La pregunta es: ¿qué se puede hacer? Timothy Garton Ash opina que Europa tiene que despertar de su letargo. El conflicto ya se ha llevado 5.000 muertos y hay 500.000 personas desplazadas. Esto es una guerra en todas sus dimensiones y como tal hay que afrontarla. En su opinión, hay que parar la carnicería de Putin cuanto antes y para lograrlo la UE, y sobre todo los EEUU, tienen que armar al debilitado ejército ucraniano.
Expertos en Rusia y en la esfera postsoviética, como Javier Morales, opinan que armar al mal adiestrado ejército ucraniano, formado por voluntarios, sería un grave error porque haría que Kiev creyese que puede derrotar a los rebeldes apoyados por Moscú y eso solo alimentaría el conflicto. La solución definitiva tiene que ser diplomática. El problema es que mientras tanto no se llega a un acuerdo la economía ucraniana se está desangrando. El año 2014 ya fue duro, pero el 2015 se presenta todavía peor. En estos momentos el gobierno ucraniano solo tiene reservas internacionales para cubrir cinco semanas de importaciones. Ya se habla de un posible impago. El gobernador del banco central ha llegado a decir que estamos ante una inminente “crisis financiera total”.
La Unión Europea acaba de aprobar un paquete de ayudas económicas de 1.800 millones de euros y EEUU ha prometido 2.000 millones de dólares. Esta ayuda, sin embargo, es totalmente insuficiente. Según informa The Economist, se estima que Ucrania va a necesitar cerca de 15.000 millones de dólares para financiarse este año. Solo la guerra se lleva 10 millones de dólares al día, y la situación en el frente solo está empeorando. Esto ha llevado al filántropo George Soros a calcular que Ucrania necesita cerca de 50.000 millones dólares en ayudas. Es decir, más de lo que recibió España para sanear su sistema bancario.
Al final esa es la gran diferencia, al estar en la zona euro, el problema de España (y los de Grecia, Irlanda y Portugal con anterioridad) se ha visto en Bruselas y en París y en Berlín como un asunto interno que afectaba a todos los países y que requería de una actuación política y económica inmediata. Desafortunadamente, Ucrania no está en la misma situación (no está en la zona euro ni en la OTAN), y por eso no preocupa tanto, aunque quizás la amenaza que representa para la estabilidad de Europa sea mucho mayor.
Miguel Otero Iglesias es investigador principal del Real Instituto Elcano | @miotei