¿Un Zeitenwende para Francia en el este?

Volodymyr Zelensky, presidente de la República de Ucrania, Angela Merkel, canciller alemana, Vladimir Putin, presidente de la Federación de Rusia, y Emmanuel Macron, presidente de la República Francesa, en la Cumbre sobre la guerra de Ucrania en formato Normandía, en la Sala Murat del Palacio del Elíseo (2019).
Cumbre de 2019 en París sobre la guerra en Ucrania en formato Normandía: sala de reuniones para las negociaciones cuatripartitas entre Francia, Alemania, Rusia y Ucrania. Foto: © MEAE/Judith Litvine

Tema
El giro de la política de Francia hacia el flanco oriental de Europa es real e implica una reevaluación profunda de las amenazas a la seguridad y los desafíos geopolíticos, y de las respuestas que se requieren.

Resumen

El presente artículo traza la evolución de la política de Francia hacia Europa del este tras la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia. Analiza los factores principales del cambio considerable en la postura, las prioridades y el relato de Francia, y se cuestiona si equivale a un ajuste táctico o se trata de un punto de inflexión estratégico. El documento constata que el cambio de política de Francia es real y se fundamenta en una nueva evaluación de la transformación del contexto estratégico europeo. Al mismo tiempo, el compromiso de Francia de oponer resistencia a Rusia y reforzar los lazos con socios de Europa central y Europa del este forma parte de su empeño tradicional por reforzar la soberanía y la política de defensa europeas. Los requisitos para alcanzar esa meta pueden haber cambiado, pero el objetivo final no.

Análisis
La invasión rusa de Ucrania ha transformado el panorama estratégico en Europa. En respuesta al regreso al continente de la guerra a gran escala, los europeos han roto tabúes bien arraigados, entre ellos el suministro de armamento avanzado para ayudar a Ucrania a hacer retroceder a Rusia y la decisión de poner en marcha una nueva fase del proceso de ampliación de la Unión Europea (UE). Todos los Estados miembros de la UE han ajustado su posición y sus prioridades a consecuencia de la guerra en Ucrania, pero no hay muchos que hayan optado por un cambio tan radical como el de Francia.

En la actualidad, Francia destaca como uno de los más firmes aliados de Ucrania en Europa y se muestra determinada a desbaratar los avances bélicos de Rusia, proporcionar ayuda humanitaria, financiera y militar a Ucrania y contribuir a su reconstrucción. Francia respaldó la posibilidad de que Ucrania pasase a formar parte de la UE y, para sorpresa de muchos, apoyó con fuerza la adhesión de Ucrania a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Esta postura contrasta sobremanera con la posición de Francia no ya antes de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, sino también justo después del ataque. Estos cambios han suscitado un gran debate entre profesionales y expertos sobre si debería considerarse una transición gradual o un viraje drástico, un ajuste táctico o una elección estratégica, una pauta coherente o una posición ambivalente.

El presente análisis no se limita a comparar la postura actual de Francia con su política tradicional hacia Europa del este, sino que pretende analizar los factores principales que impulsan este cambio de política de Francia. En particular, se examinan cinco dimensiones importantes del cambio: la respuesta al comportamiento depredador de Rusia, el respaldo a la posibilidad de adhesión de Ucrania a la UE, la creación de un nuevo nivel de diálogo con países de Europa central y del este, el apoyo a la candidatura de Ucrania para ingresar a la OTAN y la consolidación de una postura de “cueste lo que cueste” para vencer a Rusia en Ucrania. En el documento se plantean dos cuestiones principales: saber si la evolución de la retórica francesa lleva aparejadas acciones acordes y si el cambio de política responde a una evolución paulatina de la postura de Francia o si supone un punto de inflexión, un Zeitenwende. Para dar respuesta a esas cuestiones importantes, este informe político toma como base numerosas entrevistas con funcionarios y especialistas franceses.[1]

1. Creación del nuevo planteamiento francés hacia Rusia y Europa del Este

Francia ha recorrido un largo camino desde su tradicional enfoque rusocéntrico en Europa del este hasta llevar la voz cantante en la oposición a Rusia para defender Europa. Las iniciativas de interacción con Rusia han sido uno de los pilares de la política exterior francesa durante décadas. En el centro de la política de Francia hacia Rusia existía una “percepción mitificada” del destino europeo de Rusia y del “fracaso” a la hora de aceptar al país y darle cabida. La búsqueda francesa de la autonomía y el liderazgo en Europa, unida al deseo de regirse por una política exterior independiente, “ni de alineamiento ni de vasallaje”, y de encontrar un elemento que equilibre la influencia estadounidense, llevó a las élites de París a decantarse por un enfoque de cooperación con Moscú. En su condición de miembro permanente del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de potencia nuclear, se veía a Rusia como una gran potencia en un mundo multipolar y, más recientemente, como una fuerza posiblemente determinante para contener el auge de China.

Sin embargo, al conceder un lugar y un estatus especiales a Rusia, París dejó de lado en su pensamiento estratégico a los Estados independientes que comparten frontera con Rusia. Francia veía a estas jóvenes democracias de Europa del Este y se acercaba a ellas a través del prisma ruso para no hacer mella en sus relaciones con Moscú. Este planteamiento incluía cierto autoengaño sobre las intenciones de Rusia hacia sus vecinos y un grado de comprensión tácita de la determinación del Kremlin de mantener una “esfera de influencia” en su vecindario más próximo.

En este contexto, la política exterior del presidente Macron hacia Moscú, basada en la fórmula heredada de “diálogo y firmeza”, parecía inclinarse más por el diálogo que por la firmeza. El presidente francés pretendía situar a Francia al frente de los esfuerzos destinados a “reinventar una arquitectura de seguridad y confianza” en Europa que incluyese a Rusia. En líneas generales, el enfoque y la política exterior del presidente Macron eran un reflejo de la autopercepción de Francia como una “potencia de equilibrios” (puissance d’équilibres) que reivindica la flexibilidad y la “libertad de acción” más allá de las ataduras impuestas por la competencia entre Oriente y Occidente.

Tras la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, el presidente Macron no tardó en destacar que el ataque marcaba “un punto de inflexión en la historia de Europa y la de nuestro país”. Francia condenó sin paliativos la agresión y mostró iniciativa a la hora de perfilar la respuesta de la UE al respecto. Las vastas implicaciones de la invasión rusa de Ucrania para el orden europeo e internacional fueron aflorando de manera gradual en el debate estratégico francés hasta derivar en varios cambios sucesivos en la política que fueron distanciando cada vez más la postura del país de su posición anterior.

El primer cambio de importancia se produjo a finales de la primavera de 2022, cuando París tomó la decisión formal de respaldar la candidatura de adhesión de Ucrania a la UE, una decisión sorprendente habida cuenta de las reticencias anteriores de Francia a contemplar cualquier paso conducente a una nueva ampliación de la UE hacia países socios de Europa del este (Georgia, Moldavia y Ucrania). En un sentido más amplio, el cambio de ánimo y de tono de Francia hacia Europa central y del este se tradujo en una nueva actitud de escucha y diálogo con los socios de la región, epitomizada en el discurso en la Cumbre GLOBSEC de Emmanuel Macron en Bratislava, en mayo de 2023. En ese discurso, el presidente francés reconoció que no se había prestado suficiente atención a las advertencias y a la dolorosa memoria histórica de esos países.

Pocas semanas después, la Cumbre de Vilna de la OTAN en julio de 2023 sirvió de marco para dos nuevos cambios importantes en el enfoque global de Francia para la región. Emmanuel Macron anunció la decisión de entregar misiles de crucero de largo alcance (SCALP-EG) a Ucrania y volvió a incrementar el suministro de municiones, armamento y vehículos armados. No obstante, el punto en el que Francia se alejó en mayor medida de su postura tradicional fue en lo que respecta a la ampliación de la OTAN. En fechas anteriores a la Cumbre de Vilna de la OTAN, el presidente francés se mostró abierto a la idea, hasta entonces impensable para París, de apoyar la adhesión de Ucrania (tras la guerra) a la OTAN.[2]

La solidaridad de Emmanuel Macron con Ucrania llegó a su punto culminante a principios de 2024 ante el deterioro de la situación sobre el terreno, el bloqueo del apoyo estadounidense a Ucrania en el Congreso y la angustia que hacía mella en la autoconfianza geopolítica de Europa. El presidente francés dejó claro que la “derrota de Rusia es indispensable para la seguridad y la estabilidad de Europa”. Se comprometió a permanecer con determinación junto a Ucrania y sus socios “durante el tiempo que sea necesario y cueste lo que cueste”. Como manifestación concreta del “salto estratégico” por el que abogó, llegó a no descartar el despliegue de tropas aliadas en Ucrania y se negó a imponerse límites a la hora de determinar la respuesta a la agresión de Rusia.

2. Factores principales del cambio

La breve descripción de los hitos principales de la evolución de la respuesta política de Francia a la invasión rusa de Ucrania pone de manifiesto la magnitud del cambio frente a las posiciones anteriores a la guerra. Para valorar las implicaciones más amplias de esta evolución, hay que examinar más de cerca los factores principales que la suscitaron. Los funcionarios entrevistados sostienen que estos cambios no son meros ajustes tácticos, sino que reflejan la evolución del pensamiento estratégico de Francia sobre la seguridad europea ante un contexto de seguridad radicalmente nuevo que comporta amenazas sin precedentes.

2.1. Reacción al comportamiento depredador de Rusia

El comportamiento agresivo de Rusia es un factor importante a la hora de explicar el cambio de rumbo en la postura de Francia tras el estallido de la guerra en Ucrania. Rusia perturbó el “delicado equilibrio” que Francia se había esforzado por mantener en su “relación estratégica” con Moscú. Cuando Rusia fue cruzando todos los límites políticos, morales y de seguridad imaginables con su agresión total contra Ucrania, provocó que París se replanteara la naturaleza del régimen de Putin y la necesidad de impedir una victoria rusa. Francia solía abogar por una arquitectura de seguridad europea que incluyese a Rusia, pero ahora se entiende con claridad que ese sistema europeo de seguridad se tendrá que construir sin Rusia, cuando no contra ella.

Este cambio no se produjo inmediatamente después de la invasión rusa de Ucrania. Tras el ataque en febrero de 2022, Francia intentó mantener una puerta abierta para el diálogo con Putin. Los funcionarios entrevistados sostienen que la razón de ser de los continuos acercamientos diplomáticos del presidente Macron hacia Rusia era agotar todas las posibilidades de solución diplomática. Esas iniciativas también resultarían esenciales para demostrar al denominado sur global y a la comunidad internacional en su conjunto que Occidente no estaba rechazando la salida diplomática al conflicto, invalidando así las afirmaciones de Rusia sobre la hostilidad occidental. Ayudarían también a nivel interno a mostrar a la opinión pública francesa que Emmanuel Macron estaba intentando lograr la paz sin dejar de hacer frente a la agresión. No obstante, cuando Francia pretendió mantener abierto el diálogo, comenzaron a circular pruebas sobre los crímenes de guerra generalizados de Rusia y en seguida se intensificó el bombardeo de objetivos civiles. París acabó percatándose de la futilidad del diálogo con Moscú y de la necesidad de optar por una postura más férrea. Cuando fracasó la vía diplomática, los funcionarios señalan que Francia reajustó su enfoque, pero no sus objetivos de base: preservar la seguridad del continente europeo, respaldar la soberanía de Ucrania y defender los principios fundamentales del derecho internacional.

Las autoridades francesas hicieron frente a las implicaciones de la postura agresiva de Rusia tanto en Ucrania como a nivel interno. Rusia lleva muchos años poniendo en marcha campañas híbridas para interferir en la política interior de Francia y afectar a la integridad de sus instituciones y procesos democráticos. Desde febrero de 2022, Rusia ha intensificado sus operaciones subversivas, su propaganda y sus actividades de desinformación con el objetivo de hacer mella en la cohesión social, revertir el apoyo francés a Ucrania e influir en los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo en junio. Rusia se ha convertido en una amenaza interna para Francia.

Además de inmiscuirse en la política francesa, la propaganda rusa y su guerra de desinformación también han puesto a Francia en el punto de mira en la región del Sahel. El grupo mercenario Wagner ayudó a sacar partido de rencores históricos y a exacerbar el sentimiento antifrancés en la región. Las injerencias en toda una serie de países (República Centroafricana, Malí, Burkina Faso, Chad, Níger) han permitido que Rusia incremente su influencia en la región y le han brindado acceso a activos mineros lucrativos a cambio de proteger los regímenes locales.

2.2. En primera línea de la ampliación y la reforma de la UE

La ampliación ha sido la herramienta de mayor éxito a la hora de inducir avances políticos, económicos y sociales en los países aspirantes a incorporarse a la UE. Sin embargo, con la invasión rusa de Ucrania y la solicitud de adhesión de Kyiv a la UE, adquirió un significado estratégico más amplio. La posibilidad de la incorporación de Ucrania revitalizó también el proceso para los países de los Balcanes Occidentales, así como para Moldavia y Georgia. Diversas consideraciones estratégicas, políticas e institucionales llevaron a París a aceptar las perspectivas de ampliación de la UE en lo que los expertos han definido como el giro copernicano de Francia.

Francia, al igual que otros Estados miembros de la UE, llegó a ver la ampliación como una respuesta a los retos geopolíticos a los que se enfrenta el continente. Por un lado, París lo percibió como una contribución a la resiliencia a largo plazo de Ucrania y otros Estados cercanos y, por lo tanto, a la estabilidad europea. Por el otro, conceptualizó la ampliación como uno de los vectores principales para que la UE se consolide como un actor estratégico en su entorno inmediato. Catherine Colonna, a la sazón ministra de Asuntos Exteriores, hizo hincapié en el imperativo geopolítico de la ampliación: “Ucrania será más fuerte y Europa se verá fortalecida por Ucrania”. Aparte de las consideraciones geopolíticas, París siempre tuvo claro que las perspectivas de ampliación a varios miembros nuevos plantearían la cuestión de la propia reforma de la UE. La reforma de las instituciones y las políticas europeas ha sido fundamental para la concepción de Europa del presidente Macron desde su histórico discurso en la Sorbona en 2017. Siete años después, en su segundo discurso en la Sorbona sobre Europa, insistió en la responsabilidad de garantizar el “anclaje” de Ucrania, Moldavia y los Balcanes Occidentales a Europa, reformando al mismo tiempo la UE.

Desde el punto de vista francés, lo más probable es que el proceso de ampliación se prolongue durante muchos años. Partiendo de esa premisa, la urgencia de satisfacer las expectativas de Ucrania relativas a un compromiso político más firme y al alineamiento de todos los países europeos contra la agresión rusa llevó a Emmanuel Macron a proponer la puesta en marcha de la Comunidad Política Europea (CPE). A diferencia de la idea precursora de François Mitterrand de una “confederación europea”, el objetivo político de la CPE era aislar a Moscú y reconfigurar la arquitectura política y de seguridad de Europa sin Rusia.

2.3. Francia en Europa central y Europa del este: en busca del tiempo perdido

Un año después del comienzo de la guerra, el discurso del presidente Macron en Bratislava marcó un hito en la recalibración francesa de su relación con los países de Europa central y del este. Fue un momento de autorreflexión y, en ciertos aspectos, de arrepentimiento, pero también representó un intento de renovar el liderazgo de Francia en Europa.

El primer factor que impulsó ese cambio en el tono y en el enfoque fue la intención de Francia de restaurar sus credenciales estratégicas en la región. Vistas desde París, las desavenencias con los países de Europa central y del este no guardaban relación con una divergencia en la percepción de las amenazas planteadas por Rusia, sino en el modo de abordarlas. No obstante, para los países de Europa central y del este, la desconfianza hacia el compromiso de Francia con la región hunde sus raíces tanto en la memoria histórica distante como en la reciente, así como en la sensación de que se ignoraron por completo sus advertencias sobre la amenaza que representaba Rusia. Algunas declaraciones polémicas del presidente Macron después de febrero de 2022, cuando pedía “no humillar a Rusia” o contemplaba “ofrecer garantías de seguridad a Rusia”, acrecentaron el déficit de credibilidad de Francia a ojos de mucha gente en Europa del este. En Bratislava, Emmanuel Macron se encargó de poner fin a ese escepticismo y de definir unos nuevos cimientos políticos sobre los que consolidar la confianza y la alianza con Europa del este.

El segundo factor que impulsó el acercamiento del presidente Macron a esta región fue su voluntad de potenciar el papel de Francia en una Europa cambiante. París no compartía la opinión de que el centro de gravedad político del continente se estuviese desplazando hacia el este a raíz de la validación de los avisos procedentes de Europa del este sobre el peligro que representaba Rusia. La decisión de Francia se basó en mayor medida en reconocer que el fortalecimiento de la unidad y la soberanía de Europa –la aspiración general de la política exterior de Emmanuel Macron – no se haría realidad sin contar con los socios de Europa del este. París se dio cuenta de que resultaba necesario entablar un diálogo más intenso con esos países para hacer frente común en la UE y, en última instancia, generar consenso en torno a las ideas francesas.  

Además de estos factores principales, la complicada relación de Francia con Alemania y, después del Brexit, también con el Reino Unido, influyó en la recalibración por parte de Francia de su propio liderazgo en Europa. El estancamiento del tándem franco-alemán animó a París a buscar nuevos socios entre los aliados de Europa central y Europa del este para amplificar la voz de estos países. Es posible que Francia se viese también superada por el Reino Unido, un actor cuyas perspectivas estratégicas siempre han estado cerca de las de Europa del este y que tuvo un papel importante al apoyar a Ucrania al inicio de la guerra.

2.4. Un paso adelante en la OTAN

La decisión de Emmanuel Macron de replantearse la oposición tradicional de Francia a la política de puertas abiertas de la OTAN y de prestar apoyo a la candidatura de adhesión de Ucrania a la Alianza Atlántica sorprendió a muchos, tanto en los países aliados como en la propia administración francesa. Nadie esperaba que un presidente que cuatro años antes había proclamado la “muerte cerebral” de la OTAN se acabaría mostrando a favor de ampliar la Alianza hacia el este en un momento tan delicado para Europa. El viraje francés distanció a París de Berlín, pero también de Washington y Londres, y alineó el país galo con los partidarios más firmes de Ucrania en Europa del este, Polonia y los países bálticos.

Los escépticos tuvieron la impresión de que el giro radical de Francia obedecía a una lógica oportunista, a modo de ardid para ganarse el favor de Ucrania y de los socios de Europa del este, a sabiendas de que, en las circunstancias actuales, Estados Unidos (EEUU) y Alemania se opondrían a la adhesión de Ucrania a la OTAN. A otros, también poco convencidos, les costaba ver en la práctica un apoyo sustancial de Macron a la adhesión de Ucrania a la OTAN, teniendo en cuenta que la ampliación de la OTAN (al igual que en el caso de la UE) es un proceso de larga duración cuyo avance depende de la combinación de diferentes factores que podrían dar lugar a la paralización del proceso. Sin embargo, los diplomáticos franceses niegan que haya motivos oportunistas o transaccionales detrás del respaldo de Francia a la adhesión de Ucrania a la OTAN. Mantienen que el viraje francés en lo relativo a la ampliación de la OTAN deja patente el compromiso de París de asegurar la derrota de Rusia y garantizar la seguridad de Ucrania.

A medida que avanza la guerra, diversas consideraciones tácticas, estratégicas y políticas hicieron que la adhesión de Ucrania a la OTAN acabase siendo la mejor opción disponible para París. Francia fue uno de los primeros países en sumarse al compromiso del G7 de apoyar a Ucrania, incluso mediante garantías bilaterales a largo plazo en materia de seguridad. No obstante, la perspectiva de que Kyiv entrase en la OTAN garantizaría que EEUU se comprometiese con la defensa de Ucrania en un mano a mano con los aliados europeos. Las garantías de seguridad previstas en el artículo 5 serían las más viables desde el punto de vista político, las más sostenibles a nivel económico y el modo más seguro de sustentar la defensa de Ucrania, en comparación con otros acuerdos existentes de asistencia militar como el modelo israelí o el surcoreano. En resumen, París contempla esta perspectiva como la única manera creíble de desbaratar una nueva agresión rusa contra Ucrania. Otra consideración que podría haber movido a los dirigentes franceses es el fortalecimiento de la posición de Kyiv en las negociaciones con Moscú cuando, en función de la situación sobre el terreno, llegue el momento de entablar esas conversaciones.

El imperativo estratégico de defender Ucrania se deriva también del reconocimiento de la posible incorporación de Ucrania a la UE. Puesto que Francia optó por respaldar la adhesión de Kyiv a la Unión, lo coherente era contemplar la incorporación de Ucrania a la OTAN como la vía óptima para defender el país y todo el continente.Los procesos de ampliación de la UE y la OTAN se sitúan en el corazón mismo de la arquitectura de seguridad europea, pero existe una divergencia de opiniones en cuanto a las prioridades de Francia sobre la secuencia y la interconexión entre ambos procesos. Hay quienes creen que a Francia le costaría imaginar una Ucrania en la UE sin que fuese miembro previamente de la OTAN. Otros consideran que Francia aspira a que los dos procesos avancen de forma simultánea. Y no faltan quienes consideran que Francia estaría dispuesta al final a aceptar la adhesión de Ucrania a la UE, aunque no se haya sumado antes a la OTAN. Por el contrario, si el proceso de ampliación de la UE no llegase a buen puerto, la adhesión a la OTAN podría ser decisiva para no sumir a Ucrania en un equilibrio precario, fuera de ambas organizaciones y expuesta a las amenazas permanentes de Rusia.

2.5. Un salto adelante en Ucrania

En febrero-marzo de 2024, Emmanuel Macron se erigió como el aliado más firme de Ucrania en Europa al afirmar que no se debe descartar ninguna opción para derrotar a Rusia antes de entrar en guerra con ella. Su dura retórica se vio respaldada por los compromisos duraderos contraídos por Francia con Ucrania en materia de seguridad mediante el Acuerdo de cooperación en materia de seguridad firmado el 16 de febrero de 2024. Con la tinta de este acuerdo aún húmeda, el ministro de Defensa francés, Sébastien Lecornu, hizo públicos los planes de tres empresas francesas de fabricar drones y material de tierra en suelo ucraniano.[3] Muchas capitales, entre ellas Berlín y Washington, rechazaron en seguida la referencia de Emmanuel Macron a la posibilidad de enviar tropas aliadas a Ucrania. Sin embargo, al plantear esa opción, el presidente francés situó su país a la vanguardia de la resistencia contra la Rusia revisionista.

La conciencia de la gravedad del contexto dio pie al intento de Emmanuel Macron de introducir esta “ambigüedad estratégica” frente a Rusia, una opción que reafirmó por completo en su discurso de la Sorbona en abril de 2024. A finales de 2023, tanto el grado de complacencia tras la movilización del apoyo de EEUU y la UE a Kyiv como los éxitos de Ucrania contra las fuerzas rusas fueron perdiendo fuelle. Por un lado, el apoyo occidental resultó “ser demasiado escaso y llegar demasiado tarde” como para que Ucrania pusiese en marcha una contraofensiva satisfactoria. Por el otro, los ataques mordaces de Donald Trump a los aliados de la OTAN del otro lado del Atlántico pusieron de manifiesto que a Europa se le había acabado el “dividendo de la paz” derivado de la era posterior a la Guerra Fría. El reconocimiento de la magnitud de la amenaza que supondría para Europa una derrota de Ucrania se erigió como el pilar del viraje estratégico de Emmanuel Macron. El presidente francés llegó a la conclusión de que lo que estaba en juego en Ucrania era la propia Europa: su seguridad, la resiliencia de sus sistemas democráticos, su credibilidad y su futuro como proyecto político. Por lo tanto, asegurarse de que Rusia no gane la guerra de agresión contra Ucrania no es ya un mero compromiso moral, sino una “condición sine qua non” para preservar la seguridad europea.

Desde el punto de vista francés, la respuesta a la amenaza rusa para Europa, agravada por el riesgo de que EEUU se desentienda del continente, consiste en fortalecer la soberanía y la autonomía estratégica de Europa. El salto estratégico hacia adelante de Emmanuel Macron en el tema de Ucrania se inscribe en su voluntad de intensificar la coincidencia de pareceres de los socios europeos en torno a este objetivo. Del mismo modo, sus iniciativas recientes relacionadas con Ucrania van de la mano de sus esfuerzos por reforzar la política europea de defensa. La guerra rusa contra Ucrania otorgó un nuevo cariz urgente a los llamamientos que Francia lleva haciendo desde hace tiempo para elaborar una estrategia común europea en materia de defensa y fortalecer las capacidades industriales en ese ámbito. Se han tomado medidas para mejorar la capacidad industrial de defensa de Francia como, por ejemplo, la producción de municiones, pero hará falta invertir más para estar a la altura de los llamamientos reiterados del presidente Macron destinados a sentar las bases necesarias para poner en marcha una “economía de guerra”. En un momento de restricciones fiscales cada vez mayores, París tendrá que hacer complicados malabares políticos en ese sentido.

Conclusiones: modelos y obstáculos nuevos para el liderazgo
Tras la invasión rusa de Ucrania está emergiendo una Europa diferente y las repercusiones de la guerra se aprecian en el orden regional de seguridad, en las estrategias nacionales de seguridad y en el panorama político europeo. Se han roto las antiguas alianzas y están surgiendo otras nuevas. La guerra está diluyendo la distinción (nefasta) entre la Vieja y la Nueva Europa y sus respectivas culturas estratégicas. El tándem franco-alemán ha sido la piedra angular de la integración europea, pero no se puede dar por sentado que vaya a seguir cumpliendo esa función en el futuro. La frustración mutua por las desavenencias estratégicas, acentuada por la presión que impone la guerra, está dejando al descubierto las tensiones entre París y Berlín. Pese a las tiranteces, esta alianza sigue revistiendo una importancia capital para ambas partes, por ejemplo, como modelo básico para formatos de cooperación más amplios, como quedó patente en la reactivación del Triángulo de Weimar en 2023. Sin embargo, París ha seguido con claridad una pauta de bilateralismo estratégico para diversificar sus alianzas en Europa, tanto antes como después del estallido de la guerra en Ucrania, como por ejemplo con los tratados integrales firmados con Italia en noviembre de 2021 y con España en enero de 2023.

Los alineamientos también están cambiando en otras partes de Europa. Los países de Europa central y Europa del este distan mucho de coincidir en lo relativo a la valoración de los riesgos representados por Rusia y los requisitos para apoyar a Ucrania. Budapest hace gala de una postura abiertamente favorable a Rusia y el nuevo gobierno de Bratislava se muestra muy escéptico respecto a apoyar a Ucrania en el conflicto bélico, mientras que Varsovia y los países bálticos se cuentan entre los más firmes aliados de Kyiv. Los acercamientos del presidente Macron a los países de Europa central y Europa del este han reforzado los lazos políticos con la región. El presidente francés parece haber llegado a la conclusión de que la búsqueda de una Europa soberana exige profundizar en el entendimiento mutuo con los socios del flanco oriental de Europa.

En este contexto cambiante, la postura francesa sobre Rusia y Ucrania ha ido modificándose de manera progresiva, con cierta aceleración a principios de 2024. El paso adelante tuvo lugar cuando el cambio en el equilibrio de poder en el campo de batalla y el bloqueo en el Congreso estadounidense de la asistencia a Kyiv agudizaron la preocupación sobre la capacidad de Occidente de sostener a Ucrania. Si bien la cautela impregnó el enfoque francés hacia Rusia durante mucho tiempo, desde finales de febrero el presidente Macron se distinguió por “salirse de los moldes establecidos” y negarse a marcar líneas intraspasables en el apoyo occidental a Ucrania. Emmanuel Macron solía hablar antes de un orden de seguridad europeo destinado a manejar a Rusia, con vistas a acabar integrándola en la arquitectura regional, pero la prioridad actual de Francia es construir una defensa colectiva europea para disuadir a Rusia de seguir adelante con la agresión.

La retórica ambiciosa ha ayudado a Emmanuel Macron a ganar puntos geopolíticos en Europa del este y elevar el perfil geopolítico de Francia en la lucha contra Rusia, pero no ha bastado para evitar las críticas a Francia por su ayuda militar a Ucrania. Los datos del Instituto de Kiel muestran una marcada discrepancia entre la determinación declarada de Francia de defender a Ucrania y su contribución concreta en términos de entregas de armas a Kyiv. París rebatió estas informaciones, señalando que cumplió sus compromisos en su momento oportuno, con armas que marcaron la diferencia de un modo decisivo sobre el terreno, tal y como confirmó el bando ucraniano. Las iniciativas francesas de apoyo a la defensa de Kyiv van más allá de la entrega y el mantenimiento de material militar y se extienden al intercambio de información de inteligencia, la formación y la cooperación industrial. Después de proporcionar ayuda militar por valor de 3.800 millones de euros entre febrero de 2022 y diciembre de 2023, París se ha comprometido a aportar hasta 3.000 millones en 2024 y a seguir apoyando a Ucrania en los próximos 10 años, tal y como queda establecido en el Acuerdo sobre cooperación en materia de seguridad. Aun así, Francia sigue a la zaga de Alemania, el mayor donante de ayuda militar a Ucrania en Europa con mucha diferencia. Aparte del apoyo militar a Ucrania, Francia contribuye a la seguridad de Europa del este de diversas maneras. Por un lado, la consolidación de la presencia militar francesa en Rumanía, Estonia y Lituania pone de manifiesto la voluntad de consolidar el papel de Francia como garante de la seguridad en Europa del este. Por el otro, el pacto de cooperación en defensa que firmó París con Chisináu a principios de marzo de 2024 demuestra la voluntad de Francia de no limitarse a impulsar una política autónoma en lo referente a Moldavia, sino de proteger el país del poder desestabilizador de Rusia.

En líneas generales, el cambio en la política francesa hacia el flanco oriental europeo es real. Supone un replanteamiento profundo de las amenazas para la seguridad y los desafíos geopolíticos, así como de las soluciones necesarias. No obstante, la motivación que subyace a este cambio transcendental es menos novedosa de lo que podrían indicar los grandes discursos. Encarna la continuidad del pensamiento geopolítico tradicional de Francia acerca del lugar de Europa en un mundo volátil y del papel de Francia en Europa. La gran estrategia francesa seguirá girando en torno a la búsqueda de una Europa unida y soberana. Según el presidente Macron, una Europa unida es lo único que puede garantizar la auténtica soberanía de Francia y su capacidad para defender sus valores e intereses. Europa sigue viéndose como un elemento multiplicador del poder y el papel de liderazgo de Francia.

Sin embargo, al mantener la aspiración de forjar una soberanía europea mientras se libra una guerra a gran escala en Europa, París se enfrenta a tres dificultades principales. La primera es conseguir que este planteamiento no refleje únicamente las prioridades de Francia y satisfaga también los intereses de otros Estados miembros. La segunda es que, si París está dispuesta a llevar a la práctica su papel de liderazgo, la asistencia militar a Ucrania debería estar a la altura de las ambiciones de Emmanuel Macron. El tercer escollo está en casa. Pese a que existan diferencias persistentes de matiz, la élite diplomática y militar francesa y la mayor parte de la comunidad de especialistas de Francia comparten a grandes rasgos la posición del presidente francés. Ahora bien, a diferencia de lo que ocurre con las élites estratégicas, la postura de Emmanuel Macron es extremadamente controvertida en el ámbito político. A medida que se intensifica la campaña política de las elecciones europeas, los partidos de la oposición y los rivales desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda han criticado con dureza sus declaraciones e iniciativas recientes. La cuestión es saber si el presidente Macron logrará situarse al frente de una Europa unida y contrapuesta a una Rusia revisionista en caso de no conseguir movilizar apoyos a nivel interno para su agenda europea.


[1] El autor manifiesta su agradecimiento a los funcionarios y especialistas que compartieron generosamente sus opiniones y su experiencia a través de entrevistas anonimizadas realizadas entre octubre y diciembre de 2023. Este artículo está basado en sus aportaciones.

[2] En 2008, el presidente francés Nicolas Sarkozy y la canciller alemana Angela Merkel lideraron la oposición a la iniciativa estadounidense de incorporar Georgia y Ucrania al Plan de Acción para la Adhesión (MAP, por sus siglas en inglés) a la OTAN. Sobre este tema, véase Sylvie Kauffmann (2023), Les Aveuglées Comment Berlin et Paris ont laissé la voie libre à la Russie, Stock, pp. 63-95.

[3] Además, Sébastien Lecornu anunció que Francia suministraría cientos de vehículos blindados antiguos y 30 misiles Aster a Ucrania a lo largo de 2024 y principios de 2025, en el marco de un nuevo paquete de ayudas. Véase M. Cabirol, R. Jules y L. Vigogne (2024), “Sébastien Lecornu: J’exige la constitution de stocks pour produire des munitions”, La Tribune Dimanche, 31/III/2024.