Tema: Durante más de una década se ha discutido la existencia de una triangulación España-Asia-América Latina, un enfoque que conviene reconsiderar.
Resumen: Este análisis, en primer lugar, reflexiona sobre el origen y el desarrollo del concepto de triangulación España-Asia-América Latina tal como a grandes rasgos se ha venido argumentando en la última década. En segundo lugar, perfila la reacción que ha tenido en Asia, particularmente desde la óptica china. Y en tercer lugar reflexiona sobre el concepto considerando el auge del Asia-Pacífico latinoamericano en el que se inscribe la cumbre de la Alianza del Pacífico a la que se prevé asista Mariano Rajoy.
Análisis: La presencia del presidente Mariano Rajoy en la próxima cumbre de la Alianza del Pacífico a celebrarse en mayo en Colombia renueva la reflexión sobre el concepto de triangulación España-Asia-América Latina. Éste nació y se forjó en la comunidad académico-diplomática española en el cambio de siglo (tanto en Madrid como en Barcelona) y su idea principal ha consistido en que el país puede aumentar su presencia en Asia y la presencia asiática en España utilizando su especial experiencia política, económica y cultural en América Latina y que incluso en algunos aspectos España podría jugar un papel “puente” entre ambos continentes.
Sin embargo, la triangulación se ha discutido desde una óptica económica, sin absoluto consenso en España y soslayándose sensibles aspectos comunicacionales. Por ello ha despertado curiosidad o indiferencia en Asia y sorpresa y alternadas muestras de interés en América Latina. Por otra parte, en la España de 2013 han desaparecido algunos supuestos materiales que hace más de una década permitieron proponer el ambicioso esquema triangular.
Por ello es interesante la presencia de España como país observador en la cumbre de la Alianza del Pacífico, que congrega a México, Colombia, Perú y Chile, integrantes de un bloque comercial mirando al Asia que agrupa a 215 millones de personas, que suma más de un tercio del PIB latinoamericano y cuyo propósito es aprovechar el libre comercio de servicios, capitales y personas.
Parece aconsejable reflexionar considerando las tendencias de la última década y las coyunturas económicas que alimenta el auge asiático, que a su vez incrementa el creciente impulso inversor de empresas latinoamericanas dentro y fuera del continente. También procede reconsiderar las sinergias que puede aportar España, sopesando que la Alianza como bloque o sus miembros individualmente se comienzan a promover en España como “puentes” para llegar a Asia.
Reflexionando sobre la triangulación
El concepto de triangulación España-Asia-América Latina fue enunciado en el ámbito académico madrileño y luego incluido por la administración central con impulso diplomático en el primer Plan Marco Asia Pacífico del año 2000. Posteriormente, tanto desde Madrid como de Barcelona se incluyó en planes y proyectos con el mismo nombre o aludiéndose a la proyección Asia Pacífico de la Península Ibérica, y principalmente avanzó gracias al impulso que le dio Casa Asia (consorcio formado por el Ministerio de Asuntos Exteriores, la Generalitat catalana y los ayuntamientos madrileño y barcelonés).
La idea consideró la destacada presencia española en América Latina expresada en su cercanía cultural, la exitosa red político-diplomática reflejada en las cumbres iberoamericanas y el know how acumulado por las empresas españolas, particularmente en los sectores bancario y energético, de telecomunicaciones e infraestructuras que se convirtieron en transnacionales en el subcontinente en la década de los años 90. Esa experiencia se pensó útil para proyectar la presencia española en Asia, la asiática en España y la asiática en América Latina. Así, por extensión, algunos estrategas pensaron que España se podría entender como “puente” entre ambas macrorregiones. O sea, las empresas asiáticas podrían llegar a América Latina acompañadas de empresas españolas que podrían proveer de consultoría a sus contrapartes asiáticas e incluso concluir joint ventures y fusiones hispano-asiáticas. En fin, una perspectiva triangular que por lo demás ya practicaban empresas angloamericanas y japonesas en Latinoamérica en distintos sectores desde hacía años.
Ciertamente, la posibilidad de que España o actores españoles estuvieran en condiciones de abarcar un desafío tri-continental como la triangulación parecía apoyarse en los datos empíricos de España, que vivía un adelanto material y una proyección internacional inédita en la época contemporánea. A ello se sumaba que varios españoles ocupaban puestos clave en la UE así como en instituciones globales. La proyección española hacia Oriente mediante la Cumbre Asia-Europa (ASEM), iniciada en 1996, se realzó al año siguiente con el lanzamiento de la Fundación Asia Europa (ASEF), dirigida por un español. Por el ángulo Asia-América Latina en 2001 nacía el Foro de Cooperación América Latina-Asia del Este (FOCALAE), que desarrollará un canal de diálogo que a día de hoy integran 36 países. Por su parte, en 2005 y 2009 Corea del Sur y China ingresaban al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), del cual ya formaba parte España, entre muchos otros países. Pero hasta el día de hoy no ha habido nada sustantivo y continuo clasificable como triangulación España-Asia-América Latina protagonizada por España ni en organizaciones ni foros como el BID, ni en FOCALAE (donde no participa España) ni en ASEM o ASEF (donde no participa América Latina). Tampoco a nivel del Foro de Asia Pacífico (APEC) en el que constantemente participan los países latinoamericanos insertos en el Asia Pacífico, pero no España.
En el terreno empresarial impactó en 2004 la gira latinoamericana del ex presidente chino Hu Jintao, durante la que supuestamente prometió una inversión de 100.000 millones de dólares en el subcontinente a lo largo de una década, o sea, una cantidad comparable a la que España había invertido en América Latina en los años previos. La interpretación del discurso al español fue incorrecta (en realidad Hu hablaba de comercio bilateral), pero la noticia se propagó así y generó un malentendido “benigno”. Consecuentemente se comenzó a discutir el potencial para operaciones triangulares tanto de grandes compañías como de pymes españolas. A nivel de las primeras destaca el significativo acuerdo firmado por Madrid y Pekín en 2011 para incrementar la cooperación bilateral con el fin de ampliarla a terceros países, tanto en América Latina como en el resto del mundo. El mejor ejemplo empresarial de esta noción fue la alianza energética entre Repsol y Sinopec, que representó un 97% del valor total de los acuerdos bilaterales rubricados ese año al máximo nivel entre ambas capitales y el más rotundo ejemplo de triangulación hasta la fecha. En tanto, con distintas dimensiones e intereses triangulares España-Asia-América Latina destacan empresas españolas como Alfa, Torres y Farmaegara, entre otras, además de los bufetes de abogados Garrigues, fundador de la Alianza Iberoamericana de Abogados y con oficinas en Shanghai desde 2005, y Uría Menéndez, establecido en Beijing en 2008 y con intereses en las principales capitales latinoamericanas.
Percepciones desde Asia y China
Durante la década pasada prevaleció la idea de que un país desarrollado de tamaño medio como España podía hacer de “puente” entre una Asia multifacética y ampliamente desconocida en la que vive un 60% de la población mundial, y una América Latina más multifacética de lo que comúnmente se cree en España. A la vez prevaleció más el enfoque de que españoles y asiáticos podían actuar juntos en América Latina que no el que españoles y latinoamericanos coordinaran iniciativas en determinados países asiáticos y en proyectos específicos.
En la última década algunos diplomáticos asiáticos han mencionado en España que ésta era “puente” para entrar al mercado latinoamericano o han mencionado en sus discursos de rango bilateral a su país junto a España y Latinoamérica. El ex presidente chino, Hu Jintao, mencionó en Pekín, en julio de 2005, que las relaciones con América Latina serían uno de los grandes temas en su visita de noviembre de ese mismo año a Madrid, reflexión que no se concretó.Por su parte, el actual embajador de China en España, Zhu Bangzao, declaró a fines de 2012 en la entrega de los Premios Global Asia en Madrid que es importante “elevar” el estado de las relaciones entre China, España y América Latina.
Importa recalcar que España no aparece en el Libro Blanco de Pekín sobre América Latina publicado en 2008, como tampoco en la propuesta lanzada en 2012 por el ex primer ministro chino Wen Jiabao en la CEPAL, en Santiago de Chile, donde anunció una línea de crédito para América Latina por valor de 10.000 millones de dólares liderada por el Banco de Desarrollo de China para el impulso de infraestructuras regionales, un fondo de cooperación por un valor inicial de 5.000 millones de dólares, y una propuesta de un mecanismo de diálogo periódico a nivel de cancilleres con los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Por otro lado, no hay evidencia pública de que diplomáticos asiáticos ni chinos en particular se refieran a una triangulación con España en América Latina ni latinoamericanos que utilicen el término con sus contrapartes chinas y asiáticas en general. Al fin y al cabo, hay países latinoamericanos que en la época contemporánea establecieron relaciones diplomáticas con algunos países asiáticos antes que España, e incluso más, los países asiáticos les son comparativamente de mayor importancia que a España.
En turismo y servicios también ha habido y hay expectativas triangulares en la medida en que algunas aerolíneas latinoamericanas y asiáticas cubren la ruta con España. A algunas de éstas (entre otras, Singapore Airlines) se les ha estimado un gran potencial considerando que cuando las aerolíneas planean rutas las operaciones suelen venir acompañadas de inversiones adicionales. Puede ser, pero si el turista asiático elige como destino a América Latina o EEUU (uno de los países preferidos por los asiáticos fuera de Asia), puede organizar el viaje por el continente americano, obviamente no haciendo escala en España o Europa. Igualmente, en el plano de los desplazamientos aéreos un ejemplo interesante y reciente lo proporciona la delegación de cuadros de partidos políticos y especialistas de América Latina invitado por la Oficina de Compilación y Enlace del Comité Central del Partido Comunista chino en junio pasado. Los vuelos reservados a los invitados no hicieron escala en América del Norte, como sería habitual, sino que fueron a través de Europa, aunque no por España. Esto a su vez recuerda la aún escasa proyección aérea directa entre España y los países asiáticos (incluso antes de la crisis).
Es cierto que en el plano empresarial desde Asia se ha señalado la posibilidad de que directivos de compañías asiáticas establecidos en Madrid dirijan desde allí sus respectivas compañías con intereses en América Latina. Esta visión, por ejemplo, es compartida por el connotado analista singapurense Sree Kumar. Pero si una China en avasalladora expansión, a diferencia de Japón y la India, sólo dedicó a España el 2% de su inversión en Europa en 2011 y una cifra incluso inferior se ha destinado a China por parte española, vemos que la debilidad de los vínculos bilaterales en este plano no constituyen el mejor augurio para relaciones denominadas triangulares que sean muy sofisticadas y numéricamente importantes y que tengan sede en Madrid o Barcelona.
Entre el mito y la realidad
Es interesante constatar que hasta ahora no existen proyectos empresariales o académicos o iniciativas diplomáticas latinoamericanas que admitan una triangulación como la planteada por España. Lo que sí se constata en cambio es lo adelantados que están distintos países del continente en sus relaciones con Asia. La idea del FOCALAE, un foro de diálogo y cooperación entre América Latina y Asia del Este en temas políticos, culturales, sociales, económicos y educativos y que también abarca ciencia y tecnología, fue iniciativa de Chile y Singapur. En tanto la flamante Alianza del Pacífico, conformada por México, Colombia, Perú y Chile, que representa a más de un tercio del PIB latinoamericano y cuyo propósito es aprovechar el libre comercio de servicios, capitales y personas entre sus miembros, es iniciativa de Perú. En 2012 también surgió el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP en sus siglas en inglés), que en su objetivo de libre comercio reúne a Chile, Perú y México, por parte hispanohablante, además de a Japón, EEUU, Australia y a otros países de Asia-Pacífico.
Dentro del margen de acción mundial ganado por los países latinoamericanos en las últimas décadas resalta que varios de ellos tienen tratados de libre comercio con países asiáticos y algunos han firmado con la UE importantes asociaciones económicas, como Colombia, Panamá, México, Perú y Chile. Igualmente la experiencia de estos tres últimos en los foros del Pacífico (como APEC), es inexistente entre los demás miembros reunidos en las Cumbres Iberoamericanas.
En verdad Chile, Perú, México y Brasil recurrentemente se autodefinen como “puentes” de relación entre Asia y América Latina, pero no entre Asia e Iberoamérica ni menos como puntos de llegada de una figura triangular con España como eje. Más bien, a la luz de los más recientes acontecimientos llama la atención la tendencia inversa puesto que la Alianza del Pacífico se podría convertir en un puente para España e incluso en una ventana trans-Pacífico que nunca ha tenido en la época contemporánea. Un dato revelador es el papel que activamente ha comenzado a promocionar Chile, probablemente el país institucional y económicamente más relacionado con Asia del mundo de habla hispana. En dos foros recientes dirigidos a empresarios españoles (el último en abril de 2013), la embajada chilena en España proponía mirar hacia la India y China desde Chile y paralelamente engrosar el número de compañías españolas que ya operan allí, principalmente en telecomunicaciones, transporte, construcción, energía y turismo.
Lo interesante es reconsiderar lo que estos cambios podrían comportar como oportunidades para España. Continúa siendo cierto que la experiencia española en América Latina ha estado centrada en la energía, las telecomunicaciones, el sistema financiero y las privatizaciones, fusiones y adquisiciones y que las empresas chinas y japonesas en América Latina se han concentrado en manufacturas, minería, agricultura y compra de tierras (en el caso chino), en el que el know how español tiene poco que ofrecer. Pero en la extracción de cobre, hierro, carbón, soja o petróleo para su exportación a Asia ya se constata una huella medioambiental en la que España puede adaptar y proveer servicios, particularmente en energías renovables, así como en descontaminación e infraestructuras.
Lo novedoso de estas perspectivas es que los profesionales españoles que están emigrando a América Latina por la crisis económica llegan a un continente que crece en medida importante por la histórica demanda de materias primas desde Asia, particularmente desde China, que es hoy el primer y segundo socio comercial de gran parte de América del Sur. O sea, continuando el hilo de pensamiento triangular original, una variante que nadie podía prever en 2000.
Paralelamente, en la actual reconfiguración de poder global del Oeste hacia el Este y del Norte hacia el Sur se detecta un reordenamiento estratégico de algunas grandes empresas españolas (que en 2013 poseen un considerable stock de inversión superior a los 115.000 millones de euros en América Latina e ínfimo en Asia). A la vez se aprecia una expansión regional y extra-regional de las grandes empresas latinoamericanas, algunas de las que se espera acaben entrando en España, y varias de ellas boyantes gracias al auge asiático. De manera que es estratégico que continúe el seguimiento de estas tendencias en la Secretaría General Iberoamericana en Madrid y su análisis especializado en el Observatorio Iberoasia de la Casa Asia en Barcelona.
Conclusiones: La triangulación España-Asia-América Latina (o denominaciones similares) mantiene un escaso apoyo institucional español e insuficiente reconocimiento en América Latina y en Asia.A la vez, puesto que la línea recta entre dos puntos obviamente demanda menos tiempo y costes que un esquema triangular, con la crisis económica puede aparecer desconcertante argumentarla en España, un país cuya suerte inmediata parece más anclada que nunca a su tradicional encaje en la UE, a su circunstancia geopolítica mediterránea y a su natural vocación iberoamericana. Pero si se entiende que en las actuales dinámicas globales, además de los vínculos bilaterales, procede identificar tantas conexiones como sean posibles para reforzar los vínculos con el espacio geoeconómico asiático y aprovechar todo su potencial de oportunidades, la opción triangular no tiene nada de estrambótico.
Si se acepta que existe un interesante puente alternativo hacia Asia, ese papel se puede lograr principalmente colaborando activamente con el bloque de países de la Alianza del Pacífico (además de con Brasil). De lograrse con éxito esa conexión significaría que en la época contemporánea España se acercaría a una vocación trans-Pacífico que hasta ahora no ha tenido, y a efectos prácticos de corto plazo, contribuiría a ofrecer horizontes a las pymes cercanas a la asfixia económica si persisten en no aventurarse en ultramar y desde varios ángulos posibles.
Así las cosas, la visita del presidente del gobierno a la cumbre de la Alianza del Pacífico en Colombia debiera servir para reforzar contactos y centrar la atención en un esquema triangular sobre el que conviene insistir y en el que España no hace de “puente”. Esto es particularmente importante en esta década, con una España con un soft power y poder material menguados (aunque con una inversión acumulada formidable en América Latina).
Desde el punto de vista propositivo, y a nivel estratégico mayor (puesto que la comunicación engloba a los negocios), importaría centrarse más en la acción conjunta de latinoamericanos y españoles en el ámbito del idioma y la cultura, subrayando que el español es idioma de las Américas (de las dos) y por ello de proyección Asia Pacífico. De allí se sigue que el inglés, el chino y el español (los idiomas mayores del Asia Pacífico) formarían una trilogía conceptual sobre la que se ha de reflexionar y actuar en el ámbito de las industrias culturales. Para ello cabe el impulso oficial y la inversión privada a la que podrían contribuir conglomerados de las grandes fortunas iberoamericanas que se cuentan entre las más importantes del mundo.
Por otro lado, tan importante como lo anterior son las tendencias actuales que indican a empresarios e innovadores que se pueden dar triangulaciones específicas y otras formas de relación en un mundo mucho más abierto que cuando se enunció el concepto.
Augusto Soto
Consultor y profesor en ESADE y director del Dialogue with China Project