Tema: Desde su aparición, al-Qaeda se ha mostrado como una organización multinacional, moderna y con gran agilidad; pero, ¿tiene una estrategia global?
Resumen: Los atentados de Madrid del pasado 11 de marzo son una muestra de cómo los terroristas, al elegir el lugar, momento y forma de actuar, pueden contribuir a generar reacciones que, a su vez, tengan consecuencias amplificadas que sirvan a sus propósitos. Si algo demuestra este hecho trágico es que quienes emplean el terror para lograr fines políticos han alcanzado una capacidad de análisis y previsión preocupante. Su conocimiento de las realidades y mecanismos que rigen las sociedades abiertas contrasta con las deficiencias que éstas tienen para prever la estrategia y métodos que utilizan los grupos al-qaedistas.
Análisis: La pregunta que se plantea aquí no es nueva. Desde su aparición como marca registrada del terror global, al-Qaeda se ha mostrado como una organización multinacional, moderna y con gran agilidad. En ese sentido, al-Qaeda es una red globalizada que hace uso de los medios que proporciona la globalización. Lo que hace que esa pregunta sea ahora, tras los atentados de Madrid del 11 de marzo, mucho más importante, es el hecho de que dichos atentados han contribuido a un cambio político utilizando herramientas de un sistema democrático, como son las elecciones generales. La relevancia de dicho cambio electoral reside precisamente en que un grupo terrorista, cuyo origen está fuera de nuestras fronteras, se haya aprovechado de nuestras contradicciones, a partir de un conocimiento profundo de nuestras realidades sociales y políticas, para ejercer de catalizador en un proceso de cambio político interno con consecuencias internacionales.
De demostrarse lo anterior, estaríamos ante una versión del terrorismo internacional en parte novedosa. Un salto cualitativo a nivel estratégico que demostraría una capacidad de previsión alarmantemente sofisticada. No parece una simple casualidad la fecha elegida por los terroristas para cometer los atentados, a tres días de las elecciones generales en nuestro país. Si los cerebros de los atentados fueron capaces de predecir una movilización de la sociedad con consecuencias sobre el sistema político, entonces hay motivos para afirmar que el universo de al-Qaeda se ha dotado de un mando político encargado de diseñar una estrategia global, y predecir el impacto de decisiones tomadas a nivel nacional sobre las grandes decisiones que pueden cambiar la configuración del tablero mundial.
Durante los últimos años, algunos grupos que giran en la órbita del movimiento al-qaedista han llevado a cabo atentados en diversos países por motivos que se pueden interpretar más fácilmente en clave interna: atacar a turistas, amenazar la presencia de residentes extranjeros, castigar a la población local musulmana por desviarse de la recta vía, vengarse de las autoridades por el acoso a sus simpatizantes, etc. No parece que éste sea el caso de los atentados de Madrid.
Documentos estratégicos yihadistas
Como cualquier organización con fines políticos, al-Qaeda también produce documentos estratégicos. La versión que más se conoce en Occidente (y en los países islámicos) son los comunicados de Bin Laden y sus lugartenientes. Estos documentos aparecen en distintos formatos (escritos, comunicaciones sonoras y audiovisuales) y contienen las grandes líneas estratégicas de su acción terrorista, pero sobre todo mucha retórica parareligiosa, imprescindible para reclutar nuevos adeptos y movilizar a los ya existentes. Pero existe otro tipo de documentos, elaborados por ideólogos y estrategas, con análisis y conclusiones sobre las tácticas a seguir y los medios para obtener los resultados estratégicos deseados. Estos documentos casi siempre están por escrito. Lo llamativo es que suelen estar a la vista, algunos incluso accesibles en páginas yihadistas de Internet, aunque a veces durante poco tiempo.
Dos de estos documentos son especialmente relevantes para sacar lecciones del 11-M. Los dos aparecieron en diciembre de 2003, y están recogidos en la página web del investigador israelí de movimientos islamistas, Reuven Paz. El primero se titula “El Irak del yihad: esperanzas y riesgos. Análisis de la realidad, aproximación al futuro y pasos prácticos a dar en el camino del bendito yihad”, y está elaborado por el Centro de Servicios de los Muyahidin del desconocido Órgano de Información de Apoyo al Pueblo Iraquí. Se trata de un análisis de 47 páginas (en árabe) de la situación en Irak y el papel de los muyahidin (quienes llevan a cabo el yihad, o luchan en nombre del islam), cuyo borrador fue redactado en septiembre de 2003, según se indica en el preámbulo. En él se analiza la situación internacional; los planes de EEUU en Irak y las condiciones para su éxito y la actuación de la resistencia a nivel militar, propagandístico y de seguridad. Un capítulo especial se dedica a analizar, con un buen grado de detalle, las realidades políticas, económicas y sociales de algunos países que han apoyado a EEUU en la guerra de Irak: el Reino Unido, España y Polonia, cuyos líderes del momento son calificados como “apéndices europeos del país de la infidelidad y la agresión [EEUU]”. Con la publicación de este documento se pretende “comprender las fuerzas que rigen la realidad internacional, para hacerse con su control”. Resulta llamativo que no se haga ninguna referencia directa a países árabes, a los que al-Qaeda considera apóstatas por colaborar con EEUU. El apartado dedicado a España ocupa seis páginas.
El segundo documento, redactado el 3 de diciembre de 2003 y aparecido cinco días después, tras el asesinato de varios agentes de los servicios de inteligencia españoles en Irak, está elaborado por el mismo Órgano que publicó el primer documento, pero en este caso por el Departamento de Comunicación Exterior. Este documento de cuatro páginas lleva el título de “Mensaje al pueblo español”. En él se hace referencia al sufrimiento del pueblo iraquí durante la dictadura de Sadam Husein y también bajo la ocupación militar estadounidense. De esto último se responsabiliza a los países que apoyaron a EEUU, y en especial a sus dirigentes que “mintieron [a su pueblo] y lo arrastraron a una guerra que no era de su interés”. La amenaza a “la seguridad nacional española en el futuro” era explícita.
La dimensión iraquí
Desde la ocupación de Irak, hace poco más de un año, se ha constatado un aumento considerable de la presencia de grupos islamistas deseosos de luchar contra EEUU y expulsar a sus tropas del país. Pero sobre todo ha quedado patente su voluntad y capacidad de generar violencia y aumentar el caos. De forma parecida a lo que ocurriera en Afganistán durante la ocupación soviética, el Irak actual se ha convertido en un polo de atracción para los elementos yihadistas, tanto locales como venidos de otros países, sobre todo árabes. Algunos de ellos han llevado su lucha contra EEUU a Irak tras la caída del régimen talibán en su anterior santuario afgano. Por otra parte, el cambio de prioridades de al-Qaeda se ve reflejado en cierta disminución de las referencias a Arabia Saudí, su prioridad tradicional, en sus comunicados.
Irak resulta un escenario más propicio para la presencia de muyahidin árabes que Afganistán en su momento debido, entre otras razones, al uso de la misma lengua, la mayor proximidad cultural con la población iraquí que con las tribus afganas y los lazos familiares que se extienden por varios países árabes de la región. Además, a los yihadistas que operan en Irak no les faltan simpatizantes en el resto de sociedades árabes e islámicas, incluso entre algunas autoridades de esos países, y no sólo los más enfrentados a EEUU. En el primero de los dos documentos yihadistas antes citados se afirma que “hoy día la batalla de Irak es, con toda sencillez y claridad, una batalla de toda la umma [Nación] islámica […] Si termina con la victoria de los americanos, se abrirán las puertas a la corrupción y a la subversión, y se golpeará al despertar islámico en toda esta zona, que es el corazón del mundo islámico”. Para evitar que eso ocurra, se traza una estrategia para derrotar a EEUU en Irak, a fin de convertirlo en “una base [qaeda, en árabe] avanzada para el despertar islámico y el yihad”.
No hay duda de que Irak se ha convertido en la prioridad máxima del movimiento yihadista internacional, y que éste se ha aliado con grupos islamistas puramente iraquíes que operan en territorios suníes, principalmente en los de mayoría árabe, y en menor medida en los kurdos. En relación a las zonas de mayoría chií, la estrategia que se esboza en el primer documento de al-Qaeda consistiría en “crear células yihadistas combatientes” en esas zonas, y conseguir “como mínimo, la neutralidad de los chiíes en el combate, y a ser posible intentar inducirlos a combatir contra los americanos”. Esto contrasta con el documento interceptado por las tropas estadounidenses en Irak el 23 de enero pasado, y atribuido al supuesto dirigente de al-Qaeda en ese país, Abu Musaab al-Zarqawi. La estrategia descrita por Zarqawi consistiría en atacar a los chiíes con la intención de que éstos desencadenaran represalias contra los suníes, y provocar así una guerra de sectas que extendiera la violencia por todo el país, con el resultado final de hacer “despertar a los adormecidos suníes”.
Para una parte de la población iraquí, la presencia de estos elementos es instrumental para forzar la retirada de las tropas de ocupación. Pero este acuerdo tácito se puede romper si la violencia de los muyahidin alcanza a un mayor número de ciudadanos iraquíes o sus instalaciones civiles, si se percibe que pretenden causar una guerra civil aprovechando las diferencias étnicas y sectarias, o si tratan de imponer un orden social restrictivo en exceso (a lo talibán) allá donde puedan. Una consecuencia posible –y altamente inquietante– de la situación en que se encuentra Irak es que en un futuro no muy lejano aparezca una nueva generación de muyahidin, como los surgidos en Afganistán a raíz de la guerra contra la Unión Soviética, que extiendan sus operaciones a otras regiones del mundo, y no sólo a países árabes.
Referencias a España
Independientemente de las dudas sobre la autoría de los documentos a los que se ha hecho referencia, los atentados brutales que sufrió Madrid el 11 de marzo representan la materialización de las amenazas vertidas contra España en esos escritos. Como era de esperar, en ellos no se especifica cómo, dónde ni cuándo se mataría a españoles “en Irak y fuera de Irak”, como se dice en la carta dirigida al pueblo español a principios de diciembre de 2003. Aunque sí se hacen referencias al asesinato en una emboscada de los siete agentes de inteligencia españoles en Irak unos días antes. La amenaza es categórica. Tras declarar que “la responsabilidad de la ocupación recae sobre los ejércitos participantes y sus pueblos”, se anuncia que “los batallones de la resistencia iraquí y quienes los apoyan fuera de Irak son capaces de aumentar la dosis [de sufrimiento]” (la traducción al inglés de la carta se puede leer en www.e-prism.org/images/PRISM_Special_dispatch_no_2-2.pdf).
A partir de la información disponible no se puede demostrar una relación directa entre las amenazas anteriores y los atentados en los trenes de Madrid. Pero no deja de ser una hipótesis de trabajo en absoluto descartable.
Pero no son éstas las únicas referencias preocupantes que se hacen a España en estos dos documentos. En el primero de ellos se hace un análisis de la situación española, así como de las ambiciones del presidente del Gobierno en ese momento, con el fin de forzar un cambio político del Gobierno en relación a la presencia de tropas españolas en Irak. Hay que señalar que los estrategas de al-Qaeda preveían que ese cambio de postura se produciría al final, con independencia del partido en el Gobierno. La presión popular que generarían ataques sucesivos contra españoles (del texto se deduce que irían dirigidos contra las tropas en Irak, aunque no con toda certeza) debería forzar al Gobierno del Partido Popular a retirar las tropas españolas de Irak. De no hacerlo en esas circunstancias, se prevé en el documento la llegada del Partido Socialista al poder, con la puesta en práctica de su promesa electoral consistente en retirar dichas tropas.
En el documento de al-Qaeda se hace una mención explícita a un dato que ha resultado ser determinante en la vida política española: la proximidad de la fecha de las elecciones generales. Se dice literalmente: “Debe aprovecharse al máximo la proximidad de la fecha de las elecciones generales en España en el tercer mes del año próximo [marzo de 2004]. Creemos que el Gobierno español no soportará más de dos o tres golpes, como máximo, antes de verse obligado a retirarse por la presión popular. Si sus tropas permanecen tras estos golpes, la victoria del Partido Socialista estará prácticamente garantizada, y la retirada de las tropas españolas estará en la lista de su proyecto electoral”. En el apartado dedicado a Polonia (país que también tiene tropas en Irak, superiores en número a las españolas) también se hace referencia a las elecciones parlamentarias y presidenciales de ese país, pero para decir que no se pueden aprovechar para “producir un cambio en la política polaca por muchos motivos […] pudiendo ser el primero de ellos la lejanía de la fecha de las elecciones”. La celebración de dichas elecciones se prevé para finales de 2005.
Para los creadores de esta estrategia, la posible retirada de las tropas españolas, italianas o polacas no es un fin en sí mismo, sino un medio para debilitar la posición del Gobierno británico en Irak, y convertir así la presencia estadounidense en ese país en un cuerpo a cuerpo con el movimiento yihadista. En este sentido, el documento en cuestión insiste en que “la retirada de las fuerzas españolas o italianas de Irak constituirá una presión enorme para la presencia británica, que Tony Blair tal vez no podría soportar”.
Un dato llama la atención en el análisis sobre la realidad española, y es que se dice que “la mayoría de los escritores españoles apoyan la causa palestina y las causas árabes en general, a excepción del tema del Sáhara marroquí, ya que prácticamente hay unanimidad en el apoyo al Frente Polisario contra Marruecos”. Al ser los saharauis una población árabe, se desprende de la excepción que se hace en el documento de al-Qaeda que el autor es de origen marroquí o simpatiza con las tesis marroquíes en el conflicto del Sáhara Occidental.
El 11-M y la estrategia yihadista global: algunas consecuencias y lecciones
La captura en poco tiempo de varios sospechosos de cometer los atentados del 11-M debido al hallazgo de pistas que no se destruyeron por el fallo del mecanismo de una de las bombas, y el posterior suicidio de siete integrantes de la célula terrorista en un piso de Leganés al verse acorralados por los cuerpos de seguridad, puede disuadir a algunos terroristas que no estén dispuestos a perder la vida en atentados futuros. Aunque también puede llevar a que los cerebros de los atentados exijan emplear el método suicida en acciones venideras para evitar dejar pistas o dar información en los interrogatorios.
Tal como señala Javier Jordán (ARI 40/2004), los atentados de Madrid y el consiguiente cambio electoral puede llevar a los seguidores de al-Qaeda a tratar de emular estos acontecimientos en otros países y otras circunstancias, pues existe entre estos grupos la tendencia a simplificar los hechos en términos de causa-efecto unidimensionales. Teniendo en cuenta que su gran enemigo es EEUU, no se puede descartar que al-Qaeda también quiera hacerse presente en las elecciones presidenciales estadounidenses del próximo mes de noviembre, realizando un gran atentado dentro o fuera de EEUU o una cadena de atentados en distintos puntos del planeta, con el posible uso de medios no convencionales. Al-Qaeda ya ha anunciado, en un supuesto comunicado de las Brigadas de Abu Hafs al-Masri del 15 de marzo, que se encargará de que el presidente George Bush no salga derrotado. Habrá que esperar una confirmación de la cúpula al-qaedista mostrando dicha preferencia por el presidente Bush frente al candidato demócrata.
Los simpatizantes de al-Qaeda son los mayores defensores de la teoría del choque de civilizaciones. Aunque van un paso más allá. También pretenden que el choque se produzca dentro de las mismas civilizaciones a fin de radicalizar y polarizar a las sociedades, sean éstas occidentales o árabo-islámicas. En ese sentido, un gran ataque terrorista de al-Qaeda contra un país europeo que se haya opuesto a la ocupación de Irak tendría unos efectos devastadores. Para los yihadistas cualquier excusa sería válida para cometer un gran atentado. Las contradicciones internas que generarían semejantes hechos en las sociedades occidentales reforzarían las tesis de la Administración Bush sobre la guerra contra el terrorismo emprendida tras el 11-S, pues demostraría definitivamente que ningún país está a salvo de al-Qaeda. Al mismo tiempo, haría que más musulmanes moderados se sientan amenazados por un Occidente más unido por los efectos del terrorismo.
A la vista de lo ocurrido, los encargados de velar por nuestra seguridad deberían prestar más atención a los documentos que dicen ser de al-Qaeda o alguna de sus filiales, en lugar de perderse en el debate de si el estilo es el propio de este movimiento. Hechos como los del 11-M demuestran que a veces en Europa y EEUU no se ha dado importancia suficiente a documentos yihadistas hasta después de ocurrida la tragedia. En ese sentido, cabe recordar que el comunicado aparecido el 12 de marzo en el periódico londinense al-Quds al-Arabi, en el que las Brigadas de Abu Hafs al-Masri se atribuían los atentados del día anterior en Madrid, se hacía una amenaza directa contra EEUU al anunciar que, en poco tiempo, la operación “vientos de la muerte negra” producirá muertos a miles en ese país. A pesar de que algunos comunicados anteriores de estas Brigadas no merecen crédito, convendría no desechar sus amenazas de forma sistemática. Pensar que, para que un comunicado en nombre de al-Qaeda sea creíble, éste debe tener un estilo concreto y un formato determinado puede ser una forma de autoengaño, al igual que presuponer que los autores de dichos comunicados han de poseer conocimientos profundos de la doctrina islámica.
El movimiento yihadista mundial está compuesto de una red de redes, franquicias y líderes autónomos que comparten una misión común, tal como señala Jessica Stern, autora del libro Terror in the Name of God: Why Religious Militants Kill (Terror en nombre de Dios: por qué matan los militantes religiosos). Por ello no debe sorprender que haya estilos diferentes dentro del universo al-qaedista, ya que éste no es monolítico. Por esa misma razón, una red tan compleja y con gran movilidad no puede ser derrotada a base de guerras, en el sentido clásico. Se podría dar la paradoja de que al-Qaeda, cuya doctrina se basa aparentemente en principios dogmáticos, esté mostrando un sentido práctico y una estrategia variable según las circunstancias, mientras que los países que lideran la guerra contra el terrorismo aparecen cada vez más alejados de unas posturas prácticas en la lucha contra los agentes del terror yihadista, sus raíces y sus motivaciones.
Las enseñanzas y estrategias que contienen los documentos aquí citados, a pesar de ir dirigidas a los simpatizantes de al-Qaeda, nos pueden ser de gran utilidad a quienes defendemos el modelo de convivencia democrática, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Ante todo, este tipo de documentos nos indica el modo de pensar de los sectores más fanatizados de las sociedades musulmanas. En el documento aquí citado, se dice textualmente: “la hostilidad que hay entre nosotros y ellos no debe impedirnos conocer las virtudes del enemigo y sus características […] pues es verdad que son los más inmunes a la injusticia de sus gobernantes […] y es uno de los rasgos más destacados de Occidente, en los que es superior al mundo islámico. Pero ahora, tras los benditos ataques de septiembre [de 2001] se ha debilitado y se han revelado muchos defectos de la democracia. Esto acelerará, si Dios quiere, la destrucción de su materialismo corrupto”.
Conclusiones: Ante los regueros de sangre que dejan tras de sí los terroristas simpatizantes de al-Qaeda, es comprensible que una reacción sea tratar de negar el carácter racional de quienes son capaces de causar tanta muerte y destrucción. Sin embargo, conviene preguntarse si mediante esta negación se consigue evitar nuevas tragedias y mayores convulsiones sociales y políticas de alcance global en el futuro. Queda patente, atentado tras atentado, que tachar a quienes causan estas masacres de lunáticos cuyo único proyecto es matar no sirve para explicar el porqué de su existencia, ni para comprender la estrategia de sus seguidores y así poder neutralizarla y avanzar en la extirpación del terrorismo yihadista y sus raíces.
El hecho de que no se compartan los valores y visiones del mundo que empujan a algunos a mostrar su odio a través de la violencia terrorista, no debe impedir considerar que exista una racionalidad en la forma de actuar de los terroristas. Sólo así seremos más fuertes y podremos dotarnos de mayor protección, para nosotros y nuestros modos de vida. También se requiere una dosis de autocrítica (algo no característico de los born again muslims). De lo contrario, la fuerza del terrorismo irá en aumento, al igual que su capacidad para aprovecharse de nuestras propias contradicciones. La democracia se nutre de sí misma. Si no, nos pareceremos cada vez más a ellos.
Haizam Amirah Fernández
Investigador Principal del Área de Mediterráneo y Mundo Árabe, Real Instituto Elcano