Tema: El mandato de Ma Ying-jeou (Kuomintang, KMT), iniciado en 2008, ha abierto una nueva fase en las relaciones entre China continental y Taiwán.
Resumen: Las relaciones económicas entre China continental y Taiwán han experimentado un auge espectacular en los dos últimos años. Pero no sólo ha avanzado el intercambio comercial. La normalización de las comunicaciones y la intensificación de los contactos a todos los niveles podrían verse reforzados con la inminente firma de un Acuerdo Marco de Cooperación Económica que abriría camino a negociaciones en otros ámbitos más sensibles. Esa tendencia, por otra parte, agrava la división política interior y despierta inseguridad en un sector importante de la opinión pública, circunstancias que se reflejan en la pérdida de respaldo electoral del KMT, un hecho que preocupa mucho en Pekín.
Análisis: Ma Ying-jeou y el Kuomintang (KMT) derrotaron ampliamente a la oposición en las últimas elecciones legislativas y presidenciales (enero y marzo de 2008) celebradas en Taiwán. Con una cómoda mayoría parlamentaria (81 frente a 27 escaños) y una oposición quebrada por las secuelas del procesamiento por corrupción del ex presidente Chen Shui-bian (2000-2008), el horizonte político parecía totalmente despejado para implementar la “tercera cooperación” que el KMT y el Partido Comunista Chino (PCCh) habían diseñado en 2005 para aislar las aspiraciones soberanistas.
De hecho, en apenas unos meses, Ma logró pasar página de seis décadas de intenso enfrentamiento con el continente, normalizando las comunicaciones marítimas, aéreas y postales, que aún permanecían interrumpidas desde 1949. Sobre la base del “consenso de 1992” (en esencia, aceptación del principio de la existencia de una sola China aunque sujeto a diferentes interpretaciones), Ma ha apelado a un diálogo constructivo entre las dos orillas del Estrecho de Taiwán, dando paso a una nueva era. El efecto ha sido inmediato. Desde el primer vuelo directo entre la isla y el continente, realizado el 4 de julio de 2008, se han multiplicado las conexiones a una velocidad asombrosa, sumando ya, en cómputo semanal, 370 en el caso de pasajeros y 48 de mercancías.
La reanudación de los contactos entre la taiwanesa SEF (Fundación para los Intercambios en el Estrecho) y la continental ARATS (Asociación para las Relaciones a Través del Estrecho), entidades encargadas de conducir las relaciones en ausencia de canales oficiales, y la tregua diplomática en el orden exterior facilitaron el clima adecuado para arropar esa normalización.
Pero el desconcierto de la oposición duró bien poco. La elección de Tsai Ing-wen como líder del Partido Democrático Progresista (PDP) abrió igualmente en sus filas una nueva etapa que, junto a errores del gobierno y miedos de la opinión pública, le han permitido recuperar a muy buen ritmo su base electoral. En las elecciones municipales parciales celebradas en noviembre de 2009 y en las legislativas parciales de enero de 2010, el PDP ha mejorado posiciones de forma significativa haciendo cundir la alarma en el KMT.
La torpe gestión de los efectos del huracán Morakot, el intento de levantar la suspensión de importación de carne bovina de EEUU y, naturalmente, la propia crisis económica y su impacto en la isla (con reducciones significativas en el crecimiento del PIB, un creciente desempleo y una mayor desigualdad social) han pasado factura al liderazgo de Ma Ying-jeou. A mitad de mandato, su porcentaje de popularidad ronda el 30%. No obstante, la clave principal de su deficiente credibilidad y pérdida de apoyo radica en los temores que suscita la intensificación de las relaciones con el continente, una propuesta que cuenta con un amplio apoyo en la colectividad empresarial pero no así en el orden político y social. Dichas tensiones cristalizan actualmente en el debate sobre la firma o no del Acuerdo Marco de Cooperación Económica (AMCE), que podría suscribirse durante el presente mes de junio, en una nueva ronda de encuentros entre la SEF y la ARATS.
El Acuerdo Marco de Cooperación Económica
Ma defiende primar las relaciones con el continente en el orden económico, separando netamente este ámbito del político y aplicando diferentes velocidades a ambas esferas. El volumen del intercambio comercial anual entre ambos lados superó ya los 100.000 millones de dólares. En los primeros cuatro meses de 2010 aumentó un 67,9%, llegando a los 44.260 millones de dólares. La oposición, no obstante, califica de ridícula dicha tentativa ya que una mayor dependencia en lo económico tendrá, con certeza, consecuencias en el orden político e incluso estratégico regional.
Ma considera el AMCE el camino indispensable para encauzar el marco comercial bilateral, asegurar las inversiones respectivas, proteger los sectores productivos más vulnerables frente a la competencia exterior y, sobre todo, evitar el aislamiento de la isla de los procesos de integración en curso en la región. La firma del AMCE sería el primer paso para poder firmar acuerdos de libre comercio con otras economías de la zona, un proceso que Pekín ha obstaculizado hasta hoy día. Para la oposición, por el contrario, el AMCE hará que Taiwán pierda peso específico en el comercio de la región, reforzando su vínculo con el continente.
Ma asegura que el AMCE creará empleo y atraerá más inversiones, no solo del continente, también de países terceros. La oposición advierte que aumentará el desempleo y hará que Taiwán pierda atractivo.
Ma, por otra parte, quiere ir rápido en la negociación con Pekín para disponer del tiempo suficiente a fin de paliar las hipotéticas consecuencias negativas y alentar nuevos mecanismos de relación con sus principales socios comerciales, mientras, Tsai reclama lentitud y cautela.
En el debate televisivo acerca del AMCE celebrado el 25 de abril entre Ma y Tsai, se reflejó el carácter inamovible de sus respectivas posiciones. El PDP reclamó un referéndum sobre el Acuerdo, mientras Ma aseguró que se consultará a los sectores afectados y se adoptarán medidas compensatorias cuando fuere necesario. Después del debate, un 47,5% de los telespectadores se mostraron favorables al AMCE, mientras que un 41% opinaba que Ma había estado mejor que Tsai. El referéndum no se llevará a cabo, según acordó el pasado 3 de junio el Comité Examinador de Referéndos del Yuan Ejecutivo.
En paralelo a las negociaciones económicas, la apertura de oficinas de turismo a ambos lados, los anuncios de relajación de las restricciones a los medios de comunicación o los progresos en el intercambio educativo, entre otros, están configurando un nuevo clima que paulatinamente implica a nuevos segmentos de la sociedad civil.
Dichos avances contrastan, por otra parte, con la aparente lentitud en otros dominios. Según un informe del Ministerio de Defensa taiwanés hecho público el 12 de mayo de 2009, las tensiones políticas de los últimos años derivaron en un reforzamiento apreciable de las capacidades militares de China en relación a la isla, con un aumento significativo de las patrullas aéreas, del número de misiles que apuntan a Taiwán y la intrusión de un mayor número de naves espía bajo el paraguas de misiones científicas. El aumento general de la confianza mutua puede facilitar el logro de avances en esta materia. Hu Jintao ofreció en marzo de 2009 la posibilidad de celebrar un tratado de paz.
El haber diplomático
El nuevo clima bilateral ha tenido un singular impacto en el orden diplomático, terreno propicio para la compra-venta de aliados. La “diplomacia flexible” de Ma ha posibilitado la participación de Taiwán en calidad de observador en la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (hasta entonces vetada por Pekín) y la posible apertura de otros marcos multilaterales a su participación (en el orden de la aviación civil y también en los organismos relacionados con la lucha contra el cambio climático, por ejemplo), aspirando a convertirse en todos ellos en miembro de pleno derecho.
Por otra parte, ha tenido un efecto igualmente positivo al evitar las hipotéticas deserciones de aliados sin derivarse de ello contrapartidas inconfesables. En Centroamérica, el giro auspiciado por Costa Rica (2007) presagiaba un efecto dominó, reforzado por los cambios políticos en la zona y la preeminencia creciente de China en la región en el orden económico que bien podría afectar a la fidelidad de países como Panamá, Honduras o quizá El Salvador. Los rumores de desafecciones (Paraguay y la República Dominicana, entre otros) se han quedado, por el momento en sólo eso, optando por otras fórmulas de intercambio con Pekín.
El continente se muestra complacido con la política de “no negación mutua” que ha afianzado una tregua diplomática llamada a facilitar los acuerdos en el área económica y comercial y también, con más tiempo, en otros campos.
La recuperación de la confianza en las relaciones con EEUU y Japón, resentidas durante el mandato de Chen Shui-bian, constituyen otro activo de su gestión.
El impacto en el PDP
El acercamiento propiciado por el KMT no solo se refleja positivamente en la mejora de las expectativas electorales de la oposición, sino también en sus tensiones internas entre quienes defienden la necesidad de perseverar en las posiciones tradicionales y aquellas otras que sugieren una adaptación pragmática a las nuevas circunstancias.
Algunos militantes significados que han participado en algún encuentro celebrado en el continente y organizado a instancias del KMT y del PCCh han sido expulsados de forma fulminante. Más problemática ha sido la reivindicación de mandatarios de localidades tan importantes como Kaohsiung o Tainan, gobernadas por el PDP, que consideran indispensable dar pasos para mejorar las relaciones con el continente. La alcaldesa Chen Chu, de Kaohsiung, ya ha visitado China (Pekín y Shanghai) y Hsu Tain-tsair, de Tainan, ha hecho lo propio con Xiamen. Pese al carácter institucional de dichas iniciativas, en su formación política se multiplica la división de pareceres sobre la oportunidad de tales viajes. En ambos casos se argumenta la necesidad de fomentar los vínculos con el continente para no verse marginados de la ola de inversiones y turismo, por ejemplo, estimulados desde el otro lado del Estrecho.
Sobra decir que la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado (continental) ha manifestado su satisfacción por este comportamiento de algunos representantes del PDP, animándoles a romper el hielo y a reajustar su política en lo que atañe a las relaciones entre ambas orillas del Estrecho.
Recientemente, la propia Tsai Ing-wen ha aludido a la posibilidad de abrir canales de comunicación con el continente, si bien a través de entidades terceras y nunca de modo directo, para evitar que el KMT sea considerado la única voz de Taiwán. Desde Pekín rápidamente se saludó el gesto pero invitando al abandono de las posiciones soberanistas.
El futuro de Ma Ying-jeou
En marzo último, un estudio de CLSA Pacific Markets, un instituto financiero de Hong Kong, aseguraba que Ma y el KMT han perdido la confianza pública y que se encaminan a una derrota segura en las elecciones presidenciales de 2012.
El mandato de Ma Ying-jeou finaliza dentro de dos años, tiempo suficiente para acreditar las bondades generales de su política, en especial del AMCE, así como la sinceridad de sus afirmaciones, reiteradas, de que no negociará, ni en este ni en un hipotético segundo mandato, la unificación con el continente y que acelerará la firma de acuerdos de libre comercio o similares con los principales socios comerciales para acentuar una perspectiva equilibradora de su política.
Para Pekín resulta clave la continuidad del KMT (con Ma o sin Ma), ya que de ello depende la continuidad del actual clima. En tal sentido, cabe esperar gestos de distanciamiento por parte de Ma (y comprensión cómplice de Pekín) que le permitan ganar autoridad ante sus ciudadanos reafirmando esa doble vía en la relación con el continente.
Una primera evidencia de ello ha sido la reacción de Pekín ante la anunciada venta de armamento a la isla por parte de EEUU. Todas las críticas del continente se han centrado en Washington y ni una sola se ha dirigido a Taipei. La principal justificación de la venta, por valor de 6.400 millones de dólares, radica en el compromiso con la defensa de Taiwán y los reiterados informes del Pentágono que alertan de un progresivo desequilibro en las capacidades militares a ambos lados del Estrecho. Las filtraciones acerca de un aumento de la actividad submarina continental en aguas próximas o la implementación de dispositivos que impedirían la penetración de los navíos estadounidenses en aguas de la zona en caso de conflicto no son especialmente tranquilizadoras. Ma anunció recientemente su intención de formalizar nuevas compras militares a EEUU, sin que ello suponga cuestionar su voluntad de desarrollar una política de paz con el continente.
Las elecciones municipales parciales que se celebrarán el 27 de noviembre próximo pueden ser decisivas para el liderazgo de Ma en el KMT y para calibrar sus oportunidades en las presidenciales de 2012.
Conclusiones: En los dos años cumplidos de gobierno del KMT en Taiwán, el contraste con el mandato del PDP (2000-2008) no puede ser más contundente. Los ejes de Ma Ying-jeou han girado sobre la potenciación y formalización de los vínculos económicos y comerciales con el continente y la congelación de la contienda diplomática. En el orden estrictamente interno, sus pasos han sido más erráticos.
En lo que va de legislatura, ya suman 12 los acuerdos firmados entre la ARATS y la SEF. Dicho ritmo evidencia el imparable avance del entendimiento bilateral en todo aquello que no esté directamente relacionado con el núcleo duro del problema: la defensa o la política. Desde principios de año, altos cargos de la municipalidad de Shanghai y de las provincias de Hubei, Fujian, Guizhou, Qinghai, Shandong, Sichuan y Zhejiang, así como de los Ministerios de Comercio y Agricultura, han realizado visitas a Taiwán y múltiples misiones de compras. El II Foro a través del Estrecho, que se llevará a cabo en la suroriental provincia china de Fujian entre los días 18 y 25 de junio, espera reunir a más de 10.000 personas.
¿Existe el peligro de que Taiwán sea literalmente anexionado por el continente? En la confianza de crear condiciones favorables para hacer progresos en los temas políticos más conflictivos, Ma prefiere dilatar el diálogo. El acuerdo de paz, señalado como objetivo en 2005 por ambas partes, no figura en la agenda inmediata. La exigencia de la retirada de los misiles que apuntan a Taiwán no ha obtenido respuesta positiva. Tampoco es prioritaria una reunión con Hu Jintao.
La falta de consenso interno en la isla y las reticencias sobre las consecuencias de una aproximación económica de este calado lastran el impulso de Ma. El abismo entre gobierno y oposición se agranda al promover dos visiones diametralmente opuestas del futuro inmediato.
China continental no puede estar más que satisfecha con la evolución general de las relaciones con Taiwán desde que Ma Ying-jeou asumió sus funciones presidenciales en mayo de 2008. El acercamiento entre los dos lados del Estrecho es de naturaleza estratégica, va mucho más allá de lo anecdótico de un mandato de cuatro o cinco años, pero tiene, en lo táctico, la hipoteca de garantizar la continuidad política del KMT al mando en Taipei ya que su principal opositor, el PDP, juega abiertamente a la contra.
Por otra parte, la exigencia de prestar atención a la relación con Pekín no debe traducirse en descuido de las cuestiones más domésticas, relacionadas con la mejora del bienestar social. Según una encuesta del Taiwan Thinktank realizada en los días previos al segundo aniversario del mandato de Ma, el 50,7% de los entrevistados opinaba que la calidad de vida era peor en comparación con hace dos años, mientras que el 72,7% consideraba que la brecha entre ricos y pobres se había deteriorado de forma significativa. El pronóstico oficial de crecimiento del PIB para 2010 se ha fijado en el 6,14%, lo que brinda una oportunidad para mejorar los índices sociales.
La política integradora que debe promover Ma para afianzar su liderazgo enfrenta importantes resistencias (ya sea la incertidumbre de la crisis económica o la oposición del PDP). De su habilidad depende la continuidad de su mandato, que hoy parece estar en entredicho.
Xulio Ríos
Director del Observatorio de la Política China y autor de “Taiwán, el problema de China” (La Catarata, 2005)