No cesa la violencia terrorista en Irak y prácticamente cada día hay noticias de nuevos atentados cruentos en ese país, pese a que las tropas estadounidenses han salido ya del mismo, ¿cómo interpretar lo que está sucediendo?
En primer lugar, los soldados estadounidenses no han dejado tras de sí el país estable del que habló el presidente Barack Obama cuando, el pasado mes de diciembre, proclamó que salían de Irak las tropas a sus órdenes. Desde el último verano, por tomar una referencia relativamente próxima en el tiempo, la media mensual de atentados terroristas ocurridos en el país no es inferior a los 150. Es decir, que el terrorismo en Irak es una realidad cotidiana. A su vez, esos atentados producen no menos de 200 víctimas mortales cada mes y un número de heridos que entre quintuplica y sextuplica esa cifra.
Aunque los actuales niveles de violencia terrorista en Irak, que básicamente se mantienen sin grandes variaciones desde 2009, distan mucho de los alcanzados en los años 2006 y 2007, lo cierto es que en ningún otro país de Oriente Medio es tan frecuente e intensa. Estos datos no se corresponden con la idea de un país pacificado ni con el normal funcionamiento de un régimen democrático estable. Además, las tensiones étnicas y confesionales que desgarran al país, al igual que la pugna que implica a estadounidenses, saudíes e iraníes por influir sobre su futuro, en un momento de acusada inestabilidad y crisis política como el actual, son circunstancias que favorecen estrategias terroristas.
Pero, ¿a quién en concreto cabe atribuir la actual campaña de atentados terroristas, especialmente los que se cometen contra blancos chiíes? ¿Puede afirmarse que sus autores son terroristas de al-Qaeda en Irak?
Pese a haber perdido buena parte de la aceptación popular de que disfrutó hasta hace unos cinco o seis años y a otros reveses más recientes como la captura o el abatimiento de sus más destacados líderes en abril de 2010, la extensión territorial de al-Qaeda en Irak, es decir la denominada al-Qaeda en Mesopotamia, sigue activa y, como ha demostrado desde el manos el pasado mes de noviembre, cuenta tanto con la voluntad como con las capacidades necesarias para perpetrar atentados altamente letales, incluyendo en la actualidad a alrededor de 1.000 militantes propios dispuestos a participar en actividades terroristas.
En las últimas semanas, al-Qaeda en Mesopotamia ha asumido la autoría de un buen número de dichos atentados contra autoridades e intereses gubernamentales, a través de su productora al-Furqan y el denominado Estado Islámico de Irak (EII). Pero desde el inicio de su campaña terrorista, hace ocho años, los chiíes han sido su blanco preferente, por delante de las tropas extranjeras. Además, al-Qaeda en Mesopotamia mantiene alrededor suyo al elenco de organizaciones yihadistas menores que se inscriben dentro del aludido EII. Pero no parece que sean estas las únicas organizaciones que están detrás de los muchos y graves atentados, buena parte de ellos contra chiíes, que ocurren en Irak.
Si al-Qaeda en Mesopotamia no es la única organización terrorista que está detrás de los numerosos atentados que están teniendo lugar en Irak, ¿Qué otras organizaciones los perpetran? ¿Hay otros terrorismos implicados?
Ocurre que la realidad de la violencia terrorista en Irak se ha complicado en los últimos cinco años. Existen, por ejemplo, organizaciones yihadistas que llevan a cabo actos de terrorismo pero no se encuentran alineadas con al-Qaeda, como ocurre con el llamado Ejército Islámico de Irak, constituido por árabes suníes que no evocan positivamente a Sadam Hussein. A finales de 2006, por otra parte, surgió una organización armada implicada directa e indirectamente en actos de terrorismo, Jaysh Riyal al Tariq al Naqshabandi (JRTN). Mezclando credo islámico con nacionalismo iraquí, ha conseguido un monto significativo monto de apoyos entre los árabes suníes del país, intranquilos como están con el predominio chií, los manejos de Irán y las demandas kurdas.
Cuenta con unos pocos miles de activistas disponibles y la mayoría de sus cuadros son antiguos oficiales del régimen baazista. El hecho de que se trate de una formación compuesta por iraquíes ha favorecido la mencionada aceptación social, al igual que haber tomado a los militares norteamericanos como su blanco preferente. Pero la salida de estos últimos ha reorientado su hostilidad hacia los chiíes. Tanto JRTN como la rama iraquí de al-Qaeda, pese a sus numerosas diferencias, coinciden estratégicamente en el objetivo de imposibilitar la normalización política de Irak e incitan a la violencia sectaria mediante atentados terroristas contra chiíes.
Así las cosas, ¿qué cabe esperar a corto y medio plazo? ¿Cree usted que actual dinámica de la violencia terrorista en Irak va a continuar? ¿Se producirá una reacción violenta por parte de organizaciones armadas chiíes?
En efecto, las estrategias del terrorismo insurgente, además de beneficiarse de la gravísima crisis política por que atraviesa Irak, pueden provocar una reacción contraria por parte de radicales chiíes, en forma de terrorismo ejecutado por miembros de milicias como la controlada por Múqtada al Sader o de organizaciones clandestinas entrenadas y financiadas por las autoridades iraníes que destacaron por sus ataques contra militares estadounidenses. Es más, los atentados perpetrados por extremistas chiíes son ya parte del terrorismo en Irak. Que esta violencia se extienda e incremente depende del impacto que los atentados perpetrados por extremistas suníes tengan sobre las actitudes de la población chií y del cálculo que hagan sus líderes.
Mientras, la ausencia de consenso nacional, el desgobierno y la corrupción a todos los niveles de la Administración, una opinión pública que mayoritariamente percibe que su país va en una mala dirección, las disfunciones existentes en las fuerzas armadas y otros cuerpos de seguridad, a lo que deben añadirse las carencias socieconómicas que afectan a amplios sectores de la población o realidades como que apenas uno de cada tres niños o adolescentes en edad escolar esté recibiendo educación reglada, seguirán proporcionando oportunidades favorables a un terrorismo insurgente. Una violencia en cuya práctica coincidan tácticamente suníes nacionales y yihadistas extranjeros, a fin de exacerbar antagonismos étnicos y religiosos. Que esta dinámica derive en un enfrentamiento armado generalizado entre iraquíes es una hipótesis verosímil.