Tema
A pesar de que son muchas las explicaciones de los analistas para la contundente victoria del Partido Republicano en Estados Unidos, una comparación entre la victoria de Donald Trump y la de Claudia Sheinbaum en México, revela que los factores económicos siguen desempeñando un papel central en los resultados electorales.
Resumen
El factor económico que se menciona con más frecuencia e intensidad para explicar la derrota del Partido Demócrata y el triunfo de Trump es la inflación, que se disparó después de la pandemia, y, aunque desaceleró su ritmo en los últimos meses, dejó tras de sí una estela de carestía (como solíamos llamarle de los años 60 en América Latina). Este fenómeno global ha sido el invitado de piedra para los gobiernos en ejercicio del poder que, tanto en Europa como en las Américas, han perdido dos tercios de las elecciones en los últimos tres años. Lo más llamativo es que en el caso de Estados Unidos (EEUU) el triunfo contundente de Donald Trump se da en un contexto de crecimiento vigoroso de la economía y de niveles históricamente bajos de desempleo.
No así en México, que padeció el mismo flagelo inflacionario que EEUU agravado por un crecimiento mediocre de la economía: inflación, carestía y crecimiento anémico. Y sin embargo, con el triunfo de Claudia Sheinbaum (delfín política del presidente Andrés Manuel López Obrador) en las elecciones presidenciales del 24 de junio, el partido del gobierno fue reelegido por una mayoría arrolladora.
Es cierto, tanto EEUU como México tuvieron un empuje inflacionario similar en magnitud y en duración y México tuvo un peor desempeño económico. Pero el sentimiento del votante no está sólo determinado por el crecimiento del PIB y la inflación, sino por evolución del poder adquisitivo de los salarios.
Y en este sentido la evolución de México y EEUU no pudo ser más contrastante. En tanto que en México el poder adquisitivo del salario creció muy por encima del PIB y acumuló una sustancial mejora durante el sexenio de López Obrador, en EEUU se mantuvo estancado a pesar del vigoroso crecimiento del PIB. Los ingresos que crecieron en EEUU son aquellos a los que acceden por abrumadora mayoría los segmentos más educados y con niveles de ingreso más elevados de la población: las rentas de la propiedad y los beneficios corporativos.
Eso explica que Trump haya ganado por 39 puntos entre los hombres y por 25 puntos entre las mujeres con bajo nivel educativo (educación secundaria o menor), mientras que perdió por un punto entre los hombres y por 20 puntos entre las mujeres con educación superior.
Quizás es la economía después de todo. Aunque lo esencial no es siempre visible a los ojos.
Análisis
Convengamos que el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EEUU se presta a múltiples explicaciones. Desde cuestiones puramente circunstanciales, como los aciertos y errores de uno y otro bando (por supuesto y como en el fútbol, los aciertos son siempre del ganador y los errores del perdedor), hasta cuestiones más estructurales, como el sentimiento global y generalizado contra los gobiernos en ejercicio del poder (sean del signo que sean) que han sido castigados por los votantes en un sinnúmero de elecciones en los últimos tres años.
En dos tercios de las elecciones que tuvieron lugar entre 2002 y 2024 en los países desarrollados que supervisa ParlGov, los partidos en el gobierno fueron derrotados o redujeron su caudal electoral. En América Latina ocurrió lo propio, en dos tercios de las elecciones entre 2022 y 2024 ganó la oposición.
1. El voto castigo a Biden-Harris a pesar de una economía pujante
Lo que sin embargo llama poderosamente la atención es que el Partido Demócrata pierde el poder en EEUU a manos no sólo de un candidato cuestionado en varias dimensiones (su respeto por la institucionalidad entre otras) sino a pesar de que la economía de EEUU durante los años del gobierno del presidente Biden (los años de salida de la pandemia) mostró un dinamismo y una pujanza que se han visto reflejadas en el ritmo de creación de empleos y en cifras históricamente bajas de desempleo (Figura 1).
Se podrá argumentar, y con razón, que hay dimensiones no económicas que desempeñaron un papel decisivo en la decisión de los votantes: el temor a la globalización, la amenaza de las guerras en curso en Ucrania y Gaza, el sentimiento antinmigración, el rechazo a la cultura woke y a la pérdida de valores tradicionales.
Todo lo cual puede ser cierto. Sin embargo, a los efectos de este análisis no quiero alejarme de la economía. Y el factor económico que se menciona con más frecuencia e intensidad para explicar la derrota del Partido Demócrata es la inflación, que se disparó después de la pandemia, y, aunque desaceleró su ritmo en los últimos meses, dejó tras de sí una estela de carestía (en términos técnicos, un nivel alto de precios) como solíamos llamarle de los años 60 en América Latina (Figura 2). Lo que valía 100 en EEUU al comienzo de la pandemia hoy vale más de 120 y si se trata de los alimentos casi 130.
Tan demoledor ha sido el efecto de la inflación sobre el estado de ánimo del votante que muchos argumentan que fue el factor decisivo. Así lo resume John Burn-Murdoch en el Financial Times: “a los votantes no les gustan los precios altos, por lo que castigaron a los demócratas por estar en el poder cuando llegó la inflación. El coste de vida también fue el tema principal en las elecciones generales de julio en el Reino Unido y ha sido una preocupación en decenas de otros países durante la mayor parte de los últimos dos años. El hecho de que diferentes políticos, diferentes partidos, diferentes políticas y distintas retóricas empleadas en diversos países hayan tenido resultados similares sugiere que gran parte del resultado en Washington el martes estaba determinado independientemente del mensajero o del mensaje. La amplia variedad de lugares y personas que se inclinaron hacia Trump también sugiere un desenlace más inevitable que circunstancial”.
Parece entonces claro ¿no? Sí, la economía y el empleo estaban pujantes pero el votante no le perdonó al gobierno de Biden-Harris la inflación y la carestía que trajo como resultado.
Pues bien, miremos de nuevo.
2. El caso de México y sus lecciones
México padeció el mismo flagelo inflacionario que EEUU. De hecho, el coste de vida subió más en México que en EEUU (Figura 3). Peor aún, la economía mexicana ha tenido un crecimiento mediocre con respecto a la estadounidense, a sus pares de la región y a su propio pasado (Figura 4).
Inflación, carestía y crecimiento anémico. Y sin embargo con el triunfo de Claudia Sheinbaum (delfín política López Obrador) en las elecciones presidenciales del 24 de junio, el partido del gobierno fue reelegido por una arrolladora mayoría.
¿Qué es lo que pasó? ¿Acaso hubo factores ajenos a la economía que influyeron en el resultado de la elección, como, por ejemplo, las divisiones internas de la coalición opositora y la incapacidad de la candidata de la oposición de articular un discurso atractivo?
Insisto. No nos salgamos de la economía aún. Es cierto, tanto EEUU como México tuvieron un empuje inflacionario similar en magnitud y en duración. Pero el sentimiento del votante no está sólo determinado por la inflación en sí, sino por la pérdida que ésta normalmente genera en el poder adquisitivo de los salarios.
En México ocurrió todo lo contrario. El poder adquisitivo del salario creció sustantivamente por encima del PIB y acumuló una sustancial mejora durante el sexenio de López Obrador (Figura 5). Esto se debió a una serie de iniciativas clave como el aumento del salario mínimo (que se duplicó en términos reales entre 2018 y 2024); la regulación de la tercerización (outsourcing) que apuntó a asegurar mejores condiciones laborales, acceso a seguridad social, derechos de antigüedad y mejores prestaciones para los trabajadores; y programas de bienestar social que crearon mejoras tangibles para los trabajadores y que tuvieron un efecto mucho más decisivo entre los votantes que los indicadores económicos más generales como el PIB.
Y aquí es donde los caminos recorridos por México y Washington se bifurcan. En EEUU, si bien el PIB creció vigorosamente desde el fin de la pandemia, no ocurrió lo mismo con el poder adquisitivo de los salarios que se mantuvo estancando (Figura 6).
La diferencia entre el PIB y las retribuciones laborales son los ingresos provenientes de otras fuentes: beneficios corporativos, intereses, rentas de la propiedad. Por ejemplo, los beneficios corporativos han subido un 25% en términos reales desde la pandemia en tanto que los ingresos laborales quedaron estancados (Figura 7). Y el acceso a beneficios corporativos (por vía de dividendos o de ganancias de capital) no está distribuido equitativamente sino fuertemente sesgado hacia las personas con elevados niveles educativos y de renta. Según Gallup, un 87% de las personas de altos ingresos tienen inversiones en bolsa, cuando sólo un 25% de las personas de baja renta las tienen.
Eso explica que Trump haya ganado por 39 puntos entre los hombres y por 25 puntos entre las mujeres con bajo nivel educativo (educación secundaria o menor), mientras que perdió por un punto entre los hombres y por 20 puntos entre las mujeres con educación superior.
Quizá es la economía después de todo. Aunque lo esencial no es siempre visible a los ojos.
Conclusiones
Sin desconocer que otros factores pueden haber influido en los resultados de las elecciones presidenciales de EEUU y México, este análisis revela que la economía desempeñó un papel central, aun cuando su efecto no siempre es evidente a partir de variables agregadas como el PIB o la inflación.
Los triunfos de Trump en EEUU y Sheinbaum en México demuestran que, para los votantes, lo crucial no es sólo el crecimiento económico y la inflación, sino su efecto tangible en el poder adquisitivo. En EEUU, el vigoroso crecimiento económico durante la Administración Biden-Harris no se tradujo en un aumento de los ingresos laborales; en cambio, fueron los ingresos no laborales, como rentas y beneficios corporativos –que benefician predominantemente a los sectores con mayor nivel educativo y de altos ingresos– los que crecieron significativamente. Esto explica que Trump haya ganado por 39 puntos entre hombres y por 25 puntos entre mujeres con bajo nivel educativo, mientras que perdió por un punto entre hombres y por 20 puntos entre mujeres con educación superior. En México, aunque la inflación subió tanto como en EEUU y el crecimiento del PIB durante la gestión del presidente saliente, López Obrador, fue mediocre, las mejoras en el poder de compra de los ingresos laborales aseguraron al partido de gobierno un respaldo electoral decisivo.