Tema
El intento de asesinato del expresidente Trump sirvió de espaldarazo temporal para su campaña, pero ese impulso quedó pronto eclipsado por la decisión del presidente Biden de retirarse de la carrera presidencial y el lanzamiento de la campaña de la vicepresidenta Harris para sustituirlo como candidata demócrata.
Resumen
El intento fallido de asesinato del expresidente Trump y su posterior reacción desafiante reforzaron sus apoyos en el seno del Partido Republicano. La elección de J. D. Vance como compañero de candidatura y el éxito notable de la Convención Nacional Republicana le dieron más cobertura mediática y un impulso renovado. Ocho días después del atentado, el punto de mira mediático abandonó a Trump y a Vance para centrarse en la decisión de Joe Biden de retirarse de la campaña, el lanzamiento de la candidatura de Kamala Harris y la rápida y sorprendente cohesión en las filas del Partido Demócrata para prestarle su apoyo. Algunos observadores pronosticaron en un primer momento que el intento de asesinato y la hábil reacción mediática de Trump le darían la Casa Blanca en noviembre, pero la contienda se igualó cuando la atención de los votantes dejó de centrarse en el atentado y empezó a dispararse el entusiasmo por Kamala Harris.
Análisis
1. Introducción
La campaña presidencial estadounidense vivió un periodo convulso de finales de junio a principios de agosto. Hubo un intento de asesinato de un expresidente y actual candidato a la presidencia, la retirada repentina de un presidente que aspiraba a la reelección y el auge repentino y meteórico como candidata presidencial de una vicepresidenta hasta entonces deslucida.
El 27 de junio, el presidente Biden y el expresidente Trump se enfrentaron en su primer (y único) debate. Biden tuvo una noche aciaga y le costó expresar sus ideas, lo que incrementó la presión para, o bien demostrar a los votantes que podía vencer a Trump y ocupar el cargo durante otros cuatro años, o bien dejar paso a un nuevo candidato demócrata. En las semanas siguientes, el incremento de las apariciones de Biden en los medios y en público no sirvió de mucho para disipar las dudas. De hecho, para muchos demócratas, sirvieron para confirmar sus temores sobre la provecta edad del presidente.
A continuación, el 13 de julio, durante la celebración de un mitin en Butler, en el estado de Pensilvania, un atentado estuvo a punto de costarle la vida al expresidente Trump. Una bala le rozó la oreja derecha mientras se dirigía al público, antes de que el Servicio Secreto estadounidense neutralizara la amenaza. Minutos después, Trump, a quien el mundo del espectáculo no le es ajeno, se puso en pie y levantó el puño en señal de desafío mientras le resbalaban por la cara pequeños regueros de sangre. Y gritó: “¡Luchad! ¡Luchad! ¡Luchad!”, antes de que lo sacaran escoltado del escenario.
Dos días más tarde, el 15 de julio, Trump eligió a J. D. Vance, un joven senador republicano de Ohio, como compañero de campaña al inicio de la Convención Nacional Republicana celebrada en Milwaukee (Wisconsin). El respaldo de los delegados a Vance fue abrumador. Trump lució un esparadrapo en la oreja durante toda la convención entre los vítores constantes de sus seguidores. Trump y el Partido Republicano terminaron los cuatro días de convención en una nube, en su punto más alto después de una semana de intensa cobertura mediática.
Más adelante, el 21 de julio, el presidente Biden cedió a las presiones del Partido Demócrata para que se retirara de la pugna por la presidencia e hizo pública su decisión mediante la publicación de un comunicado en redes en el que mostraba su respaldo a su vicepresidenta, Kamala Harris.
Pocas semanas después del abandono de Biden, Harris volvió a ilusionar a los desencantados votantes demócratas, unificó al partido en torno a su campaña, recaudó sumas de dinero considerables, eligió al gobernador de Minesota, Tim Walz, como su candidato a la vicepresidencia y acabó con la ventaja de Trump en los sondeos nacionales.
2. Consecuencias preliminares del intento de asesinato
2.1. Las imágenes de un Trump desafiante contrastan con la nefasta actuación de Biden en el debate presidencial
El instinto de Trump, tras darse cuenta de que había sobrevivido a un intento de asesinato, de levantarse, alzar el puño y arengar a sus seguidores dio pie a que se tomaran imágenes emblemáticas. En ellas se veía a un candidato firme y desafiante que consolidaba la narrativa de la campaña de Trump de que el expresidente era un aspirante fuerte y viril que no se arredra ante nada.
Esta imagen contrastaba sobremanera con la de un Biden cuya edad y agudeza mental habían quedado en entredicho, sobre todo después de su desastrosa actuación en el debate del 27 de junio.
2.2. Entusiasmo y apoyos renovados para Trump
No cabe duda de que el intento de asesinato de Trump y su reacción posterior consolidaron su prestigio entre sus bases. En un sondeo del Wall Street Journal efectuado del 29 de junio al 2 de julio, el 70% de los seguidores de Trump afirmaron estar entusiasmados con su candidatura. El 25 de julio, el porcentaje se había disparado hasta el 85%.
Antes del ataque, Trump ya gozaba de una consideración casi mesiánica por parte de muchos de sus seguidores. El hecho de que escapar de la muerte por muy poco durante un mitin electoral no ha hecho sino cimentar esa opinión entre algunos de sus partidarios. En un sondeo de Reuters/Ipsos del 16 de julio, una tercera parte de las personas encuestadas afirmaron que Trump había sobrevivido al atentado gracias a la intercesión divina.
Su imagen también mejoró entre los votantes ajenos a sus bases fundamentales. En una encuesta del Wall Street Journal del 23 al 25 de julio, el índice de popularidad de Trump era de un 47% de opiniones favorables frente a un 50% de opiniones desfavorables, lo que suponía una subida de cuatro puntos desde el 2 de julio y representaba su máximo porcentaje desde que el Wall Street Journal empezase a preguntar a los votantes en noviembre de 2021.
Ahora bien, no está claro si la opinión de los votantes sobre Trump varió a raíz del intento de asesinato, de la elección de Vance como compañero de campaña, de la Convención Nacional Republicana o por una mezcla de estos factores en distinto grado, ya que esas tres circunstancias se dieron en un plazo de tan sólo una semana.
2.3. Amplificación y fortalecimiento del relato de persecución y victimismo de Trump
El intento de asesinar a Trump dio alas al argumento que utiliza el expresidente en mítines electorales y en sus publicaciones en redes sociales de ser víctima de ataques por parte de “enemigos” o los demócratas.
Trump no consiguió la reelección por muy poco en 2020, por lo que siempre se presenta como si estuviese en el punto de mira de la Administración Biden, haciendo afirmaciones infundadas sobre “tejemanejes electorales”, tildando de persecución política todos sus casos judiciales e incluso difundiendo la historia de que la redada del FBI en 2022 en su residencia de Mar-a-Lago para recuperar documentos clasificados no fue sino un intento del gobierno para asesinarlo.
Una de sus frases habituales en campaña es: “No van a por mí, van a por ti. Yo sólo estoy en medio”. El intento de asesinato parecía validar la afirmación de Trump, sobre todo porque uno de sus seguidores murió y varios resultaron heridos. Si el gobierno descubre pruebas que vinculen al tirador con el Partido Demócrata o con organizaciones de izquierdas, las tesis de Trump se verían amplificadas y reforzadas.
2.4. Percepción de mayores probabilidades de que Trump accediese a la Casa Blanca
Algunos analistas pronosticaron que la supervivencia de Trump y su reacción tras el intento de asesinato le ayudarían a ocupar la Casa Blanca en noviembre. En Joe Biden tenía a un rival con índices de popularidad aún más bajos, con dificultades para movilizar a sus bases y que, además de haberle vencido por la mínima en la última ocasión, había tenido una actuación deplorable en el debate de algunas semanas atrás. En un momento en el que Biden intentaba hacer hincapié en el peligro que conlleva votar a Trump, le costaba expresar ese mensaje con claridad y tanto los medios como los dirigentes del Partido Demócrata y los propios votantes examinaban con lupa todas sus apariciones públicas y analizaban al detalle cualquier error o paso en falso.
2.5. Breve respiro para Biden sin conversaciones sobre su edad avanzada
El atentado desvió por un tiempo la atención del intenso cuestionamiento de la edad y el estado físico del presidente Biden.
Aparte de hablar de inmediato con Trump, con su respuesta al intento de asesinato logró mostrar un aura presidencial y tranquilizadora. Biden pronunció un breve discurso desde el Despacho Oval en el que instaba a los estadounidenses a “enfriar la temperatura de la política nacional”.
Ahora bien, menos de una semana después del atentado, varios líderes demócratas se sumaron a la petición de que se retirara de las elecciones y los diputados demócratas rechazaron la propuesta de confirmar a Biden como candidato antes de la Convención Nacional Demócrata que se celebraría en Chicago (Illinois) del 19 al 22 de agosto.
3. Repercusiones de la decisión de Biden de retirarse y apoyar a Harris
3.1. El intento de asesinato ha quedado eclipsado
La decisión tomada el 21 de julio por el presidente Biden de retirarse de las elecciones de 2024 y respaldar la candidatura de la vicepresidenta Harris dio un vuelco a la campaña presidencial y volvió a poner el foco mediático en el Partido Demócrata.
La investigación sobre el atacante y sobre los fallos en la seguridad del expresidente sigue su curso y tanto el Servicio Secreto como el FBI han sido llamados a testificar en el Capitolio en relación con el atentado. Sin embargo, la cobertura mediática ha pasado a centrarse en Harris y en la puesta en marcha de su campaña presidencial, lo que ha desbaratado el impulso que recibió Trump a finales de junio y principios de julio.
3.2. Se iguala la contienda
El 1 de julio, un sumatorio de sondeos electorales generales a nivel nacional mostraba una ventaja de Trump de tres puntos sobre Harris (43,8% frente a 40,8%). El 17 de agosto, estas encuestas nacionales ponían a Harris por delante con más de dos puntos de ventaja sobre Trump (46,7% frente a 44,4%), lo que supone una subida de cinco puntos en menos de dos meses.
El desarrollo de los acontecimientos fue sorprendente. Antes de entrar en campaña, la percepción que tenían de Kamala Harris la mayoría de los votantes era desfavorable, ya que acarreaba el lastre político de su mandato como vicepresidenta y de su escaso éxito en las presidenciales de 2020. Después de poner en marcha su campaña, ha gozado de una cobertura favorable por parte de los medios, ha recaudado un aluvión de contribuciones financieras y ha recibido una avalancha de apoyos de los votantes que esperaban ansiosos que surgiese una alternativa a dos candidatos ancianos e impopulares.
Harris empezó tejiendo una coalición demócrata más tradicional acercándose a los grupos de votantes demócratas más desencantados, como son los votantes jóvenes, negros, latinos y otros votantes fieles al partido. El 24 de julio, un sondeo de New York Times/Siena College mostró que Harris ya contaba con más apoyos que Biden entre la población joven y de color, sin haber perdido el respaldo de los votantes blancos de mayor edad.
Para ganar las elecciones de 2024, Biden habría necesitado vencer en los estados del Rust Belt, el cinturón industrial del país con Michigan, Pensilvania y Wisconsin, apelando a los votantes blancos de edad avanzada. En estos tres estados en liza, un sondeo de New York Times/Siena College efectuado entre el 28 de abril y el 9 de mayo mostraba a Joe Biden empatado con Trump en Michigan y Pensilvania, y ligeramente por detrás del magnate inmobiliario en Pensilvania. Tres meses después, el sondeo de New York Times/Siena College del 5 al 9 de agosto apuntaba a una ventaja de cuatro puntos de Harris sobre Trump en esos tres estados (50% frente a 46%).
Las encuestas actuales también ponen de manifiesto que Harris se ha abierto a nuevas posibilidades de obtener los 270 votos necesarios en el Colegio Electoral estadounidense para acceder a la Casa Blanca. Harris cuenta con apoyos más sólidos entre los votantes minoritarios, por lo que sus esperanzas están puestas en expandir el mapa y llevar la pugna a otros estados. Un sondeo de New York Times/Siena College del 8 al 15 de agosto reveló que, entre los posibles votantes, Harris supera a Trump por cinco puntos (50% frente a 45%) en Arizona y ha recortado la ventaja de Trump en Georgia (50% frente a 46%) y en Nevada (48% frente a 47%). Se trata de una evolución destacable, habida cuenta de que Trump vencía a Biden con un 50% frente a un 41% en Arizona, Georgia y Nevada en el sondeo de New York Times/Siena College efectuado entre el 28 de abril y el 9 de mayo. La ampliación del mapa obligaría a la campaña de Trump a destinar más tiempo y más recursos a algunos estados en los que la victoria parecía encarrilada.
3.3. Casi cerrada ya la diferencia en el entusiasmo generado por ambos partidos
El entusiasmo de los votantes demócratas ha crecido con fuerza desde que Joe Biden se retiró de la carrera por la presidencia. Si comparamos los sondeos del Wall Street Journal del 2 y el 25 de julio, la brecha en el entusiasmo generado apenas llega ahora al 4%, cuando hace unas semanas se situaba en el 33%.
Además, según un sondeo de ABC News/Ipsos del 26 y 27 de julio, el 76% de los demócratas afirman ahora que es “absolutamente seguro que votarán” en las elecciones de noviembre, lo que representa un incremento del 6% desde que Biden retiró su candidatura.
4. Violencia política en EEUU
4.1. Preocupación entre la ciudadanía
El atentado contra Trump ha disparado el temor a que se produzcan nuevos actos de violencia política. Los dirigentes políticos, entre ellos Biden y Trump, hicieron declaraciones poco después del atentado para instar a los ciudadanos a rebajar el tono acalorado de la retórica política para aliviar tensiones y reducir la posibilidad de que se diesen más actos de ese tipo.
Las encuestas efectuadas tras el intento de asesinato indican que al público estadounidense le preocupa que se produzcan nuevos actos de violencia. El sondeo de Reuters/Ipsos del 16 de julio puso de relieve que al 86% de la población estadounidense le preocupaba “que los actos violentos sumiesen al país en el caos”.
Pese a que el tirador era un votante republicano inscrito y que el FBI aún tiene que averiguar la motivación que subyace al atentado, el 78% de la población estadounidense considera que la polarización política tuvo algo que ver, aunque sea de forma moderada, en que se llevase a cabo el intento de asesinato, según un sondeo de AP/NORC del 25 al 29 de julio.
4.2. Respuesta del gobierno estadounidense
El FBI y el Departamento de Seguridad Nacional publicaron un boletín conjunto de inteligencia el 15 de julio en el que afirmaban seguir “preocupados por la posibilidad de que se produzcan actos de violencia a modo de réplica o represalia tras este atentado”. En el boletín se afirmaba también que determinados “individuos de algunas comunidades presentes en la red han amenazado, alentado o hecho referencia a actos de violencia en respuesta a la tentativa de asesinato”.
Los riesgos en potencia no se limitan a acciones llevadas a cabo por votantes estadounidenses. El 6 de agosto, el Departamento de Justicia hizo pública la detención de un ciudadano pakistaní por reclutar a acólitos para asesinar a miembros del Gobierno estadounidense. Los investigadores creen que recibía órdenes de Irán para atentar contra altos cargos de todo el espectro político, entre ellos el expresidente Trump. El Gobierno estadounidense no ha encontrado pruebas que vinculen a este ciudadano pakistaní con el intento de asesinato del 13 de julio.
4.3. Un historial de violencia política en EEUU
El historial de violencia política de Estados Unidos (EEUU) es un hecho. En los casi 250 años de historia del país, se han asesinado a cuatro presidentes y se han intentado asesinar a otros seis. También ha habido tentativas de asesinato contra candidatos presidenciales y funcionarios del Estado. El atentado más reciente tuvo lugar en 2017, cuando un tirador disparó a Steve Scalise, líder republicano en la Cámara de Representantes, y a otras tres personas, en lo que el FBI calificó como un acto terrorista interno.
Hay quien ha comparado 2024 con 1968, el año en el que se asesinó a dos líderes políticos de envergadura: el defensor de los derechos civiles, Martin Luther King, Jr., en abril; y el candidato demócrata a la presidencia, Robert F. Kennedy, en junio. El país quedó conmocionado tras el asesinato en tan poco tiempo de dos líderes jóvenes que inspiraban ilusión.
Algunas diferencias son patentes entre entonces y ahora. Kennedy y King murieron en 1968, mientras que Trump sobrevivió al intento de asesinato con heridas leves. EEUU también estaba profundamente dividido en 1968 por la participación del país en la Guerra de Vietnam, en la que luchaban más de 500 000 soldados estadounidenses. Hoy en día, pese a que muchos estadounidenses siguen de cerca las guerras entre Rusia y Ucrania y entre Israel y Hamás, con algunas protestas aquí y allá por el apoyo de EEUU a Israel, el gobierno estadounidense no se plantea entrar en esos conflictos. Por último, a la población estadounidense de 1968 le preocupaba sobremanera un posible ataque nuclear de la Unión Soviética en su territorio nacional. EEUU se enfrenta a numerosas amenazas en el presente, pero ninguna se acerca al nivel de un ataque nuclear inminente.
Ahora bien, 2024 comparte algunas características con 1968: EEUU es una nación dividida, el país vive momentos de intensificación de la retórica política, los atentados tuvieron lugar durante un año de elecciones a la presidencia y está creciendo el malestar por los conflictos activos a nivel mundial.
Conclusiones
Incluso antes de que Joe Biden retirara su candidatura a la presidencia y de que se disparase la popularidad de Kamala Harris, no había muchas posibilidades de que el intento de asesinato de Donald Trump fuese a cambiar de un modo radical la trayectoria preelectoral.
A nivel estadístico, Biden y Trump se mantuvieron en tablas durante la mayor parte de 2024 pese a los cuatro juicios penales contra Trump o la inquietud del electorado por la edad de Biden. Por ejemplo, según un sondeo de la NBC del 7 al 9 de julio, la desventaja de Biden frente a Trump sólo era de un 2%, a pesar de que el 65% de los votantes manifestaban “una gran preocupación” por la salud física y mental de Biden, y un 33% se declararon satisfechos con Biden como candidato.
Por suerte, y a diferencia del expresidente Ronald Reagan, quien tuvo que ingresar en un hospital al borde de la muerte en marzo de 1981, Trump apenas sufrió heridas de poca entidad en la oreja. Esta circunstancia hace que, para los votantes, y en especial para quienes no apoyan a Trump, resulte más fácil pasar página del atentado.
A pesar del llamamiento inmediato de Trump en el que instaba a rebajar el tono dialéctico tras el intento fallido de asesinato, tampoco ha procurado unificar el país ni granjearse simpatías hacia su persona. De hecho, volvió en seguida al modo de ataque que en él es habitual. En el discurso que pronunció el 18 de julio durante la Convención Nacional Republicana, intentó promover la unidad y se comprometió a ser el presidente “de todo el país”. Sin embargo, cuando se apartó de los comentarios que traía preparados, acusó a los demócratas de “hacer trampas” en las elecciones de 2020 y se quejó de la “invasión” de inmigrantes, entre otros de los temas habituales de sus discursos de campaña. En una conferencia de prensa que tuvo lugar el 15 de agosto, justificó de este modo sus ataques hacia Kamala Harris: “Creo que tengo derecho a esos ataques personales. No le tengo mucho respeto”. Y añadió: “Quieren que sea amable, pero ellos no están siendo amables conmigo”.
Es probable que el tiempo que los votantes pueden simpatizar con un candidato a la presidencia por ser víctima de un atentado se reduzca por el hecho de que queden menos de cuatro meses para las elecciones. No es esperable que los seguidores demócratas acaben simpatizando mucho con Trump por el desprecio que sienten por él y el tiempo restante limitado para persuadir a los votantes antes de las elecciones.
Por último, el registro histórico nos muestra que las simpatías hacia líderes electos o candidatos que sobreviven a un intento de asesinato tienen fecha de caducidad. Cuando dispararon a Reagan, su índice de popularidad saltó del 60% al 68%, pero, cuando la economía se deterioró, su popularidad cayó hasta el 49% nueve meses después.