¿Qué horizonte estratégico a 10 años para las relaciones hispano-turcas?

¿Qué horizonte estratégico a 10 años para las relaciones hispano-turcas?

Tema: Este documento analiza la evolución reciente de las relaciones entre España y Turquía y dibuja 10 objetivos a alcanzar durante la próxima década.

Resumen: Las relaciones entre España y Turquía se han intensificado y diversificado en los últimos 20 años, cuentan con un marco estructurado de relaciones entre ambos gobiernos y se ha producido un salto espectacular en el nivel de inversión española en Turquía. La evolución de las relaciones bilaterales estará condicionada por la evolución política y económica de ambos países, por cómo se estructuren las relaciones entre Turquía y la UE y por los efectos de la inestabilidad regional. Valorando estos elementos como riesgos y oportunidades, este documento dibuja 10 objetivos estratégicos que España, en colaboración con las autoridades turcas, puede intentar alcanzar con la vista puesta en el año 2023.

Análisis: ¿Cómo serán y cómo deberían ser las relaciones entre España y Turquía dentro de 10 años? La respuesta rápida a esta pregunta es que sólo con que se mantenga el nivel de intensificación y diversificación que han experimentado en la última década estaremos ante unas relaciones bilaterales de una gran solidez. Y cuanto antes Turquía salga de la zona de turbulencias políticas y económicas en la que ha entrado en los últimos meses, y España deje definitivamente atrás las distintas crisis que atraviesa, mayor potencial tendrán estas relaciones.

En los últimos años los dos países han consolidado un marco de diálogo político regular entre sus gobiernos, ha habido un aumento sostenido de intercambios comerciales y un desembarco importante de inversores españoles en sectores clave de la economía turca. Hasta el momento ni los cambios políticos en un país y el otro, ni la crisis económica, ni los altibajos que han caracterizado las relaciones entre Turquía y la UE han dañado estas relaciones.

Este análisis tiene dos propósitos. El primero es explicar en qué momento se encuentran las relaciones bilaterales y qué factores han favorecido su rápida expansión. El segundo, definir cómo deberían evolucionar durante la próxima década, identificando 10 objetivos para el horizonte 2023. ¿Por qué esa fecha? Porque en Turquía tiene un significado especial ya que se conmemora el centenario de la proclamación de la República.

El primer ministro turco se ha marcado una serie de objetivos económicos para 2023. Aspira, por ejemplo, a ser una de las 10 principales economías del mundo, doblando el PIB respecto las cifras actuales gracias a una gran expansión comercial, atracción de inversiones, desarrollo de nuevas infraestructuras y creación de empleo.[1] En el ámbito de la política exterior, según el ministro Ahmet Davutoglu, Turquía aspira a ser uno de los Estados miembros más influyentes de la UE y, a la vez, contribuir de forma decidida a resolver los conflictos regionales y favorecer la integración regional en su entorno más cercano.[2]

Dado el actual clima de tensión política en Turquía, las dudas globales sobre el potencial de crecimiento de las economías emergentes y el hecho de que se hayan deteriorado en los últimos años las relaciones con algunos de los vecinos de Turquía, varios de estos objetivos parecen más difíciles de alcanzar que el día en que se formularon. No obstante, aunque con dificultades, a un ritmo menor y quizá con fluctuaciones, la turca seguirá siendo una de las principales economías de Europa y del Mediterráneo, con un sector empresarial dinámico y una población joven. Es poco probable que para entonces se haya integrado plenamente en la UE pero las relaciones con el resto del continente europeo serán decisivas y Turquía seguirá desempeñando un papel clave en la seguridad europea y regional. Difícilmente habrá alcanzado el objetivo de tener cero problemas con sus vecinos, pero Turquía será una potencia media con incidencia global y especialmente activa en los Balcanes, en Oriente Medio, en el Cáucaso y en Asia Central. Por todo ello, unas buenas y diversificadas relaciones con Turquía seguirán siendo, en 2023, un activo para una España comprometida con la integración europea y con la cooperación en el Mediterráneo.

¿De dónde venimos?
Durante largos años las relaciones entre España y Turquía fueron cordiales pero de perfil bajo. Y es precisamente porque se empezó desde un nivel tan modesto que las relaciones entre ambos países han podido dar un salto espectacular en tan poco tiempo.[3] Además, la inexistencia de conflictos bilaterales y una percepción en ambos países de que existen ciertos paralelismos en el proceso de modernización, europeización y democratización, ha ayudado a empujar estas relaciones.[4]

Aunque en los años 50 ya se firmaron algunos acuerdos y un tratado de amistad, no fue hasta que España recuperó la democracia y se incorporó a la OTAN y la UE cuando se dio un paso adelante. Desde mediados de esa década se intensificaron los contactos políticos y suele citarse, como momento culminante, la visita del entonces primer ministro Turgut Özal a España en 1989, coincidiendo con la primera presidencia de turno de la UE. En sus entrevistas con el presidente del Gobierno, Felipe González, y con el Rey, recabó un apoyo explícito de España a la vocación europea del país y se promovieron las relaciones económicas, entre otros a través de un contrato con la empresa aeronáutica CASA. Desde entonces, los crecientes intereses económicos y el apoyo de España a la candidatura turca de adhesión a la UE han sido dos constantes en las relaciones hispano-turcas.[5]

La continuidad es, probablemente el concepto que mejor las define. Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, como presidentes del Gobierno, han promovido la intensificación de las relaciones bilaterales y han brindado el apoyo de España para que Turquía acelere sus negociaciones de adhesión a la UE. Es decir, los cambios de gobierno no han alterado las políticas de España en relación a este país y, como mucho, han aportado matices distintos.[6] Este apoyo se ha visibilizado en algunos momentos clave, como en 1995 cuando una parte de la izquierda europea se oponía a la firma de una Unión Aduanera con Turquía,[7] en 2002 con la poco conocida mediación española para acercar posiciones entre Grecia y Turquía sobre la cooperación en materia de defensa entre la UE y la OTAN y en 2010, en la última de las presidencias de turno de la UE, cuando España luchó para que se abriese un capítulo en las negociaciones de adhesión en un momento en que el proceso estaba en punto muerto.[8] También ha dado lugar a iniciativas conjuntas en el ámbito internacional como el coliderazgo de la “Alianza de Civilizaciones” durante el gobierno de Rodríguez Zapatero.[9]

¿Dónde estamos?
En el plano político lo más destacable es que Turquía es uno de los pocos países con quien España ha puesto en marcha cumbres gubernamentales periódicas o, lo que es lo mismo, Reuniones de Alto Nivel (RAN). Un trato que sólo se reserva a los grandes Estados de la UE, a Portugal y a los países del Magreb. Tampoco son muchos los países con quién Turquía mantiene cumbres regulares a las que suele denominar “Consejos de Cooperación de Alto Nivel” y que desarrolla, preferentemente con países vecinos. Seguramente, el mayor paralelismo es con Italia, con quien Turquía inició esta dinámica incluso antes que con España.[10]

La primera RAN hispano-turca tuvo lugar en Estambul en abril de 2009 y la quinta se celebró en Ankara el 11 de febrero de 2014, siendo la primera visita oficial de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno a Turquía. Como viene siendo habitual, junto a los jefes de gobierno participaron varios ministros sectoriales (Fomento, Defensa e Interior) y secretarios de Estado (Asuntos Exteriores y Comercio), se impulsaron proyectos de colaboración bilateral y se volvió a expresar el apoyo de España a que prosigan las negociaciones de adhesión.[11] Mariano Rajoy aprovechó la ocasión para inaugurar junto a Erdogan un tramo de la línea 3 del metro de Ankara en cuya ejecución ha participado la constructora barcelonesa COMSA EMTE, seguido de una más controvertida aparición en un acto de marcado carácter electoral a pocas semanas de las elecciones locales.

Observamos cómo en los últimos años la agenda de las relaciones bilaterales ha aumentado el peso de temas económicos y empresariales en detrimento de la dimensión de política exterior. Esto se debe, en parte, a un escaso entusiasmo del actual gobierno con la “Alianza de Civilizaciones”, hasta hace pocos años el buque insignia de la colaboración en materia de política exterior entre ambos países y que había recibido numerosas críticas del PP cuando estaba en la oposición. El gobierno del PP ha rebajado su implicación pero no se ha retirado de la iniciativa, para evitar efectos no deseados en las relaciones con Turquía o perjudicar las aspiraciones de España a ocupar uno de los puestos no permanentes en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para el período 2015-2016. De hecho, Turquía es junto a Nueva Zelanda uno de los competidores.

Pero la primacía de la agenda económica sobre la política exterior se debe, sobre todo, al dinamismo y potencial de estas relaciones, hasta el punto de eclipsar el resto de la agenda. Es en el ámbito de la inversión donde los avances han sido más espectaculares (véanse las Tablas 1 y 2). Sigue llamando la atención cuán asimétrica es esta relación, puesto que el nivel de inversión de empresas españolas en Turquía es 13 veces superior que el de las empresas turcas en España, pero la tendencia parece positiva, con un crecimiento notable entre 2011 y 2013.

Tabla 1. Flujos inversión bruta de España en Turquía, 2004-2013 (en miles de euros)

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Fuente: Ministerio de economía y competitividad.

Tabla 2. Flujos inversión bruta de Turquía en España, 2004-2013 (en miles de euros)

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Fuente: Ministerio de economía y competitividad.

En 2011 Turquía se convirtió, incluso, en el primer país receptor de inversión española gracias, en buena medida, a la decisión de BBVA de comprar un 24% de las acciones de Garanti, el tercer banco del país, sumándose a otros grupos españoles como Sabadell y la Caixa que también están implantados en el país aunque a un nivel más discreto. Además del bancario, las infraestructuras, el textil, la energía, los suministros y los seguros son algunos de los sectores donde varias empresas españolas como OHL, CAF, Inditex, Mango, Técnicas Reunidas, Abgar y Mapfre han hecho una apuesta por Turquía.[12]

A nivel comercial también se observa un crecimiento notable (véase la Tabla 3) y en 2013 Turquía representa el 10º mercado para los productos españoles, por encima de economías emergentes como China y Brasil, y para Turquía, España ocupa el noveno puesto en su ranking. Las exportaciones españolas a Turquía se han doblado en los últimos 10 años mientras que las importaciones de productos turcos ha crecido pero a un nivel menor, aumentando así el saldo comercial a favor de España. El impacto de la crisis económica se dejó sentir los años 2008 y 2009 pero las exportaciones españolas se recuperaron rápidamente, fruto de mejoras en la competitividad y de una economía turca que volvió a la senda del crecimiento mucho antes que las economías de la zona euro.

Tabla 3. Evolución de las relaciones comerciales, 2004-2013 (en miles de dólares)

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Fuente: Turkish Statistical Institute.

Este aumento de intercambios comerciales y de actividad inversora ha tenido una traducción institucional con la creación de la Cámara de Comercio Hispano-Turca, refundada en 2011,[13] y actividades como el encuentro hispano-turco “Inversiones y oportunidades en Turquía”, organizado por el Ministerio de Economía de Turquía, la Agencia de Apoyo y Promoción de Inversiones en Turquía, la Embajada turca en Madrid, la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) y BBVA.[14]

A nivel social y cultural queda más camino por recorrer pero se observan indicios positivos. Un punto de inflexión fue la apertura del Instituto Cervantes en Estambul en 2001 y desde entonces ha habido varias iniciativas para potenciar las relaciones entre ambas sociedades, sobre todo en el plano cultural y universitario, especialmente a partir de 2004 con la entrada de Turquía en el programa Erasmus. Una de las iniciativas más recientes fue la participación de Turquía como país invitado en la edición de 2013 de ARCO, la feria de arte contemporáneo de Madrid.[15] El número de conexiones aéreas directas entre España y Turquía ha aumentado significativamente en los últimos años, no sólo en frecuencia (algunos días hay hasta cuatro vuelos entre Barcelona y Estambul) sino también en cobertura, ya que además de las rutas clásicas a Madrid y Barcelona Turkish Airlines vuela a Málaga, Bilbao, Valencia y Santiago de Compostela.

Gracias a estas conexiones y al crecimiento económico en Turquía, en los últimos años se ha producido un aumento significativo de turistas turcos en España (de 130.000 en 2011 a 182.000 en 2013).[16] Siguiendo la misma tendencia, según datos del Ministerio de Empleo, se ha más que doblado el número de visados concedidos a ciudadanos turcos en menos de 10 años, de 15.281 en 2003 a 39.742 en 2012 (véase la Tabla 4). Estas cifras, que muestran una creciente conexión entre ambas sociedades, contrastan todavía con el escaso pero creciente número de españoles residentes en Turquía y viceversa (véase la Tabla 5).

Tabla 4. Visados concedidos a ciudadanos turcos, 2002-2012

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Fuente: Ministerio de Empleo y Seguridad Social.

Tabla 5. Residentes turcos en España y españoles en Turquía, 2002-2014

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Fuente: residentes turcos en España, Ministerio de Empleo y Seguridad Social; y residentes españoles en Turquía, INE.

¿Dónde querríamos estar en 2023?
La evolución política y económica tanto de Turquía como de España, así como los avances o retrocesos en las negociaciones entre Turquía y la UE, van a condicionar el contenido e intensidad de las relaciones bilaterales en la próxima década. El año 2014 no va a ser recordado como uno de grandes avances, más bien al contrario. No obstante, si se amplia la perspectiva, a diez años vista, se constata que la economía turca va a ser una de las más potentes de Europa y del Mediterráneo y que con una población joven y dinámica, y situada en un espacio estratégico, tiene todavía potencial de crecimiento.

Es mucho más difícil dibujar cuál va a ser la evolución política para entonces. Las elecciones municipales de marzo de 2014 en Turquía dibujan, para los próximos meses y quizá años, un escenario de tensión y polarización en el que el AKP sigue manteniendo el apoyo de casi la mitad de la población. Erdogan aspira a seguir activo en una u otra forma en la vida política turca y su figura genera, casi por partes iguales, adhesión y rechazo. El AKP ha gobernado el país durante 12 años. ¿Seguirá siendo la pieza central del mapa político turco en 2023? Una pregunta imposible de responder, y más si se conoce cuán volátil ha sido durante los últimos 50 años el sistema de partidos políticos en Turquía. En todo caso, lo que sí puede afirmarse es que un escenario de polarización social y política no favorecerá las aspiraciones turcas de desempeñar un papel clave en la agenda europea, regional e internacional.

Es poco probable que en 2023 Turquía se haya integrado plenamente en la UE pero, a la vez, ninguna de las partes está interesada en una ruptura abrupta.[17] El encaje de Turquía en la construcción europea en los próximos 10 años va a depender no sólo de la voluntad de los gobiernos turcos sino también, y sobre todo, de la voluntad política en la UE y de cómo evolucione la propia integración europea, si sigue considerando que la ampliación es uno de los pulmones de la construcción europea y si se crean nuevas figuras de semi integración, por ejemplo en función de cómo evolucionen las relaciones entre el Reino Unido y el resto de la UE.[18] La resolución o no del conflicto de Chipre también es un elemento a tener en consideración.[19]

En cuanto a las relaciones con sus vecinos de Oriente Medio, el objetivo de situarse en el centro de una dinámica de integración regional y de reducir los conflictos abiertos con los países vecinos parece hoy algo más difícil de alcanzar que hace tres o cuatro años. Las relaciones con Egipto, con Israel, con algunos países del Golfo y con el gobierno de Bashar al-Assad son tensas. En cambio, han mejorado sustancialmente con las autoridades kurdas del norte de Irak. Una vez más, no todo está en manos de Turquía sino que los cambios que se produzcan en la región van a condicionar qué papel puede desempeñar. Pero en todos los escenarios Turquía seguirá siendo, por tamaño, por historia, por capacidad militar, por intereses económicos y por situación geográfica, un actor a tener en cuenta.

La capacidad de incidencia de España en el proceso negociador de Turquía con la UE es limitada y aún lo es más en relación a las dinámicas regionales Oriente Medio o en la evolución política y económica de Turquía. Pero teniendo en cuenta todos estos factores, y con el horizonte puesto en 2023, a continuación se detallan 10 objetivos concretos que podrían alcanzarse para esa fecha, señalando también qué factores pueden impedirlo o dificultarlo.

Objetivos políticos
(1) Mantener y consolidar un sistema de contactos gubernamentales regulares cuyo fruto sean proyectos e iniciativas conjuntas que se desarrollen en el plano bilateral o que se trasladen de forma conjunta a escala internacional y europea. Uno de los principales riesgos es quedar atrapado en una dinámica de “cumbritis”, convirtiendo estas ocasiones en un acto rutinario, que se celebra por inercia pero al que ninguna de las partes conceda una importancia estratégica. Para evitar que esto suceda es importante encontrar fórmulas para que, desde los ministerios sectoriales pero también desde la sociedad civil (por ejemplo a través de un diálogo entre think tanks de ambos países), se identifiquen nuevos ámbitos de interés común, surjan nuevas ideas que puedan ser impulsadas al más alto nivel y se generen propuestas concretas que sean refrendadas políticamente en las cumbres. En ocasiones especiales este tipo de ejercicios puede ampliarse a terceros países, creando grupos ad hoc que lideren alguna iniciativa en el plano europeo o internacional. Italia, un país con quien tanto España como Turquía mantienen este tipo de relación, podría ser un socio natural.

(2) Contribuir, en la medida de las posibilidades de España, a que Turquía tenga unas relaciones lo más estrechas posibles con la UE. Es en clave europea que se han intensificado de las relaciones bilaterales tanto en el plano comercial (Unión Aduanera) como político (España como aliado de Turquía en la UE) y un distanciamiento, o peor aún, una ruptura entre Turquía y la UE podría dañar el conjunto de relaciones bilaterales con los Estados miembros. Además, los avances en las negociaciones de adhesión no deben ser el único indicador de este nivel de acercamiento. Por ejemplo, conseguir que rápidamente se produzca una facilitación y posteriormente una liberalización de visados para los ciudadanos turcos, puede tener un gran impacto a nivel práctico y también emocional.[20] Para continuar desempeñando un papel constructivo, es esencial que en España el debate sobre Turquía continúe siendo sosegado y no sea secuestrado por intereses políticos partidistas como sucede en otros países europeos. También será necesario que se reduzca el actual clima de polarización política y social en Turquía y este país vuelva a tomar la senda de la reforma y la consolidación democrática. Finalmente, para tener incidencia a escala europea España deberá coordinarse con otros Estados como Suecia, Finlandia, Polonia, Italia y el Reino Unido que comparten la misma visión.

(3) El Mediterráneo seguirá siendo un espacio natural de colaboración entre ambos países, que no deberían limitarse a las iniciativas ya existentes como la Unión por el Mediterráneo o la “Alianza de Civilizaciones”. Turquía y España comparten la visión de que el multilateralismo y el diálogo y cooperación regional son instrumentos útiles para conseguir mayor estabilidad y prosperidad. Deberán apoyar aquello que ya funciona y encontrar alternativas para desbloquear el diálogo político regional. Asimismo, España deberá apostar por una mayor colaboración entre Turquía y la UE en materia de política exterior y muy especialmente hacia los vecinos comunes. Finalmente, deberán trabajar para que los países del espacio mediterráneo y de la UE cuenten con mecanismos más eficaces para reaccionar ante crisis humanitarias y conflictos como el que desangra Siria desde 2011.

(4) Abrirse a nuevos horizontes, especialmente en un momento en que Turquía se proyecta como potencia media con voluntad de incidencia a nivel global. En los últimos años la diplomacia turca continuará reforzando su presencia en Asia Oriental, en América Latina y África Subsahariana. España tiene una sólida presencia en algunos de estos espacios (Filipinas, África Occidental y, obviamente, América Latina y el Magreb) y puede ser un socio útil. Del mismo modo, España puede explorar cómo aprovechar los lazos con Turquía para aumentar su presencia en el Cáucaso, en Asia Central y en los Balcanes.

Objetivos económicos
(5) Impulsar el crecimiento y diversificación de la inversión española en Turquía. Será difícil repetir hitos como el de 2011, cuando Turquía se convirtió en el primer destino de la inversión española. Pero sí que es posible pensar que aquellos que ya han invertido en Turquía aumenten su presencia y que el país pueda atraer a nuevos inversores. Para que esto sea así deben producirse tres hechos. El primero es que haya unas perspectivas económicas de crecimiento sostenible. Si el inversor intuye que Turquía va a crecer en los próximos años a niveles superiores al 4%, que se consolidará una clase media, que va a desarrollar grandes proyectos de infraestructuras y que va a diversificar sus fuentes de suministro energético a través de las renovables, el interés en este país va a aumentar. En cambio, si persisten los rumores sobre una crisis de las economías emergentes o sobre una burbuja inmobiliaria, puede ahuyentar al inversor más conservador, especialmente si viene de un país como España que ha conocido los efectos prolongados de la crisis y de las burbujas.

El segundo son unas perspectivas políticas más inclusivas. La polarización y la tensión política y social tampoco seducen a un inversor que, además, probablemente haya entrado o se plantee entrar en el mercado turco de la mano de socios locales.

Finalmente, el éxito de aquellos que ya han invertido puede generar un efecto llamada, no sólo entre empresas del mismo sector o del mismo tamaño, contribuyendo así a una diversificación de los sectores y a que la pequeña y mediana empresa, muy presente en otros países como Marruecos pero menos en Turquía, decida apostar por este país.

(6) Atraer inversión turca hacia España. Los niveles actuales son muy bajos y el objetivo sería multiplicarlos en la próxima década hasta acercarlos, en 2023, a una cuarta parte de la inversión española en Turquía. No estamos ante un problema específico de España, aunque ciertamente la recuperación de la economía ayudaría a aumentar el atractivo del país. Las empresas turcas han sido, hasta el momento, poco dadas a invertir en terceros países.[21] En eso contrasta con la estrategia de las multinacionales de América Latina o de la India, que sí se caracterizan por apostar por la internacionalización de la inversión. Parecería razonable que en los próximos años algunas empresas turcas opten por la misma línea y, de producirse, desde España tiene que aprovecharse la buena sintonía en las relaciones bilaterales para presentarse ante ellas como un destino atractivo y a la vez seguro.

(7) Seguir siendo uno de los principales socios comerciales, aspirando a aumentar en un 50% el volumen de exportaciones españolas a Turquía durante los próximos 10 años. Si se sigue la dinámica de los últimos años lo más probable es que España baje algunos lugares en el ranking de socios comerciales para Turquía, no porque disminuyan los intercambios comerciales entre ambos países sino porque el ritmo de crecimiento va a ser mayor con otros países de su entorno más cercano o con otras economías emergentes.

(8) Convertir España en un polo de atracción para los turistas turcos. Como hemos visto el número de turistas turcos en España ha crecido significativamente, en sintonía con el crecimiento de su economía y con el número creciente de conexiones aéreas entre ambos países. Aun así, todavía hay margen para que estas cifras crezcan. Las grandes ciudades españolas así como el patrimonio árabe-musulmán son dos atractivos turísticos que podrían atraer a un número mayor de ciudadanos turcos. Para ello, el gobierno español debería ser más activo a escala europea en la demanda de que se produzca una facilitación y a medio plazo liberalización de visados con este país. También deberían realizarse estrategias focalizadas por parte de las oficinas de promoción turística para atraer el turismo turco hacia España.

Objetivos socio-culturales
(9) Una colaboración más estrecha entre agentes sociales, culturales, educativos y mediáticos. El objetivo final es que la colaboración entre homólogos turcos y españoles tenga una dinámica propia, sin requerir el impulso gubernamental. No obstante, en ocasiones es necesario este apoyo para iniciar el proceso. Asimismo, sería deseable que durante los próximos 10 años Turquía y España respectivamente sean países invitados en grandes acontecimientos culturales. No sólo por un tema de visibilidad sino porque a raíz de estas colaboraciones puntuales pueden surgir relaciones más estructuradas entre agentes culturales, distribuidores, etc. En el plano educativo, la participación de Turquía en programas financiados por la UE seguirá siendo la mejor plataforma para una colaboración regular entre universidades y centros de investigación de ambos países. Finalmente, sería deseable una mayor colaboración entre los grandes medios de comunicación de ambos países como ya se hace con homólogos de otros países europeos para compartir artículos, reportajes o entrevistas.

(10) Aumentar el conocimiento mutuo de las lenguas y culturas de ambos países. El esfuerzo por promocionar en Turquía el conocimiento del castellano, y en menor medida de otras lenguas peninsulares, ha tenido éxito en Turquía y deberá proseguirse esta política, entre otros, intentando llegar a ciudades pequeñas y medianas, algunas económica y culturalmente muy pujantes, en la que todavía no exista esta oferta. No obstante, las posibilidades de adquirir conocimientos de lengua turca en España son mucho más escasas y ambos gobiernos deberían trabajar conjuntamente para colmar este vacío.

Conclusión: Aunque las relaciones con Turquía han aumentado significativamente en los últimos años, hay margen para intensificarlas y dotarlas de mayor contenido. Dar mayor continuidad a la labor de las cumbres, trabajar para un mejor encaje de Turquía en la UE, colaborar en el espacio mediterráneo pero también en otros espacios de interés común, impulsar el crecimiento y diversificación de la inversión y el comercio, hacer de España un destino atractivo para el turista turco, potenciar la colaboración regular entre agentes sociales culturales, educativos y mediáticos y aumentar el conocimiento mutuo de las lenguas respectivas son algunos de los objetivos que España, en colaboración con las autoridades turcas, debería fijarse para la próxima década.

Eduard Soler i Lecha
Coordinador de investigación, CIDOB
[1] AKP (2012), “ Political Vision of AK PARTi (Justice and Development Party) 2023”, AKP Manifesto, 30/IX/2012.

[2] Ahmet Davutoğlu (2011),“ Vision 2023: Turkey’s Foreign Policy Objectives”, Londres, 22/XI/2011, .

[3] Para profundizar en esta idea véase Eduard Soler i Lecha (2013), “Spain and Turkey: can relations further widen and deepen?”, Turkey Policy Brief Series, International Policy and Leadership Institute, 10ª edición.

[4] Carmen Rodríguez (2010), “España y Turquía: relaciones y paralelismos”, en Bernabé López y Miguel Hernando (eds.), España, el Mediterráneo y el mundo arabomusulmán, Icaria, Barcelona, pp. 309-324.

[5] Véase, entre otros, William Chislett (2009), “España-Turquía: Una relación incipiente”, ARI, Real Instituto Elcano, 8/VII/2009; y Eduard Soler i Lecha (2011) “Las relaciones hispano-turcas: buena sintonía pese al estancamiento europeo”, Anuario Internacional CIDOB 2011, CIDOB, Barcelona.

[6] Eduard Soler i Lecha e Irene García (2010), “Spanish Perceptions”, en Sait Aksit, Ozgehan Senyuva y Çigdem Üstün, Turkey Watch: EU Member States’ Perceptions on Turkey’s Accession to the EU, CES-METU, Ankara, pp.74-89.

[7] Para más detalle sobre estas gestiones véase Carmen Rodríguez, op. cit.

[8] Deniz Devrim, Jonathan Levack y Eduard Soler i Lecha (2010), “Regaining Momentum. Turkey during the Spanish EU Presidency”, Foreign Policy Analysis Series, nº 12, TESEV, Estambul.

[9] Laia Mestres y Eduard Soler i Lecha (2008), “Spain and Turkey: A long-lasting Alliance in Turbulent Context”, Insight Turkey, vol. 8, nº 2, pp. 117-126.

[10] Sobre las relaciones italo-turcas véase el número especial de Perceptions. Journal of International Affairs, Spring 2011, vol. XVI, nº 1, Center for Strategic Research, Ankara y, especialmente, el artículo de Emiliano Alessandri titulado “Italian-Turkish Relations: Potential and Limits of a ‘Strategic Partnership’”, pp. 91-110.

[11] “Conferencia de prensa del primer ministro de la República de Turquía y del presidente del Gobierno después de la Reunión de Alto Nivel Turco-Española Ankara”, La Moncloa, 11/II/2014.

[12] William Chislett (2013), “Turkey’s economy slows down: will this affect Spain’s burgeoning trade and investment?”, ARI, Real Instituto Elcano, 16/I/2013.

[13] Para más detalle sobre sus objetivos y miembros véase su : web.

[14] “Francisco González: ‘Turquía y España tienen un gran futuro por delante’», Sala de prensa, BBVA, 27/XI/2012.

[15]“Turquía, país invitado en ARCO’13”, ABC, 9/III/2012, .

[16] Datos proporcionados por el Ministerio de Industria, Energía y Turismo recogidos en Frontur (Estadística de movimientos turísticos en frontera).

[17] Eduard Soler i Lecha (2013), “Un nuevo capítulo en la negociación UE-Turquía: un paso necesario, pero insuficiente”, Notes internacionals CIDOB, nº 78, CIDOB, Barcelona.

[18] Idea expuesta por Sinan Ülgen, miembro del Consejo Ejecutivo de EDAM, en el seminario Turquía, España y la UE: una agenda común que tuvo lugar en Barcelona el 10 de octubre de 2013. De forma más amplia otros autores han estudiado el impacto que para Turquía podrían tener los cambios en la construcción europea a raíz de la crisis actual: Soli Özel (2012), “Turkey and the European Sclerosis”, The Euro Future Project Paper Series, German Marshall Fundo f the United States; Dimitar Bechev y Natalie Tocci (2011), “Will Turkey find its place in post-crisis Europe?”, EU-Turkey Monitor, vol. 7, nº 2/3; y Eduard Soler i Lecha (2013), “Crise et affaiblissement de l’Europe du Sud: implications pour la Turquie”, Notes Franco-Turques, nº 8, París, IFRI.

[19] Sobre los escenarios que se abren ante la actual ronda de negociaciones, véase el controvertido informe International Crisis Group (2014), “Divided Cyprus: Coming to Terms on an Imperfect Reality”, Europe Report, nº 229, 14/III/2014.

[20] Véase, entre otros, European Stability Initiative (2013), Cutting the Visa Knot. How Turks can travel freely to Europe, 21/V/2013.

[21]“Turkey at the bottom rung of ladder in investments abroad”, Hurriyet Daily News, 8/VI/2013.