¿Qué esperar del nuevo gobierno de Modi? Cambios en casa, continuidad en el exterior

Narendra Modi en Varanasi, India, 13 de mayo de 2024.
Narendra Modi en Varanasi, India, 13 de mayo de 2024. Foto: Ritesh Shukla / Getty Images.

Tema
Análisis de los resultados de las elecciones legislativas indias de 2024 y su efecto esperado en la política doméstica y exterior de este país.

Resumen
La victoria agridulce del Bharatiya Janata Party (BJP), liderado por Narendra Modi, que obtuvo 240 diputados, presenta tres importantes cambios en la política doméstica, concretados en el reforzamiento de los partidos regionales, el debilitamiento del BJP y del propio liderazgo de Narendra Modi y el resurgimiento de la oposición como verdadero contrapeso. En el ámbito doméstico, la capacidad de movilización del nacionalismo hindú parece haber tocado techo lo que puede llevar a Modi a poner más énfasis en la agenda económica. A nivel de política exterior, no se prevén grandes cambios, si bien, presumiendo una mayor apuesta por el área económica de Modi, se tratarán de reforzar los lazos de la India con sus principales socios comerciales.

Análisis

1. Claves electorales

El resultado final de las elecciones no produjo el esperado paseo triunfal de Modi y el BJP y sí un fuerte correctivo a sus aspiraciones de convertirse en fuerza hegemónica. Con un resultado de 240 escaños y 236 millones de votos, el BJP no sólo quedó muy lejos de la ambición de los 400 escaños, sino que perdió la mayoría absoluta (272), sufriendo una fuerte caída de los 303 diputados que obtuvo en 2019. La Alianza Democrática Nacional (NDA, por sus siglas en inglés), la coalición de partidos liderada por el BJP, junto a partidos regionales como el Janata Dal (United) de Bihar, el Telugu Desam de Andhra Pradesh o el Shiv Sena de Maharastra sí alcanzó la mayoría absoluta con 293 escaños (42,5% del voto). La opositora, Alianza Inclusiva India por el Desarrollo Nacional (INDIA, por sus siglas en inglés), liderada por el histórico Congreso Nacional Indio (INC), junto a partidos regionales como el Samajwadi Party centrado en Uttar Pradesh, el All India Trinamool Congress (AITC operando en West Bengal) o el Dravida Munnetra Kazhagam (DMK) en Tamil Nadu, dio la gran sorpresa, obteniendo el 40,6% del voto y 234 escaños.  

Las claves de estas elecciones han sido cuatro.

En primer lugar, podría argumentarse, que el BJP ha llegado a un techo electoral y presenta cierta fatiga y debilidad. Si bien el BJP ha vuelto a ganar las elecciones, el aumento significativo, tanto en votos –17 millones– como en diputados –47– del INC, ha supuesto la normalización en la distribución de poder en la India. Los resultados de 2019, donde el INC obtuvo los peores resultados de su historia con 52 diputados, han quedado atrás y las elecciones indias, y este aspecto es determinante, han vuelto a ser competitivas.

En segundo lugar, los grandes cambios en la distribución de escaños se han visto concentrados esencialmente en dos estados claves del país y que en las pasadas elecciones fueron un granero de escaños para el BJP: Uttar Pradesh, el estado más poblado del país con 240 millones de personas, y Maharashtra, cuya capital Bombay, es uno de los pulmones económicos del país.

En el caso de Uttar Pradesh, las pérdidas para el BJP han sido cuantiosas, pasando de obtener 62 diputados en 2019 a 33 en 2024, lejos ya de los 71 conseguidos en 2014; así, los resultados del BJP en Uttar Pradesh reflejaban ya una tendencia bajista originada años atrás. La pérdida de escaños en este estado para el BJP tiene varias causas que se complementan.  

En primer lugar, Uttar Pradesh ha sido epicentro de la polarización religiosa en el país. La apertura en enero de 2024 del templo hinduista en honor a Ram en Ayodhya sobre las ruinas de una antigua mezquita, supuso el punto álgido de la polarizaron de las tensiones religiosas en este estado. Este aspecto podría haber desmovilizado a un pequeño, pero significativo, sector de antiguos votantes del BJP y al mismo tiempo, haber favorecido la movilización de la comunidad musulmana y de la oposición más secularizada, ya que en Uttar Pradesh bajó la participación electoral en tres puntos y el BJP perdió seis millones de votos respecto a las elecciones de 2019.   

Junto a ello, y, en segundo lugar, la oposición realizó un excelente análisis electoral de su pésimo resultado en las elecciones de 2019 y entendieron que debían maximizar el voto y, por lo tanto, concentrarlo. En este estado, que repartía 80 diputados, 13 de los 29 diputados que perdió el BJP fue por menos de 50.000 votos. Este aspecto es clave, porque el BJP ganó holgadamente las elecciones en Uttar Pradesh en voto popular con 36 millones de votos, pero estos no se tradujeron en una victoria en escaños, que se llevó el SP con 37. Junto a ello, un exceso de confianza en las encuestas y una más que posible mala elección de sus candidatos provocaron el desastre.  

En tercer lugar, Uttar Pradesh fue testigo en la última legislatura de importantes protestas de carácter económico. La falta de empleos, la pobreza extrema, la desigualdad, la inflación y, sobre todo, la sensación de falta de desarrollo, han desempeñado también un papel importante en la pérdida de apoyo del BJP y el giro a la izquierda en la región. Este aspecto es importante, porque podría vislumbrar una mayor apuesta por lo económico en la próxima legislatura y una reducción de la pulsión religiosa en el gobierno de Modi.

Respecto a Maharashtra, el BJP consiguió mantener su nivel de apoyo popular con 15 millones de votos; sin embargo, perdió 16 diputados y su principal aliado en la región, el Shiv Sena, perdió 11 de sus 18 escaños. La pérdida de diputados de ambos partidos viene explicada por una clara maximización de los resultados por parte de los partidos de la oposición y, en el caso concreto del Shiv Sena –representante claro del extremismo religioso hindú en Maharashtra– por el rechazó que generaron sus propuestas radicales. Ello, viene a apoyar la tesis de que la ola religiosa del nacionalismo hindú podría haber tocado techo.

Respecto al resto de estados, es conveniente destacar varios aspectos: se mantiene el control de los partidos de carácter regional en el sur del país, la victoria de otro partido regional aliado del INC en Bengala Occidental y la emergencia de Nitish Kumar en Bihar con el Janata Dal (United), que obtuvo 12 diputados y será clave en el futuro gobierno de la India.

2. Impacto en la política doméstica

El significado de estas elecciones no se fundamentaba tanto en quién sería el ganador; se daba por sentado que el actual primer ministro, Narendra Modi, y su partido, el BJP, revalidarían su mayoría, alcanzando un histórico tercer mandato. La clave era saber qué mayoría alcanzaría el BJP y si esta sería lo suficientemente holgada como para legitimar su deseo de acometer cambios profundos y estructurales en la arquitectura constitucional india. El consenso en que el BJP arrasaría en las elecciones era tal que incluso Modi lanzó el eslogan “Abki baar 400 paar” –esta vez superaremos los 400–, en referencia a obtener más de 400 escaños en la Lok Sabha.

A la hora de analizar el efecto de las elecciones en la política interior india, hay cuatro grandes vectores a destacar:

a. La fórmula ganadora de Modi ha tocado techo

El éxito del BJP desde 2014 no se puede explicar sin la figura de Narendra Modi. El político guyaratí se ha construido cuidadosamente una imagen personal de éxito basada en proyectar eficiencia gubernamental, desarrollo económico, orgullo nacionalista y devoción al servicio de la patria. Su marcado carácter populista y personalista ha eclipsado al propio partido y sus organizaciones satélite, la conocida como Sangh Parivar y, en particular, a la otrora todopoderosa Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS). Sus contundentes victorias en 2014 y 2019 y su gran popularidad habían otorgado a Modi un aura de invencibilidad que ahora se ve minada. Los resultados agridulces de 2024 no implican que Modi no siga siendo holgadamente el político nacional más popular de la India, pero sí le vuelven más vulnerable a la crítica, tanto de la oposición, que ha visto que puede perder votos, como interna, por parte de aquellos en su propio espacio político que consideran que ha concentrado demasiado poder en su figura personal.

Además del debilitamiento del estilo personalista de Modi, estas elecciones ponen en entredicho también el atractivo de su discurso hinduista. A lo largo de los últimos 10 años, Modi y el BJP han construido una narrativa que buscaba equiparar a la identidad nacional india con el hinduismo. Esta narrativa tenía dos objetivos. Por un lado, desde el punto de vista ideológico, reconfigurar la idea de la India como nación, cuestionando sus fundamentos seculares y pluralistas. Y, por otro, armar una coalición electoral que aunase a todos los hindúes bajo ese nuevo patriotismo etno-religioso, superando así la fragmentación identitaria de las castas y la imagen del propio BJP como un partido elitista. Los ataques retóricos a la minoría musulmana y al secularismo, al igual que el uso partidista de la construcción del controvertido templo hindú al dios Ram en Ayodhya, no han sido tan efectivos como se esperaba. De hecho, los resultados para el BJP en el denominado “Cinturón del hindi”, donde el discurso hinduista tiene mayor arraigo, han descendido significativamente. Buen ejemplo de ello es que el BJP perdió el escaño en la ciudad de Ayodhya, epicentro de la batalla cultural del nacionalismo hinduista.

b. El electorado indio recupera “su democracia”

La pérdida de la mayoría absoluta del BJP, que necesitará el apoyo parlamentario de partidos regionalistas para gobernar, pone fin a la hegemonía del nacionalismo hinduista de los 10 últimos años. Dicha hegemonía había dado lugar a análisis que defendían que la India había entrado en un nuevo consenso nacional, que reconfiguraba la idea constituyente del país como una democracia plural a una de democracia mayoritaria basada en la identidad civilizatoria hindú. El electorado indio, como ya hiciese en la década de 1980 con la hegemonía del Congreso Nacional Indio, ha desechado esa concentración del poder político en favor de una mayor representatividad. Los intereses de casta, lingüísticos, geográficos y de clase han vuelto a desempeñar un papel fundamental a la hora de orientar el voto del electorado, devolviendo a la democracia india su carácter poliédrico y representativo de los distintos vectores que conforman el crisol social del país. 

c. ¿Quo vadis, Naendra Modi?

Tras las elecciones, se abre un escenario inédito para Narendra Modi. Por primera vez, se ve abocado a gobernar en coalición con otros partidos políticos. Esto representa un desafío por dos razones. La primera es que su liderazgo personalista, concentrando todo el poder gubernamental en la Oficina del primer ministro, se verá ahora condicionado por la necesidad de compartirlo con otros partidos. Segundo, los dos principales aliados gubernamentales, el Telugu Desam y el Janata Dal (United), son dos partidos que abogan por un modelo más federalista y descentralizado, reduciendo el control de Nueva Delhi sobre los fondos públicos, pero también favorables a la defensa de la autonomía lingüística y regional, el primero, y de las clases y castas más desfavorecidas, el segundo.

Para Modi se presenta una disyuntiva. Por un lado, adaptarse a la nueva realidad política, dejando de lado su agenda hinduista más centralizadora y culturalmente hegemonista, para recuperar el énfasis de sus primeros años en la agenda económica, donde las coincidencias con sus socios de gobierno y el electorado son mayores. Por el otro, redoblar su apuesta por la batalla cultural contra el modelo secular-pluralista y buscar limitar la influencia de sus socios, a través de un mayor control de las instituciones del Estado y el uso partidista de los medios de comunicación. Esta segunda opción recordaría, preocupantemente, a la estrategia que adoptó la otra gran líder personalista y populista india, Indira Gandhi, y que acabaría con la declaración del estado de emergencia en el país entre 1975 y 1977.

A diferencia del caso de Gandhi, quien ejercía en aquel momento un control absoluto sobre el Congreso Nacional Indio, Modi tiene ciertos contrapesos dentro de su espacio político, fundamentalmente la RSS. En los próximos meses, el BJP debe elegir un nuevo secretario general; la elección del candidato dará señales de si existe una contestación interna a Modi en su partido, sobre todo teniendo en cuenta que él mismo tendrá 78 años al final de la legislatura, lo que pone sobre la mesa la cuestión sucesoria.  

d. ¿El retorno del Congreso Nacional Indio?

El otrora hegemónico Congreso Nacional Indio, que en la última década había entrado en una profunda crisis de liderazgo, parece haber conseguido un punto de inflexión en sus fortunas electorales en estas elecciones, pasando de 55 a 99 escaños y un 20% del voto. A pesar de estar a casi 20 puntos del BJP, la pérdida de la mayoría absoluta de Modi y el fortalecimiento de su líder, Rahul Gandhi, abren la puerta a una mayor visibilidad de su actividad y discurso político. También es necesario destacar que la democracia india, tras 10 años de ausencia, recupera la figura del líder de la oposición que implicará una mejora en la labor fiscalizadora del gobierno de Modi. La clave estará en si podrá mantener la coalición opositora, INDIA, cohesionada y propositiva a lo largo de la legislatura, ya que el origen de esta fue más la posición común en contra del gobierno del BJP que una agenda política común.

Las incógnitas de cómo Modi y el BJP reaccionarán a la pérdida de poder político y si el Congreso Nacional Indio tendrá capacidad para hacer una oposición efectiva y presentarse como una alternativa creíble ante el electorado podrán empezar a esclarecerse con base en algunas claves:

  • El equilibro de fuerzas dentro de la Sangh Parivar, con la elección de un nuevo secretario general del BJP, que pueda determinar si Modi y sus aliados continúan concentrando el poder orgánico y su sucesión.
  • La elección del líder de la opositora coalición INDIA y si Rahul Gandhi se postulará al puesto.
  • Las campañas y resultados en las elecciones legislativas estatales en Haryana, Jharkhand y Maharashtra en 2024 y en Delhi y Bihar en 2025.  

3. Continuidad en política exterior

El nuevo gobierno de Modi afrontará, al igual que sus gobiernos anteriores, un entorno regional y global extremadamente dinámico, complejo e inestable. A ello se le suma que, por primera vez, será un gobierno en coalición, si bien, no se prevén diferencias significativas en la promulgación de la política exterior dado que este campo no es prioritario para sus socios de gobierno. Los ejes claves en su política exterior serán cuatro: el mantenimiento de la autonomía estratégica, la defensa de su territorialidad, el progreso económico y, por último, continuar con el ascenso de la India como un actor clave, tanto a nivel regional, en el Indo-Pacifico, como a nivel global y, por tanto, compitiendo con China, principal reto sistémico que afronta la India en su agenda exterior.

Centrados en sus vecinos más cercanos, y primero respecto a Pakistán, las relaciones bilaterales entre ambos países se verán condicionadas, principalmente, por el factor terrorista en la región de Cachemira y la influencia de China en Pakistán. Proseguirán los intentos de mejora de las relaciones políticas y económicas, que ahora se encuentran en un punto bajo, pero el factor seguridad seguirá siendo imperante. Junto a ello, existe el interés indio en reducir la tensión en el frente pakistaní, con el objetivo de poder concentrarse en China, por lo que, probablemente se explorará la senda de la normalización con Pakistán.

Respecto a Bangladesh, Sri Lanka, Maldivas y Nepal, el nuevo gobierno indio tratará de proyectar poder real y aumentar sus capacidades militares en todo el entorno del océano Índico. Esta área es considerada por la India como su ámbito de influencia natural y, en los últimos años, se ha visto cuestionada por la cada vez mayor presencia china, tanto en el ámbito estrictamente marítimo como en sus relaciones con los países de la región. El desarrollo de portaaviones y de nuevos submarinos nucleares apuntan en esa dirección, el de una mayor apuesta por el entorno marítimo. Este intento de recuperación de influencia se dejará notar con especial fuerza en Bangladesh, país con el que comparte una importante frontera terrestre y marítima, y con el que el gobierno de Modi tratará de intensificar su cooperación en áreas de conectividad terrestre y marítima, así como en la gestión de amenazas no tradicionales como desastres naturales, pesca ilegal, etc. Es decir, áreas donde el consenso y el acuerdo pueden ser factibles y abran la cooperación a otro nivel. Por último, a pesar de los intentos indios de tener más peso en la región a través de iniciativas interregionales como la Bay of Bengal Initiative for Multi-Sectoral Technical and Economic Cooperation (BISMTEC), el Mekong-Ganga Cooperation o la propia Asociación Sudasiática para la Cooperación Regional (SAARC, por sus siglas en inglés), estas han tenido un éxito muy limitado. Y, por ello, se infiere un posible intento del gobierno de Modi por potenciar dichas iniciativas.

Por lo que se refiere a las relaciones indo-nepalíes, estas no pasan por su mejor momento. A pesar de los estrechos lazos entre ambos países –históricos, culturales y económicos– y a la prioridad que en un primer momento Modi quiso dar al subcontinente en su política exterior, la relación empezó a torcerse con el bloqueo indio de su vecino tras la promulgación en 2015 de la nueva Constitución nepalí. Dicho bloqueo impulsó un acercamiento de Nepal a China como socio económico alternativo y dio lugar al auge de un discurso nacionalista anti-indio. Por otro lado, en los últimos años también se ha visto con suspicacia entre los defensores del secularismo nepalí el intento por parte del BJP de exportar su nacionalismo hinduista a su país, cuya nueva constitución abandonó la oficialidad del hinduismo como religión de Estado.  

Respecto al Sudeste Asiático, Modi buscará la mejora de las buenas relaciones políticas con la región, que han propiciado maniobras navales conjuntas con la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN, por sus siglas en inglés) en 2023, la integración de la India en todos los mecanismos de seguridad y defensa creados por la ASEAN o la cooperación en materia de seguridad y defensa con países clave de la región como Vietnam, Singapur y Filipinas. Aquí destaca la venta de misiles supersónicos Brahmos a Filipinas, que será el único país del Sudeste Asiático con dicha capacidad, clave en la defensa de su integridad territorial dentro de su contencioso con China en el mar de la China Meridional o la creciente cooperación con Vietnam en transferencia de material de defensa, realización de maniobras militares conjuntas y su sintonía en el análisis de varios temas de la agenda regional y global.

Junto a ello, y augurando el giro por una mayor apuesta por el desarrollo económico en clave interna, el nuevo gobierno indio intentará mejorar la posición de la India a nivel comercial respecto a la ASEAN, que es muy débil, ya que la India es, todavía hoy, un muy pequeño socio comercial y desempeña un papel irrelevante como inversor extranjero. En este aspecto, la puesta al día de los Tratados de Libre Comercio se presenta como una posible vía que emprenderá el gobierno de Modi para paliar el creciente y estructural déficit de la India con la ASEAN. Por último, Modi intentará probablemente reforzar algunas apuestas intrarregionales de cooperación como son los proyectos de mayor conectividad entre la India y el Sudeste Asiático, simbolizados en la red de transporte multimodal de Kaladan. Junto a este proyecto, también destaca la carretera de más de 1.300 km que unirá la India y Tailandia a través de Birmania.

Respecto a China, la India lo considera su rival sistémico, tanto por sus aspiraciones territoriales en la frontera norte como en el espacio marítimo del Índico, así como por su intensa actividad diplomática y económica en países del entorno estratégico indio, como Sri Lanka, Maldivas, Bangladesh y Nepal. Junto a ello, también se puede inferir, si se produce un fuerte giro hacia la apuesta económica interna, una sutil búsqueda de mejora de la posición de la India en sus relaciones comerciales con China y de facilitar las inversiones chinas en la India. Este aspecto es importante, porque podría suavizar las tensas relaciones entre ambos gigantes. La histórica disputa territorial con China, simbolizada en la crisis de Galwan de 2020, no tiene visos de resolverse debido a las posiciones cerradas de ambos países y tampoco se prevé un acercamiento notable de la India a Taiwán, que podría introducir más tensión entre ambas naciones.

Por último, y estrictamente vinculado a su apuesta por la autonomía estratégica, la India proseguirá con su sólida relación con dos países que están desempeñando un papel clave en la geopolítica mundial: Rusia e Irán. Respecto al primero, y en materia de seguridad, Rusia es el mayor abastecedor de armamento, un importante socio en materia energética y, sobre todo, aliado en la reconfiguración del poder mundial donde, si bien existen diferencias, ambos países convergen en su rechazo a la distribución actual y su búsqueda por la implantación de un orden mundial multipolar. Si bien la relación con Rusia es clave, la emergencia de aristas, sobre todo por la “relación sin límites” entre Rusia y China, iniciada en los días previos a la invasión de Ucrania, podrían debilidad esta histórica relación.

Respecto a Irán, los dos países civilizatorios, históricamente han mantenido buenas relaciones y mantienen abiertos los canales de comunicación de alto nivel a pesar de serias discrepancias por la situación en Cachemira o el programa nuclear iraní. Las relaciones con Irán proseguirán por la senda ya surcada desde los años 90 por los respectivos gobiernos indios; esto es, cooperación para defender los intereses indios en Afganistán, maximizar los intereses indios en Oriente Medio, la apuesta decidida de ambos por un mundo multipolar y la consolidación de Irán como un eje logístico clave para la India, no sólo por el puerto de Chabahar, sino sobre todo porque Irán es el puente comercial clave entre la India y Rusia a través del International North South Transport Corridor (INSTC).

Esta apuesta por la autonomía estratégica modelará, por último, las relaciones con Estados Unidos (EEUU) y la Unión Europea (UE) que, por ello, no sufrirán grandes cambios. Ambos gozan de buenas relaciones comerciales con la India, si bien el peso de la UE está disminuyendo de manera acelerada, y el interés de todos es que estas relaciones comerciales prosigan por la buena senda. A nivel geopolítico, las diferencias son claras, Ucrania es un grave punto de fricción que no se despejará a corto plazo. El mundo multipolar deseado por la India choca con las pretensiones estadounidenses, y tampoco gusta en la India la narrativa de belicosidad hacia China. Tampoco se prevé ningún tipo de avance en la reforma del consejo permanente de las Naciones Unidas, donde la India reclama un asiento, o en tratados clave para la seguridad global, como son el Tratado de No Proliferación Nuclear, que la India nunca firmará si se ve obligada a deshacerse de su arsenal nuclear. Si bien, y como punto final, la posible victoria de Donald Trump en EEUU y su magnífica relación en el pasado con Modi, podría generar un nuevo vigor en las relaciones entre ambos países y los deseos y miedos de ambos países respecto a China, podrían generar poderosas sinergias.

Conclusiones
De todo lo anteriormente expuesto se infieren mayores cambios a nivel doméstico que en política exterior, donde el gobierno en coalición de Modi proseguirá con los ejes marcados por el primer ministro indio ya desde su primer gobierno en 2014.