Nueva candidatura demócrata a la presidencia: ¿qué ha cambiado y qué sigue igual?

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, con un traje azul marino, y la vicepresidenta Kamala Harris, con un traje beige, frente a una multitud de personas durante la celebración del 4 de julio en la Casa Blanca
El presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris en la celebración del 4 de julio en la Casa Blanca. Foto: La Casa Blanca (Wikimedia Commons/ Dominio público). Foto: The White House (Wikimedia Commons/ Public domain)

Tema
Pese a que su corta campaña presidencial se basa en gran medida en las políticas del presidente Biden, la vicepresidenta Kamala Harris ha cambiado estratégicamente el modo de comunicar esos objetivos políticos y normativos para dinamizar a las bases demócratas, solventar los puntos débiles de la campaña y atraer a los grupos de votantes más fundamentales.

Resumen
La irrupción de la vicepresidenta Kamala Harris como candidata a la presidencia del Partido Demócrata ha desatado una nueva ola de entusiasmo en las filas demócratas de cara a las elecciones de noviembre. Harris ha optado por hacer campaña como una candidata del cambio mientras sigue ocupando el cargo de vicepresidenta. Además, está bebiendo bastante del marco de políticas de Biden, pese a haber ajustado de manera estratégica los mensajes políticos y normativos para movilizar a las bases demócratas, atajar los puntos débiles de la campaña y atraer a los grupos decisivos de votantes.

Análisis

1. Introducción

La decisión del presidente Joe Biden de abandonar la carrera presidencial y respaldar a la vicepresidenta Kamala Harris como candidata del Partido Demócrata dio un vuelco a la campaña presidencial de 2024. De acuerdo con los promedios de los sondeos nacionales compilados por el New York Times, el presidente Biden se encontraba tres puntos por detrás del expresidente Donald Trump el 21 de julio, cuando decidió retirarse de la pugna. A fecha de 28 de agosto, este promedio nacional mostraba una ventaja de tres puntos de Harris, es decir, un vuelco de seis puntos en poco más de un mes.

La decisión de Biden puso a Harris en una posición en la que los precedentes de éxito son escasos. En los tiempos modernos, solamente ha habido un vicepresidente en ejercicio que haya ganado unas elecciones presidenciales. Dos vicepresidentes lo intentaron y fracasaron: Richard Nixon en 1960 y Al Gore en 2000. George H.W. Bush consiguió la presidencia en 1988, pero le bastó con seguir la estela dejada por el presidente Ronald Reagan, quien tenía un índice de popularidad superior al 50% antes de las elecciones de noviembre. Además, Bush contó con muchos meses de adelanto para preparar su campaña.

La decisión de Biden también puso a Harris en el brete de presentarse a la presidencia para sustituir a un presidente impopular del que ella misma era vicepresidenta. Ahora está obligada a forjarse su propia identidad política para demostrarle al electorado que es la candidata del cambio y que la diferencia entre su jefe y ella es abismal. Aun así, tampoco puede renegar de las acciones de su gabinete porque Biden sigue gozando de predicamento entre los círculos demócratas, y ese giro tan drástico no resultaría creíble para los votantes.

Poner en marcha una campaña cuatro meses antes de la votación es complicado, pero por el momento parece que funciona, en parte porque Harris es una mujer de 59 años, hija de una madre india y un padre jamaicano, que ha sustituido a un hombre blanco de 81 años como candidata demócrata, y se enfrenta a otro hombre blanco de 78 años que ya fue presidente de 2017 a 2021 como candidato republicano.

Desde que lanzó su campaña, ha hecho suyas algunas de las victorias más destacables de Biden y se ha presentado al mismo tiempo como una candidata del cambio que promete un “nuevo camino a seguir”. Para sorpresa de muchos, Harris consiguió movilizar de inmediato a los votantes demócratas descontentos y logró unir al partido en torno a su campaña.

Antes de la Convención Nacional Demócrata, celebrada del 19 al 22 de agosto, Harris había logrado mantener una cobertura mediática positiva durante cuatro semanas. La convención, que sirvió a Harris de foro nacional bien organizado para definirse a sí misma y presentar sus posiciones en materia de políticas, dio continuidad a esa dinámica.

Lo que se extrae con claridad de la convención y de los actos públicos precedentes es que la campaña de Harris se apoya en gran medida en el mismo marco de políticas que la campaña de Biden, si bien ajustando el mensaje y el énfasis con la intención de crear y mantener el impulso y solventar las deficiencias de la campaña para atraer a grupos demográficos decisivos. Kamala Harris ha elegido profundizar en algunos temas, mientras que en otros se limita a hacer declaraciones generales, dejando que los votantes decidan el significado de esa forma de proceder. Podría significar que acabaría priorizando en menor medida esas cuestiones en caso de ser elegida o bien que prefiere no profundizar en esos temas por miedo a mermar sus opciones entre segmentos de votantes que resultan cruciales.

En este análisis se valora la transición de la campaña de Biden a la campaña de Harris: ¿qué ha cambiado y qué cosas siguen igual?

2. Lo que ha cambiado

2.1. Mensajes

Biden y su campaña insistían una y otra vez en que Trump constituía una amenaza existencial y era un dictador en ciernes. Se trataba de una campaña solemne y seria. Este planteamiento tenía más sentido en 2020, pero en 2024 resultó menos eficaz. En cambio, Harris se ha mostrado siempre alegre a lo largo de la campaña, lo que le ha valido el sobrenombre de “la guerrera feliz” en algunos círculos. Tanto ella como su campaña han preferido optar por ridiculizar a Trump, llamándolo “raro” para intentar denigrarlo.

En los mítines de campaña, Harris habla sin cesar del futuro. Ha hecho suyo el lema “No volveremos a lo de antes”. En su primer anuncio publicitario nacional después de la convención, afirma: “En vez de centrarnos en la política del pasado, tenemos que pensar en el futuro”. Está intentando romper con la política del pasado. Este mensaje va dirigido principalmente a Trump, pero también incluye una crítica implícita a Biden, quien ha estado presente en la política nacional desde 1972.

Asimismo, Kamala Harris suele hablar de libertad. Libertad frente a la pobreza, libertad frente a la violencia de las armas, libertad para tener un aborto legal y libertad para respirar aire puro y beber agua limpia. Los oradores que intervinieron en la Convención Demócrata emplearon la palabra “libertad” en 227 ocasiones, frente a las 67 menciones efectuadas por los Republicanos en su convención de julio. Harris incluso llegó a adoptar la canción “Freedom” de Beyoncé como el tema central de su candidatura. Biden centró su campaña y el discurso sobre el estado de la Unión de 2024 en la libertad, pero su mensaje no caló entre los votantes.

2.2. Políticas

Hasta el momento, Harris se ha mostrado reticente a explicar los detalles de su plataforma política. Ha dado algunas pinceladas específicas, pero han sido sobre todo en temas donde los demócratas parten con ventaja, como por ejemplo el aborto, o en otros donde necesita recortar o eliminar la ventaja de Trump, como ocurre con la inmigración y la reducción de los precios.

Esta decisión de optar por la vaguedad al explicar las políticas sirve para que los votantes puedan creer lo que quieran sobre las prioridades de Kamala y, en consecuencia, su atractivo se agranda lo máximo posible para seducir a los votantes indecisos o descontentos. Asimismo, permite que Harris evite en la medida de lo posible los conflictos internos en el partido y la cobertura mediática negativa.

La inflación y los precios son los temas más importantes para los votantes en las elecciones de 2024, según una encuesta de The Economist/YouGov realizada del 11 al 13 de agosto. A pesar de que los últimos sondeos nacionales muestran que Harris ha ido granjeándose una pequeña ventaja frente a Trump desde que presentó su candidatura, una encuesta de Reuters/Ipsos del 23 al 25 de agosto puso de manifiesto que, pese a haber recortado la ventaja de 11 puntos de Trump en cuanto a la economía desde finales de julio, Kamala Harris sigue estando tres puntos por detrás (43% frente al 40%) en ese ámbito.

Biden sostenía con frecuencia que la situación económica era mejor de lo que percibían los votantes. Sin embargo, le costaba demostrar que había entendido la preocupación del electorado por la subida de los costes. Por su parte, Harris se apoya en muchas de las prescripciones de Biden, pero empatiza con las frustraciones de los votantes y hace hincapié en políticas populistas que abordan la inquietud de la clase media por el incremento de los precios. Lo que ella promueve es “una economía de las oportunidades en la que todo el mundo tenga la posibilidad de competir y la posibilidad de tener éxito”. Además, se ha comprometido a ir más lejos que Biden a la hora de luchar contra la subida de los precios de la cesta de la compra a través de una prohibición federal del establecimiento de precios abusivos. También ha prometido reducir el coste de los medicamentos con receta y mantener un tope para el precio de la insulina. Ha propuesto un crédito fiscal de 25.000 dólares para quienes compren una casa por primera vez y para construir tres millones de viviendas en cuatro años. También le gustaría rescatar y ampliar el crédito fiscal infantil para ayudar a las familias a sobrellevar el aumento de los costes.

Como iniciativa publicitaria importante después de la convención, Kamala Harris presentó cuatro anuncios nuevos para recortar la ventaja de Trump en este tema. En uno de los anuncios, comenta: “Lucharé para que el dinero vuelva a estar en manos de la clase media y la clase trabajadora del país”. Estos anuncios insisten en la pertenencia de Harris a la clase media, recalcan la idea de que comprende las preocupaciones del pueblo estadounidense, describen su plan para bajar la inflación y presentan a Trump como un aliado de las grandes empresas y los multimillonarios.

Biden, como católico de toda la vida, parecía incómodo y se mostraba poco eficaz al hablar sobre el aborto y los derechos reproductivos. Quedó patente cuando desaprovechó la oportunidad de hacer valer la ventaja de su partido en este tema durante el debate del 27 de junio contra Trump. Un sondeo de Associated Press/NORC Center for Public Affairs Research entre el 20 y el 24 de junio puso de manifiesto que siete de cada 10 estadounidenses consideran que el aborto debería ser legal en todos o en la mayoría de los casos.

Harris se erigió como la portavoz más eficaz del gabinete de Biden en el tema del aborto después de que el Tribunal Supremo dejara sin efecto el caso Roe contra Wade en junio de 2022, revocando un precedente judicial que garantizaba el derecho al aborto a nivel nacional. En marzo de este año, se convirtió en la funcionaria estadounidense de mayor rango en visitar una clínica abortista cuando se presentó en un centro en Minesota. Desde que pasó a ser candidata a la presidencia en 2024, Harris ha prometido “restaurar la libertad reproductiva” e impulsar una ley federal para restablecer el derecho al aborto y desbaratar de manera preventiva los intentos de los poderes legislativos de los estados del país de prohibir esa práctica. En sus mítines ha llegado a decir: “Cuando el Congreso apruebe una ley para restablecer las libertades reproductivas, como presidenta de los Estados Unidos, la sancionaré con mi firma”.

En su discurso de aceptación de agosto de 2020 en la Convención Demócrata Nacional, Biden comentó que el cambio climático suponía una “amenaza existencial”. Y añadió: “No es solo una crisis, sino una oportunidad enorme. Una oportunidad para que Estados Unidos sea líder mundial en energía limpia y genere millones de empleos bien remunerados”. Desde que asumió el cargo, el clima y los llamados “empleos verdes” se han contado entre las prioridades de la Administración Biden. Harris apenas mencionó de pasada el cambio climático durante su discurso de aceptación. Pese a que el planteamiento de Harris contrasta con el énfasis puesto por Biden en este tema, no parece que implique que le prestaría menos atención si fuese elegida. Harris cuenta en su haber con un largo historial de apoyo a la cuestión del clima, por lo que parece más una decisión estratégica para aumentar su poder de atracción, distanciarse de posiciones liberales anteriores y ganar en estados bisagra fundamentales como Pensilvania.

Harris también ha mantenido cierta distancia con Biden en cuanto a la guerra entre Israel y Hamás, la única cuestión de peso que divide al Partido Demócrata. Biden se ha mostrado firme en su apoyo a Israel a lo largo de la guerra, pese a haber sido crítico en ocasiones con su conducta como país. Por su parte, Harris también ha apoyado a Israel, pero se ha mostrado más comprensiva con la difícil situación del pueblo palestino. Tras reunirse con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu en Washington en julio, comentó a los periodistas que “Israel tiene derecho a defenderse y el modo de hacerlo es importante”. Se mostró profundamente afectada por “las imágenes de niños muertos y de gente desesperada y hambrienta huyendo en busca de refugio”. Y añadió que “no guardará silencio” ni tampoco “se insensibilizará ante el sufrimiento”. En su discurso de aceptación durante la convención, afirmó: “Siempre me declararé a favor del derecho de Israel a defenderse”. Añadió que su objetivo era garantizar “que Israel tenga seguridad, que se libere a los rehenes, que se ponga fin al sufrimiento en Gaza y que se haga valer el derecho del pueblo palestino a la dignidad, la seguridad, la libertad y la autodeterminación”. Puede ser que esta declaración no sea suficientemente contundente como para apaciguar a algunos de los votantes indecisos que exigen que el Gobierno estadounidense aplique un embargo de armas a Israel, pero deja entrever que Kamala Harris sería una defensora más firme de los palestinos de lo que cabe esperar de Biden o Trump.

La pugna entre Estados Unidos (EEUU) y China ha sido un tema crucial de la política exterior de la Administración Biden en materia de seguridad nacional, comercio, tecnología, competencia y derechos humanos. Asimismo, China ocupa un lugar destacado en la Estrategia de Seguridad Nacional del gabinete Biden, publicada en octubre de 2022. Sin embargo, desde que se convirtió en candidata a la presidencia, Harris ha dicho muy poco sobre China, pese a que Trump ha presentado una polémica propuesta de imponer aranceles iguales o superiores al 60% a las importaciones chinas. En su discurso de aceptación, Kamala Harris aseguró que “Estados Unidos, y no China, ganará la competición por el siglo XXI”. No aportó más detalles.

La Administración Biden había dicho anteriormente que, para finales de agosto, haría pública una decisión sobre el posible aumento de los aranceles a los vehículos eléctricos, los semiconductores, las células solares y las baterías de iones de litio. Son muchas las voces que defienden la subida de los aranceles, pero algunos sectores industriales y algunos congresistas han manifestado su preocupación por el aumento de los costes. El 30 de agosto, el gobierno anunció que postergaría su decisión hasta finales de noviembre. De este modo, se consigue no influir en las elecciones presidenciales. Si el Ejecutivo hubiese actuado como tenía pensado en agosto, habría sido la primera decisión importante sobre China y la política comercial desde que Harris se convirtió en la candidata del Partido Demócrata y podría haberla puesto en la difícil tesitura de tener que defenderla.

3. Lo que ha seguido igual

3.1. Apariciones limitadas y controladas

Desde el inicio de su campaña presidencial de 2024, el equipo de Kamala Harris ha limitado sus apariciones públicas a momentos en los que pudiera pronunciar discursos guionizados ante un público. Por su parte, ella ha brillado con luz propia en esas situaciones, congregando a grandes multitudes y ateniéndose a los comentarios establecidos de antemano. Harris aún no ha dado una conferencia de prensa ni ha concedido ninguna entrevista como candidata a la presidencia, para disgusto de los periodistas, de Trump y del Partido Republicano. El equipo de Biden también ha intentado limitar sus apariciones públicas y sus entrevistas a los medios. El actual presidente ha sido el que ha dado menos conferencias de prensa desde la presidencia de Ronald Reagan. Sin embargo, después de su nefasta actuación en el debate del 27 de junio frente a Trump, Biden se apresuró a aumentar sus apariciones públicas para disipar la inquietud de los votantes.

3.2. Escasez de detalles sobre políticas

Harris ha dado algunas pinceladas sobre sus posiciones en materia de políticas a lo largo de la campaña y en su discurso de aceptación, pero son detalles muy escasos en comparación con campañas anteriores. Tampoco es de extrañar en una campaña que echó a andar a finales de julio, pero no parece que vaya a haber un cambio al respecto en la recta final. En los últimos años, las campañas han proporcionado menos información que en el pasado, con el argumento de que, cuanta más información se publique, más munición tiene el partido contrario para atacar.

El fracaso de Elizabeth Warren en las presidenciales de 2020 dejó patente esta evolución. Warren gozaba de un amplio reconocimiento por sus numerosos y detallados artículos sobre políticas, pero no logró recabar muchos apoyos entre las filas demócratas y acabó tirando la toalla en marzo de 2020.

Los propios congresistas demócratas han advertido a Harris de que era mejor no ofrecer muchos detalles sobre sus políticas. Dan Kildee, representante por Míchigan, dijo a la prensa: “La verdad es que creo que la ciudadanía estadounidense no piensa tanto en esta elección en función de los pormenores de las políticas, sino que atiende a, en primer lugar, el rumbo para el país y, en segundo lugar, la persona que se presenta”.

La página web de la campaña del presidente Biden incluía información sobre seis temas, entre ellos “El crecimiento de la clase media” y “La protección y el fortalecimiento de nuestra democracia”. Los distintos apartados no entraban en detalle en las políticas, sino que se limitaban a presentar afirmaciones generales sobre las distintas cuestiones y a describir los riesgos que conllevaría el acceso de Trump a la presidencia. Harris ha llevado este planteamiento un paso más allá. La web de su campaña no incluye ninguna información sobre sus posiciones en materia de políticas. Lo que contiene es información sobre cómo donar y participar, así como extensos detalles biográficos sobre Harris y Walz.

3.3. Políticas

El abanico de políticas de Harris se basa en gran medida en los logros de la Administración Biden y en la campaña del actual presidente. Por ejemplo, en su discurso de aceptación afirmó que “aprobaría un recorte de impuestos para la clase media que beneficiaría a más de 100 millones de estadounidenses”. Un representante de la campaña confirmó a la prensa que Harris haría suyo el compromiso de Biden de no subir los impuestos a quienes ganen menos de 400 000 USD al año.

Harris ha ido cediendo terreno en el tema de la inmigración, como ya hizo el presidente Biden, con la intención de solventar uno de los puntos débiles de su campaña. En un sondeo de The Economist/YouGov, llevado a cabo del 11 al 13 de agosto, el 87% de las personas encuestadas consideraron que la inmigración era una cuestión importante. También quedó patente que el 57% de los encuestados estaban descontentos con cómo había manejado Biden ese tema. Harris se describe a sí misma como una “fiscal de un estado fronterizo” que llevó a los tribunales a cárteles y bandas delictivas y que ahora se ha comprometido a contratar a miles de agentes adicionales para la patrulla fronteriza. Asimismo, ha criticado a Trump por torpedear el acuerdo de ambos partidos en torno a un proyecto de ley sobre inmigración que habría servido para reforzar la seguridad fronteriza de EEUU y la legislación en materia de asilo. En su discurso de aceptación, Kamala prometió “volver a poner encima de la mesa el proyecto de ley bipartidista sobre seguridad fronteriza que [Trump] desbarató. Y lo sancionaré como ley con mi firma”. Pese a que se trata de un proyecto conservador que molestaría a algunos segmentos de las bases demócratas, tanto Biden como Harris reconocen la necesidad de demostrar al electorado que están impulsando soluciones para mejorar la seguridad fronteriza. También pretenden distinguirse de Trump, quien instó a los congresistas republicanos a rechazar el proyecto de ley a principios de 2024 para que la Administración Biden no se apuntara ese tanto en un año de elecciones.

Harris abordó varios elementos importantes de la política exterior de Biden en su discurso de aceptación. Prometió “reforzar, y no ceder, nuestro liderazgo mundial”. También recordó al electorado que se había reunido con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski cinco días antes de que Rusia invadiese Ucrania para “avisarle de los planes de invasión de Rusia” y que “ayudó a movilizar una respuesta internacional” frente a la guerra. Por último, hizo un llamamiento por la paz en Oriente Medio y destacó la importancia de enfrentarse a “tiranos” como el presidente ruso Vladímir Putin. Lo cierto es que no profundizó en estas cuestiones, algo que no es de extrañar porque la mayoría de los discursos de aceptación se centran más en la política interior estadounidense. Además, la mayoría de los votantes entienden cuál es su posición en estos temas.

Conclusiones
Desde que Biden se retiró y le dio su apoyo, Harris ha disfrutado de seis semanas consecutivas de cobertura mediática positiva como candidata a la presidencia. Ha unificado el partido, ha insuflado nuevas energías en las bases, ha recaudado cifras récord de contribuciones, ha elegido a un compañero de campaña con un gran tirón y pronunció un discurso de aceptación sólido en el marco de la Convención Nacional Demócrata.

Ahora viene lo difícil: responder sin un guion preestablecido en entrevistas con periodistas, debates y otros foros. En esas situaciones, se verá obligada a contestar preguntas sobre sus posiciones políticas del pasado, defender las políticas de la Administración Biden o desmarcarse de ellas y entrar en detalles sobre las decisiones que tomaría como presidenta.

Tendrá que encontrar la manera de promover su nueva identidad política sin dejar de apuntarse las victorias del gabinete de Biden con las políticas aplicadas. Asimismo, deberá distanciarse de los fracasos del Ejecutivo sin que parezca que reniega del todo de los errores.

Habrá de estar preparada cuando también le formulen preguntas sobre su pasado. Su dilatada carrera como servidora pública, que se remonta a 1990, ha dejado un rastro informativo que los medios y Trump pueden aprovechar para ponerla en apuros con preguntas incómodas.

Durante sus casi ocho años en Washington, a menudo se la veía más cómoda haciendo preguntas difíciles que respondiéndolas. Como senadora, su popularidad creció cuando interrogó a nominados y cargos de la Administración Trump en las audiencias del Congreso. Sin embargo, en su puesto de vicepresidenta, ha tenido actuaciones más bien dispares en las entrevistas individuales, pese a haber ido mejorando con el tiempo.

Harris concedió su primera entrevista a los medios como candidata a la presidencia el 29 de agosto. Su actuación tampoco fue brillante, pero no cometió ningún error que perjudicara a su campaña. Defendió la trayectoria del Ejecutivo actual en una amplia variedad de temas, pero al mismo tiempo repitió a lo largo de la entrevista que el país estaba preparado para “pasar página”, con muchas ganas de “seguir un nuevo camino”.

Su próxima actuación en contextos sin un guion preestablecido y sus dotes a la hora de presentarse como candidata del cambio –pese a ser la vicepresidencia en ejercicio y respaldar las políticas de Biden– serán cruciales para que su campaña no pierda fuelle y determinarán si obtiene o no la victoria en las elecciones del próximo 5 de noviembre.