Tema: John McCain ha logrado unir a los republicanos en St. Paul.
Resumen: El Partido Republicano tiene más de coalición que de fuerza ideológica unificada y John McCain ha sido criticado a menudo por miembros de su propio partido. Sin embargo, ha logrado unificar a los republicanos en St. Paul, entre otras cosas gracias a la elección de la gobernadora Sarah Palin como candidata a la vicepresidencia. Por delante queda un difícil camino hacia las elecciones y los debates serán los próximos eventos importantes en la campaña.
Análisis: Desde sus comienzos hacia 1830, las convenciones de los partidos políticos son una de las aportaciones únicas de la política norteamericana al mundo. Generaciones de norteamericanos recuerdan haber crecido apiñados en torno a radios y televisiones escuchando pasar la lista de los estados (‘el gran estado de Illinois, tierra natal de Abraham Lincoln y la gran ciudad de Chicago, “el granero del mundo”, da todos sus votos a______!’) y la proclamación ritual de los candidatos como “próximo presidente de EEUU” seguido de vítores, algarabía y suelta de miles de globos.
Sin embargo, pocas tradiciones, por muy venerables que sean, sobreviven sin cambios en la era de Internet. Las principales cadenas de televisión han reducido claramente sus coberturas; los norteamericanos que están interesados en las convenciones generalmente las ven en cadenas de noticias por cable como Fox o CNN. Y se ha perdido parte de la gracia, cuando la atención se centra en cómo va a quedar en televisión más que en las emociones imprevisibles que pueden producirse en las convenciones. Incluso el ritual de pasar la lista de los estados ha quedado como algo del pasado.
Hoy en día, las convenciones no deciden nada –desde 1952, ninguna convención ha sido decisiva a la hora de designar a un candidato presidencial– pero resultan tremendamente divertidas para los asistentes y son una señal tradicional para que el resto del país empiece a prestar atención a la campaña. De todos modos, las convenciones siguen siendo un gran espectáculo político.
Este año, por primera vez, el calendario fue distinto: las dos convenciones se sucedieron la una a la otra en lugar de haber un lapso de tiempo entre ambas. Ello tuvo repercusiones inmediatas y podría incluso haber inclinado la balanza a favor del senador McCain, debido al momento en que se eligió a la gobernadora Sarah Palin como candidata republicana a la vicepresidencia. En esta ocasión, los norteamericanos llevaban tiempo prestando atención a la campaña debido a los componentes extraordinarios de este año político, sobre todo del lado demócrata donde se produjo una competición muy reñida entre un afroamericano y una mujer, en sí misma una figura controvertida. En pocas palabras, las convenciones cristalizaron algunas actitudes hacia los candidatos -positivamente para McCain/Palin, algo negativamente para el senador Obama–.
El Partido Republicano tiene más de coalición que de fuerza ideológica unificada. Fue fundado por abolicionistas opuestos a la esclavitud, los restos del viejo Whig Party, y demócratas norteños disidentes, todos ellos unidos para luchar contra la extensión de la esclavitud en los territorios en la década de los 50 del siglo XIX (en 2008 se conmemora el 150 aniversario de los famosos debates de Lincoln frente a Stephen Douglas en una contienda por el cargo de senador norteamericano por Illinois que lanzó a Lincoln como líder a nivel nacional). Estos renglones de la historia intelectual continúan hasta hoy de forma diferente. Están las bases conservadoras del partido, a menudo conservadoras en materia religiosa, están los moderados enfocados en los negocios, los republicanos de a pie del nordeste y el centro-oeste del país, y los segmentos más libertarios (liberales, en términos europeos) del partido, con frecuencia del oeste. Las afirmaciones de que los “moderados” están actualmente perdiendo frente a los sectores más conservadores simplemente no se corresponden con la historia; en realidad, la fuerza de las facciones ha estado oscilando desde hace 150 años.
¿Qué es lo que une a los republicanos, entonces? Hasta cierto punto la afiliación al partido es una cuestión cultural, como ocurre entre los demócratas. Y, en las últimas décadas, el movimiento conservador se ha identificado cada vez más con el Partido Republicano, sobre todo desde la elección de Ronald Reagan en 1980. De forma más tradicional, sin embargo, el partido se congrega en torno a candidatos, líderes concretos con un gran atractivo para la coalición republicana –Lincoln, Grant, McKinley, Theodore Roosevelt, Eisenhower, Reagan–. El recuerdo de esos éxitos, la preferencia por las fuerzas del mercado por encima de un gobierno omnipresente y una pasión tradicional por los gobiernos buenos y honrados que tiene su origen en la cruzada de Theodore Roosevelt contra las grandes empresas y la corrupción a principios del siglo XX, sostienen al partido, junto con la fuerza de los candidatos republicanos individuales de los distintos estados.
Dicho esto, ¿es John McCain el líder que puede unir realmente a los republicanos? Esta era la pregunta subyacente en la reciente convención republicana en St. Paul.
La designación de la gobernadora Palin a la vicepresidencia, el día después del discurso de aceptación del senador Obama, provocó una gran conmoción y desvió gran parte de la atención de la campaña de Obama. Palin había sido mencionada previamente en el proceso como una posible candidata (es una de las tres gobernadoras republicanas en la actualidad), pero pocos esperaban que fuese a ser designada realmente. Cuando se produjo la noticia las bases conservadoras del partido se entusiasmaron, y muchos activistas a nivel local decidieron de nuevo trabajar duro para apoyar la elección de los candidatos republicanos –con gestos sencillos como hacer campaña puerta a puerta, o campaña por teléfono y este tipo de cosas que pueden marcar la diferencia en una elección disputada–.
En segundo lugar, la gobernadora Palin se vio sometida a un período de intenso escrutinio por parte de los medios de comunicación –y sobrevivió a ello brillantemente–. La revelación sobre el embarazo de su hija sorprendió al partido, pero la reacción de éste desconcertó igualmente a los medios de comunicación que daban por hecho sin pruebas que las bases conservadoras condenarían tanto a la hija como a la madre (olvidaron al parecer que los cristianos evangélicos saben que el santo que da el nombre a la ciudad donde se celebra su convención escribió que “todos han pecado y no han estado a la altura de la gloria de Dios”). El discurso pronunciado por Palin el miércoles eliminó cualquier duda sobre su capacidad para manejar la presión de una campaña nacional y la presentó ante el pueblo norteamericano como un líder ingenioso, inteligente y lleno de fuerza –una mujer independiente de convicciones y de carácter fuertes–. No es de extrañar que el senador McCain, que apareció junto a ella en el escenario tras el discurso, preguntase simplemente, “¿No os parece que hemos acertado en nuestra elección del próximo vicepresidente de EEUU?” y la foto de la familia Palin, incluyendo a un hijo a punto de ser enviado a Irak y al hijo pequeño de la gobernadora representaban una imagen norteamericana tradicional que tocó la fibra del público.
De hecho, la historia de la campaña desde la convención ha sido un drástico viraje hacia McCain/Palin, sobre todo entre las mujeres de raza blanca y las mujeres católicas, que quizá apoyaron a Hillary Clinton en las primarias. Palin les gusta a nivel cultural, y se identifican con su lucha como madre trabajadora. Se irritan ante la sugerencia de que no puede ser madre y vicepresidenta a la vez, y admiran su independencia y determinación a la hora de enfrentarse al viejo estilo de hacer política dominado por los hombres, como lo ha hecho en Alaska.
¿Está capacitada para ser presidenta? Tengan en cuenta esto: cuando Harry Truman, que había sido senador durante 10 años y por lo tanto tenía “experiencia” según los criterios de Washington, llegó a la presidencia en 1945, dijo que se sentía “como si la luna, las estrellas y todos los planetas me hubiesen caído encima”. Y, sin embargo, pronto se convirtió en uno de los líderes de mayor peso que ha habido en el mundo occidental, tomando decisiones difíciles como fueron fundar la OTAN, contener la expansión soviética en Europa y librar una complicada guerra en Corea. Palin ha demostrado, en el desempeño de su cargo, ser una persona concienzuda, decidida, rápida a la hora de aprender y una reformista capaz de unir a la gente en torno a ella cuando se trata de luchar por una causa. No obtuvo el 80% en los índices de aprobación como gobernadora por casualidad.
Así que el futuro del Partido Republicano es un poco más del oeste, un poco más libertario, un poco más conservador –y, con un poco de suerte, más femenino–. Muchos votantes indecisos elegirán finalmente a los demócratas. Pero la reacción de una mujer republicana moderada de cuarenta y tantos años es también paradigmática: Puede que no esté de acuerdo con ella en todos los temas, dijo, pero teníamos que tener a una mujer en la carrera hacia la Casa Blanca. El discurso de Palin convenció de lo acertado de la elección tanto a conservadores como a moderados.
La campaña de Obama reaccionó de forma un tanto desbordada. Sin duda, ningún vicepresidente había sugerido nunca, como lo hizo el senador Joe Biden recientemente, que otro candidato (en este caso, Hillary) podría haber sido una mejor elección. Hasta ahora, la campaña en su conjunto no ha estado marcada por mensajes excesivamente negativos, pero ambos bandos parecen guardarse este as en la manga. Pequeños ataques y contraataques dominan cada día las noticias mientras los candidatos se concentran en unos pocos estados decisivos (Pennsylvania, Ohio, Michigan, Nuevo México, Colorado, Virginia) que probablemente determinen el resultado de las elecciones. Mi consejo a los colegas europeos para los próximos dos meses es que disfruten del espectáculo si quieren pero que no se dejen distraer demasiado por los ataques que se lanzan de una campaña a otra a diario. Las principales posiciones políticas de cada campaña ya se han decidido.
Los próximos acontecimientos importantes en la campaña serán los debates. Encuentros carentes de toda espontaneidad en los que los medios de comunicación manejan los hilos, los debates pueden dar a alguien lustre de presidente, pero más a menudo acaban con una candidatura, como ocurrió con Nixon en 1960, Ford en 1976 y hasta cierto punto con Gore en 2000 (ofreció una imagen demasiado arrogante en comparación con la atractiva humildad de Bush). El debate de la gobernadora Palin con el senador Biden puede ser la última oportunidad de los demócratas de sembrar dudas sobre ella, pero también puede volverse en su contra, porque se arriesgan a provocar la irritación de los votantes que se han formado una impresión favorable de Palin y que se identifican con ella.
¿Y en el gobierno? McCain es un hombre de palabra. Si gana, se esforzará al máximo para reducir los gastos innecesarios, restablecer la confianza en el gobierno (y, por ende, en el Partido Republicano) y tratará de abordar el sistema sanitario con su innovador plan que otorgará a las familias una reducción fiscal para utilizarla en adquirir un seguro médico. McCain prometió asimismo poner en marcha un plan que garantice el acceso a cuidados médicos que estará gestionado por cada estado. En política exterior, una administración dirigida por McCain promovería un papel fuerte para EEUU en el mundo y concentraría su atención en la guerra en Afganistán al tiempo que trataría de reparar las alianzas tradicionales crispadas por las tensiones sobre Irak y sobre el comercio (McCain es un partidario ortodoxo del libre comercio). La posición de McCain sobre Irak –estuvo a favor de aumentar las tropas hace años– ha sido corroborada por los hechos, hasta el punto de que Irak no ha tenido el protagonismo en la campaña que muchos esperaban. La invasión de Georgia por parte de Rusia recordó también a algunos votantes que los peligros del mundo siguen estando ahí, lo que da a McCain una ventaja por su experiencia. La necesidad de responder a este punto puede haber inclinado la balanza en favor del senador Biden como compañero electoral de Obama en lugar de elegir a un demócrata más joven como el gobernador Tim Kaine de Virginia o Kathleen Sebilius de Kansas.
Pero, gane o pierda McCain, los republicanos se enfrentan a la posibilidad de sufrir graves pérdidas en la Congreso. No sería sorprendente para los republicanos perder 20 escaños en la Cámara de Representantes (sería la primera vez que uno de los dos partidos sufre perdidas tan elevadas desde los años 50) y seis en el Senado. Pese a la impopularidad del Congreso que está ahora en manos de los demócratas, la “marca” republicana sigue en horas bajas, y por eso McCain el “rebelde” es muy probablemente el único republicano con posibilidades de ganar la presidencia este año. Hoy por hoy, los republicanos sólo tienen un escaño en la Cámara de Representantes en los seis estados de Nueva Inglaterra; y después del 4 de noviembre, podrían tener sólo dos en Nueva York. El partido está perdiendo fuerza en las costas y entre los votantes con mayores ingresos (algo bastante irónico tratándose del partido del empresariado). Esto influye directamente en lo que McCain podría lograr como presidente.
Tras la luna de miel tradicional de que disfruta un nuevo presidente (período que se ha venido acortando con cada cambio de Administración), el presidente McCain tendría que enfrentarse con un Congreso que sería en el mejor de los casos difícil, en el peor, hostil. Por otra parte, la perspectiva de un Congreso dominado por los demócratas podría ayudar a McCain a alcanzar las Casa Blanca, puesto que muchos votantes independientes parecen preferir la cohabitación (el experimento de los republicanos al mando de las dos cámaras en el periodo 2000-2006 no produjo grandes resultados, y fue una de las razones por las que los republicanos perdieron en 2006). En unas elecciones reñidas, solo hace falta que un pequeño porcentaje de los votantes voten de esta forma táctica para producir este resultado.
Sin embargo, hay una diferencia en cómo se relacionará la Administración McCain con el Congreso: McCain es criticado con frecuencia por los republicanos. Muchos, sobre todo aquellos que han chocado con él sobre los gastos del gobierno o en cuestiones como el cambio climático (McCain ha sido un gran defensor de la legislación sobre el cambio climático) o la inmigración (McCain estuvo a favor de un enfoque amplio que abriese el camino hacia la ciudadanía norteamericana a miles de inmigrantes indocumentados) lo miran con desconfianza, y asumiría su cargo con menos buena voluntad de los miembros del Congreso de su propio partido que ningún otro presidente en los últimos tiempos (incluso Carter contó al principio con un amplio apoyo; sus choques con el Congreso vinieron más tarde).
Esto trae a colación otro aspecto del carácter político de McCain, uno al que temen algunos republicanos conservadores: la idea de que McCain llegaría a demasiadas componendas con los demócratas. Todo depende de los acontecimientos –no cabe duda de que McCain comenzará intentando un consenso entre los dos partidos antes de simplemente intentar a un acuerdo con la oposición–, pero McCain se impacientaría con la idea de que debe limitarse a vetar malos proyectos de ley y contentarse con que unos pocos proyectos se conviertan realmente en ley. A sus 72 años, quiere conseguir cosas.
Es más, si, como sería previsible, McCain cumpliera sólo un mandato como presidente, la vicepresidenta Palin estaría en una posición favorable pero no insuperable en 2012 para ser ella misma la designada. Todo depende de cómo se muestre en el desempeño de su cargo y si es aceptada por otros grupos del partido más allá de los sectores del Oeste y de los socialmente conservadores. Otros vicepresidentes han sido cuestionados por el partido antes (Nixon in 1960, Bush in 1988), pero normalmente ganan. Tanto Eisenhower como Reagan eran populares, y su atractivo se contagió a sus vicepresidentes. Sin embargo, si McCain acaba siendo impopular, la candidatura de Palin se vería perjudicada, lo que llevaría a una larga y divisiva batalla por la designación en 2012.
Pero esto es para el futuro y para después de la victoria. Durante los próximos dos meses y quizá después, John McCain tiene encomendado mantener unida a esta coalición que es el Partido Republicano. Consiguió unir a los republicanos en St. Paul, gracias entre otras cosas a la gobernadora Palin, pero queda un difícil camino hacia las elecciones. Si llega al cargo, McCain sería la cabeza nominal del partido pero, como su campaña eligió como lema “El país primero”, un gobierno McCain no se sentiría limitado solamente por lo que interesa a su partido.
Conclusión: McCain es un rebelde. Es un republicano leal pero también un pensador independiente, un hombre hecho a sí mismo que se ha forjado un lugar en la política norteamericana alejado de las categorías comunes. Este podría ser el secreto de su atractivo y su éxito.
Nuestro gran novelista, Mark Twain escribió en Las aventuras de Tom Sawyer que los dos chicos protagonistas preferirían ser unos “fuera de la ley” por un año que presidentes de EEUU para siempre. Los próximos 60 días determinarán cuál de los dos será el destino de John McCain.
John S. Gardner
Miembro del White House Writers Groupe en Washington y ex colaborador especial del presidente George Bush, colaborador del presidente George W. Bush, y abogado de la US Agency for International Development