Tema: Las visitas de Evo Morales y Hugo Chávez han suscitado una gran polémica interna, tanto como un intenso debate externo, con acusaciones al gobierno español de propiciar un mayor acercamiento con algunos líderes populistas.
Resumen: Las visitas de Evo Morales y Hugo Chávez a España causaron una gran polvareda mediática, debido a ciertas acusaciones relativas a que la política del gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero propiciaba un mayor alineamiento con los gobiernos de Bolivia y Venezuela, o incluso con los países del ALBA (Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela), que con otros presidentes latinoamericanos. Este ARI pretende profundizar en la presencia de los dos mandatarios en Madrid, los objetivos que ambos se plantearon para esta ocasión, y también los del gobierno español. Estas cuestiones están vinculadas a las respectivas agendas bilaterales, así como al marco contextual en el que se desarrolla la política española hacia América Latina, sin olvidar la celebración de la Cumbre Iberoamericana en Estoril el 30 de noviembre y 1 de diciembre próximos y la Euro-latinoamericana (ALCUE) en mayo de 2010 en Madrid, coincidiendo con la Presidencia española de la UE.
Análisis: El 24 de septiembre el embajador ruso en Madrid, Alexander Kuznetsov, hizo unas insólitas declaraciones, poco compatibles con su rango diplomático. Por un lado, dijo que no iba a comentar ‘novelas ni poesías’ sobre un agente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) español acusado de pasar información sensible a Rusia, y se quejó de lo que llamó la mitología existente sobre la mafia rusa en los medios españoles. Según él, estos temas no deberían influir en las relaciones bilaterales. Por el otro, pidió respeto para los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, Bolivia, Evo Morales, y Nicaragua, Daniel Ortega, que, en sus palabras, son vistos en España como “demonios”. Defendió su legitimidad basada en triunfos electorales y agregó: “No me explico cómo hay tanto odio hacia esas personas. Hay que reconocer la diversidad del mundo, no somos iguales”. Por sus lazos con la región, España debería ser el “primer país del mundo” en mostrar “más comprensión” hacia América Latina. También insistió en el interés ruso en fortalecer sus relaciones con el área y aclaró que su país “no tiene ninguna alianza ideológica” con Venezuela, sino una relación basada en el “pragmatismo”, lo que explica la venta de armas a Venezuela.
Las declaraciones de Kuznetsov son otra prueba del debate generado por las visitas de Chávez y Morales a Madrid, un debate caracterizado por su escaso rigor, con argumentos banales desligados de la realidad y por no considerar simultáneamente las motivaciones de los visitantes y los visitados. Habría que comenzar con las diferencias entre las dos visitas, que si bien fueron prácticamente consecutivas tuvieron naturaleza dispar. Si Chávez, con pocas horas de estancia en Madrid el 11 de septiembre, hizo una visita privada, la presencia de Morales, del 13 al 15 del mismo mes, fue una visita oficial. Mientras la presencia de Morales estaba en la agenda ya con muchos meses de antelación, como suele ocurrir con las visitas oficiales de Estado, el viaje de Chávez se programó con escasos días de anticipación y a petición del mandatario venezolano, por realizar su avión una escala técnica en su retorno a Venezuela. Sin embargo, la presencia seguida de dos de los más polémicos presidentes latinoamericanos reforzó el ruido mediático, un ruido que desapareció con la misma rapidez con la que emergió, lo que redunda en el carácter anecdótico de muchas críticas, aunque no de todas.
El marco de las visitas
Durante la rueda de prensa posterior a la entrevista de Morales con Rodríguez Zapatero, se le preguntó al presidente del gobierno español si habría alguna mediación en el actual enfrentamiento entre Colombia y Venezuela. Existe un claro precedente, la facilitación de Don Juan Carlos en el diferendo entre Argentina y Uruguay por la construcción de una fábrica de pasta de celulosa en la localidad uruguaya de Fray Bentos. Vale la pena recordar que la iniciativa terminó en un fracaso.
Es irreprochable el intento del gobierno español de tratar de rebajar la tensión bilateral, o incluso de colaborar a la resolución del conflicto. Rodríguez Zapatero lo dejó claro: “El ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, está dispuesto a emprender cualquier iniciativa, en el momento en que ambos países lo consideren oportuno”. Sin embargo, lo mejor hubiera sido apostar por una acción discreta, que suele ser más eficaz, que hacerlo público durante una rueda de prensa. Es verdad que se le formuló a Rodríguez Zapatero una pregunta directa, pero el riesgo que se corre si no se llega a nada positivo es el de pagar algunos costes en términos de imagen. Hay que impulsar iniciativas semejantes, pero con menor publicidad. El contraste con la forma de trabajo de la diplomacia brasileña es obvio. Así, ni Brasil ni Lula se implican abiertamente en iniciativas semejantes.
Rodríguez Zapatero volvió a dejar claro el espíritu que anima la política latinoamericana de España: “El entendimiento y la unión de todos los países de América Latina es una garantía de estabilidad y de progreso económico y social”. En líneas generales se trata de la misma política mantenida por todos los gobiernos españoles desde Felipe González. Rodríguez Zapatero cree que “Todos los esfuerzos que se pueden hacer para resolver potenciales conflictos o faltas de entendimiento deben ser beneficiosos”. El problema de fondo de esta postura, de prolongados y sólidos fundamentos y con logros importantes para la diplomacia española, es que actualmente es puesta en cuestión por la existencia de una coyuntura regional diferente de la anterior. Se suele afirmar que América Latina ha cambiado en los últimos años, especialmente por las transformaciones políticas y el llamado “giro a la izquierda”. Sin embargo, la realidad muestra a un continente dividido y fracturado, pese a los mensajes contrarios que unos y otros emiten.
Los conflictos bilaterales son mayores que nunca. Y ya no responden sólo a la vieja lógica de los enfrentamientos por cuestiones fronterizas, por el trazado de límites geográficos, sino que tienen motivaciones económicas, políticas e incluso ideológicas. De ahí la dificultad de mantener la política del “café para todos”, que equivale a tratar a todos los países latinoamericanos por igual, con independencia de su naturaleza política o ideológica, o de su mayor o menor cercanía a España.
Desde esta perspectiva hay que analizar las visitas de Chávez y Morales. La política latinoamericana de España busca tocarse de un cierto pragmatismo, que permita tratar simultáneamente la preocupación por los intereses españoles y la muy peculiar e intensa relación con la región junto a la defensa de los intereses de las empresas presentes en América Latina. De ahí, las constantes alusiones tanto de Rodríguez Zapatero como de Don Juan Carlos a la seguridad jurídica en Bolivia y Venezuela.
La visita de Hugo Chávez
Hugo Chávez realizó durante septiembre una nueva gira por buena parte de sus países favoritos, en esta oportunidad Libia, Argelia, Siria, Irán, Turkmenistán, Bielorrusia y Rusia. Antes de llegar a Madrid, pasó por el certamen cinematográfico de Venecia, a la presentación de la película panegírica de Oliver Stone, “Al sur de la frontera”. No era la primera vez que Chávez pasaba por Madrid. Desde que está al frente del gobierno ha estado en nueve ocasiones y se reunió tanto con José María Aznar como con Rodríguez Zapatero. Hay que agregar que el ministro Moratinos estuvo en Caracas a fines de julio pasado, donde se abordó de forma exhaustiva la agenda bilateral.
Según el nuevo embajador de Venezuela en España, Isaías Rodríguez, las relaciones bilaterales viven un momento idílico “Las relaciones con España son excelentes, pero las estamos afinando para que sean mucho mejores”. No es ésta la opinión en algunos medios diplomáticos españoles, alarmados por el ideologismo del régimen venezolano y sus repercusiones en la política iberoamericana. De alguna manera Chávez desmintió a su embajador al señalar, nada más llegar a España, que venía a consolidar las relaciones en torno a la igualdad y no a “clichés colonialistas”. Era una crítica apenas velada a la forma en que el gobierno español ha llevado las relaciones y a la idea extendida de que España puede ser la puerta de Europa para América Latina: “no necesitamos de esas puertas”. Tras criticar a la derecha europea por llamarlo tirano, agregó que “el Estado español es igual a los demás”, aunque matizó: “Somos almas gemelas que nos necesitamos pero, eso sí, en condiciones de igualdad, no con partes superiores”.
Mucho se especuló sobre las razones de Chávez para solicitar de prisa y corriendo sendas entrevistas con el presidente Rodríguez Zapatero y con el Rey y también sobre las razones del gobierno español para acceder a tan urgente, a la vez que poco habitual, petición. La explicación oficial es que su avión debía hacer una escala técnica, que ante eso solicitó las audiencias y que, cuando eso ocurre, y de haber disponibilidad, éstas se conceden. Hay otras teorías que las asocian al anuncio que quería hacer Chávez en Madrid del descubrimiento de un gran yacimiento de gas. Del lado español también había expectativas de realizar algunos buenos negocios en Venezuela. En unas declaraciones de Chávez a la prensa española durante su estancia madrileña dijo que había proyectos conjuntos en marcha: construcción de viviendas, metro de Caracas y ferrocarril y algún proyecto de energía eólica, al haber un deseo de trabajar con España en energías renovables, dado el liderazgo español en la materia.
La visita de Chávez tuvo lugar entre la madrugada del 11 y las primeras horas de la tarde del mismo día, cuando regresó a Venezuela. Su visita dejó a pocos indiferentes y tuvo un gran eco mediático. En esas febriles horas se entrevistó con Rodríguez Zapatero y con Don Juan Carlos, aunque el acto más tumultuoso se produjo en la Casa del Libro, en la Gran Vía madrileña, donde hubo algunas, pocas, muestras de rechazo. Chávez aprovechó su visita a la librería para comprar libros, conceder algunas entrevistas a periodistas locales y mantener un fugaz encuentro con Antonio Brufau, presidente de Repsol. En este marco se anunció el descubrimiento de gas en el golfo de Venezuela (un yacimiento de 7 a 8 billones de pies cúbicos de gas natural) y su posterior explotación por una empresa conjunta de Repsol, la italiana ENI (cada una con el 32,5% de los derechos) y PDVSA (el 35%). Si bien Chávez y Brufau presentaron el hallazgo como algo casi simultáneo al encuentro (Chávez se habría enterado durante su estancia madrileña), esto no es demasiado creíble. Probablemente las autoridades de Repsol debían tener algunas noticias previas y quizá algún alto cargo español también.
Una cuestión central de la visita fue la agenda de lo tratado entre Chávez y Rodríguez Zapatero. Entre los diversos temas, es probable que Chávez haya hablado de las repercusiones nacionales y regionales de la cesión por Colombia del usufructo a EEUU de las instalaciones de siete bases militares. También de la crisis hondureña y del futuro de Manuel Zelaya, un tema que también preocupa al gobierno español. De parte española entre los temas de mayor interés habría que destacar la participación venezolana, y de los restantes países del ALBA, en las próximas Cumbres a celebrar en la Península Ibérica: la Iberoamericana, en Estoril, Portugal (nivel de las representaciones, clima de las discusiones, etc.), y la ALCUE, en mayo de 2010 en Madrid bajo la Presidencia española. Otro tema abordado, repetido también con Morales, fue el de las garantías jurídicas suficientes para las empresas españolas presentes en Venezuela, así como para los inmigrantes españoles, y sus propiedades, en el país caribeño. Tras el encuentro no hubo ni comida ni la rueda de prensa conjunta, habitual en este tipo de actos, dadas las prisas de Chávez por regresar a Venezuela.
Prueba de la importancia que el gobierno español dio al encuentro con Chávez fue el rápido retorno a Madrid del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, que estaba de gira por Oriente Medio, un punto muy criticado por el Partido Popular (PP). Con ese objetivo, Moratinos suspendió una reunión con su colega israelí Avigdor Lieberman y con varios responsables de la Autoridad Nacional Palestina. Probablemente uno de los temas que le preocupaban era el de la mediación en el conflicto que enfrenta a Venezuela con Colombia.
La visita de Evo Morales
Hacía tres años que Evo Morales no pasaba por Madrid. En enero de 2006, siendo aún presidente electo, España formó parte de su gira europea. En esta ocasión, su visita tenía otras connotaciones. La visita de Estado de Morales comenzó con un mitin político y electoral en Leganés, un suburbio madrileño. Como Morales comenzaba formalmente su visita oficial a España el lunes, se encubrió el mitin bajo el manto de un encuentro político con la inmigración. En España hay unos 100.000 bolivianos con sus papeles en regla, y se calcula que el total debe rondar los 250.000. Detrás del mitin está el intento gubernamental de garantizarse el voto en el extranjero para las elecciones de diciembre próximo. Antes de la intervención de Morales, hablaron el alcalde de Leganés, la ex directora de la Biblioteca Nacional, Rosa Regás, y el ex director general de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza. Todas las intervenciones previas se esforzaron en realzar los logros aportados para Bolivia por el gobierno de Morales y el MAS.
Buena parte de las intervenciones estuvieron teñidas de un tono bastante paternalista y eurocéntrico, pese a cubrirse con el proyecto plurinacional y pluriétnico de Morales. Desde esta perspectiva Mayor Zaragoza dijo: “la coca no es cocaína de la misma manera que el café no es cafeína”. Trataba de minimizar las acusaciones contra el gobierno de proteger al narcotráfico y de justificar a Morales como un líder cocalero y a su política de extensión de cultivos, más allá de las necesidades de consumo bolivianas. Las palabras de Mayor Zaragoza no se entienden sin otras posteriores de Morales, quien afirmó que después del 11-S los dirigentes sindicales bolivianos fueron “acusados de terroristas”: “Deben recordar… que unos decían que Evo Morales era Bin Laden andino, que los cocaleros los talibanes, y con ese pretexto, con otra doctrina política de coca cero, cómo expulsar al movimiento campesino de la zona productora de coca, y… que hemos soportado permanentes intervenciones, a veces hasta de carácter militar para atacar esa rebelión de nuestros pueblos en Latinoamérica”.
El discurso de Morales giró en torno a su visión tradicional de la política boliviana y continental, al papel liberador, antiimperialista y revolucionario de su proyecto, la relación con España, Europa y la inversión extranjera, entre otras cosas. Sobre la inversión Morales dijo: “Estamos abiertos a las inversiones, pero como socios y no como dueños de nuestros recursos naturales”. Al tiempo que no dijo en qué cambiará su política para hacer esto realidad (el pasado muestra todo lo contrario) ni qué garantías daría a los inversores más allá de su palabra, mostró una idea bastante limitada del valor de la inversión extranjera directa (IED), al circunscribirla a la extracción de los recursos naturales (gas, petróleo, hierro, litio y otros minerales) pero no a la industria de transformación ni a los servicios. ¿Se reserva algún papel, por ejemplo, a las inversiones en el sector financiero?
Sus palabras, dirigidas básicamente a Repsol, esconden el estado que atraviesa la producción de hidrocarburos, golpeada por los repetidos casos de corrupción en YPFB, los continuos cambios en su alta dirección y los relevos de los ministros del sector, la mala gestión de las empresas nacionalizadas y el notable descenso en la inversión, tanto pública como privada, no sólo en exploración, sino también en el mantenimiento de la producción existente. Al rotundo fracaso de YPFB hay que sumar la falta de inversiones. PDVSA (Petróleos de Venezuela) no ha cumplido con la mayor parte de las grandes promesas realizadas, que de haberse materializado hubieran supuesto la llegada de cientos de millones de dólares al país. Esto no impide la llegada de varios millones de dólares como cooperación venezolana, a lo que hay que sumar el respaldo a la política comunicacional del gobierno. El español grupo Prisa, propietario del periódico paceño La Razón lo ha vendido a “empresarios venezolanos”, algunos hablan de testaferros de PDVSA, aunque este punto no se ha confirmado todavía, para convertirlo en un periódico oficialista. Así, otra de las escasas empresas españolas presentes todavía en Bolivia también se retiraría.
Las palabras de Morales, invitando a la inversión extranjera a participar en diversos proyectos, que no nombró, en tanto socios, parecerían buscar una relación en pie de igualdad. Ahora bien, como se señaló más arriba, lo actuado en los últimos años no ha sido estimulante para la IED, sino todo lo contrario. Corresponde pues al gobierno boliviano sentar las bases para crear un entorno inversor propicio y adecuado, y eso es algo que no se divisa en el horizonte.
Sobre su protagonismo y su especial manera de entender la historia dijo: “Por primera vez en 183 años de vida republicana el pueblo boliviano aprueba una nueva constitución, que antes nunca ha habido eso, sólo las clases políticas, los partidos o finalmente el partido que tenía representación parlamentaria tenían derecho a hacer reformas de la constitución. Ahora, el pueblo con su voto aprueba una nueva constitución del estado boliviano. Es decir, cambiamos hasta constituciones”. Aprovechó la ocasión para arremeter contra EEUU: la nueva constitución “no permite ninguna base militar extranjera, menos de Estados Unidos… En Latinoamérica, donde hay una base militar de Estados Unidos hay golpes militares, no se garantiza la paz, no se garantiza la democracia”.
El tema inmigratorio ocupó una parte central de su discurso. Así, volvió a regañar a Europa por no acoger libremente a los inmigrantes latinoamericanos, recordando que los abuelos de los latinoamericanos sí lo habían hecho. Al margen del escaso caudal de inmigrantes que acogió Bolivia, entre ellos centenares de refugiados nazis, las políticas migratorias latinoamericanas durante la década de 1930, como consecuencia de la crisis de 1929, eran bastante restrictivas. Algo similar se puede decir de ciertos países, no de todos, tras la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial.
Hubo una confesión de Morales que repitió con matices en un acto celebrado el lunes por la tarde en la Universidad Complutense. En Leganés dijo “creo que me quieren más en España que en Bolivia”, y en la Facultad de Ciencias Políticas su reflexión fue que los estudiantes españoles lo querían más que los bolivianos. En esta ocasión recordó los argumentos del día anterior en Leganés, aunque adaptados a un público estudiantil rendido ante el caudillo indígena. Durante la rueda de prensa con Rodríguez Zapatero Morales se declaró “sorprendido” por el trato recibido y por la “generosidad” de los españoles, prueba, en su interpretación, de “las nuevas relaciones de amistad” y de que “los tiempos cambian”.
La visita oficial se completó con sendas audiencias en La Moncloa, donde fue recibido por Rodríguez Zapatero, y en La Zarzuela, con el rey, una cena en el Palacio Real y la entrega de las llaves de Madrid por el alcalde Alberto Ruiz Gallardón, perteneciente al PP. Como en la mayor parte de este tipo de visitas fue recibido en el Congreso de Diputados por su presidente, José Bono, aunque a diferencia de lo ocurrido recientemente con otros presidentes latinoamericanos no se dirigió al pleno en el hemiciclo. También tuvo un desayuno con empresarios en el Consejo Superior de Cámaras de Comercio y visitó la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), donde fue recibido por su secretario general, Enrique Iglesias.
Entre los temas abordados en la visita figura la extensión del derecho al voto a los inmigrantes en las elecciones municipales –un tema pendiente de la decisión boliviana–, la reciprocidad del carné de conducir y la apertura de un número mayor de consulados para atender a la tan extensa colonia boliviana en España. La visita concluyó con la firma de varios acuerdos de cooperación. Entre ellos destaca la promoción del “Fondo para el agua”, que aportará este líquido vital a miles de ciudadanos de 45 municipios. Se promoverá la formación profesional para jóvenes y se asesorará a Bolivia en la creación de una Abogacía del Estado. Con todo, el logro más importante de Morales fue la firma del tercer, y último, programa de canje de deuda, que condona a Bolivia 77,3 millones de dólares y 5,55 millones de euros. Los dos anteriores se firmaron en 2000 y 2003.
Tanto el Rey como Rodríguez Zapatero insistieron en las garantías para las empresas españolas, entre las cuales, muy escasas, destaca Repsol. Su presidente, Antonio Brufau, visitará pronto Bolivia. En una conferencia de prensa junto a Morales, Rodríguez Zapatero pidió que las inversiones tuvieran lugar bajo “el principio de la seguridad y de un marco legal que ofrezca garantías”. Recalcó que las empresas españolas presentes en Bolivia “están para contribuir al desarrollo” del país y resaltó que Morales es un presidente que actúa en “favor de los desfavorecidos” y de ahí la colaboración y la cooperación española en la lucha contra la pobreza y por lograr mayores oportunidades para los más débiles. También expresó su deseo de visitar Bolivia en breve.
Algunos de los mensajes de Morales fueron poco claros o asumían una postura del gobierno español algo lejana de sus puntos de vista. Por ejemplo, pidió ayuda para desarrollar el sistema de autonomías, especialmente frente a Santa Cruz, Tarija, Pando y Beni. En este punto, el sistema español concede prerrogativas a las autonomías que Morales quiere para el Estado central. También expresó el deseo de la Unasur de trabajar conjuntamente con la UE, especialmente de cara a la Presidencia española y a la Cumbre ALCUE de mayo próximo en Madrid, aunque en este punto la conducta boliviana es sumamente contradictoria, como se ve en la negociación entre la UE y la CAN.
Conclusiones: Las dos visitas se realizaron en un breve lapso temporal y reforzaron la idea planteada desde diversos medios de comunicación de un contacto estrecho entre el gobierno español y los líderes de Bolivia y Venezuela. Sin embargo, la presencia de Chávez y Morales en España debe ser vista en el contexto de la política global de España hacia la región. También hay diferencias de matices en la relación entre Bolivia y Venezuela. España tiene con Bolivia una intensa labor de cooperación al desarrollo y el gobierno mira con simpatía los esfuerzos por superar las tremendas desigualdades sociales que azotan al país. Y al igual que Brasil, España no quiere aislar a Morales para que no termine totalmente abrazado por Chávez.
Por diversos motivos, los dos presidentes latinoamericanos se fueron satisfechos: Chávez tras haber apuntado el descubrimiento de un gran yacimiento de gas, Morales porque se fue seguro de haber convencido a los españoles, autoridades y empresarios, especialmente a Repsol, de que hay un mayor clima de confianza para las empresas españolas en Bolivia. Habrá que ver en qué forma se condicen las percepciones con la realidad.
Finalmente, señalar que ambas visitas provocaron protestas y señales de disconformidad. Por ejemplo, Mario Vargas Llosa lamentó que el gobierno español “apoye” a Evo Morales, ya que “no es un presidente democrático”. El PP también estuvo muy crítico y Jorge Moragas, su responsable de Relaciones Internacionales, dijo que la visita de Chávez estuvo “rodeada de demasiadas anomalías y pocas transparencias”.
Carlos Malamud
Investigador principal de América Latina del Real Instituto Elcano y catedrático de Historia de América de la UNED