Tema: Las elecciones en los Países Bajos han acentuado aún más la complejidad y la fragmentación del sistema político holandés. Resumen: Las elecciones en los Países Bajos han acentuado aún más la complejidad y la fragmentación del sistema político holandés. La victoria de los democristianos no va a tener, sin embargo, consecuencias inmediatas en cuanto a la política europea de Holanda. Los grandes partidos, pese a que en su momento estuvieron a favor de la Constitución Europea, han dejado la cuestión de lado durante las elecciones, demostrando así su reticencia a enfrentarse con su electorado sobre esta cuestión. Por ello, independientemente de quién forme Gobierno al final, Holanda seguirá manteniendo una distancia crítica con el proceso de construcción europea. La cuestión de la inmigración ha pasado a un segundo plano, destacando hoy en el panorama político holandés la falta de sintonía entre la clase política y la ciudadanía. Análisis: Los resultados de las elecciones parlamentarias en los Países Bajos del pasado día 22 de noviembre presagian un proceso de formación de gobierno muy largo. El Partido Socialista (SP) de Jan Marijnissen fue el gran ganador, con 25 escaños frente a los nueve que obtuvo en los comicios de 2003. Los cristianodemócratas –el CDA del actual primer ministro Jan Peter Balkenende– conservaron su posición como partido más votado, con 41 escaños, mientras que el otro partido de la coalición, el liberal VVD, fue el gran perdedor. Los liberales vieron su número de escaños reducido de 28 a 22. Los socialdemócratas del PvdA se mantuvieron como el segundo partido de los Países Bajos, a pesar de que perdieron nueve de sus 42 escaños actuales. Entre los partidos más pequeños destacan la entrada en el Congreso del partido antiislamista PvdV (Partido por la Libertad) con nueve escaños y la subida del partido cristiano Christen Unie (CU), de tres a seis escaños. Muchos votantes holandeses han abandonado los partidos tradicionales y centristas por los más extremos, tanto a la izquierda como a la derecha del espectro político. Con estos resultados la formación de un nuevo gobierno será difícil, ya que ninguna combinación lógica de partidos tiene mayoría en el parlamento de 150 escaños. La primera opción que se explorará es la de los tres partidos más grandes, CDA, PvdA y SP. Los comicios se adelantaron, tras la caída del Gobierno en junio de este año, a causa del caso Hirsi Ali. La parlamentaria de origen somalí es conocida por sus críticas al islam expresadas en su libro Yo acuso y en la película Submission que produjo en colaboración con el cineasta Theo van Gogh, asesinado en 2004. Aparte de esto, era parlamentaria por el VVD. En la primavera de este año surgió una polémica en torno a su situación legal en Holanda. La ministra de Inmigración, Rita Verdonk, trató el caso de tal manera que el tercer partido de la coalición, el D66, retiró su apoyo al Gobierno. Verdonk ha llevado a cabo una política de inmigración dura durante los últimos años, con la que ha ganado popularidad tanto dentro como fuera del partido. Puesto que al mismo tiempo se celebraba la campaña por el liderazgo del partido, Verdonk siguió en sus trece. Al final perdió, por muy poco, las elecciones internas, pero para entonces el Gobierno ya había caído. La división interna no cesó y se convirtió en una de las razones de la fuerte pérdida electoral de los liberales. Por cierto, Hirsi Ali se mudó a EEUU después de resolverse el asunto, viajando con su pasaporte holandés. Los resultados Hay quien defiende que se forme un Gobierno minoritario. Esto podría fortalecer al Parlamento, al margen de qué partidos lo formarían. Al fin y al cabo, un Gobierno minoritario tendría que buscar el apoyo del Parlamento para todas sus propuestas. Esta es la situación del Gobierno del PSOE en España. Sin embargo, por la gran variedad de partidos en los Países Bajos, ninguno de los que tiene los escaños necesarios para una mayoría ofrecería su apoyo “ciegamente” al Gobierno. Por ello, se desarrolla una forma de política mucho más directa en la cual la oposición está mucho menos marginada que cuando hay Gobierno mayoritario, porque hay que buscar apoyos para cada propuesta gubernamental. En este caso, el acuerdo de gobierno que se firme será más global y flexible. Por otro lado, un Gobierno minoritario en Holanda también tendría una desventaja muy clara. Desde la aparición de Pim Fortuyn en 2002, el pueblo holandés pide a gritos que los políticos le escuchen más y mejor. Pero también le pide que la política sea más viva y directa y que los políticos cumplan su palabra. En una situación de minoría, los pactos necesarios entre partidos hacen imposible que esto suceda. A su vez, es verdad que el creciente papel de los miembros del Congreso hace que los ciudadanos tengan una mayor influencia sobre la política, lo cual podría llevar a una forma más participativa de hacer política, como también promueve la candidata socialista a la presidencia francesa, Ségolène Royal. La contradicción de un Gobierno minoritario, por tanto, hace imposible que se acabe con el malestar del pueblo holandés, que es una de las causas de que los holandeses hayan dejado de votar a los partidos tradicionales y de centro. La cuestión europea en la campaña Holanda sigue apoyando el proyecto de la Unión Europea, pero no a toda costa y no en todos los terrenos. Para todos los partidos el realismo reina y no quieren que Bruselas se ocupe de asuntos que, según ellos, se gestionan mejor a nivel nacional o regional. Es el principio de la subsidiaridad. Por otro lado, los grandes partidos sí están a favor de más cooperación europea en cuestiones transnacionales, como la inmigración, la energía, el terrorismo y el medio ambiente. Es más, ningún partido se opone a que se suprima el derecho de veto de los Estados miembros en Bruselas en estos temas. El CDA, Groen Links y D66 quieren que el Parlamento europeo se fortalezca y tenga un mayor poder, y todos los partidos están de acuerdo en que los Parlamentos nacionales también deben tener más influencia. Los partidos izquierdistas quieren ver sobre todo la desaparición de la intervención europea en asuntos en los que colaboran el Gobierno e instituciones privadas, como la construcción de viviendas de protección oficial, el mercado laboral y la sanidad pública. El portavoz del SP, Harry van Bommel, lo formula de la siguiente manera: “El mercado libre es como un virus que se está haciendo con una parte de la vida pública. Los servicios que son financiados a nivel nacional deben ser dejados a salvo de las reglas de competencia europeas”. (1) El SP siempre ha sido crítico con la Unión y fue el único partido grande que defendió el “no” a la Constitución. Por último, todos los partidos consideran que las medidas de la Unión deben ajustarse estrictamente a las necesidades y deseos de los Estados miembros. Durante la campaña electoral el tema Europa no tuvo relevancia. Ningún partido ha contrastado la tesis de Harry van Bommel ni se han debatido otros temas europeos. Sólo el ministro de Asuntos Exteriores, Bernard Bot (CDA), dijo unas palabras el pasado día 9 de noviembre, pero no el marco de la campaña. Su análisis coincidió con lo anteriormente expuesto: “El texto actual no será sometido a un nuevo referéndum y los ajustes que Holanda quiere ver hay que buscarlos en el tema de la subsidiaridad y en evitar que Europa se convierta en un gran Estado”. Las propuestas de Bot pueden compararse con los planes del ministro francés de Interior, Nicolás Sarkozy, que propuso hace poco un “mini Tratado”, aunque Bot se apresuró a aclarar que los planes de Sarkozy sólo hablaban de las instituciones de la Unión y que no hacía justicia a las preocupaciones de los ciudadanos. Después de todo, no parece que los resultados de los comicios vayan a conducir a que Holanda resuelva el parón en el proceso de ratificación. El “no” holandés también ha dejado sus huellas en las propuestas de los partidos sobre futuras ampliaciones de la Unión. Para los grandes partidos, pueden entrar los países a los que se han hecho promesas, incluido Turquía, a largo plazo. A esto último sólo se opone el CU, que opina que Turquía es “demasiado diferente” y que no es Europa. El SP está en contra de la ampliación como tal, porque según los socialistas esto causaría una avalancha de mano de obra barata en Holanda. Si a pesar de esto se decide ampliar la Unión, el SP quiere que la entrada de cada país se someta a referéndum. Todos los partidos están de acuerdo en que la aplicación de los criterios de adhesión tiene que ser estricta y que en algunos casos estos criterios deben ser más estrictos aún para los futuros candidatos. La cuestión de la inmigración En la última campaña electoral no se ha dado mucha importancia a la inmigración. No es que los problemas hayan desaparecido, pero la idea de “crisis” no ha formado parte del debate. El único que sigue alertando de la amenaza islamista en Holanda y en Europa es Geert Wilders. Las medidas tomadas por el Gobierno en los últimos años han hecho que el problema se haya convertido en una cuestión manejable. Ahora es más bien un problema de clases sociales, y no uno de holandeses por un lado e inmigrantes por el otro. Sin embargo, en los distintos programas electorales sí figuraba la inmigración como tema. A raíz de las propuestas de Pim Fortuyn en 2002, todos los partidos tienen ahora un discurso más duro en lo que a la inmigración se refiere. El CDA y el VVD quieren obligar a los nuevos holandeses a hacer un examen de ciudadanía. El PvdA también quiere que los inmigrantes se asimilen, pero no obligarles a hacer un examen. El SP y Groen Links ponen más énfasis en los aspectos humanos de la inmigración y abogan por el derecho a la enseñanza y a que los inmigrantes puedan trabajar durante el largo proceso de pedir asilo. Un tema que sí tuvo importancia es la legalización de unos 20.000 inmigrantes que llevan ya años en Holanda. La ministra Verdonk siempre se ha opuesto a esto, haciendo que el CDA opinara lo mismo durante la campaña, ya que su deseo era seguir gobernando con el VVD. Los partidos de izquierda siempre han dicho que lo primero que harían tras su victoria electoral sería “perdonar” a todos estos inmigrantes, reprochándole falta de humanidad a Balkenende y señalando que su homóloga y además cristianodemócrata Angela Merkel ha hecho lo mismo, regularizando la situación de nada menos que 100.000 inmigrantes. La crisis de confianza en la política Como resultado de esta paradoja, el llamado “elector flotante” se convirtió en el principal objetivo de la campaña. Los líderes de los partidos hicieron todo lo posible para llamar la atención de los votantes. Aparecieron a diario en programas de televisión, tanto en los serios como en juegos, tertulias, programas para niños, en la MTV e incluso en un programa de fútbol. Además, se les podía escuchar a diario en distintas emisoras de radio, mientras tampoco se olvidaban de Internet y se prodigaban videos, canciones y programas electorales en formato mp3. Se trataba de convencer al votante con mensajes cortos y claros y frases que cautivaran. Había quien decía que la campaña electoral parecía un test de popularidad tipo Operación Triunfo, con la única diferencia que el día 22 no se podía votar por sms. Al final, la presentación de las grandes preocupaciones del futuro en blanco y negro ha hecho que ganaran los que tenían un mensaje más claro: los radicales. Todo esto ha llevado a unos resultados nada claros que apuntan a una división interna en Holanda que se parece a otras situaciones que hemos vivido en el pasado reciente, como la gran coalición en Alemania, la victoria por la mínima de Romano Prodi en Italia, las diferencias mínimas entre el PSOE y el PP en España, los resultados de las elecciones presidenciales en México y la división entre Republicanos y Demócratas en EEUU. Hay muchos ejemplos de que el espectro político tradicional está cambiando y que apenas se pueden explicar en términos de derecha e izquierda. Conclusión: La discordia en la política holandesa, demostrada por los resultados del pasado día 22 de noviembre, apunta a que se tardará mucho en poder inaugurar un nuevo Gobierno. Ni el actual Gobierno ni la oposición tienen mayoría y sólo se ven posibles unas coaliciones que no son la primera opción para los partidos participantes. Por un lado, esto se debe a la política del Gobierno y la oposición contra ella durante los últimos años y, por otro, al hecho de que el electorado holandés no se siente representado por ningún partido al cien por cien. Este es un fenómeno que no sólo se observa en Holanda; sin embargo, allí ha tenido unas consecuencias muy visibles sobre el proceso de integración europeo, cuyo verdadero alcance está todavía por calibrar. Joris Vredeling |
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