La retirada estadounidense de Siria: una guerra no tan lejana

Militar estadounidense en un avión de carga de apoyo a la Operación Resolución Inherente el pasado 14 de noviembre. Foto: DOD / Air Force Staff Sgt. Jordan Castelan

Tema

El sorpresivo anuncio del presidente Trump de retirar a las fuerzas norteamericanas de Siria marca un cambio de estrategia norteamericana en la zona que puede provocar consecuencias imprevisibles en el Levante, Mesopotamia y la Península Arábiga.

Resumen

Hasta ahora el principal objetivo de la estrategia militar norteamericana en la guerra de Siria era el de eliminar la presencia de Estado Islámico, apoyándose en las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) y las que participan en la Coalición Global. La inopinada declaración del presidente Trump el 19 de diciembre proclamando la victoria sobre el Daesh y el comienzo de la retirada –se materialice o no– han cambiado la situación estratégica de toda la región. En este ARI se estudian las consecuencias de la decisión para Siria, el Mediterráneo, Oriente Medio y para la política exterior de EEUU.

Análisis

Desde 2011 existe en Siria una guerra compleja en la que participan fuerzas leales al Gobierno sirio junto con fuerzas rusas e iraníes y milicias proxies de Hezbollah, que se enfrentan a los rebeldes sirios y kurdos apoyados por fuerzas de la Coalición Global y combatientes yihadistas del Daesh que combaten contra todos los anteriores. Los anteriores participan en varias guerras dentro de la misma guerra y se enfrentan por el control territorial dentro de Siria y por el de sus fronteras con Turquía, Líbano e Israel.

EEUU desplegó en Siria fuerzas de operaciones especiales en 2014 para combatir contra el Daesh y, pronto, se encontró combatiendo codo a codo con las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), a los que Turquía considera la facción siria del Partido de los Trabajadores del Turquestán (PKK). Para cubrir las apariencias, en 2015 se crearon y adiestraron las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), un conglomerado de unidades en torno a los combatientes kurdos que se han convertido en más fiel aliado de EEUU en la zona, para disgusto de Turquía.

Gracias a las SDF y al apoyo de las fuerzas de la Coalición Global, EEUU ha ido reduciendo el espacio controlado por el Daesh hasta una tercera parte de lo que llegó a ocupar inicialmente según demuestran los sucesivos mapas publicados por el Institute for the Study of War.1 Hasta 2018, los objetivos estratégicos de la intervención estadounidense en Siria se centraban, según el entonces secretario de Estado, Rex Tillerson, en cinco objetivos: “reducir la influencia de Irán, crear las condiciones para el regreso de los refugiados, eliminar las armas de destrucción masiva, transición hacia un régimen diferente al de Bachar el-Assad e impedir el regreso de los yihadistas, todo ello empeñando un mínimo de fuerzas”.2

Sin embargo, y aunque fueran ciertas las finalidades estratégicas del antiguo consejero de Seguridad Nacional Tillerson, el presidente Donald Trump cree que el statu quo del conflicto sirio le perjudica y busca una solución rápida que le dé más margen de maniobra a nivel global. Por ello, hizo público un tweet el 19 de diciembre en el que declaraba la derrota del Daesh y la retirada de todas las fuerzas. Tanto el consejero de Seguridad Nacional, John R. Bolton, como el enviado especial para Siria, Brett H. McGurk, declararon no conocer la decisión de antemano y en el Senado varios de sus miembros, como Graham y Rubio, criticaron la decisión.3 El secretario de Defensa, Jim Mattis, también trató de modular la decisión como en ocasiones anteriores, pero acabó presentando la dimisión. Aunque inicialmente se barajó la cifra de 30 días, posteriormente se ocultaron los detalles sobre la retirada por razones de seguridad, pero se está llevando a cabo.4 El consejero de Seguridad Nacional Bolton se ha esforzado en matizar que la retirada sería con condiciones, que los aliados kurdos no quedarían desprotegidos y que no se produciría hasta que se derrotara completamente al Daesh.

Fijar la fecha de la retirada de Siria antes de haber alcanzado los objetivos estratégicos recuerda en sustancia, aunque no en la forma, decisiones similares en Irak y Afganistán. La declaración de “victoria” en lugar de “misión cumplida” refleja la progresiva reducción del objetivo estratégico a la derrota de Estado Islámico en Siria y Levante (Daesh de ahora en adelante). Este “ajuste forzado” de la estrategia seguida no se corresponde con un repliegue ordenado de los aproximadamente 2.000 soldados desplegados y puede provocar una reacción geopolítica en cadena que afecte a la zona en conflicto y, como consecuencia, al Mediterráneo y a Europa.

Consecuencias de la guerra de Siria

Los roces y enfrentamientos entre turcos y estadounidenses se han prodigado en los últimos meses porque Turquía no deseaba que las milicias kurdas asumieran el control del territorio que se recuperaba al Daesh. EEUU ha tratado de ofrecer garantías al Gobierno de Ankara, como la de desarmar a los combatientes, retirarlos de ciudades ocupadas como Manjib o reducir el nivel de colaboración. Pero el Gobierno turco ha visto con preocupación “existencial” como las milicias kurdas de las SDF, y las del YPG, consolidaban su control territorial en el noroeste de Siria gracias a la protección de EEUU. La retirada estadounidense deja a esas fuerzas sin protección y acentúa el riesgo de que un enfrentamiento armado entre kurdos y turcos permita que los combatientes del Daesh se recuperen.

El anuncio de la retirada se produce tras un largo período en que las relaciones de EEUU con Turquía no han pasado por su mejor momento. Según declaraciones de funcionarios de la Casa Blanca a la CNN, la llamada de Trump al presidente turco el 21 de diciembre fue sólo para informar de la decisión.5 Tras el anuncio de la retirada, el consejero de Seguridad Nacional trató de evitar el enfrentamiento y visitó Ankara el 8 de enero de 2019 para evitar que el presidente Erdoğan atacara a los combatientes kurdos, pero el presidente rehusó recibirle y se negó a dar las garantías que se pedían. Al mismo tiempo, el consejero instó a los kurdos a no buscar el apoyo de los rusos ni del régimen de Damasco, pero, temiéndose lo peor, los representantes kurdos iniciaron enseguida los contactos con Rusia, firme aliado del presidente Bachar el-Assad.6 Sin el apoyo de EEUU, difícilmente podrán soportar la presión combinada de Rusia, Irán, Siria y Turquía, por lo que tratan de buscar una solución diplomática con Assad y el despliegue de fuerzas regulares sirias sobre la frontera oriental con Turquía.

Rusia e Irán han comenzado a explotar el nuevo entorno estratégico creado por la retirada norteamericana. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Eugene Labov, saludaba el anuncio, declarando que facilitaba una solución política al conflicto, un tipo de solución para el que no se ha contado nunca con EEUU. Por su parte, el presidente Bachar el-Assad comenzó a reforzar las unidades militares en el valle medio del Río Éufrates, al este de Siria, a finales de diciembre de 2018. Estos refuerzos, que incluían unidades de elite del Ejército, así como elementos de las fuerzas armadas rusas, han estado tomando posiciones para cruzar el río Éufrates y tomar el valioso terreno rico en petróleo que actualmente ocupa EEUU y las SDF.

Consecuencia para el Mediterráneo y Europa

Es obvio que los hechos descritos anteriormente alteran la situación estratégica regional y global. En el caso del Mediterráneo, la retirada estadounidense amenaza con mayor inestabilidad, tanto por la impredecibilidad de la guerra en Siria como por la posibilidad de que se abran nuevos enfrentamientos armados en las fronteras de Turquía, Siria, Líbano e Israel. El cambio de estrategia de EEUU –y la forma de hacerlo– no sólo disminuye la cohesión y credibilidad entre los miembros de la Coalición Internacional en Siria e Irak, sino que aumenta la desconfianza en la política exterior norteamericana en el Mediterráneo y Oriente Medio.

La retirada de Siria preocupa al Gobierno de Israel porque aumenta el riesgo de que Irán aumente la presión sobre las fronteras israelíes con Líbano mediante las milicias de Hezbollah o sobre las de Siria, desplazando a las milicias iraníes que han operado allí. De ahí que el consejero de Seguridad Nacional visitará el 5 de enero de 2019 al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, para ofrecerle garantías. También preocupa a otros países donde hay presencia norteamericana como Jordania, Arabia Saudí y, por extensión, a los países del Golfo. Las reacciones de Arabia Saudí e Israel, que consideran a Irán como un peligro existencial, están por ver. El riesgo de un enfrentamiento directo no puede descartarse, pero también se han registrado cambios de posiciones entre los países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (GCC) que revelan un acomodamiento a la nueva situación. Si antes eran era abiertamente opuestos a Bachar el-Assad y apoyaron, de diferentes maneras, a los rebeldes suníes en su contra, ahora han comenzado a aproximarse al Gobierno de Damasco, reabriendo representaciones diplomáticas y tratando de restar influencia a países no árabes como Turquía e Irán.7

Irán es otro actor que trata de llenar el vacío estratégico que deja EEUU y, para ello, se apoya en su contribución militar y diplomática a la estabilidad de los gobiernos de Bagdad y Damasco, y en sus buenas relaciones con Rusia, lo que le proporciona una ventaja estratégica regional. Su finalidad sería consolidar un enlace geográfico entre Irán y el Líbano, a través de Irak y Siria, con acceso al Mediterráneo, algo que colmaría las pretensiones del sector más radical del nacionalismo persa.

Turquía, antigua aliada de la Siria de Bachar el-Assad, rompió sus lazos con Damasco cuando el Gobierno de Bagdad otorgó a los kurdos de las provincias del norte demasiada autonomía para evitar que se sumaran a la rebelión. A pesar de sus avances en el terreno militar, parece difícil que Bachar el-Assad pueda garantizar el control de la frontera turca, con lo que Ankara seguiría atacando a las fuerzas kurdas cuándo y dónde considere que amenazan al control de las fronteras.

La retirada de tropas no afecta –por el momento– a la presencia estadounidense en Irak, pero si se le aplica la misma lógica estratégica que la aplicada en Siria, las tropas deberían partir tan pronto como se declare la victoria sobre el Dáesh, independientemente de los objetivos estratégicos de la presencia de EEUU o del resto de los miembros de la Coalición Global sobre el terreno. El primer ministro iraquí, Adil Abdul-Mahdi, envió el 30 de diciembre de 2018 a Irán una delegación de alto rango encabezada por el consejero de Seguridad Nacional, Faleh al-Fayad, para valorar la situación tras el anuncio de la retirada. De producirse, la retirada aumentaría la actual influencia de Irán y Rusia sobre el Gobierno de Bagdad y sobre toda la región a expensas de EEUU en Oriente Medio.

También, y aunque hasta ahora la guerra de Siria parecía lejana para la OTAN y la UE, la retirada estadounidense puede acabar afectando a ambas organizaciones. Cualquier incidente armado que afecte a territorio turco podía hacer que Ankara evocase el Art, 5 del Tratado del Atlántico Norte, una declaración de riesgo que ya ha llevado al despliegue preventivo de fuerzas de la OTAN, incluidas las españolas, en Turquía. Además, el deterioro de las relaciones entre Washington y Ankara –incluidas las amenazas estadounidenses de “devastar” la economía turca con sanciones y las acusaciones turcas a Washington de alineamiento con la “propaganda terrorista” del YPG– añadiría un mayor desgaste para la Alianza del que ya padece por causas internas (las malas relaciones del presidente Trump con sus aliados y su desdén por la organización militar). También podría revertir la decisión turca de suspender la compra de misiles antiaéreos S-400 rusos, una decisión adoptada tras el anuncio del Departamento de Estado de aprobar la venta a Turquía de misiles antiaéreos Patriot y radares de defensa aérea por valor de 3.500 millones de dólares, o hacer desistir a Turquía de comprar el avión F-35 a EEUU, lo que afectaría a su venta al resto de aliados.

En lo que respecta a la UE, Francia ha sido siempre un valedor de la intervención militar europea en Siria contra la renuencia general a hacerlo, pero la oportunidad de intervenir podría presentarse ahora si se aprueba una operación de estabilización multilateral en Siria tras un alto el fuego. La participación europea sería más factible si la misión contara con la aprobación del Gobierno sirio (misión no ejecutiva) pero sería descartable si la UE debe liderar una operación militar y establecer la infraestructura de teatro de operaciones para las que no dispone de capacidad militar.

Consecuencias para la política exterior de EEUU

EEUU lleva más de 17 años de guerra y la fatiga hace mella en todos los órdenes, especialmente cuando no se ha seguido una estrategia consistente en todo ese período, incluidas las de Afganistán, Irak, Yemen y Siria. La situación no puede sustraerse al cambio estratégico global que se está produciendo y continuar empleando los mismos procedimientos sin adaptarse a los cambios es el preludio de la derrota. En este contexto, todos los indicios indican que la declaración de Trump de la defunción del Daesh es prematura. La campaña de la Coalición Global ha debilitado a los yihadistas y les ha arrebatado el control del territorio, pero no han sido derrotados, tal y como ha reconocido el viceministro de Defensa británico, Tobias Ellwood, el aliado más fiel de EEUU.8 Además, y en una situación estratégica global de competición entre grandes potencias, las prioridades cambian y la de EEUU ha pasado de combatir el terrorismo yihadista a contener a China. Puede que, como afirma Niall Ferguson, la política de Trump sea intuitiva y que el presidente crea que el orden liberal, tal y como está hoy, sólo beneficia a China, pero la prioridad de su Presidencia es frenar a China y afirmar el poder de EEUU.9

En el ámbito del conflicto sirio, el fundamento del despliegue norteamericano transmite la impresión de inconsistencia en cuanto a su finalidad estratégica. La capacidad operativa actual de las tropas norteamericanas sólo permite su presencia, asesoramiento, apoyo logístico y conducción de ataques aéreos, pero no sirve para decidir el desarrollo del conflicto por su limitada entidad. Cuando la finalidad estratégica anterior se agote, la única finalidad es la de retirarse a Irak, donde EEUU cuenta con apoyo logístico y desde donde puede seguir actuando contra el Daesh junto con el resto de los miembros de la Coalición Global.

El deterioro creciente de la fiabilidad de EEUU como aliado estratégico, debido a sus decisiones unilaterales, va creciendo a golpe de tweet o de titulares mediáticos entre sus socios de Europa, Pacífico y, ahora, de Oriente Medio. AnchorLa retirada de Siria deja a sus aliados kurdos de las SDF en una situación complicada y al igual que ellos la consideran como una traición de EEUU, otros aliados pueden interpretar la decisión como un claro mensaje de abandono. De ahí los esfuerzos del secretario de Estado, Mike Pompeo, en El Cairo para renovar el apoyo a los aliados tradicionales en la región y promover la cooperación entre ellos, movilizándose primariamente contra Irán.10

Al mismo tiempo que el presidente Trump anunciaba la retirada de Siria, ordenaba también un repliegue de parte del contingente estadounidense en Afganistán, unos 7.000 militares del contingente de 14.000, como paso previo a la retirada de este país. Es muy posible que la paulatina retirada de Afganistán sea inevitable, ya que no existe en el horizonte la posibilidad de victoria sobre los talibán ni, tampoco, la de legar una estructura democrática en Kabul, pero antes habría que exponerlo a los aliados de la OTAN, ya que estos desarrollan en Afganistán una misión de adiestramiento (Resolute Support Mission) que se vería afectada por la decisión.

Conclusiones

El vacío de poder que dejaría Washington en el Levante, Mesopotamia, Península Arábiga, Afganistán y Pakistán, lo llenarían otros actores que conformarían un nuevo marco estratégico cuya morfología no es previsible. La alarma causada entre los aliados en la zona y en el establishment en Washington ha hecho que en el entorno de la Casa Blanca se reconsidere la retirada, intentando dejarla prácticamente sin fecha, si nos atenemos a confusas declaraciones. Pero los hechos demuestran que, en realidad, la retirada se está efectuando.

La “solución Bolton”, si fuese apoyada por Trump, necesitaría tiempo y medios, algo que con el inicio de la retirada es más que problemático implementarla, pues el riesgo de escalada es mayor y, con ello, el peligro de una guerra más amplia e intensa en la zona, en la que no puede excluir la actuación de Israel.

El futuro de Siria sigue incierto, pero la continuidad del presidente Bachar el-Assad perpetúa la influencia iraní y rusa en la región y facilitar el acceso de ambos países al Mediterráneo. Su presencia en el otrora Mare Nostrum puede convertirse en un nuevo foco de inestabilidad y trasladar al Mediterráneo y Europa los efectos de cualquier posible enfrentamiento suní-chií en el Levante y Oriente Medio, tal y como ocurrió con Siria.

Una opción que merece atención es una posible intervención militar turca en Siria. Hay que tener presente que Turquía es miembro de la OTAN y cualquier agresión militar en territorio turco podía provocar su solicitud de la aplicación del Art. 5. En las actuales circunstancias este hecho sería problemático al afectar a la cohesión, presente y futura, de la Alianza.

Todo ello tiene graves implicaciones para la seguridad del continente europeo, sobre todo en su cuenca mediterránea –España incluida, por ser “frontera”– y los Balcanes. Con una Europa introvertida dedicando sus energías a ella misma, la cohesión de la OTAN es necesaria en estos momentos en que se pone en duda su vigencia y los aliados europeos deben adoptar iniciativas y tratar de influir en la estrategia estadounidense.

El anuncio de la retirada de Siria marca otro hito del declive estadounidense, quizá el resultado de no haber articulado una Gran Estrategia para el mundo de la post-Guerra Fría. A la errante estrategia de la Administración Bush en Irak y las vacilaciones de la Administración Obama en Afganistán y Siria, se une ahora la “espantada” del presidente Trump, con un Administración muy mermada de racionalidad estratégica tras la dimisión del secretario de Defensa Mattis.

Enrique Fojón
Infante de Marina y miembro del Grupo de Trabajo sobre Tendencias de Seguridad y Defensa del Real Instituto Elcano


1 Institute for the Study of War.

2 “The mission in Syria was mission creep”, National Review, 27/XII/2018.

3 “President Trump’s troop withdrawal from Syria an ‘Obama-like’ mistake”, ABC News, 20/XII/2018.

4 “US military announces start of Syria troops withdrawal”, The Washington Post, 11/I/2019.

5 “Trump told Turkey’s Erdogan in Dec. 14 call about Syria, ‘it’s all yours. We are done’”, CNN Politics, 24/XII/2018.

6 “Turkish President snubs Bolton over comments that Turkey must protect Kurds”, The New York Times, 8/I/2019.

7 “Gulf States slowly warm to Damascus”, al-monitor.com, 9/I/2019.

8 “Trump shocks allies and US advisers with plan to pull US troops out of Syria”, The Guardian, 20/XII/2018.

9 Niall Ferguson, ”We’d better get used to Emperor Donaldus Trump”, The Times, 20/XII/2018.

10 “Around the halls: Brooking’s experts react to Secretary of State Pompeo’s speech in Cairo”, Brookings Institution, 10/I/2019.