La realidad internacional y la decisión de Rodríguez Zapatero

La realidad internacional y la decisión de Rodríguez Zapatero

Tema: El autor considera que el horizonte de las elecciones europeas del 13 de junio es la clave de la decisión del nuevo Presidente del Gobierno de retirar las tropas españolas de Irak.

Resumen: El final de la guerra de Irak ha supuesto el inicio de una distensión y de una reconducción de las relaciones transatlánticas, un momento de nuevo entendimiento y reconstrucción de unas relaciones que habían quedado fuertemente deterioradas. ¿Qué sentido tiene entonces la retirada militar española setenta días antes de expirar el plazo que el propio Presidente de Gobierno se había dado? ¿Cuál es el significado de este gesto extemporáneo e injusto para con el pueblo iraquí de un Gobierno recién llegado?

Análisis: El 20 de septiembre de 2002 la Administración Bush hizo pública cual iba a ser su Doctrina de Seguridad Estratégica. El texto trataba de fundir en un documento los fundamentos de la escuela realista –el eje de la política internacional debe estar en la búsqueda del interés nacional– y la idealista –la política internacional debe promover valores universales– al identificar que el interés nacional y de seguridad de Estados Unidos residía en la promoción de la democracia. Junto a ello, se admitía la opción de utilizar la fuerza anticipándose –pre-emptive– a una agresión. De modo inmediato este concepto se interpretó por parte de sus detractores como la posibilidad de llevar a cabo una guerra preventiva. Para los que nos dedicamos al campo de las relaciones internacionales, este concepto –pre-emptive– no nos resultaba inédito. La crisis de los misiles que en 1962 se desató durante el mandato de la Administración Kennedy –que es considerado como el momento de mayor tensión de la Guerra Fría– fue una crisis de anticipación o preventiva ya que no había ni un ataque cierto ni era inminente el mismo. La “amenaza” se basaba en unas fotografías que reflejaban la construcción de unas plataformas de lanzamiento de misiles. Este hecho puso al mundo al borde de la guerra nuclear. Lo que Bush hizo en septiembre de 2002 fue consagrar este recurso como elemento teórico (y más tarde práctico). En junio de 2003 la Unión Europea también admitió para su propia seguridad el elemento de “anticipación” en el marco de su Estrategia de Defensa, aunque posteriormente fue debidamente edulcorado.

Independientemente de otras consideraciones, el simple reconocimiento público por parte de la Administración Bush de la posibilidad de utilizar este controvertido instrumento de modo unilateral supuso un nuevo e importante desencuentro político en unas relaciones transatlánticas que ya se venían deteriorando desde la Administración Clinton; basta recordar la renuncia de Francia a participar en la Operación Zorro del Desierto en Irak en 1998 o las diferencias en torno a la guerra en las repúblicas de la antigua Yugoslavia.

Tal y como señalan en su libro Allies at War Jeremy Shapiro y Philip Gordon, lo ocurrido en torno a la crisis de Irak fue una “Tormenta Perfecta” en la que todos los factores que podían ser negativos tanto en Estados Unidos como en Europa se concentraron y desencadenaron en apenas tres meses y medio, los que transcurrieron desde la presentación del primer informe de los Inspectores en diciembre de 2002 al inicio de la intervención en marzo de 2003, la mayor batalla política a ambos lados del atlántico desde el fin de la II Guerra Mundial. Ni la crisis de Suez en 1956, ni el abandono de Francia de la OTAN en 1966 y el desmantelamiento de las bases americanas en territorio galo suscitaron tanta controversia internacional.

El final de la guerra de Irak ha supuesto, sin lugar a dudas, el inicio de una distensión y de una reconducción de las relaciones transatlánticas. El Consejo de Seguridad, que durante tres meses había sido lugar de emboscadas diplomáticas y de amargas disputas y divisiones, se ha transformado en un nuevo foro de encuentro. Francia, Rusia, China y Alemania finalmente aceptaron amparar legalmente la intervención. En tres resoluciones (1483, 1500 y 1511) se ha solicitado expresamente a la comunidad internacional el apoyo a la nueva situación en Irak y la ayuda en todo lo concerniente al mantenimiento de la seguridad, imprescindible para llevar a cabo una transición democrática en el país. Se han reconocido a las actuales autoridades políticas de Irak y se las ha integrado en todo tipo de organismos internacionales. Además, de modo oficial, el 30 de junio Irak será un país soberano, aunque con limitaciones. El Secretario General de Naciones Unidas, Kofi Annan, esta volcado en el proceso de transición y para ello ha designado a Lakhdar Brahimi como su enviado especial en Irak.

Brahimi es un hombre de gran experiencia, Ministro de Asuntos Exteriores de Argelia entre 1991 y 1993, ha desempeñado importantes misiones para Naciones Unidas, especialmente en Sudáfrica y Haiti, y desde 2002 era el enviado del Secretario General en Afganistán, en donde ha desarrollado con éxito una misión muy similar a la que ahora inicia. Además, se da la coincidencia de que acaba de emparentar con la Familia Real Jordana debido al matrimonio de uno de sus hijos.

A lo largo del pasado mes de abril, Brahimi ha trabajado en un plan para la transición que ya cuenta con el visto bueno tanto de las principales fuerzas políticas del país, especialmente Al Sistani, como de Estados Unidos y el Reino Unido. Incluso ha anunciado que para finales del mes de mayo le será posible proponer los nombres de una serie de tecnócratas que deberán hacerse cargo del Gobierno hasta las elecciones generales previstas para 2005.

Pero el papel de Naciones Unidas no se reduce a la tarea de Brahimi. Al mismo tiempo se está llevando a cabo una misión de Naciones Unidas, liderada por Carina Perelló, con el objeto de asesorar en materia electoral para poder llevar a acabo las elecciones previstas para enero de 2005. Aunque su informe completo se hará publico a finales de mayo, ya se ha anunciado la puesta en marcha de una Comisión Electoral Independiente –al estilo del Instituto Federal Electoral de México– que será el organismo que en adelante supervise y garantice todos los procesos electorales en Irak. La construcción institucional y política esta en marcha. Estamos, pues, ante lo que es uno de los mayores retos y esfuerzos de la comunidad internacional a través de Naciones Unidas.

La colaboración y mayor cooperación internacional no sólo ha mejorado en lo referente a Irak. En un área tan sensible para los intereses de Estados Unidos como es el Caribe, se está dando una estrecha y fructífera cooperación con Francia para solucionar la crisis de Haití. El mismo cese de Villepin como Ministro de Asuntos Exteriores es un factor positivo en este nuevo clima. También el Canciller alemán, Gerhard Schröder, ha hecho gestos muy significativos para reconducir una relación bilateral que había quedado dañada ya desde su campaña electoral en agosto de 2002, mientras que Estados Unidos esta moderando algunas de sus posiciones.

Mayo de 2004 es, pues, un momento de nuevo entendimiento y reconstrucción de unas relaciones que habían quedado fuertemente deterioradas. ¿Qué sentido tiene entonces la retirada española setenta días antes de expirar el plazo que el propio Presidente se había dado? ¿Cuál es el significado de este gesto extemporáneo e injusto para con el pueblo iraquí de un Gobierno recién llegado?

El nuevo Presidente del Gobierno parecía ciertamente que presentaba un talante distinto. Esa primera impresión ha quedado desmentida por esta decisión diplomática preventiva y unilateral que recupera lo peor de una época de tensión transatlántica a la que la comunidad internacional pretendía pasar página. En política internacional los escenarios cambian constantemente y no existe la marcha atrás. La idea de que la marcha atrás nos devuelve a una posición original estática es tan errónea como pensar que en el ínterin nadie se ha movido ni que nada ha pasado en el mundo. El peligro constatado, es que volvemos a una posición que ya no comparte nadie; es decir, volvemos a ninguna parte y nos situamos en un limbo internacional que puede ser efectista electoralmente pero muy contraproducente en el escenario internacional. Cuando los dos bloques en los que se dividió la comunidad internacional están haciendo gestos de acercamiento, España se enfrenta, en una posición de absoluta soledad, a uno de ellos. Los aplausos que hemos recibido se circunscriben al ámbito del radicalismo más trasnochado; Hamas, FARC, Chavez, Castro etc., son los únicos que han celebrado la decisión del Presidente, además de sus aliados parlamentarios de Izquierda Verde y Esquerra Republicana de Catalunya. No sólo va a quedar en una difícil situación frente a Estados Unidos, sino incluso en el seno de la Unión Europea nos enfrentamos a un bloque compuesto por siete de los actuales miembros y nueve de los que se incorporan.

Un plazo de setenta días da para mucho en cualquier negociación. Si el lugar donde se lleva a cabo es Naciones Unidas, pasan a ser infinitas las posibilidades. La intensidad con que aquí se lleva a cabo cualquier negociación hace que el tiempo se mida por segundos y no por días. Es lamentable que la decisión española se haya adoptado en un momento en el que hay una gran voluntad política de la comunidad internacional para seguir apoyando intensamente la llegada de una democracia a Irak, de la que el Gobierno español de modo insolidario ha decidido quedarse al margen.

Es legítimo que el nuevo Gobierno socialista no quiera quedar vinculado a los compromisos del anterior Ejecutivo. Los españoles le hemos otorgado esa potestad. Pero había muchos modos de actuar. La retirada en las presentes circunstancias no es más que un brusco acto unilateral, absurdamente preventivo y rupturista en un momento en el que todas las naciones tratan de recomponer las relaciones transatlánticas. Desde hacía unos años parecía que España, que tantas veces había llegado tarde a tantas cosas, había recuperado la normalidad histórica. Con acciones como esta volvemos a afrontar la historia con el paso cambiado.

Es un error pensar que Irak es un problema que concierne exclusivamente a una Administración que muchos consideran como neoconservadora y fundamentalista. El Senado ha mostrado su apoyo a la decisión e incluso el candidato Demócrata, John Kerry, ha señalado que su discrepancia se limita a las formas y a la necesidad de trabajar por una mayor presencia de la comunidad internacional. Suena extraño ahora el reclamo que el candidato Zapatero lanzó en la última reunión de la Internacional Socialista celebrada en Madrid antes de las elecciones: “¡Te necesitamos Kerry!”. Ahora el candidato demócrata le ha echado en cara al Presidente Rodríguez Zapatero la decisión unilateral de retirar las tropas. En suma, se trata de un gran desaguisado para lo que según el programa del PSOE iba a ser una prioridad de su política exterior: la defensa del vínculo transatlántico.

El dia 30 de junio Irak será un país soberano –aunque con limitaciones– pero necesitado de fuerzas internacionales que garanticen su seguridad, tal y como ocurre actualmente en Afganistán, Haití, Kosovo y otros lugares en conflicto. Las autoridades iraquíes no controlarán a las fuerzas internacionales existentes en su territorio pero se establecerán mecanismos de coordinación tal y como ha señalado el futuro Embajador de Estados Unidos en Irak, John Negroponte. La paulatina incorporación de los miembros del partido Baaz a la vida del país, como ocurrió en Alemania y Japón después de la II Guerra Mundial, va a facilitar la necesaria reconciliación nacional.

La situación no es nada fácil, pero la comunidad internacional no quiere repetir los errores del pasado, especialmente Ruanda, cuyo décimo aniversario conmemoramos ahora: incluso con fuerzas militares de Naciones Unidas en el país, la comunidad internacional se desentendió de una tragedia que ahora todos lamentamos. En Irak no puede volver a pasar, de ahí los esfuerzos que se están llevando a cabo por parte de todos.

Conclusiones: Si no se hubiera utilizado la diplomacia preventiva y unilateral, las fuerzas militares españolas podrían haberse mantenido dentro de un cuerpo de la OTAN o bajo mando directo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Otra posibilidad hubiera sido sustituirlas por fuerzas de la Guardia Civil, con el cometido específico de instruir a los nuevos Cuerpos de Seguridad iraquíes. Como se ve, las opciones eran muchas y conjugar un compromiso electoral legítimo y la solidaridad internacional sólo requería imaginación, voluntad política y una cierta sensibilidad internacional. Desconozco que puede traer de bueno a España utilizar la diplomacia unilateral y preventiva y el dar la espalda a catástrofes humanitarias –como se le dio a Ruanda en 1994–, pero de lo que estoy seguro es que para el sufrido pueblo iraquí nada bueno ha traído este giro internacional.

Por tanto, es un error pensar que esta nueva postura del Gobierno español se refiera a un nuevo planteamiento de política internacional. No se trata de un asunto de cambiar alianzas. Como ocurre en tantas ocasiones, los Presidentes buscan en su primer mandato consolidarse internamente con el objeto de lograr su reelección. No ha habido otra consideración mas que un descarnado realismo político en clave interna para tomar una decisión que deliberadamente se ha buscado que sea en solitario –ni el Parlamento ni el Consejo de Ministros han jugado ningún papel– y con el único fin de consolidarle internamente. A costa de renunciar a cualquier papel internacional para España, Rodríguez Zapatero indudablemente se conecta emocionalmente con una mayoría de españoles. Buscar algún tipo de consideración de carácter internacional a una decisión tan desafortunada es una perdida de tiempo. El nuevo Presidente español hace suya con sus acciones la vieja frase del realismo político de que “toda política internacional es política nacional”. En este caso, me temo que el horizonte de las elecciones europeas del 13 de junio es la clave de bóveda que sostiene toda la decisión de Rodríguez Zapatero. El 13-J está antes que el 30-J. El Presidente anunció que el 27 de mayo no quedaría ningún soldado español en suelo iraquí. Ese mismo día, el 27 de mayo, empieza la campaña electoral. ¿Estamos ante un caso de instrumentalización de las Fuerzas Armadas españolas con fines electorales? Juzguen ustedes mismos…

Jorge Moragas
Secretario Internacional, PP, Director de Relaciones Internacionales del FAES, diputado y diplomático
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