La política cultural rusa, un soft power aún por madurar (ARI)

La política cultural rusa, un soft power aún por madurar (ARI)

Tema: Rusia busca con sus políticas culturales mejorar su imagen en el exterior. Sin embargo, los enfrentamientos con otras naciones y la falta de recursos hacen que este objetivo esté aún lejos de conseguirse.

Resumen: Tanto en la extinta Unión Soviética como en la actual Rusia, cultura e historia han ido siempre de la mano. La Era Stalin, la Guerra Fría, la tensión y distensión Este-Oeste, la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética han marcado la orientación de sus políticas culturales. Si durante la época comunista fueron diseñadas como un elemento más del sistema, dirigidas a ensalzar a “la madre Rusia”, en la época poscomunista los diferentes gobiernos han comenzado a darse cuenta de que la cultura es una magnífica aliada para mejorar la percepción del país fuera de las fronteras. No obstante, los repetidos choques con antiguas repúblicas soviéticas y los problemas de financiación y falta de fondos –agravados por la actual situación de crisis mundial– hacen que el objetivo de lograr que su cultura se convierta en una herramienta efectiva de soft power esté lejos de conseguirse.

Análisis

Políticas e instrumentos culturales desde 1920 hasta la actualidad
La Unión Soviética puso la cultura, al igual que otras esferas públicas, al servicio del Partido Comunista (PC). De 1920 a 1940 el ámbito cultural evolucionó paralelamente al sistema, que trabajaba para fortalecer la identidad histórica. Esta tendencia fue la tónica dominante durante las siguientes cuatro décadas, dando como resultado una política cultural caracterizada por una amplia red de instituciones culturales estatales, con un fuerte componente educativo y una administración cultural centralizada y con un sistema de control ideológico. A finales de los años 50 y principios de los 60 se vivió la denominada “etapa del deshielo” de las relaciones con EEUU, propiciando tímidas “reformas” que llegaron incluso hasta el ámbito cultural. No obstante, poco después se cayó de nuevo en una fase de estancamiento, impuesta por Leonid Brezhnev.

No fue hasta mediados de 1980 cuando se iniciaron cambios reales, materializándose en la reducción de la presión ideológica sobre los medios de comunicación y el control de las instituciones culturales y educativas. En 1990 la ley de prensa y otros medios de comunicación de masas estableció la eliminación de la censura estatal, proclamándose la abolición del control ideológico. La cultural no fue una excepción y también vio reducida la regulación estatal. Pero a pesar de todos estos avances, el verdadero cambio se produjo con motivo de la desintegración de la Unión Soviética.

En diciembre de 1991 nacía un nuevo Estado independiente: la Federación de Rusia. Los primeros meses supusieron un período de transformación radical no sólo en el terreno político, social y económico, sino también en el cultural. Así, en 1993 se aprobó, como principales objetivos culturales, garantizar la libertad de expresión y preservar el patrimonio cultural y la red de instituciones culturales estatales. Sin embargo, ambos objetivos se han encontrado con enorme obstáculos.

Por un parte, en vísperas del siglo XXI se puso de manifiesto que la eliminación del control ideológico y la libertad de expresión no habían sido suficientes para apoyar el desarrollo cultural. Y por otra, la falta de saneamiento de las arcas del Estado hizo que se redujeran los presupuestos destinados a los programas culturales. A partir de entonces, gran parte de los debates públicos se centraron en la contradicción existente entre el elevado estatus de la cultura rusa y la insuficiencia de los fondos para mantenerla. Como solución, aparecieron dos tendencias enfrentadas: por un lado, los que propusieron ampliar el apoyo estatal a las más destacadas instituciones culturales, y, por otro, los que defendían recortar la lista de instituciones culturales, así como la modificación de su situación jurídica, abriendo paso a posibles privatizaciones.

Principales órganos culturales: objetivos y competencias
Tal y como se recoge en el Compendium of Cultural Policies and Trends in Europe, del Consejo de Europa (www.culturalpolicies.net, en adelante Compendium), el Estado sigue siendo el principal responsable de las políticas culturales en la Federación de Rusia y las autoridades ejecutivas mantienen un papel relevante en la estructura de su gestión. El presidente de la Federación nombra a los miembros del gobierno federal y formula los principios y prioridades de las diferentes políticas, incluida la cultural. Cuenta además con el Consejo de la Cultura y las Artes (1996), un órgano consultivo encargado de asesorarle en la elaboración de la política cultural.

El Ministerio de Cultura y Comunicación de Masas (MCCM) de la Federación de Rusia, creado en marzo de 2004, elabora y lleva a cabo la política cultural federal y propone disposiciones legales relativas a la cultura y las artes, el patrimonio histórico y cultural, el cine y los medios de comunicación de masas. Junto con el gobierno, es el responsable de presentar proyectos para el sector cultural, elaborar propuestas de presupuesto, proporcionar análisis de políticas culturales y coordinar las actividades de las tres agencias especializadas en Cultura: la Agencia Federal de Cultura y Cinematografía (AFCC), la Agencia Federal para la Impresión y Medios de Comunicación de Masas (AFIMCM) y la Agencia Federal de Archivos (AFA).

La AFCC supervisa directamente la cultura, las artes y el cine. Asimismo, organiza las actividades de las instituciones culturales estatales, actuando como principal receptor y distribuidor de los fondos del presupuesto federal. La AFIMCM es la responsable de la edición y la impresión de todos los medios de comunicación públicos, de proporcionar un depósito físico para los materiales impresos y de radiodifusión y de apoyar a producciones de contenido socialmente relevante. Por su parte, la AFA presta sus servicios a la base de la colecciones de archivos y responde a las peticiones de los ciudadanos; asimismo, se encarga del mantenimiento de los archivos nacionales, de la publicación y divulgación de documentos, y de supervisar las nuevas adquisiciones.

Otro órgano es la Cámara Pública de la Federación de Rusia, creada en 2005 para llenar el vacío existente entre el gobierno y las organizaciones públicas y dar cabida a la participación de estas últimas en el proceso de toma de decisiones. Está formada por 17 comisiones que pueden intervenir directamente en situaciones de conflicto y tener acceso a información específica sobre el desarrollo de la legislación.

Este aparato cultural perfectamente definido y estructurado contrasta con la ambigüedad del pueblo ruso a la hora de identificarse y enorgullecerse de personajes y hechos históricos nacionales. A diferencia de lo que ocurre en España con la españolidad, el orgullo ruso es un sentimiento nacional que se sitúa por encima de regímenes políticos, épocas históricas, fronteras e incluso a veces del sentido común. Una reciente encuesta de la revista moscovita Time Out reflejó que, a pesar de que los principales personajes históricos de los que se enorgullecen los rusos se inscriben dentro de la esfera cultural (el escritor Lev Tolstoi, el cineasta Serguei Eisenstein, la bailarina Maya Plisetskaya o el violonchelista Mstislav Rostropovich), aún hoy sigue existiendo una ambigua relación de amor-odio entre Stalin y el pueblo ruso. Asimismo, cuando de lo que se trata es de destacar momentos históricos, instituciones o avances científicos, la encuesta situó, junto con la victoria del Ejército Rojo sobre el III Reich, el polonio radiactivo y el KGB.

Si bien el Gobierno ruso, de puertas para fuera, obvia en ocasiones momentos históricos para evitar herir sensibilidades y, de esta forma, mostrar la cara más amable del país, el pueblo ruso tiende a identificarse con personajes y hechos históricos en ocasiones “políticamente incorrectos”. Y es precisamente esta ambigüedad entre la cultura que se exporta y la verdadera “alma rusa” lo que genera cierta incoherencia en el modelo cultural ruso.

La cooperación cultural internacional
La cooperación cultural internacional en Rusia experimentó un fuerte impulso en los años 90. La apertura de sus fronteras trajo consigo la intensificación de viajes e intercambios a través de los que se trató de estrechar los vínculos culturales con otros países. Pero, sin duda, fue a partir de 2004 cuando el país comenzó a hacer especial hincapié en la promoción del componente cultural en las relaciones internacionales con el fin de trasladar una imagen positiva de Rusia fuera de sus fronteras. No obstante, la percepción global de Rusia ha empeorado en el último año, de acuerdo con una encuesta llevada a cabo por el Servicio Mundial de la BBC. La imagen de Rusia, entre las 13.000 personas encuestadas en 21 países, se desplomó 8 puntos. Según los encuestados, este hecho se debe a que “la actuación de Rusia recuerda a la de la antigua Unión Soviética”.

Entre los actores que llevan a cabo acciones en materia de promoción cultural a nivel internacional se encuentra, además del presidente ruso, el ministro de Relaciones Exteriores, que lleva a cabo gestiones diplomáticas para impulsar de la cooperación cultural internacional. En este sentido, en 2001 se aprobaron políticas para la promoción de los vínculos culturales con otros países y, en 2002, el Centro Ruso de Cooperación Internacional Científica y Cultural –presente en casi 70 países– se puso al servicio de este objetivo. El análisis de la política exterior presentado por el Ministerio de Relaciones Exteriores, en 2007, mostró el creciente apoyo y la importancia entre la cooperación cultural y la diplomacia pública.

El MCCM y sus organismos de negociación son los encargados de alcanzar acuerdos con otros ministerios en materia de cooperación cultural, discutir cuestiones de restitución, participar en programas de las organizaciones culturales internacionales, etc. Por su parte, la AFCC es la encargada de negociar con los ministerios de relaciones exteriores de otros Estados la aprobación de planes de colaboración cultural, la definición de las exportaciones de patrimonio cultural y artístico ruso, la gestión de acontecimientos culturales internacionales en Rusia y organizar intercambios culturales.

Esta colaboración y cooperación cultural con otros gobiernos y/o entidades culturales extranjeras está permitiendo a la Federación de Rusia mostrar diferentes episodios de su historia cultural más allá de sus fronteras; en muchos casos, el apoyo económico extranjero resuelve la falta de recursos presupuestarios en Rusia, que limitan en ocasiones la puesta en marcha de iniciativas culturales. Uno de los ejemplos más claros de la fluidez de este tipo de colaboración es la internacionalización que el Museo del Hermitage ha experimentado en los últimos años. Gracias a diferentes acuerdos, esta entidad cultural ha abierto franquicias en otros países, entre los que destacan los complejos de exposiciones del Guggenheim Hermitage en Las Vegas (EEUU), las salas del Museo Hermitage en la Somerset House en Londres y el museo Hermitage de Ámsterdam, recientemente inaugurado.

Promoción de intercambios culturales
A partir de 1990 se produjo un fuerte impulso a la cooperación cultural internacional y a los proyectos culturales en colaboración con otros países en diferentes ámbitos: artísticos (exposiciones y colecciones), folclóricos (festivales y actos culturales), educativos (estudiantes, profesores y expertos), etc. Hasta la fecha, prácticamente todas las regiones fronterizas han celebrado acuerdos bilaterales con las naciones vecinas. Aunque tampoco hay que olvidar que existe un intenso intercambio cultural entre las diferentes repúblicas de la Federación Rusa.

La Federación de Rusia cuenta con 86 unidades territoriales y administrativas con diferentes estatus políticos: repúblicas, territorios, oblasts, provincias y distritos autónomos, además de las ciudades de Moscú y San Petersburgo, y todas ellas, desde el año 2000, pueden proporcionar un marco para proyectos culturales. Las estructuras estatales en las regiones en general son de gran importancia para la gestión cultural regional. Tal es así que en los últimos años se las ha impulsado por medio de la definición de acciones y medidas para mejorar la financiación de sus instituciones culturales y de su patrimonio, y la introducción de una dimensión legal en el ámbito cultural en los programas federales de estos territorios.

Principales áreas geográficas de interés para la cooperación
Una de las principales regiones de interés para la Federación de Rusia a todos los niveles es, sin duda alguna, la Comunidad de Estados Independientes (CEI); este hecho se refleja en el desarrollo de estructuras institucionales especializadas en esta zona. En este sentido, desde 2005 se han firmado acuerdos y establecido herramientas orientados hacia la promoción de proyectos multilaterales en los ámbitos de la cultura, la educación, la ciencia, etc.

Paradójicamente, es esta zona, en la que la Federación Rusa ha mantenido conflictos abiertos, con la que no se resigna a perder sus vínculos culturales. Así, por ejemplo, y a pesar de haber roto relaciones diplomáticas con Georgia –que abandonará definitivamente la CEI en agosto de 2009 por discrepancias con Rusia–, el cine georgiano estuvo ampliamente representado en la última edición del Festival Internacional de Cine de Moscú (FICM), en junio de este año 2009.

Por otra parte, los lazos establecidos con el Consejo de Europa en distintos ámbitos son también de gran importancia para Rusia. En este sentido, durante de la Presidencia rusa del Comité de Ministros del Consejo de Europa, de mayo a noviembre de 2006, se declararon como principales objetivos la promoción de la tolerancia y la cooperación cultural así como un espacio común en una Europa sin divisiones.

En Asia, China y Japón son países prioritarios para Rusia. Con el primero, la negociación y la firma de tratados bilaterales sobre cooperación cultural es un proceso continuo y dos muestras claras de un entendimiento mutuo son las celebraciones del “Año del Idioma Ruso” en China en 2009 y del “Año del Lenguaje Chino” en Rusia en 2010. Por lo que se refiere a Japón, el interés recíproco de ambos países por sus culturas ha dado como resultado el acuerdo de festejar anualmente festivales de cultura rusa en dicho país hasta 2011.

Aparte de estas regiones –de interés por motivos históricos y geográficos–, Rusia está trabajando por lograr un acercamiento a zonas con las que tradicionalmente no ha tenido tanto contacto, como es el caso de América Latina y el Caribe, exceptuando Cuba. Un importante paso lo ha supuesto el reciente lanzamiento de Inter Russia TV Channel (ITR TV), el primer canal de televisión en lengua rusa dirigido a este continente y que ha comenzado a emitir su señal desde Panamá. Se trata de una muestra más del creciente interés económico y diplomático de Rusia por una región tradicionalmente vinculada a EEUU. El canal, que pretende llegar a medio millón de rusoparlantes en América Latina, está formado por 12 estaciones rusas, entre ellas Telecanal RusiaCanal UnoRTR PlanetaRTVi ChannelNTV Cine y SportBox TV.

Promoción de la enseñanza de la lengua rusa en el exterior
En los últimos años, las autoridades rusas han dado un nuevo y fuerte impulso a proyectos orientados a la enseñanza de la lengua rusa en el extranjero como herramienta para mejorar la imagen del país fuera de sus fronteras. Destaca el Programa Federal “El Idioma Ruso” (2006-2010), que promueve el estudio del ruso en el exterior a través del Centro Ruso de Cooperación Internacional Científica y Cultural por medio de cursos en cerca de 40 países en todo el mundo, donde estudian más de 15.000 extranjeros. Asimismo, el gobierno ruso se está volcando en el afianzamiento y la recuperación del uso del idioma en algunas ex repúblicas soviéticas en las que en los últimos años es habitual observar cierta “discriminación” en la utilización de materiales impresos en ruso.

El ruso es el idioma oficial de la Federación de Rusia y de Kazajistán, y el idioma regional de Ucrania. Actualmente, 250 millones de personas hablan ruso en todo el mundo –150 millones como idioma materno y otros 100 millones como segunda lengua–, lo que la convierte en una de las 10 lenguas más habladas del planeta.

En España, el ruso ha despertado el interés de instituciones de enseñanza debido a su atractivo como base para el aprendizaje de otras lenguas eslavas y sus amplias posibilidades diplomáticas (es uno de los seis idiomas oficiales de la ONU). Un ejemplo de ello es el acuerdo firmado recientemente entre representantes de la Universidad de Granada (UGR) y del gobierno de la Federación de Rusia, con el objeto de albergar el primer instituto oficial de lengua rusa en España (Russkyi Mir). Abrirá sus puertas durante la segunda mitad de 2010 y se prevé que el gobierno ruso abra posteriormente otro centro de similares características en Barcelona.

Adaptación de los instrumentos a los nuevos tiempos
Durante la última década, la principal prioridad en política cultural ha sido la de adaptarse a los nuevos tiempos. Así es como se ha evolucionado desde un modelo de sistema centralizado y basado en el gobierno del Estado hacia una estructura más moderna, adaptada al siglo XXI. En un intento por plasmar este cambio, el MCCM fijó recientemente los principales objetivos estratégicos en el ámbito cultural, destacando especialmente el desarrollo de las nuevas tecnologías.

Sin duda alguna, la promoción y el fomento del avance tecnológico en el sector cultural fueron vistos como claves para adaptarse al nuevo siglo, como se recoge en el Compendium. Actualmente, la informatización, la digitalización, el desarrollo de nuevos medios de comunicación y el crecimiento de la sección rusa de Internet (RuNet) están revolucionando el sector en su conjunto y cambiando los hábitos y las prácticas culturales. Por tal motivo, en 2007 se reorganizó un nuevo servicio gubernamental, el Servicio Federal de Supervisión en los Medios de Comunicación, Conectividad y Conservación del Patrimonio Cultural, cuyos cometidos son proteger y controlar las cuestiones jurídicas en el ámbito de las comunicaciones, las tecnologías de la información, los medios de comunicación, los derechos de autor, la preservación del patrimonio y la utilización y circulación de bienes culturales.

Otro de los pasos para la adaptación a los nuevos tiempos fue el dado en 2004, cuando el gobierno, en un intento por trasmitir mayor transparencia y eficacia en el gasto presupuestario, introdujo una detallada programación y planificación de objetivos. Para ello, llevó a cabo una redistribución de responsabilidades entre los tres niveles de la administración (federal, regional y local), cambiando el estatuto jurídico de instituciones culturales estatales de formación, investigación, etc., con el fin de fomentar el desarrollo de asociaciones en el ámbito social y educativo. Como resultado, se produjo una descentralización de los asuntos culturales y la aparición de nuevos actores culturales. En general, esta reforma administrativa influyó en el sistema de protección del patrimonio; las regiones adquirieron más derechos, incluido el de establecer su propio inventario de monumentos del patrimonio a ser conservado. Sin embargo, en muchos casos una transferencia de derechos de conservación local no se ha traducido en una financiación adecuada, pues la escasez de fondos presupuestarios hace que, en muchas ocasiones, no se logren los objetivos previstos.

Subvenciones y ayudas para la promoción de la cultura
Otro de los ámbitos que también recibió un fuerte impulso con la entrada del nuevo siglo fue el colectivo de artistas nacionales. El nuevo sistema de subvenciones a dos niveles (federal y regional), instaurado en el año 2000, está contribuyendo en gran medida a la mejora de la producción artística y cultural del país. A día de hoy son 32 las principales ayudas económicas de las que se benefician teatros, orquestas y escuelas superiores, a las que hay que sumar otras destinadas a proyectos particulares. Asimismo, existen fondos especiales dirigidos a apoyar a grupos profesionales y las nuevas generaciones de artistas.

Los programas con reconocimiento mundial son uno de los ámbitos de subvención a los que el Estado presta un interés especial, por la repercusión que tienen fuera de las fronteras de Rusia. Así, por ejemplo, destacan la financiación de importantes festivales (teatro, cine, música, etc.), proyectos regionales y acontecimientos especiales, etc.

Por lo que se refiere al nivel interno, se da importancia al impulso de programas destinados a desarrollar determinados tipos de actividades culturales o a detener su declive. Aquí es donde se ubica el Programa Nacional de Apoyo y Desarrollo de la Lectura, promovido por la AFIMCM con el objeto de impulsar el hábito de la lectura como una actividad cotidiana, especialmente para las generaciones más jóvenes.

Políticas de preservación
El inmenso patrimonio cultural de bienes muebles (museos, archivos y colecciones de la biblioteca) e inmuebles hacen que los trabajos de preservación sean también prioritarios e imprescindibles. Con tal motivo fue elaborado un conjunto de Programas Federales entre los que se hallan el de Preservación y Desarrollo de la Arquitectura en las Ciudades Históricas (2002-2010) y el de Preservación del Patrimonio Cultural Inmaterial de los Pueblos de Rusia (2009-2013), siendo este último una estrategia interministerial para el diseño de un sistema de desarrollo de lugares de interés turístico, histórico y cultural.

Sin embargo, sigue existiendo una permanente falta de fondos para la restauración. Por este motivo, en 2002 el gobierno ruso propuso la privatización como un medio para evitar la ruina del patrimonio cultural y reducir la lista de monumentos financiados a través del presupuesto federal. En enero de 2008 se aprobó un inventario cultural susceptible de ser privatizado, lo que levantando cierta preocupación por el hecho de que no existieran instrumentos para garantizar que los nuevos propietarios mantuvieran abierto al público el acceso a determinados monumentos. No obstante, y a pesar de que los objetivos inventariados resultaban atractivos, el ritmo y el volumen de su privatización ha sido mucho menor de lo esperado (alrededor de 250 objetos).

Conclusión: En la década de los 90, las políticas culturales pesaron poco dentro del presupuesto general, tendencia que se modificó en vísperas del nuevo siglo cuando el gobierno ruso vio en ellas una magnífica herramienta para mejorar la imagen del país en el exterior. Por ello, fueron adquiriendo cada vez más relevancia y logrando paulatinamente un incremento de su financiación. Aunque se ha conseguido una “mejor comprensión de la cultura” como un recurso para la mejora de la imagen de Rusia y como un estímulo para la cohesión social, en conjunto el sector cultural sigue siendo uno de los ámbitos menos “políticamente” importantes y, por lo tanto, uno de los que menos recursos económicos recibe. Por este motivo no es de extrañar que el MCCM tenga entre sus principales prioridades el de la eficiencia del gasto presupuestario; con ello busca un doble objetivo: evitar una disminución del volumen y la calidad de los servicios culturales a la población y trasmitir una imagen “amable” del país en el exterior, hecho, este último, aún lejano de poder afirmarse que se ha logado. A esto habría que añadir, además, que aún está por resolver esa falta de coherencia entre la cultura que se exporta y el sentir del pueblo ruso.

Mercedes Maderuelo Labrador
Periodista y consultora de comunicación