La opinión pública española y las misiones de las fuerzas armadas en el exterior (ARI)

La opinión pública española y las misiones de las fuerzas armadas en el exterior (ARI)

Tema: En la opinión pública española ha descendido el apoyo a las misiones de las Fuerzas Armadas en el exterior conforme aumentaba la sensación de peligro para las tropas.

Resumen: En la opinión pública española ha descendido el apoyo a las misiones de las Fuerzas Armadas en el exterior conforme aumentaba la sensación de peligro para las tropas. Esto se traduce en una mayor división de opiniones. Sin embargo, hay motivos para pensar que el apoyo a las tropas se va a mantener en el futuro aunque siga aumentando la amenaza y pueda haber más bajas.

Análisis: Como consecuencia del trauma de la Guerra Civil, los españoles son de convicciones profundamente pacifistas. El rechazo de la guerra de Irak fue mayoritario por este sustrato de valores. Por lo tanto, frente a lo que sostuvieron sus defensores en España, no se trataba de una reacción ingenua o caprichosa de la opinión pública española. Como muestra vale un botón: año tras año, desde principios de los 80, preguntados por el gasto público, los españoles desean que aumente en todas las partidas menos en defensa.

En total coherencia con este pacifismo, los españoles dan su apoyo a las misiones de paz de nuestras tropas en el exterior, precisamente porque aunque involucran a nuestras Fuerzas Armadas se trata de misiones de paz, con fines humanitarios. Si rechazaron el envío de tropas españolas a Irak fue, simplemente, porque no creían que se tratase de una misión humanitaria.

Si nos fijamos, el apoyo a las misiones humanitarias se nutre del pacifismo, pero este es a su vez una fuente de contradicciones importantes en la opinión pública, dado que es el factor que está impidiendo un mayor gasto público en defensa. Los españoles no parecen percatarse de que cuando apoyan el envío de misiones al exterior en son de paz, hay que asumir también un coste siempre económico y, algunas veces, por desgracia, en vidas humanas. Dado que la historia de nuestra participación en misiones internacionales de paz es relativamente reciente, es normal que los españoles todavía no hayan tomado conciencia de todas las implicaciones.

Sobre este trasfondo de valores contradictorios y acontecimientos recientes, ¿qué sucede en la actualidad? ¿Apoyan los españoles las misiones actuales en el exterior, como Líbano y Afganistán? ¿Cuál es el coste que están dispuestos a asumir? Estas son algunas de las cuestiones que se tratan de dilucidar en el texto.

En primer lugar, se analizan los resultados de las encuestas sobre el apoyo de los españoles a las misiones en el exterior. A la luz de lo sucedido en otros contextos se intenta predecir si puede aumentar o disminuir con el tiempo teniendo en cuenta no sólo las bajas sino también la legitimación de los objetivos y el grado de éxito de la misión.

La legitimación de las misiones de paz

Los estudios del CIS/Ministerio de Defensa indican que los españoles mayoritariamente dan su apoyo genérico a las misiones internacionales de paz. Entre 1997 y 2007 este apoyo se ha mantenido estable: ni más ni menos que en torno al 85%.

Tabla 1. “¿Está usted más bien de acuerdo o más bien en desacuerdo con que nuestro país participe en misiones internacionales de paz?”

 2007200520022000199919981997
Más bien de acuerdo84,791,984,183,687,384,985,0
Más bien en desacuerdo10,44,89,88,96,68,69,2
NS3,72,65,06,65,35,85,0
NC1,30,71,20,80,80,70,7

Tabla 2. “Y tras la participación de España en estas misiones de paz, ¿diría usted que su opinión sobre las Fuerzas Armadas españolas…?”

 2007200520022000199919981997
Ha mejorado46,757,554,259,251,851,651,3
Ha empeorado4,63,42,32,02,13,03,4
Se ha mantenido más o menos igual43,333,237,131,940,038,238,9
NS4,95,45,76,65,76,76,0
NC0,60,50,70,40,50,50,5

Los datos anteriores de CIS e INCIPE indican que en España se da un amplio consenso normativo a favor de las misiones de paz. Sólo parecen al margen grupúsculos de la izquierda, que adoptarían la crítica al humanitarismo militar realizada por Chomsky y otros autores.

Es importante tener en cuenta que en las anteriores preguntas del CIS e INCIPE se pregunta sólo por “misiones de paz”, una categoría muy amplia en la que caben muchos tipos de acciones militares. Los resultados del BRIE indican que la legitimación de la acción militar varía significativamente con el objetivo concreto del que se trate.

En respuesta a un pregunta sobre el grado de justificación de distintas acciones militares, bélicas y de paz, en torno al 50% de los españoles considera que la fuerza está “muy justificada” para defender intereses españoles, como el territorio nacional (48%) o proteger a ciudadanos españoles en el extranjero (48%).

Además de la defensa propia, efectivamente también reciben un apoyo muy alto las misiones de ayuda humanitaria en caso de desastres naturales, etc., pues uno de cada dos españoles (48%) las considera muy justificadas. El envío de tropas en la lucha contra el terrorismo internacional tendría el apoyo decidido de un 40% de los españoles, y hasta un 76% en general.

Frente a las anteriores misiones de paz, tenemos las acciones de interposición, para prevenir o detener una guerra civil en el extranjero. En estas circunstancias sólo un 17% encuentra muy justificado el envío de tropas españolas.

Los españoles no parecen ser muy solidarios con otros países si hay que poner la vida de soldados españoles en peligro. Sólo un 27% considera muy justificado enviar tropas a ayudar a un país amigo que esté siendo atacado. En este mismo sentido, sólo un 25% se muestra muy a favor de participar en acciones solicitadas por la OTAN.

La interposición en caso de guerra civil, o la evitación de un genocidio, puede considerarse una misión de paz, tanto como el envío de ayuda humanitaria. Pero, sin embargo, los españoles tienen en mente alguna diferencia que les hace apoyar más lo segundo que lo primero. La ignoramos, de momento, hasta que conozcamos mejor un conjunto de actitudes que en España hasta ahora no tenían ni por qué existir, dado que no teníamos apenas contingentes en el exterior.

Una vez establecidos estos principios generales, pasemos a analizar el apoyo a misiones concretas y el efecto que tiene una variable importante: las bajas en las tropas.

Líbano

Cuando analizamos la opinión pública sobre una misión como Líbano hay que comenzar subrayando que los españoles tienen un conocimiento sólo aproximado de la misión de las tropas españolas en dicho país. Según los resultados del BRIE de diciembre de 2006:

·        Un 40% menciona como fines del envío de tropas el “mantenimiento de la paz y evitación de la guerra”.

·        Otro 40% alude de una u otra forma a la ayuda humanitaria (“ayuda a la población, ayuda a la reconstrucción, etc.”).

·        Un 15% menciona “vigilancia y control”.

Como ya se ha comentado, seguramente el debate político posterior sobre si las misiones de Líbano y Afganistán eran de guerra o de paz todavía habrá aumentado más la incertidumbre. En cualquier caso, por lo que se ha visto anteriormente, se trataría de objetivos que contarían con el respaldo de la población española.

Sin embargo, en junio de 2007 la opinión pública española está dividida. Según los resultados del BRIE 15, el 51% de los españoles valora negativamente la misión, frente al 45% que la considera positiva. Recordemos que en diciembre de 2006 el 62% de los españoles hacía una valoración positiva de la misión, porcentaje que descendió al 48% en marzo de 2007.

Como consecuencia, en junio de 2007 un 49% está a favor de la retirada de las tropas, frente al 46% partidario de mantenerlas. El porcentaje de españoles a favor de la retirada aumenta en un 6% desde marzo.

¿Cómo se explica el cambio en el apoyo? El descenso en el apoyo a la misión no se debe a una deslegitimación creciente de los objetivos, sino a que los españoles creen que las tropas corren cada vez más riesgos. La percepción de peligro para las tropas ha ido aumentando significativamente desde diciembre de 2006. Por aquel entonces, un 67% veía peligro en la misión. El porcentaje aumentó al 79% en marzo de 2007. A principios de junio de 2007 el 88% de los entrevistados cree que la misión entraña peligro (60%, bastante; 28%, mucho).

También, a principios de junio de 2007 el 60% de los españoles considera que la situación en Líbano ha empeorado.

En el aumento de la sensación de peligro pesan las noticias de los medios de comunicación que llegan sobre Líbano. Pero no es el único factor que influye en la opinión pública. Las estrategias y discursos de los líderes de los partidos políticos también son una variable relevante.

La demanda de retirada de las tropas es mayor entre los votantes de IU (58%) y menor entre los del PP (36%), situándose los del PSOE entre ambos (50%). Por lo tanto, éstos últimos parecen ser los más divididos sobre esta cuestión.

En resumen, podemos hablar de que el apoyo ha ido descendiendo a causa de la amenaza, produciendo una mayor división de opiniones, sobre todo ideológica, pero también podemos aseverar que goza de legitimación. Un sondeo posterior del Real Instituto Elcano refuerza estas conclusiones aún con más fuerza, dado que se produce tras el atentado del 24 de junio en el que perdieron la vida seis soldados españoles. En efecto, el barómetro de ABC/Metroscopia del 4-5 de julio, 10 días después del atentado, indica que el 63% defiende que se mantengan las tropas, frente a un 29% al que le parece mal que continúen. Pero en el mismo sondeo también encontramos los matices ya vistos en el Barómetro. Sólo un 5% quiere que aumente el contingente, dado que la mayoría (62%) quiere que siga igual.

Afganistán

En lo relativo al apoyo a las tropas españolas destacadas en Afganistán, la opinión pública española también está dividida. Según uno de los últimos sondeos publicados, el del Instituto Opina para la Cadena Ser, tras la muerte de dos soldados a finales de septiembre, el 48% de los encuestados defiende la retirada, frente al 40% que cree que nuestras tropas deben continuar.

En junio de 2007, según los resultados del BRIE, el 51% de los españoles valoraba negativamente la presencia de tropas españolas en Afganistán, frente al 46% que la considera positiva. Recordemos que en diciembre de 2006 el 60% de los españoles hacía una valoración positiva de la misión, porcentaje que descendió al 49% en marzo de 2007.

El dato se explica porque el 89% de los entrevistados creen que la misión entraña peligro. La mayoría, el 61%, también piensa que la situación de Afganistán se ha deteriorado.

Como consecuencia de esta sensación de peligro creciente para las tropas, ahora mismo un 49% está a favor de la retirada de las tropas en Afganistán, frente al 46% partidario de mantenerlas. El porcentaje de españoles a favor de la retirada aumenta cuatro puntos desde marzo. Pero el diagnóstico más acertado desde nuestro punto de vista es que hay división de opiniones, no falta de apoyo.

Es inevitable la comparación con los resultados del Instituto Opina de un sondeo de 21-22 de marzo de 2007. Según éste, ya por entonces, un 51% de los españoles defendería la retirada de las tropas, mientras que sólo un 39% aboga por la continuidad.

Por el contrario, las conclusiones del BRIE de fechas muy próximas avalaban la idea de que los españoles estaban a favor de la continuidad. A favor de los resultados del BRIE juega la cantidad de entrevistas: 1.200 frente a las 1.000 del sondeo mencionado.

Pero quizá otro aspecto sea aún más relevante. Desde el punto de vista metodológico, en realidad el Instituto Opina hace dos preguntas. Primero, plantea al encuestado si las tropas deben permanecer o regresar. En una segunda pregunta, sólo a quienes contestan que deben permanecer, se les pregunta si el número debería mantenerse o incrementarse.

Al entrevistado así no se le recuerdan todas las opciones posibles en la primera pregunta, con lo cual no puede valorar todos los cursos posibles de acción. Además, en la segunda pregunta no se ofrece la posibilidad de disminuir las tropas manteniendo la presencia.

Por estos motivos, pensamos que las preguntas del BRIE son más fiables, y que el resultado es más robusto que el del Instituto Opina. Por lo tanto, seguía habiendo apoyo, aunque con una división de opiniones mayor que hacía un año. No se trata de una cuestión menor de carácter técnico, porque entonces la demanda de retirada aumentaba únicamente por las bajas y no por una deslegitimación de la misión, que es lo que ocurría en el caso de Irak.

Volviendo a los resultados del BRIE de julio de 2007, la demanda de retirada de las tropas es mayor entre los votantes de IU (66%) y menor entre los del PP (35%), situándose los del PSOE entre ambos (48%). Por lo tanto, éstos últimos parecen ser los más divididos sobre esta cuestión.

A tenor de los últimos resultados del Instituto Opina, del mes de septiembre, los partidarios de la retirada entre los votantes del PSOE son más o menos los mismos que en julio. Donde han aumentado realmente es en las filas del PP, pues ahora suponen un porcentaje similar al de los votantes del PSOE.

Acaso tenga que ver la diferente definición de la situación que hacen unos y otros siguiendo el discurso de las elites políticas. Los votantes del PP en su mayoría (68%) comparten el diagnóstico de los líderes de su partido y piensan que los soldados están “participando en una guerra”, mientras que el votante del PSOE, también mayoritariamente (71%), piensa que están en “misión de paz”. Por lo tanto, la estrategia del PP no reduce el apoyo de los votantes del PSOE a la misión, pero sí la de los del PP, que es todo lo contrario de lo que parecía perseguir.

Ahora bien, los discursos de las elites no siempre llegan a sus receptores, o no con toda la fuerza que desearían. Porque los votantes del PP están mucho más divididos sobre la conmensurabilidad de Afganistán e Irak. Un 40% cree que el conflicto de Afganistán es como la guerra de Irak, reproduciendo el discurso de los líderes del PP, mientras que otro 40% no ve el parecido por ninguna parte. Esta división de opiniones en las filas del PP es similar a la que detectó el BRIE durante la guerra de Irak. Tampoco en aquella ocasión el discurso de las elites se filtró a las bases, y al agitar el fantasma de Irak los estrategas del PP han vuelto a dividir a sus propios seguidores.

Conclusiones: Resumiendo, en la opinión pública española ha descendido el apoyo a las misiones de las Fuerzas Armadas en el exterior conforme aumentaba la sensación de peligro para las tropas. Esto se traduce en una mayor división de opiniones. Sin embargo, hay motivos para pensar que el apoyo a las tropas se va a mantener en el futuro aunque siga aumentando la amenaza y pueda haber más bajas. Para los españoles ni Líbano ni Aganistán –ni antes los Balcanes– son Irak. Los españoles defienden los objetivos de las misiones y las consideran legítimas, frente a lo que sucedía con Irak.

Dado que en España no hay precedentes de situaciones de este tipo –misiones internacionales con bajas significativas–, no es fácil predecir cómo va a evolucionar la opinión pública. Es incontestable que mientras se sigan valorando positivamente los objetivos de las misiones, tendrán el apoyo que le faltaba a la presencia en Irak. Pero es una incógnita qué sucederá si aumenta el número de bajas.

A favor del argumento de la “inelasticidad a las bajas”, es decir, del mantenimiento del apoyo a pesar del aumento de bajas, hay estudios en EEUU que demuestran que la opinión pública es capaz de asumir costes en vidas humanas si:

(1) Los objetivos de las misiones se consideran legítimos.

(2) Hay expectativas de éxito de las misiones.

De hecho, en los EEUU el descenso del apoyo a la guerra de Irak no se debe tanto al número de bajas desde el comienzo de la guerra, que frente a todo pronóstico se ha mantenido más o menos estable, sino a que con el tiempo se han desvanecido ambas condiciones. Los argumentos iniciales sobre las armas de destrucción masiva y la amenaza terrorista, al abandonarse, han dejado un enorme déficit de legitimidad bajo sus pies. Y, con el paso del tiempo, el enquistamiento de la resistencia ha aumentado el pesimismo en la opinión pública. El síndrome de Vietnam estaba servido.

Ciertamente, frente a los norteamericanos, los españoles no estamos acostumbrados a sufrir un número alto de bajas en combate. Si no me equivoco, de hecho habría que remontarse en la historia a la Guerra de Cuba, precisamente contra EEUU. En este contexto, es normal que la amenaza de bajas esté influyendo en un país con una profunda cultura pacifista. Sin embargo, sabemos que los españoles durante años han sido capaces de asumir el coste humano de la lucha contra el terrorismo de ETA en el convencimiento de que la derrota de esta banda criminal era justa y, además, más tarde o más temprano, posible. Mientras los españoles sigan defendiendo la legitimidad de las misiones en el exterior de Líbano y Afganistán, hay un colchón de apoyo que representa un abismo entre estas misiones y la de Irak.

Por otra parte, extrapolando los resultados de EEUU, dado que para los españoles los objetivos de las misiones en Afganistán y Líbano son legítimos, cabe esperar que las bajas no influyan tanto como la evolución de la situación en Líbano y Afganistán. Porque como los norteamericanos con respecto a Irak, si los españoles no ven resultados, si la situación se deteriorase y el coste en vidas humanas fuese en vano, puede que se replanteasen su apoyo, sobre todo teniendo en cuenta que no tienen un conocimiento claro de los intereses de España en la región. Pero, al menos de momento, siguen legitimando los objetivos porque defienden que se trata de misiones de paz. Lo único que perturba su ánimo son las amenazas que se ciernen sobre nuestras tropas.

Finalmente, a la hora de valorar los cambios en la opinión pública, no debemos olvidar la variable política y, más concretamente, el discurso de los líderes. El análisis de los datos de opinión pone de manifiesto el impacto que tienen los discursos partidistas en este tipo de cuestiones, más alejadas de la experiencia directa del ciudadano que la educación o la sanidad. El descenso en el apoyo a la misión de Afganistán se produce más en los votantes del PP probablemente como consecuencia de las dudas que ha provocado el símil que en un momento dado establecieron sus líderes entre Irak y Afganistán. Si desde el punto de vista electoral agitar el fantasma de Irak ya no era muy inteligente para los propios intereses de los estrategas del PP, tampoco parece haber beneficiado a nuestras tropas. Las comparaciones, como las armas, a veces las carga el diablo.

Javier Noya
Investigador Principal de Imagen Exterior de España y Opinión Pública, Real Instituto Elcano