La amenaza del activismo terrorista del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) argelino (ARI)

La amenaza del activismo terrorista del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) argelino (ARI)

Tema: La aplicación de distintas medidas de gracia en el Magreb, y sobre todo en Argelia, a miembros de grupos yihadistas salafistas puede incentivar aún más el terrorismo en lugar de combatirlo.

Resumen: El Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) argelino destaca por ser un grupo yihadista con carácter transmagrebí, que se presenta como franquicia de al-Qaeda en el Magreb, y cuya acción también se extiende a países de Europa y el Sahel, así como a Irak y Afganistán. El GSPC ha renovado en la segunda semana de enero su rechazo a acogerse a la Carta por la Paz y la Reconciliación Nacional promulgada por el presidente de Argelia y aprobada en referéndum popular el 29 de septiembre de 2005, cuya generosa aplicación ha permitido liberar en Argelia a lo largo de 2006 a más de 2.600 condenados por terrorismo, dando lugar con ello a un escenario que lejos de apagar puede incentivar más aún el terrorismo.

Análisis: El GSPC como federador y hábil exportador de terrorismo que es, en la línea de su inspiradora la red al-Qaeda, no sólo está obligando a blindar el Rally Lisboa-Dakar 2007 a su paso por suelo magrebí y continúa golpeando cotidianamente en Argelia, sino que es cada vez más temido en Marruecos, donde los atentados suicidas del 16 de mayo de 2003 y acciones terroristas ejecutadas o abortadas previas y posteriores a dicha fecha dan fe de la existencia de un terrorismo autóctono. Asimismo, el GSPC acaba de reaparecer con enorme crudeza en Túnez, un Estado donde la férrea política de control de su presidente, Zine El Abidine Ben Alí, había neutralizado dicha actividad durante tres lustros, con la única excepción del atentado suicida contra la sinagoga de La Ghriba, producido en la isla de Yerba en abril de 2002 y que provocó 22 muertos, de los cuales 14 eran turistas alemanes. Ahora, un enfrentamiento entre fuerzas de seguridad y terroristas yihadistas tunecinos que se habrían entrenado con el GSPC en Argelia se saldaba el 3 de enero en la localidad de Soliman con entre 25 muertos –según la agencia británica Reuters y que era la cifra ofrecida por el diario Al Hayat el 5 de enero– y 12 –según unas fuentes oficiales tunecinas que también ahora, como ya lo hicieran respecto al atentado suicida de Yerba, han tratado de ocultar la gravedad del hecho hasta que un discreto comunicado del Ministerio del Interior del 4 de enero, primero, y las explícitas declaraciones del titular del mismo, Rafik Haj Kacem, después, lo hicieran ya público–. Más lejos del escenario magrebí, el GSPC se ha hecho sentir tanto en suelo europeo como en Irak, donde su activismo permite que los argelinos constituyan más del 20% de todos los yihadistas extranjeros que combaten contra el Gobierno nacional iraquí y contra las fuerzas de la Coalición, la comunidad extranjera más numerosa dentro de la nebulosa terrorista internacional allí desplazada.

[1]En esa línea de un activismo cada vez más ambicioso, los salafistas argelinos terminaban el mes de enero confirmando sus juramentos de fidelidad a al-Qaeda y anunciando en su página web el cambio oficial de denominación, pasando a llamarse “al-Qaeda en la Tierra del Magreb Islámico”. Con ello pretenden mostrar “la vitalidad del grupo, la fortaleza de su coalición [con Osama Bin Laden] y la sinceridad del vínculo entre los muyahidín en Argelia y otros hermanos de la organización al-Qaeda”. Inquietante también es aprehender a través de la lectura de dicho mensaje que, si tal paso no se había dado en el juramento de fidelidad anterior realizada el 14 de septiembre pasado, fue porque se estaba a la espera de recibir el consentimiento del propio Bin Laden para dicho cambio de denominación y lo que ello pueda conllevar en el futuro.[2]

Medidas de gracia en Argelia

El hecho de que esta ofensiva terrorista que más adelante describiremos con más detalle coincida con la aplicación de la última de las tres grandes medidas de gracia concedidas en Argelia en una década lleva a plantear una serie de preguntas que requieren de respuestas rápidas y de medidas correctoras para evitar consecuencias perniciosas para la seguridad no sólo de Argelia y de los demás países magrebíes, sino también para otros vecinos como son los Estados europeos, donde las células terroristas argelinas están bien asentadas, y en un círculo mucho más amplio para la lucha contra el yihadismo salafista a escala global. ¿Tiene la aplicación de la Carta por la Paz y la Reconciliación Nacional alguna similitud con las medidas de gracia otorgadas anteriormente, en 1997 y 1999, o cuenta con algún elemento novedoso? ¿Constituye esta aplicación, a la que el GSPC se ha opuesto desde un principio, un elemento positivo en el marco de la lucha antiterrorista o puede dar lugar a un escenario contrario en el que la flexibilidad del Estado sea interpretada por los terroristas como muestra de debilidad, llevándoles a intensificar su activismo letal? ¿Puede esta práctica argelina ampliarse a los demás países magrebíes, extendiendo con ello sus potenciales debilidades para la lucha global contra el terrorismo?

Si la primera medida de gracia –la Ley de la Rahma bajo la presidencia del general Liamine Zeroual– tuvo como objetivo prioritario, y logrado, la disolución del brazo terrorista del Frente Islámico de Salvación (FIS) –el Ejército Islámico de Salvación (EIS) nacido en Jartum (Sudán) en diciembre de 1993–, la segunda, conocida como Ley de Concordia Civil, y ahora la tercera –ambas propiciadas por el presidente Abdelaziz Buteflika tras su primera elección en abril de 1999 y legitimadas por sendas consultas a la población en referéndum el 16 de septiembre de 1999 y el 29 de septiembre de 2005, respectivamente– han tratado de arrancar a miembros de los múltiples grupos terroristas encuadrados tras una larga lista de siglas (GIA, GSPC, FIDA, MIA, MEA, DHDS, DSM, GSPD y otros) de su activismo criminal y devolverles a la vida civil bajo unas determinadas condiciones. Desde el MIA, que surgiera entre 1981 y 1982, hasta el GSPC, nacido como franquicia de al-Qaeda el 14 de septiembre de 1998, y pasando por el sanguinario Grupo Islámico Armado (GIA), creado en octubre de 1992, la nebulosa terrorista de origen argelino ha estado marcada siempre por profundas divisiones internas –fruto de rebuscadas interpretaciones pseudoteológicas y políticas o de luchas por el liderazgo entre distintos emires– que a veces han facilitado el combatirla (los enfrentamientos entre el EIS y el GIA a mediados de los noventa lo atestiguan) pero que en general dificulta su erradicación y explica su perduración en el tiempo a pesar de la creciente eficacia en la lucha antiterrorista. Las negociaciones entre el emir nacional del EIS, Madani Mezrag, designado como líder en marzo de 1995, y el Ejército argelino pasaron por diversas fases pero permitieron llegar a un resultado óptimo en la medida en que apartaron a un grupo terrorista disciplinado de la circulación. Por otro lado, en 1999 Abdelaziz Buteflika accedía a la Presidencia de la República e impulsaba como segunda medida de gracia la Ley de Concordia Civil, logrando su aprobación en referéndum. Con ella 1.200 terroristas se rindieron durante los seis meses de vigencia de la Ley y los miembros del EIS se desmovilizaron definitivamente tras llevar dos años de inactividad a raíz de la tregua negociada con el Ejército entre 1996 y 1997 y efectiva desde octubre de 1997.[3] Estas dos amnistías se produjeron en momentos en los que, en el orden interno, crecía la fortaleza del Estado frente al terrorismo y, en el orden internacional, la ofensiva yihadista salafista no era en absoluto equiparable a la actual.

La Carta por la Paz y la Reconciliación Nacional

La aprobación en referéndum el 29 de septiembre de 2005 de la Carta por la Paz y la Reconciliación Nacional y su aplicación a lo largo de 2006 ha sido contestada por círculos cívicos por su extrema generosidad en un momento en el que el terrorismo comenzaba de nuevo a ocupar posiciones centrales entre las preocupaciones de los ciudadanos, y era también vista con recelo desde fuera de Argelia en el contexto del recrudecimiento del terrorismo yihadista salafista a escala mundial. El hecho de que un individuo como Abdelhak Layada (alias Abou Adlane), primer emir del GIA entre mediados de octubre de 1992 y el 21 de julio de 1993 (cuando fue detenido en Marruecos y posteriormente extraditado a Argelia el 24 de septiembre de 1993, y que fue juzgado y condenado a muerte), saliera libre en la primavera del año pasado y comenzara a hacer declaraciones a los medios en términos victoriosos aparecía como una burla a las decenas de miles de víctimas del GIA y de los demás grupos terroristas. Lo mismo es aplicable para el caso de Alí Belhadj, antiguo número dos del FIS, quien ya cumpliera 12 años de prisión y que en julio de 2005 era de nuevo encarcelado tras justificar en una entrevista telefónica con la cadena qatarí al-Yazira el secuestro y posterior asesinato en Bagdad de dos diplomáticos argelinos por la red de Abu Mussab al-Zarqawi. Belhadj fue condenado por apología del terrorismo, aunque poco después fue liberado en la primavera de 2006 gracias a la Carta. Ahora, tales liberaciones masivas se dan además en un momento definido por el efecto combinado de tres realidades: por un lado, el islamismo está bien asentado en Argelia, tanto en círculos de poder presentes en el Gobierno de coalición como en el poder legislativo; en segundo lugar, y siempre dentro de Argelia, el GSPC cobra fuerza cada día bajo el liderazgo de su emir Abdelmalek Droukdal (alias Abu Musab Abd El-Wadoud) e hizo en el verano de 2006 su tercer juramento de fidelidad a al-Qaeda tras los dos anteriores realizados uno tras el 11-S y el otro en 2005; y, finalmente, se produce cuando el yihadismo salafista multiplica sus frentes de combate en el mundo y perfecciona sus instrumentos de propaganda y de captación. Entre estos instrumentos siguen siendo extremadamente útiles los mensajes emitidos por los líderes de al-Qaeda. Aquí cabe recordar que, en el vídeo de Ayman al-Zawahiri emitido a través de la cadena al-Yazira el 11 de septiembre de 2006, éste definía al GSPC como un instrumento ideal para “destruir los pilares de la alianza de cruzados”, citando expresamente a estadounidenses y franceses. En un mensaje anterior, del 7 de junio de 2006, al-Zawahiri había llamado al activismo “desde Al Andalus hasta Irak” en un escenario de actuación privilegiada para el GSPC.

El GSPC en Argelia

Sobre el activismo terrorista del GSPC en suelo argelino en los últimos años destacaremos tan sólo algunas acciones que reflejan sus capacidades y sus múltiples frentes de batalla. Si ya en el año 2000 Osama Bin Laden consideraba al GSPC como el grupo mejor estructurado de la región, en 2001 enviaba a Argelia a un adjunto suyo, un yemení, para reunirse con la cúpula del GSPC y coordinar esfuerzos, pero fue eliminado por el Ejército argelino. En 2003 el GSPC secuestraba a 32 turistas occidentales en el sur de Argelia y aunque la mitad de ellos fueron liberados por el Ejército el resto lo fueron en Malí tras el pago de un fuerte rescate por parte del Gobierno alemán. El 8 de junio de 2005 el GSPC asesinaba a 13 miembros de la Guardia Comunal en Ain Rich, y el 30 de junio un grupo del GSPC que trataba de introducir armas desde Malí mantenía duros enfrentamientos con el Ejército argelino que se saldaban con la muerte de 13 terroristas. Más recientemente, el 15 de octubre de 2006 el GSPC asesinaba a siete guardias comunales en Ain Defla; el 19 de octubre colocaba una bomba en el Cuartel militar de Beaulieu en el barrio de El Harrach, en Argel, hiriendo de gravedad a seis militares y a dos civiles; el 21 de octubre tendía una emboscada a una patrulla de la Gendarmería Nacional en Beni Belaid, a 40 kilómetros de Jijel, matando a tres gendarmes; y el 23 de octubre el GSPC mataba en la región de Taoudenit, en el norte de Malí, a siete rebeldes Tuareg de la Alianza Democrática del 23 de Mayo por el Cambio (un grupo enfrentado con el Gobierno de Bamako, pero en proceso de negociaciones con éste, gracias a la mediación diplomática argelina y con el que el GSPC rivaliza sobre el terreno por diversos motivos). Aunque sus múltiples enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y con el Ejército provocan muchas bajas en sus filas –destacaremos la importante detención el 26 de diciembre de 2005 de tres cuadros del GSPC en la provincia de Medea, al sur de Argel, entre ellos Abu Bilal Al-Albani, responsable de relaciones exteriores del Grupo y Abu Omar Abd Al-Bir, responsable de comunicación, y que conllevó además la intervención de 23 millones de dólares en metálico– el GSPC se regenera aprovechando indudablemente la salida masiva de presos a lo largo de 2006.

Dentro del GSPC se ha luchado en estos últimos meses contra los intentos aislados de deserción para acogerse a las medidas de gracia de la Carta. Se puede afirmar que esta organización salafista, merced tanto a su férrea disciplina interna como a su propia ideología yihadista salafista que rechaza de partida cualquier diálogo, negociación o rendición frente a sus enemigos, no se ha visto afectada negativamente por la puesta en marcha de esta tercera amnistía, sino más bien al contrario. Para ilustrar lo primero, el 27 de noviembre de 2006 las fuerzas de seguridad detenían a seis sospechosos de pertenecer al GSPC en Si Mustafa cuando trataban de asesinar a un antiguo emir del mismo que se había acogido a dichas medidas, mientras que la rendición constatada por los medios de comunicación de dos miembros del GSPC en Bumerdes el 5 de enero de 2007 es una entre las poquísimas que se han producido entre sus filas.

El GSPC en Europa

Algunas operaciones policiales llevadas a cabo por las fuerzas de seguridad en España, Francia e Italia entre fines de 2005 y principios de 2007 vienen demostrando que la capacidad de captación de miembros así como la organización interna del GSPC siguen intactas e incluso se están reforzando en pleno período de aplicación de la susodicha Carta en Argelia. Sin ánimo de ser exhaustivos, citaremos entre dichas operaciones las siguientes para el caso de España: en junio de 2005 la Operación Tigris; en noviembre de 2005 la Operación Gamo; en diciembre de 2005 la Operación Green; en enero de 2006 la Operación Chacal; y en enero de 2007 la Operación Sello II. La citada Operación Chacal permitió desarticular parte de la red de captación de combatientes para Irak que había permitido al argelino residente en España Belkacem Bellil provocar 35 muertos en su ataque suicida al acuartelamiento de los Carabinieri en Nasiriya el 12 de noviembre de 2003. A finales de julio de 2005 Francia había deportado a Argelia a dos imames radicales defensores de un discurso yihadista, Abdelhamid Aissaui y Reda Ameurud, y en 2006 abría una investigación sobre 11 imames radicales –cinco de ellos argelinos próximos al GSPC– y expulsaba a una decena de sospechosos a Argelia. Finalmente, en Italia la Operación Tuareg de la Guardia di Finanza, dirigida contra círculos próximos al GSPC y hecha pública el 3 de octubre de 2006, permitía realizar detenciones tanto en Italia como en Suiza. Tal actividad transfronteriza del GSPC se ponía también de manifiesto cuando en abril de 2006 una operación coordinada entre las policías de Francia e Italia permitía la detención en Nápoles de un grupo de argelinos vinculados al GSPC para el que elaboraban documentación falsificada.

El GSPC en el Magreb

Hay que destacar la actividad exportadora de terrorismo por parte del GSPC en los países del Magreb, en especial en Mauritania, Marruecos y más recientemente en Túnez. La reaparición con tal intensidad de la amenaza terrorista en suelo tunecino alarma en extremo a sus autoridades. Si bien un primer enfrentamiento producido el 24 de diciembre cerca del barrio de Hamman Chott, en la capital, se había saldado con dos muertos, y otro choque entre fuerzas del orden y terroristas había tenido lugar el 31 de diciembre ya en el centro de Túnez City, en pleno barrio de Bad Sadoun, el Gobierno había guardado un inquietante silencio hasta que el luctuoso enfrentamiento de Soliman obligó al Ministerio del Interior a hacer público un comunicado el 4 de enero en el que reconocía 12 “peligrosos criminales” muertos y 15 detenidos. El texto no hacía referencia a terroristas ni tampoco daba detalles sobre la utilización por parte de estos de fusiles de asalto y de lanzagranadas RPG-7, en un último intento, vano, por desdramatizar la realidad. A partir de ahí la fluidez de la información fuera de las fronteras tunecinas, incluyendo a la prensa argelina, ha llevado al poder a ir filtrando a los medios tunecinos, poco a poco, importantes datos sobre el grupo yihadista. El 9 de enero el diario privado progubernamental Echourouk hablaba ya de un grupo salafista y se refería a que el jefe del mismo había sido herido en Soliman y que falleció después. El 5 de enero el diario francés Libération daba el nombre del fallecido, Lassad Sassi, al parecer un antiguo gendarme tunecino que se habría entrenado en Afganistán y en Argelia.

Por otro lado, la detención a fines de diciembre de varios terroristas tunecinos en Argel había confirmado el papel federador del GSPC, intensificado tras su tercera declaración de fidelidad a al-Qaeda. Según la agencia Reuters, los muertos y los detenidos en los enfrentamientos del 25 de diciembre y del 3 de enero en Túnez venían de Argelia y su preparación y el material de guerra empleado demostraban que habían recibido formación del GSPC. De hecho, tras su entrada en Túnez se habían ocultado en la región boscosa de Hamman Lif, situada a 45 kilómetros al sur de la capital, para desde allí llevar adelante su empresa criminal. Ya en una nota fechada el 1 de septiembre de 2006 la Unidad de Coordinación para la Lucha Antiterrorista (UCLAT) francesa destacaba la gravedad de la amenaza representada por el GSPC, añadiendo que “elementos originarios de otros países del Magreb, tunecinos, libios, marroquíes y mauritanos son formados en los grupos argelinos del GSPC”. Algo más atrás en el tiempo, el 5 de junio de 2005, seis estudiantes yemeníes eran detenidos en el este de Argelia acusados de conformar una célula yihadista y ello tan sólo un mes después de que, el 8 de mayo, se anunciara la creación del grupo Qa‘idat Al Yihad fi Al-Jaza’ir (“base del yihad en Argelia”) para estimular el combate yihadista en el país. En Mauritania en aquellos momentos se sufría el peor ataque del GSPC en su suelo: el 4 de junio de 2005 un grupo de unos 150 terroristas mataban a 17 militares mauritanos en Lemgheity y en julio se producía un enfrentamiento entre soldados mauritanos y yihadistas federados por el GSPC en el desierto de Malí.

En las últimas semanas el activismo del GSPC en suelo argelino ha ganado impacto mediático internacional con su emboscada contra trabajadores de la compañía petrolera estadounidense Halliburton en el bosque de Bouchaui, en las proximidades de Argel, realizada el 10 de diciembre de 2006, y que se saldó con dos muertos, un libanés y un argelino, y ocho heridos (dos estadounidenses, un británico, un holandés y un libanés, entre otros) y ello tras haber hecho estallar dos camiones-bomba junto a dos comisarías en Argel el 30 de octubre, provocando tres muertos y 24 heridos, o tras el asesinato de diez militares en Lakhdaria en noviembre, en una diezmada región que vio nacer en 1989 las primeras células terroristas del entonces legal FIS. Junto al llamamiento colgado en páginas yihadistas el 9 de enero en el que el líder del GSPC, Abdelmalek Droukdal, llama a “combatir a los residentes de Francia y a los agentes de los cruzados que ocupan nuestra tierra” son frecuentes los enfrentamientos en estos días y en varias regiones: junto a varios atentados en la región de Bumerdes –una bomba mataba a un policía el 28 de diciembre y otro policía era asesinado a tiros el 2 de enero–, destaca el enfrentamiento el 10 de enero entre fuerzas de seguridad y terroristas del GSPC en Oued Zeguère, en la región de Skikda, que se saldó con la muerte de seis terroristas y la detención de dos tras verse obligadas las fuerzas de seguridad a utilizar cuatro helicópteros de combate para atacar su refugio en las montañas de Collo.

En la susodicha nota de la UCLAT francesa se ubica a las células terroristas en el Magreb pero también se destacan sus conexiones con escenarios como Irak, el eje afgano-paquistaní y la región del Sahel. El 3 de diciembre un tribunal de Argel condenaba a 12 personas por canalizar el envío de combatientes a Irak y es sabido que los argelinos constituyen el porcentaje más alto de terroristas yihadistas actuando en suelo iraquí, pero ello sin menospreciar la creciente importancia de los marroquíes en dicha empresa. En efecto, en el vecino Marruecos diversas operaciones antiterroristas llevadas a cabo a lo largo de 2006 atestiguan la gravedad de la amenaza. En marzo de 2006 la policía de Casablanca detenía a ocho marroquíes y a un tunecino acusándoles de preparar atentados en Italia –contra el Metro de Milán y contra una iglesia en Bolonia– por encargo del GSPC. Por otro lado, tanto las detenciones de agosto como otras producidas el 20 de noviembre, con 17 detenidos, y el 4 de enero –contra una red que reclutaba combatientes para Irak con más de 40 detenidos y cuyo epicentro estaba en Tetuán– están en el centro del debate actual sobre el creciente activismo yihadista en y a partir del reino alauí. Respecto a las detenciones realizadas en la región tetuaní, el ministro marroquí de Justicia, Nabil Benabdalá, sólo reconocía 26 detenidos en declaraciones realizadas el 4 de enero en las que aludía a la conexión de los mismos con al-Qaeda y con el GSPC. Antes de estas, otras operaciones han sido también ilustrativas del activismo terrorista yihadista en suelo marroquí, como la que en julio de 2005 permitía la detención de una treintena de radicales en Casablanca y otras ciudades.

Ante la evolución de la situación, es probable que las autoridades de los países magrebíes adopten medidas cautelares y que incluso el Gobierno argelino asuma por sí mismo o reciba invitaciones de vecinos y aliados para que corrija algunas de las derivas de la política aplicada hasta ahora. Por otro lado, también los demás países del Magreb han iniciado en los últimos tiempos la aplicación de medidas de gracia hacia islamistas condenados en causas de terrorismo: en Marruecos, Mohamed VI indultaba el 20 de agosto de 2005 a seis condenados por terrorismo en 2004, previa petición de perdón de éstos y en el marco de una liberación de 347 presos para celebrar el cumpleaños del monarca; en Libia, un proceso de reconciliación nacional en marcha desde 2005 permitía también en el verano de ese año vislumbrar medidas de flexibilización como las que se dieron en el marco de la liberación de 131 presos políticos, con miembros de grupos islamistas entre ellos; en Mauritania el régimen surgido del golpe de Estado del 3 de agosto de 2005 aprobaba medidas beneficiosas para islamistas detenidos por el presidente depuesto, Maauiya Uld Sid Ahmed Taya, liberando el 7 de agosto de ese año a 21 islamistas radicales de los 81 que estaban encarcelados por haber recibido entrenamiento del GSPC para luchar en el Magreb o ser enviados a Irak o a Afganistán. Tales medidas de gracia, simbólicas si las comparamos con las concedidas en 2006 en Argelia o las otorgadas en el mismo año en Egipto a terroristas de la Gama’a Al Islamiya, indican no obstante una tendencia marcada por la generosidad hacia militantes y grupos que pueden hacer y hacen una lectura muy particular de tales decisiones y que debería ser revisada de inmediato.

Conclusiones: Aunque el yihadismo salafista tiene múltiples frentes, no hay que olvidar que lo que el terrorismo en Argelia ha supuesto en términos de referencia y lo que los grupos terroristas argelinos, y en especial el GSPC, aún representan en términos de modelo a emular o de maestros de los que aprender sigue y seguirá siendo muy importante. Es por ello que la amnistía ofrecida por el régimen argelino a la nebulosa terrorista es, a pesar de su legitimidad por basarse en una ley aprobada en referéndum y a pesar también de la eficacia que pueda tener respecto a algunos individuos y células, motivo de preocupación para muchos dentro y fuera del país.

El que EEUU haya querido establecer en Argelia su mando regional para África (US African Command o Africom) dice mucho sobre la importancia que Washington concede a la experiencia argelina y la confianza con que ven a sus autoridades políticas. Sin embargo, el hecho de que la Presidencia y el Gobierno argelinos se hayan negado a ello dice también mucho en clave de percepciones nacionalistas, así como de sensibilidades arabo-musulmanas y tercermundistas. Por otro lado, tal negativa es también reflejo de los difíciles equilibrios internos que se viven en el país y de cómo la elite política percibe que puede acabar con el terrorismo. Tal realidad refleja de nuevo las dificultades que conlleva combatir a un terrorismo yihadista salafista que aprovecha su elaboración ideológica islamista para impedir, o dificultar en extremo, determinadas aproximaciones y alianzas por parte de los Estados arabo-musulmanes con el resto de actores estatales de la sociedad internacional, presentándolas como contradictorias con la religión y con la política y ralentizando en consecuencia un combate que debería ser más multinacional, multidireccional y sostenido contra un enemigo muy determinado. Mientras tanto, el GSPC sigue cobrándose múltiples vidas, en su inmensa mayoría musulmanas, aprovechando eficazmente lo que considera como muestras de debilidad de sus adversarios.

Carlos Echeverría Jesús
Profesor de Relaciones Internacionales de la UNED y Subdirector de la Unidad de Investigación en Seguridad y Cooperación Internacional (UNISCI)


[1] Nawaf Obaid y Anthony H. Cordesman, Saudi Militants in Iraq: Assessment and Kingdom’s Response, Center for Strategic and International Studies (CSIS), Washington DC, 19/IX/2005, p. 5.

[2] Evan Kohlmann, “GSPC in Algeria Announces New Name: ‘Al-Qaida in the Land of the Islamic Maghrib”, Counterterrorism Blog, 26 de enero de 2006. Disponible en: http://counterterrorismblog.org/2007/01/gspc_in_algeria_announces_new.php.

[3] La aplicación de las leyes de la Rahma y de la Concordia Civil permitieron la liberación de unos 6.000 terroristas. Véase Carlos Echeverría Jesús, Las Fuerzas Armadas argelinas: desafíos nacionales e internacionales, Documento de Trabajo 2004/3, Real Instituto Elcano, Madrid, 1/III/2004, pp. 17-18, http://www.realinstitutoelcano.org/documentos/178.asp