Tema: La mayoría absoluta obtenida por el partido Bharatija Janata, de centro-derecha y nacionalista hindú, otorga a su candidato Narendra Modi un claro mandato para liderar un nuevo ciclo político en la India, centrado en el desarrollo económico y el buen gobierno.
Resumen: Por primera vez el partido Bharatija Janata ha obtenido la mayoría absoluta de escaños en el parlamento en las recientes elecciones celebradas en la India. La clara victoria de esta formación de centro-derecha y nacionalista hindú, más el derrumbe de su principal adversario político, el Partido del Congreso, inauguran un nuevo ciclo político en la India. Su líder y nuevo primer ministro Narendra Modi encabezará este proceso de cambios con el reto de lograr un mayor desarrollo económico y consolidar el peso político de la India en el sistema internacional.
Análisis: El carismático nuevo líder de la India, Narendra Modi, ha liderado la victoria electoral más amplia de la historia del Bharatija Janata Party (BJP), de centro-derecha y nacionalista hindú, en unas elecciones indias. Los resultados de los comicios, celebrados entre el 7 de abril y el 16 de mayo, le otorgan 248 escaños de un total de 543 en el Lokh Sabha (Parlamento). Desde 1984 ningún partido había conseguido un triunfo con mayoría absoluta. Aunque las encuestas daban como favorito al BJP, el número de apoyos obtenido ha propiciado un radical cambio de ciclo político en el país asiático.
El mayor ejercicio democrático de la historia, en el que 550 millones de ciudadanos indios de los 815 convocados han ejercido su derecho al voto, tiene también un claro derrotado en el hasta ahora gobernante Partido del Congreso. Su líder para estas elecciones, Rahul Gandhi, ha cosechado el peor resultado de la formación que más tiempo ha estado en el poder desde la independencia en 1947, con sólo 44 escaños.
El Congreso Nacional Indio, de centro-izquierda y secularista en asuntos religiosos, apostó claramente por un miembro de la dinastia Nehru-Gandhi que ha dominado históricamente este partido y el gobierno indio. Rahul tenía la labor de sustituir al ex primer ministro de los últimos 10 años Manmohan Singh, cuyo principal legado es un papel decisivo en las reformas económicas de la década de los 90 que impulsaron el crecimiento, pero que ha sido muy criticado por su pasividad y falta de liderazgo en su último mandato, que se ha traducido en un aumento de la corrupción y una desaceleración de la economía.
Rahul no ha podido emular a su bisabuelo Jawaharlal Nehru, ni a su abuela Indira Gandhi o su padre Rajiv. Su madre Sonia, viuda de este último, ha supervisado su carrera desde su posición como secretaria general del partido. Condicionado por el peso de continuar con el legado de la dinastía, nunca se le ha notado cómodo y con la confianza necesaria para ofrecer una alternativa de continuidad ante el dinamismo y las promesas de cambio de Modi. En el seno del partido ya se está hablando de su hermana Priyanka como posible nueva líder del mismo, aunque también han surgido voces críticas que defienden que el nuevo liderazgo debe salir de fuera de la familia Gandhi.
Otra dimensión clave de estas elecciones es la perdida de relevancia de los numerosos partidos regionalistas que han jugado un papel central en la vida política nacional en las últimas décadas, como parte imprescindible de coaliciones de gobierno. Frente a la necesidad de construir complejas coaliciones con más de una docena de partidos, la mayoría absoluta que ha conseguido Modi le otorga un mandato claro para poner en marcha su plataforma política de cambio centrada en el desarrollo económico, las reformas institucionales y el buen gobierno.
Aunque la India tiene un sistema parlamentario, la campaña electoral ha sido marcadamente presidencialista y centrada en los principales candidatos. La contundente victoria de Modi se explica por su capacidad de liderar un mensaje de cambio centrado en la mejora de la economía y la calidad de vida de los ciudadanos y su fama como político austero y gestor eficaz. La mayor preocupación de la emergente clase media y la juventud es la situación económica y la corrupción y son dos de los grupos sobre los que ha cimentado su triunfo, en una campaña donde ha empleado hábilmente los recursos de las redes sociales, en las que cuenta con millones de seguidores.
Modi representa también las aspiraciones de la gran mayoría de la población menos privilegiada, que le consideran uno de ellos gracias a su imagen como hombre hecho a sí mismo, procedente de una familia de casta baja dentro de la mayoritaria religión hindú, hijo de un vendedor de té en las estaciones de tren y una madre que limpiaba platos para pagarle su educación. De vocación política tardía, a Modi le encanta presentarse como alguien que surge fuera del juego tradicional de la política y de los círculos de poder de Delhi.
En el pasado han existido otros líderes políticos en la India de extracción humilde, pero es la primera vez que uno de ellos no enarbola la bandera del socialismo. La principal credencial política de Modi durante sus años como gobernador de la región de Gujarat en el noreste del país es la transformación económica de la misma. Para ello, Modi promovió la iniciativa empresarial privada y la inversión extranjera, priorizo la construcción de infraestructuras e introdujo reformas en sectores claves como la agricultura, logrando un crecimiento económico por encima de la media india.
En su elocuente discurso de celebración, Modi destacó que igual que el Mahatma Gandhi había convertido la lucha por la independencia de la India en un movimiento en el que millones de personas se involucraron activamente, él pretendía transformar el desarrollo económico (vikaas) en un movimiento de masas (jan aandolan).
El énfasis en el desarrollo económico basado en un modelo empresarial ha colocado en segundo lugar la otra dimensión política clave de Modi y su partido: su nacionalismo hindú. En un país caracterizado por su diversidad religiosa y cultural, con un 14% de ciudadanos musulmanes por ejemplo, el BJP defiende la aplicación del hindutva o modo de vida hindú en oposición a la filosofía secularista o laica del partido del Congreso.
Aunque en los últimos años Modi se ha cuidado de tomar una línea moderada en estos temas, en 2002 cuando ya era gobernador de Gujarat unos disturbios entre la comunidad mayoritaria hindú y la minoría musulmana se saldaron con más de 1.000 muertos, 18.000 casas destruidas y 200.000 desplazados, en su mayoría musulmanes. Modi siempre ha negado cualquier implicación en estos hechos, pero la oposición política le considera responsable por promover los sentimientos contra los musulmanes y por su pasividad durante las matanzas.
Aunque un comité especial designado por el Tribunal Supremo para investigar su papel en los hechos no encontró ninguna responsabilidad legal, este conflicto había lastrado su imagen como posible líder nacional hasta que el reciente triunfo ha disipado las dudas sobre su posible carácter polarizador. De hecho, Modi tiene un buen ejemplo de cómo gestionar el equilibro entre la necesidad de gobernar para todos los indios teniendo en cuenta la enorme diversidad del país y la tendencia más hinduista y excluyente de su partido, en el liderazgo moderado del anterior primer ministro del BJP, Atal Behari Vajpajee, en 1996 y de 1998 a 2004.
Un nuevo ciclo político: prioridades del gobierno entrante
El principal reto que tiene Modi para consolidar un nuevo ciclo político en la India es estar a la altura de las expectativas generadas y el mandato recibido en las urnas, especialmente en el ámbito económico. Su tarea más urgente es cumplir con sus promesas de liderar un aumento del crecimiento económico que venga acompañado de una fuerte creación de empleo.
No será una tarea sencilla. En la década de 2000 a 2010, el producto interior bruto de la India ha crecido a tasas cercanas al 10% anual y, pese a que aumentó la población, el ingreso per cápita también se dobló. Fueron los años en los que se comenzó a hablar del milagro económico indio y a comparar su crecimiento con el de la vecina China, muy por delante en cifras macroeconómicas en décadas anteriores. Con el impacto de la crisis económica global, el crecimiento se ha frenado de forma drástica. En el último año fiscal 2013-2014 que terminó en marzo, la expansión del PIB se quedó en un 5%.
Durante la campaña, Modi ha prometido reflotar el ritmo de crecimiento con un modelo orientado a la creación de puestos de trabajo especialmente para los jóvenes, atrayendo inversión extranjera, reduciendo el peso del sector público y la burocracia y reformando la legislación laboral. En su experiencia en Gujarat, que pretende sirva como modelo en su salto al ámbito nacional, la base para lograr estos objetivos fueron la construcción de infraestructuras, priorizar el sector industrial y la modernización del sector agrícola, que sigue siendo un ámbito económico fundamental para la mayoría de la población india.
En el medio plazo el gobierno de Modi pretende afrontar reformas estructurales de la administración, que implicarán un proceso de descentralización y devolución de poder del centro a los estados federales. La resistencia de la poderosa burocracia de Delhi ante dicho proyecto será uno de los grandes retos del nuevo ejecutivo.
En el ámbito político interno el principal objetivo para Modi es consolidar la seguridad con una estrategia que denomina “de tolerancia cero” ante las amenazas de los grupos insurgentes maoístas, también denominados naxalitas, del terrorismo de inspiración islamista y de otros grupos separatistas. Para ello propone modernizar la policía y las fuerzas armadas con un mayor presupuesto y responsabilidades. La elección para cargos claves de seguridad de figuras con experiencia militar y en el sector de la inteligencia como Ajit Doval, nuevo consejero para Seguridad Nacional, y el general V.K. Singh, nuevo ministro federal para la conflictiva región del Noreste, son ejemplos de esta apuesta por una política de mano dura ante la percibida debilidad en esta materia del gobierno saliente.
El ámbito internacional no ha jugado un papel decisivo en la campaña electoral ya que no es una preocupación principal de los votantes. Modi ha defendido la necesidad de estabilidad regional para poder centrarse en sus planes de crecimiento económico y desarrollo. Esto puede llevar a que las necesidades económicas canalicen buena parte de sus decisiones en política exterior. Al mismo tiempo, el nuevo gobierno tiene como objetivo consolidar la creciente importancia de la India en el contexto geopolítico como potencia emergente.
Esta estrategia implicará un acercamiento a su vecino Pakistán, enemigo tradicional desde la independencia de ambos del Imperio Británico, a través de medidas de creación de confianza, sobre todo en el terreno económico, y renovación del compromiso con el proceso de diálogo de alto nivel existente para solucionar sus desacuerdos, incluida la disputa por el territorio fronterizo de Cachemira. Esta línea de actuación moderada y centrada en los intereses económicos comunes ya se ha puesto en marcha con la presencia del primer ministro paquistaní Nawaz Sharif en la toma de posesión de Modi y en un positivo encuentro bilateral aprovechando la visita.
El propio Sharif también ha defendido las ventajas de una mayor cooperación económica bilateral o canalizada a través de la Asociación del Sur de Asia para la Cooperación Regional (SAARC en sus siglas en inglés) que incluye también al resto de los países de esta región como Bangladesh, Nepal y Sri Lanka. Modi ha destacado la importancia de dotar de contenido real a este organización Internacional, que hasta ahora ha jugado un papel menor, como vía para fomentar la integración regional en el ámbito económico.
Pero Modi también tiene como objetivo en la relación con Pakistán marcar un límite claro en la responsabilidad de su vecino de controlar los grupos terroristas islámicos que utilizan su territorio como base de operaciones para ataques en la India; así como en poner presión para que el gobierno de Sharif actué de forma eficaz contra los responsables de los cruentos atentados que tuvieron lugar en Mumbai en 2008, que están en Pakistán y los tribunales indios han identificado.
Modi es consciente del limitado margen de maniobra del gobierno civil elegido en las urnas de Pakistán ante el poder de su estamento militar y tendrá que gestionar de forma equilibrada esta estrategia de palos y zanahorias. El mayor riesgo, sobre todo en los próximos meses de transición, reside en la posibilidad de un ataque terrorista en suelo indio por parte de grupos extremistas que quieran sabotear el acercamiento entre ambos países y que obligue al ejecutivo indio a una actitud más agresiva y menos conciliadora con su vecino.
Un caso similar de opciones divergentes existe con China, el otro vecino clave para las relaciones internacionales de la India. El Modi centrado en las prioridades de desarrollo económico tiene en la construcción de una relación más fluida y eficaz con China un objetivo central para esta dimensión. Durante su etapa como gobernador de Gujarat promovió activamente las inversiones y las oportunidades de negocio con contrapartes chinas. De hecho, el modelo de crecimiento económico favorecido por Modi se inspira en gran medida en la experiencia china. Los incentivos para ambas partes son lo suficientemente importantes para poder poner a un lado su tradicional confrontación por la hegemonía regional.
La próxima cumbre del grupo de los BRICS que tendrá lugar en Brasil en julio será la ocasión perfecta para Modi de subrayar esta confluencia de intereses, en la que será su primera reunión con el presidente chino Xi Jinping. La pertenencia a este grupo de países emergentes así como su pertenencia del G20 otorgará al nuevo gobierno una plataforma privilegiada para reivindicar una mayor importancia para la India en procesos de toma de decisión globales como los acuerdos transnacionales de comercio, el mercado mundial de la energía o la búsqueda de consensos ante los retos producidos por el cambio climático.
En paralelo y dentro de su estrategia de posiciones duras en el tema de seguridad, Modi ha criticado la mentalidad expansionista china y ha tomado una postura firme en el conflicto fronterizo que mantienen ambos países en la zona noreste del subcontinente indio, defendiendo una mayor inversión para las fuerzas militares indias que operan en la zona.
Modi puede encontrar aliados para esta postura más asertiva ante la capacidad militar china en el Japón del primer ministro Shinzo Abe y otros países del sudeste asiático con similares recelos, pero tendrá que manejar un equilibrio complejo para compatibilizarla con el objetivo principal de construir unos mayores lazos económicos bilaterales.
El otro gran reto para la política exterior del nuevo gobierno será como encauzar sus relaciones con EEUU. El anterior gobierno del BJP inauguró a finales del siglo pasado una nueva etapa de colaboración con la potencia norteamericana tras décadas de desencuentros durante la Guerra Fría. Sus intereses económicos y geopolíticos comunes, como la contención de China, fueron suficientemente relevantes como para dejar atrás un pasado de desconfianza en el que EEUU contó con Pakistán como su principal aliado en la región.
La relación de Modi con EEUU ha sido problemática. En 2005 se le negó un visado de entrada por la polémica sobre su responsabilidad en los disturbios de Gujarat. Sin embargo, desde EEUU se están haciendo esfuerzos para dejar atrás este desencuentro tras su victoria electoral: la Casa Blanca se ha apresurado a invitar oficialmente al nuevo primer ministro a visitar EEUU y Modi ha aceptado ya viajar a Washington este próximo otoño. Desde Nueva Delhi se mirarán con lupa los gestos y decisiones del ejecutivo de Obama y del congreso estadounidense relevantes para la India en los próximos meses, aunque teniendo en cuenta las prioridades económicas del gobierno de Modi la continuidad en la cooperación bilateral es el escenario más realista.
Aunque no aparece como prioridad política en los discursos del nuevo primer ministro ni en los análisis realizados en los medios indios, la UE en su conjunto es el primer socio económico internacional de la India y como tal puede jugar un papel importante como aliado en esta nueva etapa donde el desarrollo económico será el vértice central.
En este sentido, España tiene una oportunidad importante para reforzar sus vínculos económicos con el país asiático. El desarrollo de infraestructuras o el energético donde España cuenta con empresas punteras internacionales van a tomar una importancia capital en el gobierno de Modi. Las carencias de partida son notables: se requieren grandes inversiones en el sistema eléctrico, tanto de transporte como de distribución, en la modernización de la red ferroviaria, la ampliación de la red de carreteras y el reforzamiento de los servicios públicos urbanos (agua potable, recogida y tratamiento de basuras, red de alcantarillado…).
El gobierno de Modi tiene como prioridad absoluta la mejora de dichas infraestructuras para evitar que la deficiente dotación se convierta en un cuello de botella para la consecución de sus objetivos de desarrollo, un factor que es señalado como una de las causas de la actual desaceleración económica y donde las empresas españolas especializadas en este campo y con dimensión internacional pueden ofrecer un atractivo valor añadido de experiencia y resultados.
Conclusiones: Pese a su destacado triunfo electoral, los primeros pasos de Modi en el gobierno han estado marcados por su carácter pragmático y un estilo moderado y conciliador para afrontar los retos internos y los que tienen una dimensión geopolítica. Pese a su fuerte crítica a los programas de subsidios aplicados por el Partido del Congreso en el ámbito rural ha prometido no suprimirlos durante su gobierno, incluso manteniendo los títulos que honran a destacadas figuras de su rival político, pero poniendo el énfasis en evaluar su impacto y resultados. Su estrategia y declaraciones de mano dura en el ámbito de la seguridad interna y regional han venido acompañadas por acercamientos diplomáticos a China y Pakistán centrados en los mutuos intereses económicos y pese a su desencuentros en el pasado con EEUU se ha comprometido a estrechar los lazos de cooperación.
El nuevo gobierno de Narendra Modi afronta el reto de aplicar un ambicioso programa de reformas con la ventaja de haber obtenido un claro mandato democrático para sus políticas de desarrollo económico y buen gobierno. Modi tendrán que responder a las enormes expectativas creadas y plantea hacerlo a través de un proceso de reformas legislativas e institucionales de enorme complejidad. De su capacidad para obtener resultados concretos que mejoren la situación económica de los ciudadanos indios dependerá la consolidación de este nuevo ciclo político de la democracia india.
Rubén Campos
Profesor especializado en Asia Meridional y Sudeste Asiático en diversos cursos de posgrado en España, Coordinador de Programas en el Club de Madrid