Tema: Guinea Ecuatorial se ha convertido en el tercer productor de crudo en el Golfo de Guinea pero su situación actual no encaja del todo con el modelo de la “maldición de los recursos” aplicable a otros países[1].
Resumen: Desde el inicio de la explotación petrolífera a mediados de los años 90, el pequeño Estado centroafricano de Guinea Ecuatorial se ha convertido en el tercer productor de crudo en el Golfo de Guinea, que a su vez se ha posicionado en los últimos años como área estratégica de abastecimiento de energía para los principales consumidores mundiales. Este ARI se acerca a los impactos políticos y sociales de la actividad petrolífera en el país, realizada enteramente en el mar, y analiza críticamente la capacidad del modelo de la “maldición de los recursos” para explicarlos.
Análisis: Los efectos de la extracción de petróleo de la Zona Económica Exclusiva de Guinea Ecuatorial en tierra firme sólo pueden comprenderse como parte de unas dinámicas históricas más amplias, caracterizadas por intensas conexiones transnacionales y la extraversión del poder de los gobernantes. La nueva actividad económica ha promovido transformaciones sociales, pero también ha supuesto el reforzamiento del grupo familiar que ocupa el Estado desde la independencia, y la interrupción del momento de apertura política iniciado tras el fin de la Guerra Fría. El reforzamiento de la institución de la soberanía por parte de la industria petrolífera es una de las claves para comprender la continuidad del orden despótico poscolonial en el país.
Guinea Ecuatorial es considerado el tercer productor de petróleo por volumen en el Golfo de Guinea, aunque bastante por detrás de Angola y Nigeria. La producción petrolífera, que se realiza en su totalidad en el mar de la Zona Económica Exclusiva del país, ha pasado de 17 barriles por día en 1996 a los 400.000 de la actualidad, representando el 80% del PIB y el 95% del Presupuesto Nacional.[2] Por otra parte, según el Índice de Desarrollo Humano del PNUD, este crecimiento económico no se ha trasladado en una mejora sustancial del bienestar de la población en su conjunto: como indicador puede mencionarse que Guinea Ecuatorial es el país del mundo con una mayor diferencia entre el puesto que ocupa según su PIB per cápita (en PPP en dólares) (nº 28) y el puesto según el IDH (nº 118).[3]
Desde el desembarco de las compañías petrolíferas, en su mayoría estadounidenses, se han sucedido una serie de elecciones presidenciales, legislativas y municipales, caracterizadas por el fraude generalizado y la represión de la oposición, y la violación sistemática de los derechos humanos constituye uno de los principales instrumentos de control de la ciudadanía. Si bien no existe una situación de violencia generalizada como en el vecino Delta del Níger, durante estos años se han sucedido una serie de intentos de golpes de Estado, reales o imaginados por el propio gobierno, que se han saldado por oleadas de represión y tortura.
La situación actual de Guinea Ecuatorial parece encajar bien con el modelo propuesto por varios autores en torno a ideas tales como el Estado rentista, la “maldición de los recursos” o la paradoja de la abundancia.[4] Estos estudiosos señalan la tendencia de países dependientes de la producción y exportación de minerales e hidrocarburos a sufrir sistemas políticos autoritarios y procesos económicos de estancamiento, a través de mecanismos rentistas y neopatrimoniales.
Este modelo tiene el mérito de iluminar las relaciones entre actividades económicas y formas políticas, en contextos de producción y exportación masiva de recursos naturales. Sin embargo, la idea de unas dinámicas comunes a todos los países dependientes de la exportación de minerales y petróleo no atiende suficientemente a las trayectorias históricas específicas y las formas concretas de ejercicio del poder. El despotismo y la exclusión sufridos en Guinea Ecuatorial no tienen los mismos rasgos que los que se sufren en otros lugares de explotación de petróleo, como Irak o Venezuela. Ni ha estallado en Guinea Ecuatorial un conflicto armado como en la vecina Nigeria.
La idea de maldición insiste mucho más en los perjudicados que en los beneficiarios, sean éstos gobernantes, empresas o grupos armados, cuyas decisiones y acciones son las que explican en gran medida que la extracción de minerales tengan los efectos perversos que tienen a menudo para la mayoría.
Otra debilidad de esta literatura académica es su predilección por el Estado como unidad de análisis, incluso para estudiar realidades profundamente transfronterizas como es la industria petrolífera. Conceptos tales como Estado rentista no nos ayudan a comprender bien la participación directa de actores transnacionales, como las compañías petrolíferas, el FMI u otros gobiernos, en la generación del orden social local, ni iluminan la relevancia que tienen instituciones y normas internacionales para las dinámicas e impactos de ciertas industrias extractivas.
No obstante, más allá de las pretensiones universalizantes del concepto, las reflexiones en torno a la “maldición de los recursos” pueden ser de gran utilidad si se utilizan, no tanto como un modelo generalizable, sino como una perspectiva que nos señala lugares y “pautas de procesos” a los que mirar,[5] para analizar las formas específicas de articulación y topografías del poder en contextos de explotación y venta internacional de recursos naturales.[6]
En el caso específico de Guinea Ecuatorial, el carácter relativamente novedoso de la producción petrolífera, rentable desde mediados de los años 90, nos permite observar de manera privilegiada estas cuestiones. Y antes que las transformaciones, lo primero que destacan son las continuidades de las situaciones de pobreza y carencias sociales previas al petróleo, así como del grupo de personas que controlan el Estado desde la independencia en 1968.
En este texto señalaremos estas continuidades, pero también las transformaciones sociales y políticas que son observables en Guinea Ecuatorial desde el inicio de la explotación petrolífera, todo ello en el marco de las trayectorias históricas más largas. Por último, atenderemos también a la dimensión institucional, más allá de la perspectiva más al uso que sólo se ocupa de las instituciones nacionales o locales, para iluminar el papel que el principio internacional de la soberanía juega en la industria petrolífera y sus impactos.
Continuidades y transformaciones en la era del petróleo de Guinea Ecuatorial
La integración reciente de los mares de Guinea Ecuatorial en el mercado mundial del petróleo forma parte de una larga historia en la región. El Golfo de Guinea se ha visto atravesado históricamente por intensas conexiones transfronterizas y transoceánicas, que han sufrido variaciones diversas a lo largo del tiempo.
Desde el aceite de palma hasta el petróleo, pasando por el cacao, el café y la madera, la isla de Bioko y los territorios continentales cercanos han sido lugar de producción o extracción (y a veces sólo de paso, como en el caso de ciertas drogas) de productos que se transformaban, usaban y consumían en lugares lejanos. También las personas, y su fuerza de trabajo, han transitado, forzosa o voluntariamente, este espacio, recorriendo distancias diversas para trabajar en plantaciones, explotaciones madereras o plataformas petrolíferas, y también para huir de la persecución política.
Estas conexiones transfronterizas han participado, a lo largo del tiempo, en la configuración de distintos órdenes sociales y políticos locales, que no pocas veces han estado marcados por la exclusión y el despotismo. Desde la inicial presencia colonial en la isla de Bioko a lo largo del siglo XIX y el posterior colonialismo franquista más denso e intrusivo, pasando por el régimen de terror del primer gobierno de la independencia hasta la dictadura de Teodoro Obiang Nguema, los vínculos con espacios lejanos han jugado un papel relevante en todos los regímenes políticos. La posible relación entre la actual producción de petróleo y los modos de ejercicio del poder bajo el gobierno Nguema sólo es comprensible en este contexto histórico más amplio, y que hemos desarrollado en otros lugares.[7]
Como señalábamos al inicio, el hallazgo del petróleo no ha supuesto el fin de la hegemonía de los Nguema en el país, ni de las situaciones de pobreza generalizada. Ello es debido en parte al carácter de enclave de esta producción. Tal y como señalaba Fernando Abaga en un artículo sobre las consecuencias del petróleo en Guinea Ecuatorial, “se lleva a cabo en el mar, lejos de todo y de todos, generando poco empleo debido a su uso intensivo de capital… Se trata de un sector que exporta todo lo que produce e importa todo lo que consume, guarda por tanto poca relación con el resto de la economía”.[8]
Sin embargo, pese al carácter de enclave del petróleo, y junto a las continuidades mencionadas, el desarrollo de la industria petrolífera parece estar contribuyendo a otro tipo de impactos por vías políticas y también económicas.[9] En primer lugar, ha enriquecido y empoderado a los ocupantes del gobierno, que han encontrado en la venta del crudo nuevos recursos para sus políticas de cooptación, represión y exclusión económica. Y ha hecho aparecer nuevos actores transnacionales, como las empresas transnacionales del petróleo con sede en EEUU y en menor medida en China y otros países, que son los beneficiarios principales de las nuevas riquezas y se han convertido en empleadores codiciados, demandantes de terrenos y, sobre todo, interlocutores principales de la familia Nguema.[10] Ésta se ha librado, gracias a estas relaciones, de las presiones internacionales a favor de la democracia que se hicieron sentir a principios de los años 90.[11]
El inicio de la extracción rentable de crudo supuso en realidad la interrupción de un proceso de apertura política alentada al calor del fin de la Guerra Fría, más que una transformación radical de los modos anteriores de gobierno: los gobernantes dejaron de tener razones para incidir en la apertura y la negociación política interna. Más que una mera continuación, se ha producido un cierto regreso a la situación de los años 80, cuando la dictadura de Obiang Nguema apenas recibía denuncias marginales en los foros internacionales, y obtenía el apoyo de la antigua metrópoli y las potencias occidentales. Tras 20 años en el poder, y habiendo soslayado el lustro de aperturas democráticas de los 90, el deslegitimado gobierno de Obiang tenía pocos estímulos para utilizar el petróleo en beneficio de la mayoría, o permitir el surgimiento de grupos económicos autónomos.
En el ámbito de las actividades económicas de la población, desde la apertura del sector petrolífero, las áreas rurales y las actividades agrícolas de subsistencia y destinadas al pequeño comercio han sufrido un abandono, importándose gran parte de los alimentos que se consumen en el país. La pequeña producción de cacao en la isla de Bioko para la exportación casi ha desaparecido, aunque este sector sufrió su principal debacle en la época del primer gobierno Nguema en los años 70.
Ello ha coincidido con un cambio en las pautas de movilidad y asentamiento de la población. Actualmente no son sólo los jóvenes los que emigran a la ciudad, dejando detrás las estructuras familiares y las propiedades, sino familias enteras las que se trasladan a los suburbios urbanos, con la esperanza de vivir de aquéllos individuos que logran un salario. Al mismo tiempo, muchas otras personas están llegando a las ciudades de Guinea Ecuatorial, desde lugares cercanos y lejanos. La región en torno al Golfo de Guinea ha sido un espacio tradicionalmente atravesado por intensos movimientos de población, por razones familiares, laborales, religiosas o de salud. Pero en los últimos años estos flujos han ido cambiando de dirección: Camerún, tradicional receptor de exiliados y emigrantes guineanos, se ha convertido en el origen de la mayor parte de los africanos que viven en Malabo y Bata. Nigerianos y gaboneses también se han visto atraídos por el comercio informal o la construcción. El tráfico de personas, mayoritariamente niños para el trabajo doméstico o prostitutas, se ha visto incrementado exponencialmente.
Por otra parte, sólo una pequeña parte de los trabajadores de las plataformas petrolíferas provienen de Guinea Ecuatorial o la región cercana. Estos trabajadores constituyen comunidades de enclave diferenciadas, como la de los norteamericanos que viven en los complejos de las empresas petrolíferas en tierra, o los asiáticos que trabajan en las plataformas marítimas, y que apenas tocan tierra firme. Las diásporas de comerciantes libaneses y chinos también han aumentado, así como la presencia de trabajadores de la construcción que acompañan a las empresas chinas.[12] En cuanto a los emigrantes ecuatoguineanos, la crisis económica internacional reciente ha provocado el regreso de muchos de ellos desde España y otros lugares, en busca de nuevas oportunidades.
El aumento de la emigración interna o extranjera a las principales ciudades del país nos habla de oportunidades económicas que la gente está encontrando en un ambiente dominado por grandes compañías y un gobierno represivo. A pesar de los obstáculos y la indiferencia del gobierno hacia la creación de un tejido económico, nuevos sectores están creciendo en los últimos años, junto al abandono de actividades más tradicionales. Actividades como la construcción, la seguridad privada, el transporte, la hostelería, el pequeño comercio y la prostitución están atrayendo a más y más trabajadores, en un contexto de extrema informalidad y desregulación. El pequeño pero creciente grupo asalariado, formado por funcionarios del Estado, trabajadores del petróleo y expatriados está favoreciendo estos procesos. La principal condición parece ser el cumplimiento de la norma no escrita que permite cierta libertad económica a aquéllos que acepten la hegemonía del PDGE, y no militen abiertamente en grupos de la oposición.
De hecho, las relaciones laborales se están fortaleciendo como una de las principales vías de control por parte del gobierno. Miembros relevantes del gobierno son propietarios o controlan las agencias de empleo a través de las cuales la industria petrolífera proporciona a los pocos trabajadores guineanos que necesitan las compañías, y retienen más del 50% de los salarios de los trabajadores. El gobierno impone la participación de estas agendas, que exigen ser miembro del partido en el poder para conseguir un trabajo. De esta manera, disidentes y miembros de la oposición son totalmente excluidos de esta nueva fuente de empleo asalariado.[13] Por otra parte, los servicios de seguridad en las plantas norteamericanas también están monopolizados por una compañía, Sociedad Nacional de Vigilancia (SONAVI), propiedad del hermano de Obiang, antiguo director de la Seguridad Nacional y conocido torturador.
Otro ámbito social donde se han generado transformaciones importantes en la era del petróleo es el del territorio y el uso del suelo. El abandono de las zonas rurales, unido a la construcción o reconstrucción de infraestructuras públicas, la edificación de numerosas viviendas y las demandas de suelo de las empresas extranjeras, están provocando numerosos procesos de recalificación de terrenos, de expropiación forzosa y de acumulación de tierras. La cuestión del acceso a la tierra está convirtiéndose, en la era del petróleo, en un espacio más donde se juega la hegemonía del grupo que ocupa el gobierno. Es éste el que se está haciendo con grandes extensiones de tierra, a menudo después de la expropiación forzosa y sin compensación a sus anteriores ocupantes, y el que satisface las demandas de suelo de las grandes compañías.
El estudio de estas dinámicas y sus implicaciones está todavía por hacer, y requiere de la comprensión de los usos y modos de acceso a la tierra predominante en Guinea Ecuatorial, y la manera en que un recurso que está en el mar está afectando a las relaciones de las personas con la tierra. Y sobre todo, de qué manera las “topografías del poder” a lo largo de los distintos territorios y espacios se han visto afectadas por todas estas dinámicas de migraciones, desplazamiento de población y acumulación de tierras.[14]
Son varias, por tanto, las formas en que la actividad extractiva petrolífera está articulándose con dinámicas sociales y políticas en Guinea Ecuatorial. Una de las más importantes ha sido el reforzamiento del grupo que ocupa el Estado desde la independencia, y que el período de aperturas políticas de los 90 no logró desbancar. Las relaciones entre la industria petrolífera y la familia Nguema ha proporcionado a esta última nuevos mecanismos tanto de riqueza personal como de control y exclusión social, que en parte se superponen, y en parte sustituyen, a los modos represivos anteriores. Queda por ver si estas dinámicas están abriendo, además, oportunidades para otros grupos sociales y económicos.
Petróleo e instituciones[15]
Una de las respuestas más habituales a la idea de una “maldición de los recursos”, popular entre los organismos económicos internacionales, sugiere que son las instituciones y, más en concreto, la falta de instituciones que garanticen la buena gobernabilidad, lo que explica los perversos efectos económicos para la mayoría de la población. Esta lectura de las cosas adolece de dos problemas: en primer lugar, explica una serie de fenómenos sociales a partir de una ausencia, de “lo que falta”, y no “de lo que hay”; en segundo lugar, poniendo el énfasis en las instituciones internas al Estado, ignora otras que sí están funcionando, y que explican en parte el modo en que las industrias extractivas, y en concreto la petrolífera, se articulan con distintas dinámicas sociales y políticas.
Las convenciones legales internacionales en torno a la soberanía hacen del Estado el propietario formal de todos los recursos naturales bajo su suelo, y convierten a las personas que ocupan el gobierno en representantes legales de la población del Estado con capacidad para negociar sobre la riqueza del subsuelo. Sólo atendiendo a estas instituciones internacionales, y a algunas características específicas de la actividad extractiva, puede comprenderse que las relaciones entre los Estados propietarios y los consumidores finales de petróleo estén tan fuertemente mediadas por unas pocas personas: aquéllas que poseen los medios de producción necesarios para extraer el recurso y quienes ocupan los gobierno.
En el caso específico del petróleo, su explotación requiere de enormes inversiones desde el mismo principio de la exploración. Estas inversiones deben ser realizadas por grandes empresas nacionales o privadas, o por un grupo de empresas, cuya relación directa y legal con los gobiernos reconocidos internacionalmente parece ser un elemento permanente en la industria del petróleo.[16] Sólo la intervención del gobierno puede garantizar las inversiones de acuerdo con las normas y usos del comercio internacional y la legislación del Estado de origen de la compañía.[17]
Esto es independiente de la capacidad regulativa del gobierno sobre su población, o su legitimidad social, especialmente cuando, como en Guinea Ecuatorial, toda la producción es off-shore, y las consecuencias de la extracción sobre el medioambiente o la población son más imperceptibles. La relevancia del clan Nguema para la industria del petróleo no se basa por tanto en el control efectivo de los campos petrolíferos, que no existe, sino en su control del gobierno de Guinea Ecuatorial, y en la convención en torno a la soberanía que establece la propiedad estatal de los recursos del subsuelo. Su situación política les permite, como hemos visto, no sólo gestionar los ingresos del petróleo y enriquecerse con ello, sino también presidir sobre otras formas de acumulación económica y formas de poder, y monopolizar muchas otras esferas sociales.
Lejos de disolver o cuestionar al Estado, la industria petrolífera transnacional está reforzando su dimensión institucional, así como a los grupos que lo ocupan, con independencia de los medios que éstos utilicen para mantenerse en el poder.
Conclusiones: Son tres las conclusiones que a estas alturas de la investigación queremos adelantar:
- La extracción y venta de enormes cantidades de petróleo de las aguas de Guinea Ecuatorial ha tenido efectos específicos sobre las dinámicas sociales en tierra firme, que en parte tienen que ver con la estructura de la industria petrolífera, pero en parte son sólo comprensibles teniendo en cuenta los procesos sociales y políticos preexistentes. Sólo así puede comprenderse quiénes son y de dónde proceden los grupos sociales que se benefician, o son excluidos, de la nueva riqueza, o las formas concretas que adopta las relaciones de poder.
- Una de las razones por las que el descubrimiento y extracción de enormes bolsas de petróleo no ha modificado sustancialmente la manera en que el orden social y político es reproducido, es que dicha industria precisa de las mismas instituciones que han estado detrás de la emergencia y el mantenimiento del orden poscolonial: la soberanía del Estado. Esta verdadera institución internacional es la que determina quiénes son las partes legitimadas para negociar sobre las riquezas del subsuelo, y lo que explica que sean los gobiernos de cada Estado las contrapartes necesarias de las empresas extractoras. El hecho de que las normas de la soberanía no condicionen la capacidad legal de los gobiernos a la efectiva representatividad de sus poblaciones, o la de las empresas al respeto de los derechos humanos, colabora en la reproducción de formas autoritarias de poder.
- El orden social y político que sufre la población que habita el territorio de Guinea Ecuatorial es parte de largas trayectorias históricas, en las que el autoritarismo y la exclusión han estado fundados muy a menudo en las especiales conexiones económicas y políticas del territorio con otros lugares. Los actores que lideraron la administración colonial, el proceso descolonizador o el gobierno poscolonial encontraron muchos de sus recursos económicos y políticos más allá de la población local. En este sentido, el carácter redundante de la mayor parte de la población para el mantenimiento de la familia Nguema en el poder han hecho de la represión, la cooptación y la pobreza los vínculos principales entre los ciudadanos y la administración.
Más que en términos atemporales de una “maldición de los recursos”, la economía del petróleo puede analizarse como parte de una dinámica histórica de “extraversión del poder”, tal y como la define Jean François Bayart, según la cual los gobernantes basan su hegemonía política en recursos que provienen del exterior.[18] Ello les libra de invertir en un pacto social más recíproco con su población, y explica en parte las formas autoritarias que el poder ha asumido en África en tiempos contemporáneos.
Esta historia ha estado recorrida, no obstante, por momentos de apertura que luego se cerraron, donde las relaciones entre gobernantes y población se hicieron más críticas, como fue el proceso de descolonización en los años 60, o el iniciado tras el fin de la Guerra Fría y las reformas políticas de los años 90. La actual dependencia del petróleo no impide imaginar la aparición de nuevas circunstancias locales o internacionales, que provoquen transformaciones políticas, que a su vez incidirían inevitablemente en los efectos sociales de la industria extractiva.
Alicia Campos Serrano
Investigadora Ramón y Cajal, Dpto. Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Autónoma de Madrid, y miembro del Grupo de Estudios Africanos
[1] Este texto plantea temáticas que están siendo objeto de una investigación financiada por la Fundación Carolina (ayudas a la investigación, 2009).
[2] Bank of Central African States (BEAC), Guinée Equatoriale: Données Statistiques de Base, www.beac.int; IMF (2006), Country Report 06/237, Republic of Equatorial Guinea: Selected Issues and Statistical Appendix, junio; National Budget of Equatorial Guinea (2009).
[3] PNUD (2008), Informe de Desarrollo Humano.
[4] Véase, por ejemplo, H. Mahdavy (1970), “The Patterns and Problems of Economic Development in Rentier States: The case of Iran”, en M.A. Cook (ed.), Studies in the Economic History of Middle East, Oxford University Press; Hazem Beblawi y Giacomo Luciani (1987), The Rentier State, Croom Helm, Nueva York; Richard Auty (1993), Sustaining Development in Mineral Economies: The Resource Curse Thesis, Routledge, Londres; D.A. Yates (1996), The Rentier State in Africa: Oil Rent Dependency and Neocolonialism in the Republic of Gabon, Africa World Press, Trenton, NJ; Terry Lynn Karl (1997), The Paradox of Plenty: Oil Booms and Petro-States, University of California Press, Berkeley; y M. Humphreys, J.D. Sachs y J.E. Stiglitz (2007), Escaping the Resource Curse, Columbia University Press.
[5] Una reflexión análoga hace Crhistian Lund sobre los diagnostic events. Véase C. Lund, (1994), “Tinkering Methodology – Some Considerations Concerning the Study of Access to and Control over Natural Resources”, Occasional Paper, nº 13, International Development Institute, Roskilde University.
[6] Sobre la idea de topografías del poder, véase Catherine Boone (2003), Political Topographies of the African State. Territorial Authority and Institutional Choice, Cambridge University Press, Cambridge.
[7] Véase Alicia Campos (2005), “Ubicando el desarrollo: las implicaciones políticas de la ayuda en Guinea Ecuatorial y Mozambique”, en A. Campos (ed.), Ayuda, mercado y buen gobierno. Los lenguajes de desarrollo en África en el cambio de milenio, ICARIA, Barcelona; Alicia Campos (2007), “Gobernabilidad y producción petrolífera: trayectorias, conexiones y soberanía en el Golfo de Guinea”, en Ana Rosa Alcalde y J. Alfonso Ortiz (coords.), Democracia y buen gobierno en África Subsahariana, Fundación Carolina y Siglo XXI, Madrid; y Alicia Campos (2009), “Continuity and Change in the Political Economy around Equatorial Guinea”, ponencia presentada en laconferencia internacional Between Three Continents: Rethinking Equatorial Guinea on the Fortieth Anniversary of its Independence from Spain, Hofstra University, Nueva York, abril.
[8] Fernando Abaga Edjang (1999), “Las consecuencias socioeconómicas del petróleo en Guinea Ecuatorial: del ‘boom’ a la quiebra”, Asodegue, Madrid, mayo.
[9] De la escasa literatura sobre estos asuntos, véase Asodegue (1999), Obiang y las compañías petroleras, Asodegue, Madrid, 1996, www.asodegue.org; Gonzalo Escribano (1999), “Guinea Ecuatorial: de la ayuda al petróleo”, Revista Meridiano CERI, nº 26; B. Geoffrey Wood (2004), “Business and Politics in a Criminal State: The Case of Equatorial Guinea”, African Affairs, nº 103/413, octubre; B. McSherry (2006), “The Political Economy of Oil in Equatorial Guinea”, African Studies Quarterly, vol. 8, nº 3; José Mª Marín Quemada (2007),Guinea Ecuatorial: de la política económica a la política de hidrocarburos, Documento de Trabajo nº 26/2007, Real Instituto Elcano; Jordi Sant Gisbert (2008), “El petróleo y las urnas. Evolución del Estado en Guinea Ecuatorial”, Nova África, nº 23, julio; y Plácido Micó Abogo (2008), “La experiencia petrolífera en la República de Guinea Ecuatorial”, en A. Campos y M. Carrillo, El precio oculto de la Tierra. Impactos económicos, sociales y políticos de las industrias extractivas, Icaria, Barcelona.
[10] US Senate (2004), Minority Staff of the Permanent Subcommittee on Investigations, Money Laundering and Foreign Corruption: Enforcement and Effectiveness of the Patriot Act, Case Study Involving Riggs Bank, 15/VII/2004; Global Witness (2004), Report Time for Transparency. Coming Clean on Oil, Mining and Gas Revenues, marzo.
[10] Aunque en mucha menor medida, en los últimos años también se ha hecho notar la presencia de otros actores y grupos transnacionales, como periodistas u ONG a favor de los derechos humanos o la transparencia, que han aumentado la visibilidad internacional de lo que ocurre en Guinea Ecuatorial.
[12] Mario Esteban (2009), “The Chinese Amigo: Implications for the Development of Equatorial Guinea”, Chinese Quarterly, vol. 99.
[13] Alicia Campos Serrano y Plácido Micó Abogo (2006), Trabajo y Libertades Sindicales en Guinea Ecuatorial, Fundación Paz y Solidaridad “Serafín Aliaga”, CCOO-CIOSL.
[14] En torno a las implicaciones de la extracción de petróleo y territorio véase Achille Mbembe (2000), “At the Edge of the World: Boundaries, Territoriality, and Sovereignty in Africa”, Public Culture, nº 12; y James Ferguson (2006), “Governing Extraction: New Spatializations of Order and Disorder in Neocolonial Africa”, in Global Shadows, Africa in the Neoliberal World Order, Duke University Press, Durham y Londres.
[15] Estos argumentos han sido desarrollados en “Oil, Sovereignty & Self-Determination: Equatorial Guinea & Western Sahara”, Review of African Political Economy, nº 117, pp. 81-95, 2008. Véase también William Reno (2001), “How Sovereignty Matters: International Markets and the Political Economy of Local Politics in Weak States”, in T. Callaghy, R. Kassimir y R. Latham, Intervention and Transnationalism in Africa. Global-Local Networks of Power, Cambridge University Press, Cambridge; y Ricardo Soares de Oliveira (2007), Oil and Politics in the Gulf of Guinea, Hurst and Company, Londres.
[16] Existen, sin embargo, algunos mercados informales de petróleo, generados a partir del crudo extraído ilegalmente de plataformas y oleoductos, que supone una cantidad muy pequeña con respecto al petróleo consumido en el mundo.
[17] “Firms operating in Africa still require guarantees of protection of fixed assets, enforcement of contracts, access to credit, the capacity to indemnify operations, and certifications of credibility sufficient to satisfy regulators in headquarter countries, rating services, and investors” (Reno, 2001, pp. 198-199).
[18] Jean-François Bayart (2000), “Africa in the World: A History of Extraversion”, African Affairs, vol. 99. Otro concepto útil para entender estas dinámicas políticas es el de gate-keeper state propuesto por Frederick Cooper (2002), Africa since 1940: The Past of the Present. New Approaches to African History, Cambridge University Press, Cambridge.