Guardia baja: deconstruyendo el fracaso político, militar y de inteligencia del 7 de octubre

Vista de la Mezquita Al Aqsa, uno de los templos musulmanes de Jerusalén y punto álgido en el conflicto palestino-israelí.

Vista de la Mezquita Al Aqsa, uno de los templos musulmanes de Jerusalén y punto álgido en el conflicto palestino-israelí. Foto: Ronny Pohl (CC BY-SA 2.0 DEED).

Tema

La operación “Inundación de al-Aqsa” y la inteligencia, el ejército y el gobierno de Israel.

Resumen

El 7 de octubre, el Estado de Israel fue testigo de uno de los días más oscuros de su historia. El atentado terrorista sorprendió no sólo a Israel sino también a la comunidad internacional, suscitando preguntas sobre el aparente fallo de uno de los servicios de inteligencia y militares más prestigiosos del mundo. Este análisis pretende profundizar en el papel de la inteligencia, el ejército y el gobierno israelíes en los momentos previos y durante los acontecimientos del 7 de octubre. También se examina la planificación y ejecución de la operación “Inundación de al-Aqsa” por parte de Hamás y sus aliados. Los sucesos del 7 de octubre marcan un giro decisivo en el ya complejo conflicto entre Israel y Palestina.

Introducción

“El día más letal”

El 7 de octubre se convirtió en el día más letal para el pueblo judío desde el Holocausto”, afirmó el presidente Biden poco después de que tuvieran lugar los ataques.

El 7 de octubre, durante el sabbat, miles de militantes palestinos lanzaron un ataque multifrontal contra objetivos civiles israelíes en una operación denominada “Inundación de al-Aqsa”. Esta ofensiva, liderada por Hamás y apoyada por la Yihad Islámica Palestina (YIP), fue dirigida contra numerosos asentamientos civiles, incluyendo kibutz y ciudades, y un festival de música.

Esta guerra guarda paralelismos con conflictos previos a los que Israel se ha enfrentado desde su fundación. Sin embargo, es la primera vez que Israel cae víctima de un asalto armado dirigido explícitamente contra su población civil. Hasta la fecha, se han contabilizado 1.400 víctimas y 240 rehenes en un solo día. Las reacciones por parte de la comunidad internacional han sido diversas, desde Irán elogiando el ataque y criticando la “ferocidad del falso régimen usurpador contra la nación palestina”, hasta la Casa Blanca condenando firmemente las “atrocidades terroristas de Hamás… desatando el mal puro y sin adulterar en el mundo”. Asimismo, el presidente Biden ha reafirmado su apoyo al derecho de Israel a defenderse.

La operación “Inundación de al-Aqsa” se desarrolla en el contexto de un conflicto de 75 años en Tierra Santa. La importancia de este enfrentamiento eclipsa a cualquier otro, implicando a una amplia variedad de actores a nivel regional, estatal y sub-estatal. Su simbolismo abarca la lucha por los derechos y la autodeterminación, la importancia histórica y religiosa, y la contraposición cultural. En consecuencia, este conflicto transciende las fronteras locales, influyendo en las alianzas globales debido a su prolongación en el tiempo y naturaleza polarizadora.

Análisis

“Ahora es el momento de luchar”

Desde su creación, Israel ha mantenido una inteligencia y poder militar de primer nivel, centrando su atención específicamente en la vigilancia de grupos de resistencia armada y sus simpatizantes. Dado este contexto, el mundo se ha mostrado perplejo ante la incapacidad de Israel para anticipar los eventos del 7 de octubre. Muchos ya lo han calificado como un fallo de inteligencia, lo que plantea varias preguntas: ¿Fue un fallo en la recopilación de inteligencia? ¿Un fallo en la interpretación de la inteligencia recabada? ¿O fue un error de diseminación, al no presentarse adecuadamente la inteligencia a los responsables políticos? Además, la meticulosa preparación de Hamás plantea serias dudas sobre la efectividad de su lucha antiterrorista. ¿Cómo falló el contra-terrorismo israelí en detectar los métodos de recolección de Hamás? La atención también se ha centrado en el gobierno israelí. ¿Fallaron los responsables políticos en tomar las medidas necesarias? ¿Hubo politización de la inteligencia?

Es evidente que los acontecimientos del 7 de octubre superaron con creces el peor escenario posible para Israel. Sumido en una guerra desatada por estos eventos y que ha conmocionado al mundo, el general Herzi Halevi, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), declaró: “Investigaremos, pero ahora es el momento de luchar”. Llevará meses o años el que se establezca una comisión, que proporcione respuestas oficiales por parte de Israel. Incluso entonces, dada la naturaleza sensible y clasificada de la inteligencia, es poco probable que todos los hallazgos se revelen al público. En consecuencia, tendremos que depender de la inteligencia de fuentes abiertas (OSINT, por sus siglas en inglés), declaraciones de terceros y fuentes no oficiales para reconstruir la comprensión más precisa posible.

“El complot terrorista más caro de la historia”

Al día siguiente del 50 aniversario de la Guerra del Yom Kippur, Israel se encontró bajo ataque por aire, mar y tierra.

En términos de asaltos aéreos, se lanzaron más de 2.500 cohetes desde Gaza –5.000 de acuerdo con las declaraciones de Hamás– contra zonas tan lejanas como Tel Aviv y Jerusalén. A pesar de interceptar el 90% de los proyectiles entrantes, la Cúpula de Hierro, reconocida como el sistema de defensa aérea más fuerte del mundo, se vio llevada al límite de sus capacidades. Asimismo, Hamás demostró nuevas habilidades tácticas, desplegando drones cuadricópteros armados con explosivos para atacar las torres de vigilancia y satélites israelíes a lo largo de la frontera de Gaza. Los drones también atacaron las ametralladoras pesadas automáticas situadas en la frontera de Israel, cegando a las fuerzas israelíes y comprometiendo su segunda línea de defensa terrestre, siendo su frontera de alta tecnología su primera línea de defensa.

A continuación, los combatientes se infiltraron en Israel mediante alas delta y parapentes motorizados, asegurando el terreno antes de ayudar a romper la frontera física usando explosivos y excavadoras. Esto allanó el camino para una incursión terrestre, permitiendo a los militantes cruzar la valla a pie, en camiones y motocicletas. También se penetró en Israel mediante un asalto anfibio, utilizando técnicas de buceo y túneles que conectan mar y tierra. Equipados con mapas, los combatientes palestinos se dirigieron a los objetivos designados, ejecutando operaciones de asesinato y secuestro en asentamientos civiles.

Las armas y tácticas utilizadas por Hamás fueron sin precedentes. Esta incursión también rompió con el statu quo establecido de ataques esporádicos y contenidos por parte de Hamás y represalias por parte de Israel, destinados a prevenir una escalada mayor.

Aunque Hamás no ha sido considerado una prioridad terrorista para Estados Unidos (EEUU) y sus aliados occidentales –quienes han confiado en la inteligencia israelí a este respecto– resulta preocupante que una operación tan compleja y de tan gran escala haya pasado desapercibida. La operación requirió dos años de planificación extensa, entrenamiento e importantes capacidades militares, de inteligencia y financieras.

Un artículo del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés) estima que el coste de la operación se cuenta por millones, destacando un fallo en la inteligencia financiera, particularmente por parte de Israel y la alianza de los Cinco Ojos, al no detectar “el complot terrorista más caro de la historia”. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, también ha sido criticado por permitir importantes flujos financieros de Qatar a Gaza durante su mandato. Además, el Buró Nacional para la Financiación contra el Terrorismo de Israel ha destacado el uso creciente de criptomonedas, con una estimación de más de 130 millones de dólares recaudados por Hamás y la YIP desde 2021.

La preparación del ataque tuvo lugar en varios lugares, con reuniones en Beirut a las que asistieron dirigentes del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (IRGC, por sus siglas en inglés) y de cuatro grupos militantes, incluido Hamás, según informó el Wall Street Journal (WSJ). El WSJ también reveló que cientos de combatientes de Hamás se sometieron a “entrenamiento especializado de combate en Irán”. Aunque la alianza entre Irán y Hamás es de dominio público y la complicidad de Irán en el atentado del 7 de octubre es evidente, el alcance de su implicación directa sigue siendo objeto de investigación y permanece clasificado. Si se desea prevenir una crisis mayor en Oriente Medio, una revelación completa de la participación de otros actores estatales regionales puede resultar contraria a los intereses de EEUU y sus aliados. Mientras tanto, el ayatolá Ali Khamenei, líder supremo de Irán, continúa negando cualquier participación directa.

El contagio de esta crisis ya es visible en el Líbano, con la escalada de tensiones entre Israel y Hizbulah, junto con los ataques en curso entre bases estadounidenses y militantes respaldados por Irán en Irak y Siria. La milicia Houthi de Yemen, respaldada por Irán, también ha afirmado recientemente haber lanzado drones y misiles contra la ciudad israelí de Eilat. Asimismo, se han incrementado las probabilidades de ataques de represalia por parte del “Eje de la Resistencia”– la coalición formada por Irán, Siria, Hizbulah, Hamás y la YIP– tras las declaraciones de Irán acusando a Israel de haber “cruzado líneas rojas” con la invasión terrestre de Gaza.

“Operando en las sombras”

La Operación “Inundación de al-Aqsa” de Hamás ha sido percibida por algunos como un intento fallido de desencadenar una guerra de tres frentes con el Líbano y Cisjordania contra Israel. Sin embargo, las consecuencias fatales de la operación probablemente superaron las expectativas de Hamás, dado que ahora el grupo se encuentra luchando por su propia existencia.

El primer elemento del éxito operativo de Hamás ha sido su larga campaña de engaño, dos años durante los cuales Hamás hizo creer a la inteligencia israelí que su principal intención era fomentar el desarrollo económico en Gaza y restaurar su legitimidad. Durante este período, Hamás limitó los encuentros hostiles con Israel mientras se mostraba reticente a iniciar una guerra a gran escala. Esta extensa campaña de engaño probablemente implicó la difusión de información falsa a través de canales de comunicación intervenidos por Israel, así como de fuentes humanas dirigidas por Israel.

En segundo lugar, Hamás operó “en las sombras” para eludir la recopilación de inteligencia de señales (SIGINT) por parte de Israel, que implica recopilar inteligencia a partir de señales y sistemas electrónicos. Los militantes palestinos se abstuvieron de hablar de sus planes por teléfono y optaron por utilizar radios portátiles para coordinar el atentado del 7 de octubre, un canal de comunicación que la Unidad Nacional 8200 de SIGINT israelí había dejado de vigilar debido a una despriorización, según informó el New York Times (NYT). Los motivos que llevaron a esta despriorización permanecen desconocidos, pudiendo ser el resultado de decisiones políticas, evaluaciones de inteligencia u otros factores.

La estricta compartimentación de Hamás fue igualmente crítica, limitando el conocimiento del plan completo a un selecto círculo interno. Esta compartimentación mejoró la seguridad operacional a varios niveles. Por ejemplo, lo más probable es que los combatientes palestinos recibieran entrenamiento sin ser informados explícitamente sobre la aproximación de una guerra. Además, es probable que las diferentes facciones no estuvieran al tanto de las actividades del resto, excepto cuando fuese necesario. Esta segregación se extendió a los diversos actores involucrados. Ali Baraka, alto cargo de Hamás, declaró a Russia Today: “para mantener el ataque en secreto y asegurar su éxito, las diferentes facciones y nuestros aliados desconocían la hora cero”. Explicó además que otros grupos de la resistencia palestina, Hizbulah, Irán, Turquía y Rusia sólo fueron notificados una vez iniciado el ataque.

Hamás también demostró un excelente conocimiento del sistema de defensa israelí. Si bien las capacidades de recopilación de Hamás aún están bajo investigación, la naturaleza de la inteligencia necesaria para la operación sugiere que se basó en información disponible públicamente. Esto incluye detalles sobre la estructura de la frontera, ubicaciones de torres de comunicación, armamento automatizado de defensa, sistemas de vigilancia como cámaras, mapas de carreteras y las posiciones de los kibutz. Dado que 17.000 palestinos cruzan la frontera diariamente para trabajar en Israel, Hamás posiblemente utilizó este recurso humano, creando una vasta red de inteligencia humana (HUMINT, por sus siglas en inglés). Esta red de 17.000 personas habría servido como ojos y oídos de Hamás, proporcionándole información crítica. Detectar esta amplia operación de HUMINT dentro de sus fronteras era responsabilidad de las unidades contraterroristas de Israel.

“Agencias de Inteligencia como cabeza de turco”

Un informe del CSIS destaca un punto crítico: “el principal fallo de los servicios de inteligencia fue no detectar el cambio de intenciones de Hamás”. En el ámbito de la inteligencia, discernir las intenciones es crucial, pues permite a los analistas entender las motivaciones detrás de las acciones de los actores y prever posibles escenarios futuros. Por ende, la amenaza que un grupo presenta se basa tanto en el análisis de sus capacidades como de sus intenciones.

Semanas antes del asalto, una sesión informativa para el primer ministro Netanyahu y el ministro de Defensa, Yoav Gallant, concluyó que Hamás estaba contenida en ese momento. Hamás había logrado engañar a Israel, creando falsas percepciones sobre las intenciones y preparación operativa del grupo. Este error de cálculo también fue el resultado de una excesiva confianza en las capacidades de inteligencia y en los sistemas de defensa, creando una falsa sensación de seguridad.

Israel es reconocido por sus capacidades de penetración de inteligencia. Sin embargo, estos acontecimientos han puesto de manifiesto importantes deficiencias en la eficacia y fiabilidad de la red HUMINT israelí, normalmente una de las fuentes de inteligencia más precisas para discernir intenciones. El Shin Bet, la Agencia de Seguridad de Israel (ISA, por sus siglas en inglés) responsable de la HUMINT a nivel nacional, debió encontrarse con dificultades, bien porque no logró situar estratégicamente fuentes humanas dentro del círculo interno de Hamás, bien porque trató con agentes comprometidos. Esto último puede surgir cuando los agentes son descubiertos u operan para ambos bandos. Por un lado, es muy probable que Hamás realizara una operación interna de identificación y eliminación de agentes enemigos como parte de su preparación para los ataques. Por otro lado, en “áreas denegadas” como Gaza, donde el espionaje es especialmente arriesgado, las agencias de inteligencia suelen reclutar miembros ya dentro de las organizaciones objetivo, en lugar de intentar infiltrarse con su propio personal. Aunque práctico, este método puede comprometer la fiabilidad de la inteligencia recopilada. Además, la hostilidad de estos entornos a menudo limita el número de fuentes que una agencia de inteligencia puede manejar.

También se asumió que la superioridad tecnológica y militar de Israel disuadiría a Hamás de lanzar un ataque. Confiando en sus avanzadas capacidades de recopilación de SIGINT e inteligencia de imágenes (IMINT, por sus siglas en inglés) para detectar actividades hostiles en Gaza, Israel dependía de la inteligencia recopilada a través de satélites, aviones, drones y otras plataformas equipadas con sensores. Sin embargo, a pesar de contar con estas ventajas tecnológicas, Israel fue incapaz de detectar las señales críticas en medio del ruido.

Israel también depositó una gran confianza en sus vallas y muro de concreto de 60 km, parte de un sofisticado sistema de frontera inteligente construido tanto por encima como por debajo del suelo, diseñado para frustrar los túneles de Hamás hacia territorio israelí. Este sistema contaba además con una red de vigilancia y armamento pesado. Sin embargo, la frontera demostró ser franqueable, resultando en otro error de cálculo.

Los informes sugieren indicios de actividad irregular a lo largo de la frontera la noche del 6 de octubre. No obstante, se subestimó el riesgo de un ataque a gran escala, proyectando en el peor de los casos una incursión limitada. En respuesta, el director del Shin Bet y el jefe del Estado Mayor de las FDI desplegaron el Tequila Squad, una unidad contraterrorista encubierta de élite, en la frontera sur con Gaza. Mientras tanto, aproximadamente el 70% de los recursos militares de Israel permanecieron concentrados en Cisjordania, incluidas unidades tradicionalmente centradas en la Franja de Gaza. El NYT también informó que justo antes del ataque se emitió una advertencia a los guardias fronterizos, aunque se desconoce si fue recibida o pasada por alto.

En los últimos años, mientras Gaza pasaba desapercibida, la atención se había ido desviando hacia Hizbulah y los grupos islámicos palestinos de Cisjordania, donde la violencia ha ido en aumento. La Autoridad Nacional Palestina ha demostrado ineficacia a la hora de contrarrestar el surgimiento de nuevos grupos militantes en su territorio, como la Guarida de los Leones de Nablus y la Brigada de Yenín, así como el aumento de células de Hamás. Otro creciente foco de atención para Israel ha sido la mezquita de al-Aqsa en Jerusalén, un sitio de disputa religiosa entre el islam y el judaísmo. Este cambio también ha sido consecuencia de las políticas del gobierno de coalición del primer ministro Netanyahu, que afirma los derechos de Israel en “todas las partes” de Tierra Santa. El apoyo gubernamental a la expansión de los asentamientos israelíes –considerados ilegales por la Organización de las Naciones Unidas (ONU)– ha provocado un aumento de interacciones violentas entre palestinos e israelíes en Cisjordania. Al mismo tiempo, la polarización política doméstica, derivada de los polémicos esfuerzos de reforma judicial de Netanyahu, habría desviado la atención del gobierno y expuesto las vulnerabilidades de Israel a sus adversarios.

A día de hoy, el jefe del Estado Mayor de las FDI, Herzi Halevi, y el director del Shin Bet, Ronen Bar, han asumido la responsabilidad de este enorme fracaso; el primer ministro Netanyahu no lo ha hecho. Daniel L. Byman, un destacado experto en terrorismo y contraterrorismo, destacó en un informe del CSIS que “las agencias de inteligencia son una cabeza de turco conveniente” para eludir la responsabilidad política. En última instancia, es el poder Ejecutivo el que establece las prioridades y asigna los recursos entre los servicios de inteligencia y militares.

La medida en que los oficiales de inteligencia proporcionaron o no información aplicable a los responsables políticos y la medida en que el primer ministro fue receptivo o no a estas advertencias, incluidas las procedentes de actores externos, está todavía sin determinar. Los informes indican que Israel estaba en alerta máxima debido a la creciente amenaza de posibles atentados. Sin embargo, no hubo menciones específicas a Hamás y Gaza, probablemente anticipando un ataque desde la frontera noreste, siendo sorprendidos con la guardia baja. El primer ministro Netanyahu no fue informado de las actividades en la Franja de Gaza en la noche anterior al 7 de octubre, siendo informado de los ataques una vez hubieron empezado. Sin embargo, el NYT ha informado que, en julio, el primer ministro no asistió a una sesión informativa destinada a transmitir avisos urgentes, cuyos detalles permanecen clasificados. Además, Egipto ha declarado extraoficialmente que advirtió al gobierno israelí de un ataque inminente de Hamás, afirmación que Netanyahu ha negado. Dado que Hamás surgió como la rama palestina de los Hermanos Musulmanes, actualmente prohibida en Egipto, sigue siendo una prioridad para los esfuerzos antiterroristas de Egipto. Una de las razones por las que pudo haberse ignorado la advertencia de Egipto es que, a ojos de Israel, Egipto hubiese perdido credibilidad debido a anteriores advertencias sin fundamento, habiendo dado demasiadas falsas alarmas. Otra posibilidad es que la inteligencia en la que se basaba la advertencia no fuese procesable o fiable.

Conclusiones

“Que crezcas fuerte y no necesites ejército”

A diferencia de 1973, donde Israel luchó por su supervivencia, este conflicto tiene una menor probabilidad de alcanzar tales extremos, a condición de que no derive en una guerra regional, por un error de cálculo o intervención exterior. Aun así, se pueden trazar paralelismos entre este conflicto bélico y la Guerra del Yom Kippur, especialmente en términos de consecuencias inmediatas. Si el conflicto se mantiene contenido, Israel está bien situado para el éxito militar. No obstante, el mundo musulmán aún podría verlo como una victoria, habiendo expuesto las vulnerabilidades de Israel. Desde la perspectiva israelí, esta derrota psicológica podría erosionar la confianza de la sociedad en su gobierno y liderazgo militar. A ello se suma la respuesta militar tardía, con las fuerzas de defensa terrestres tardando casi tres días en recuperar el control de las áreas tomadas por terroristas palestinos, dejando a los civiles expuestos.

Las implicaciones de esta guerra son de gran alcance, por un lado, agravando el conflicto entre Israel y Palestina, y, por otro lado, tensando las relaciones entre Israel y el resto de Oriente Medio. Si bien Arabia Saudí ha expresado interés en continuar las conversaciones para normalizar relaciones con Israel, dichos esfuerzos podrían verse afectados a medida que la crisis humanitaria en Gaza se intensifica. También queda pendiente ver los planes de Israel para el futuro de Gaza. La expresión israelí “que crezcas fuerte y no necesites ejército” refleja el anhelo de un futuro pacífico. No obstante, los sucesos acaecidos el 7 de octubre y la guerra subsiguiente, hacen cada vez más improbable la materialización de este ideal.