Tema: El reciente seminario organizado por el Real Instituto Elcano pretendía explicar mejor el papel de España en Afganistán, así como lo necesario que resulta para España continuar ofreciendo su apoyo a la OTAN, a medida que ésta toma un mayor control sobre las operaciones de seguridad en Afganistán.
Resumen: Transcurridos casi cinco años desde la derrota del régimen talibán y del compromiso de Occidente de reconstruir rápidamente el país, Afganistán sigue enfrentándose a graves problemas. El creciente resurgimiento talibán, que se ha cobrado sólo en el mes de mayo casi 400 vidas, y una verdadera epidemia de drogas, que financia el terrorismo y alimenta la corrupción, dificultan en gran medida la tarea de reconstrucción. Una encuesta reciente, efectuada tras la aprobación en el Congreso de los Diputados del envío de otros 150 soldados españoles en refuerzo de los 540 efectivos ya desplegados en Afganistán, señala que a pesar de que la mayoría de los españoles apoyan la acción humanitaria en Afganistán, se muestran más reticentes al despliegue de tropas españolas en dicho país.
Análisis: Los días 17 y 18 de mayo, España fue la anfitriona de una importante Conferencia sobre Afganistán, que congregó a altos funcionarios de los Gobiernos español y afgano, la OTAN, la Unión Europea, las Naciones Unidas y expertos regionales. La Conferencia se celebró en los Ministerios de Defensa y de Asuntos Exteriores, en Casa Asia y en el Real Instituto Elcano. Se concibió como un proceso de aprendizaje para expertos, profesores, funcionarios y medios de comunicación españoles, de manera que pudieran comprender mejor lo que está en juego e inspirarles una generosidad aún mayor con respecto a Afganistán. La Conferencia también trataba de convencer a los afganos y al mundo musulmán en general de que España es un participante en las soluciones a largo plazo para crear un mayor entendimiento humano, al igual que participa en las tareas básicas de construcción de escuelas y hospitales en los pueblos afganos.
En muchos países europeos, el temor a que empiecen a morir soldados está aumentando la oposición al despliegue de sus tropas en apoyo de la OTAN, que ha tomado un papel preponderante en las operaciones de estabilización en Afganistán. Hacia finales de año, la OTAN duplicará su presencia en Afganistán, aumentando sus efectivos de 8.800 a casi 18.000, provenientes de 26 países de la OTAN. Para el próximo año, la OTAN y las Fuerzas de la Coalición liderada por EEUU, que también cuentan con 19.000 efectivos, se unirán bajo un solo mando.
En España no se ha planteado seriamente un debate acerca de la presencia de las tropas españolas en Afganistán, pero una encuesta realizada por el Real Instituto Elcano en marzo de 2006 indicaba que a pesar de que el 79% de los españoles apoyaba un grado mucho más elevado de ayuda humanitaria, sólo el 51% apoyaba la presencia de tropas españolas en Afganistán. No obstante, únicamente el compromiso de desplegar tropas españolas en Afganistán puede mantener vivo el instinto humanitario de España y mostrar al mundo musulmán en general que está haciendo lo posible por salvar las diferencias entre ambas civilizaciones.
Los españoles frecuentemente meten a Afganistán y a Irak en el mismo saco. Pero Afganistán no es Irak. Aunque es probable que la situación sobre el terreno en Afganistán vaya a empeorar antes que mejorar, las tropas occidentales cuentan con el apoyo mayoritario de la población afgana, lo cual no ocurre en Irak. Cada engaño, subterfugio y acto contrario a la legalidad internacional empleado por EEUU para justificar su invasión de Irak, contrasta con la transparencia, respeto a la legalidad internacional y masivo apoyo público registrados cuando el Consejo de Seguridad de la ONU, la OTAN y la Unión Europea autorizaron el derrocamiento del régimen talibán en el año 2001.
Inmediatamente después de ganar la guerra en Afganistán en diciembre de 2001, los expertos occidentales advirtieron que los afganos, con su historia de luchas xenófobas, no tolerarían durante mucho tiempo la presencia de una fuerza de mantenimiento de paz occidental en Kabul. Sin embargo, cinco años después, el Gobierno afgano, su nuevo Parlamento electo, cientos de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) afganas y la mayoría de la población continúan apoyando la presencia militar extranjera en Afganistán, ya que son conscientes de que dicha presencia representa la única garantía para reforzar la seguridad y reconstruir su país.
Los países de la OTAN, incluido España, se comprometieron después del 11-S a no abandonar a los afganos. Pero Afganistán pasó a un segundo plano debido a la guerra de Irak. Muchos afganos temen que ahora Afganistán volverá a quedar en un segundo plano a causa de la crisis de Irán, que acapara la atención en la agenda global.
Afganistán ha avanzado a pasos agigantados en la creación de una infraestructura política. En poco tiempo, Afganistán ha conseguido contar con un Presidente electo, una Constitución democrática aprobada mediante el consenso nacional, Cámaras Alta y Baja del Parlamento, elegidas a través de un proceso electoral generalmente limpio y consejos de gobierno electos en las 34 provincias del país. Estos logros alcanzados en uno de los países más pobres del mundo, aunque también de los más importantes estratégicamente hablando, deben protegerse.
No obstante, no se puede esperar más avances dado el estado actual de inseguridad y caos que reina en el sur de Afganistán, donde los talibanes están asesinando a profesores de escuela, niños y cooperantes humanitarios. En 2005, la insurgencia talibán y de al-Qaeda acabó con la vida de 1.500 afganos y más de 100 efectivos de la OTAN y de EEUU. La ofensiva del verano de este año de los talibán –que comenzó en mayo y que estaba programada para justo antes de la realización de un importante despliegue de la OTAN en el sur de Afganistán– ya se ha cobrado cientos de vidas.
La coalición de los talibán y al-Qaeda está atacando a los contingentes de la OTAN, precisamente para intentar crear una ola de rechazo público en los países europeos hacia el despliegue de más tropas. El sur también es el núcleo del cultivo del opio y del comercio generalizado de heroína, con el que los talibán financian su movimiento. Este verano, la OTAN desplegará unos 6.000 efectivos adicionales en el sur y oeste del país para hacer combatir a los talibán y aportar seguridad a los proyectos de reconstrucción. Las fuerzas estadounidenses continúan en el este del país, pero también allí la OTAN se responsabilizará de sus operaciones a finales de año.
Conclusiones: En enero de 2006, las potencias mundiales, la ONU, el Banco Mundial y el Gobierno de Kabul firmaron en Londres el “Afghanistan Compact”, que recoge el compromiso de la comunidad internacional y, por tanto, también el correspondiente compromiso de Kabul, de reconstruir el país en los próximos cinco años. España se ha comprometido a desempeñar un papel fundamental en este compromiso renovado.
Se han desplegado efectivos españoles en el oeste de Afganistán. Unos 400 soldados españoles forman parte de una “Fuerza de Reacción Rápida” española con base en la capital regional de Herat, mientras que otros 150 efectivos se han desplegado en calidad de Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT, del inglés Provincial Reconstruction Team) en Qala-i-Naw, en la provincia de Baghdis, una de las zonas más pobres y desfavorecidas del país, en la que aun no se han visto ninguno de los beneficios que debería haber traído la paz.
La OTAN pretende desplegar 23 PRT este año y, finalmente, en la totalidad de las 34 provincias afganas, con el fin de formar al funcionariado local y aportar seguridad a las ONG occidentales y afganas. La coalición de al-Qaeda y los talibán está preparada para una larga guerra de desgaste, que continuará hasta que la OTAN y las fuerzas estadounidenses demuestren su capacidad de resistencia. Cualquier atisbo de debilidad que mostrara la OTAN sólo serviría para reforzar la moral de los extremistas y cobrarse más vidas de ciudadanos afganos y, en última instancia, para fortalecer a los grupos terroristas en Europa y las Américas.
Ahmed Rashid
Periodista paquistaní y autor de “Los Talibán: el islam, el petróleo y el nuevo ‘Gran Juego’ en Asia Central” y “Yihad, El auge del islamismo en Asia Central”, publicados por Ediciones Península, Barcelona