Tema: Tanto la transformación sin precedentes que registra el yihadismo dentro de España como la evolución de este fenómeno en torno al Mediterráneo Occidental tienen implicaciones en materia de estrategias, políticas y programas antiterroristas para nuestro país.
Resumen: La actual movilización yihadista relacionada con Siria e Irak ha propiciado una transformación sin precedentes en el terrorismo yihadista dentro de España. De un lado, estamos asistiendo a la españolización de la actividad relacionada con el terrorismo yihadista en el interior de nuestras fronteras y de otro a la eclosión del terrorismo yihadista homegrown o autóctono. Al tiempo, en el Mediterráneo Occidental, escenario particularmente sensible para España, han alcanzado cifras particularmente inquietantes los procesos de radicalización y reclutamiento inherentes al traslado de jóvenes musulmanes a Oriente Medio. De ese ámbito proceden no menos de una tercera parte de los extranjeros que se han incorporado a las organizaciones yihadistas que actúan en esta última región. Ante la amenaza terrorista que todo ello supone es preciso implementar con celeridad el Plan Estratégico Nacional de Lucha contra la Radicalización Violenta, adecuar nuestro tratamiento jurídico del terrorismo yihadista, actualizar cuerpos policiales y servicios de inteligencia, introducir avances en materia de cooperación antiterrorista internacional y promover resiliencia social.
Análisis: A lo largo de 2014 España ha seguido afectada, aún más que en el año precedente, por la movilización yihadista relacionada con los conflictos desencadenados en Siria e Irak desde finales de 2011. Movilización yihadista que también se observa en numerosos países del mundo islámico al igual que en el seno de las colectividades musulmanas dentro de las sociedades occidentales. Se trata de un fenómeno de magnitud y extensión desconocidas desde los orígenes del actual yihadismo global, fechados en la década de los 90 del pasado siglo, cuya dinámica está incidiendo no sólo sobre la caracterización del mismo en nuestro país sino también sobre la configuración de los principales focos y fuentes –tanto internas como externas, ya se trate de actores individuales o colectivos– de la amenaza terrorista que, a corto plazo y desde una perspectiva española, van a ocupar un lugar muy destacado en la agenda nacional de seguridad.
De acuerdo con la evidencia disponible, España no registra, ni en números absolutos ni relativos (esto es, en proporción respecto al total de la población) la intensidad que dicha movilización yihadista tiene en otras naciones europeas –como, por ejemplo, Francia, el Reino Unido, Alemania, Bélgica, los Países Bajos, Suecia y Dinamarca– donde el conjunto de sus respectivas colectividades islámicas está preferentemente compuesto por segundas y ulteriores generaciones descendientes de inmigrantes procedentes de países con sociedades mayoritariamente musulmanas. Aunque desde España se han desplazado hasta el presente poco más de 80 individuos, se trata de un proceso que igualmente ha adquirido notable relevancia en nuestro país por dos circunstancias: la primera se refiere a la reciente evolución interior del fenómeno yihadista y, la segunda, al entorno geoestratégico en que se ubica, en el que confluyen los escenarios europeo y norteafricano.
La transformación del terrorismo yihadista dentro de España
Por una parte, la movilización yihadista relacionada con Siria e Irak ha propiciado una transformación sin precedentes en el terrorismo yihadista dentro de España. Entre 1996 y 2012, según los datos de nuestra investigación en el marco del Programa sobre Terrorismo Global del Real Instituto Elcano, sólo el 16,6% del total de individuos condenados o muertos en España por actividades relacionadas con el terrorismo yihadista eran de nacionalidad española. Pero en un 11,5% de los casos se trataba de individuos nacidos en el extranjero y posteriormente naturalizados, mientras que sólo un 5,1% había nacido en España. Por el contrario, un 70% del medio centenar de detenidos en España desde 2013 como resultado de las distintas operaciones policiales contra redes de radicalización, reclutamiento y envío de yihadistas hacia Siria e Irak son de nacionalidad española y, de éstos, cerca de ocho de cada 10 lo son de nacimiento.
Estamos asistiendo, en otras palabras, a la españolización de la actividad relacionada con el terrorismo yihadista dentro de nuestras fronteras, que hasta hace muy poco se trataba de una actividad propia de extranjeros residentes legal o ilegalmente en España. Pero los datos revelan, por otra parte, que ha sido en el marco de la movilización yihadista relacionada con Siria e Irak precisamente como se ha producido la eclosión del yihadismo homegrown o autóctono en España. En realidad, ocurre que aquella movilización yihadista –asociada principalmente con el denominado Estado Islámico (EI) pero también con el Frente al Nusra (FN), la rama siria de al-Qaeda–, al igual que en el conjunto de los países de Europa Occidental, está afectando especialmente a segundas generaciones descendientes de inmigrantes procedentes de países con poblaciones mayoritariamente musulmanas.
Ahora bien, el segmento social de estas segundas generaciones es todavía considerablemente menor en nuestro país –ya sea en números absolutos o en proporción sobre el total de la población musulmana– que en otras naciones de nuestro ámbito europeo receptoras de inmigración procedente de países del mundo islámico varias décadas antes de que ésta empezara a asentarse en España. Esto a excepción de Ceuta y Melilla, donde ya están extendidas segundas generaciones consolidadas. Todos los detenidos en los dos últimos años nacidos en España habían nacido en estas dos ciudades autónomas. Es, pues, a partir de los procesos de radicalización que ocurren en determinados ámbitos de Ceuta y Melilla como se ha producido la eclosión del yihadismo español.
En otro sentido, las distintas operaciones policiales desarrolladas en España desde 2013 ya aludidas han puesto de manifiesto no sólo el cariz transnacional –más concretamente hispanomarroquí– de esos entramados, sino también que contaban con una compleja articulación, estaban claramente jerarquizadas y mantenían conexiones con organizaciones yihadistas basadas en el exterior, desde el FN en Siria hasta el EI, activo tanto en Siria como en Irak, pasando por otras entidades norteafricanas que se desenvuelven entre el sur de Argelia o de Libia y el norte de Malí, como son al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO), en principio fusionado con una escisión de aquella constituyendo al-Morabitún.
Al contrario de lo que se ha apuntado respecto a algún otro caso europeo, resulta de especial interés el hecho de que no se tratase de redes nuevas, formadas tras el inicio de la contienda civil en Siria. Lo común en el caso español es que en ellas se identifique o detenga a individuos que con anterioridad habían estado implicados en otras redes y células yihadistas que habían permanecido en estado de latencia, en el interior de nuestro país, hasta el inicio de los conflictos en el Norte de Mali y, sobre todo, en Siria, momento en que fueron reactivadas. Así, individuos no detenidos con anterioridad, huidos de la justicia, o absueltos en procedimientos judiciales, aprovecharon la aparición de nuevos escenarios de insurgencia yihadista para, utilizando su experiencia y contactos, actuar como agentes de radicalización y facilitadores de reclutamiento en beneficio de organizaciones terroristas establecidas en esas zonas.
Radicalización y reclutamiento en el Mediterráneo Occidental
Por otra parte, en el conjunto de países del Mediterráneo Occidental es donde han alcanzado niveles particularmente inquietantes los procesos de radicalización y reclutamiento inherentes a la incorporación de jóvenes musulmanes a organizaciones terroristas como el FN y, sobre todo, el EI, configurado a partir de junio de 2014 como nueva matriz del yihadismo global tras la ruptura, ocurrida en abril del año anterior, de al-Qaeda con el hasta entonces llamado Estado Islámico de Irak y Levante (EIIL) –previamente conocido como Estado Islámico de Irak (EII) y aún antes como al-Qaeda en la Tierra de los Dos Ríos (AQTDR)–, actualmente activo tanto en su Irak de origen como en Siria. De dicho ámbito procede al menos una tercera parte de los yihadistas foráneos desplazados a Siria e Irak desde finales de 2011.
La suma de cuantos individuos se han trasladado a esos dos países de Oriente Medio en conflicto desde Francia, Marruecos, Argelia, Túnez y Libia equivaldría aproximadamente a cerca de 6.000 individuos (sin contar los partidos desde España, Italia o Argelia) de los algo más de 20.000 extranjeros que se considera han estado o están implicados en la actual insurgencia yihadista que se desarrolla en Siria e Irak. El posible retorno de una parte de estos yihadistas o la articulación, en los países del Mediterráneo Occidental, de simpatizantes de las organizaciones en las que se encuadraron los trasladados o de otras afines a la mismas, proyecta sobre el Magreb y por extensión sobre la Europa meridional, la influencia del EI, añadida a la ya existente de al-Qaeda en tanto que estructura terrorista global, en especial por lo que se refiere a su rama magrebí.
En los países del sur de Europa, incluido España, al igual que alrededor de los mismos, la amenaza terrorista asociada a la influencia de esas entidades puede ser delimitada en un rango de posibilidades que van desde la actuación de yihadistas individuales independientes operando por su propia cuenta hasta la eventual comisión de atentados de mayor envergadura preparados y ejecutados por miembros de organizaciones terroristas, pasando por incidentes llevados a cabo por extremistas con algún otro tipo de vinculación a esas entidades, en este último caso con el probable –aunque no imprescindible– concurso de retornados de Oriente Medio. A este respecto, expresiones diferentes de la actual amenaza del terrorismo yihadista han sido los atentados perpetrados en mayo de 2014 en Bruselas y en enero de 2015 en París.
Focos y fuentes externas de amenaza terrorista para España se encuentran, dentro del Mediterráneo Occidental, en el norte de África. En buena medida, ese escenario tiene como principales fuentes conocidas a al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) desde 2007 –cuando asumió ese nombre tras la fusión que al-Qaeda y el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) acordada en septiembre de 2006 y que dio lugar a una nueva extensión territorial de la primera, cuya propaganda ha reiterado alusiones agresivas hacia España– y a al-Morabitún, organización yihadista de más reciente configuración. Pero en este mismo ámbito, que se extiende del Magreb a la franja del Sahel e incluso más allá, han aparecido y se están consolidando nuevas organizaciones yihadistas que asimismo son fuente de amenaza terrorista para el conjunto de la región, la frontera sur de la UE y España en particular.
La rivalidad que desde mediados de 2013 enfrenta a la matriz de al-Qaeda con el entonces EIIL, desde junio de 2014 autodenominado EI, está teniendo consecuencias sobre el mapa yihadista en el Magreb. Tras la proclamación de un califato y la designación de un califa en la persona de su líder, el EI ha provocado escisiones en AQMI, como por ejemplo la de los llamados Soldados del Califato, que se dio a conocer en Argelia en septiembre de 2014. Asimismo, el EI ha establecido una colonia en Libia y tiene vínculos con al menos dos organizaciones yihadistas formadas en los últimos años, Ansar al-Sharia en Libia (ASL) y Ansar al-Sharia en Túnez (AST). Sin embargo, las conexiones que éstas a su vez mantienen con AQMI convierten al Magreb, así como al Sahel, en escenario contiguo donde puede resolverse, en perjuicio de la estabilidad de la región, la actual división en el yihadismo global. Si la competición en el seno del yihadismo global queda sustituida por una cooperación, ello incrementaría la amenaza terrorista para Europa Occidental.
Conclusión: ¿Qué implicaciones, en materia de estrategias, políticas y programas contra el terrorismo yihadista y su reproducción endógena, tienen pues tanto la transformación que pone de manifiesto dicho fenómeno en España como asimismo su dinámica en el entorno geopolítico del Mediterráneo Occidental donde se localiza nuestro país?
El cambio acontecido en el fenómeno yihadista dentro de España obliga desde luego a implementar con especial celeridad, en el marco de la Estrategia Integral contra el Terrorismo Internacional y la Radicalización (EICTIR) actualmente en vigor, el Plan Estratégico Nacional de Lucha contra la Radicalización Violenta (PENLCRV). Este programa oficial, de índole multisectorial e interministerial, coordinado en sus distintos ámbitos –incluyendo no solo el interno sino asimismo el externo y el del ciberespacio– desde el Ministerio del Interior como institución central de la política antiterrorista en España, está destinado a prevenir la radicalización violenta y el reclutamiento terrorista en aquellos lugares concretos del territorio español donde se producen o en los que se aprecie potencial de que puedan producirse, a fin de detectarlos con prontitud y tratar convenientemente sus manifestaciones.
En todo caso, el PENLCRV es una iniciativa que deberá sumarse a otras reformas adicionales para hacer frente a los desafíos del terrorismo global en el contexto del Mediterráneo Occidental donde se sitúa nuestro país. Así, el tratamiento jurídico del terrorismo debe acomodarse a las singularidades observables en la actual movilización yihadista y procurar que las actuaciones españolas no se encuentren en desventaja respecto a las de otras democracias europeas. Por ejemplo, en cuestiones tales como la judicialización de la inteligencia en que a menudo se sustenta la lucha antiterrorista, la consideración como hecho probado de la declaración ante la policía de los detenidos como sospechosos de delitos terroristas, o la imprescindible celeridad con la que hay que introducir intervención de comunicaciones y otros controles en el curso de investigaciones antiterroristas por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE).
Es igualmente precisa una actualización de los cuerpos policiales y de los servicios de inteligencia en lo que atañe a sus recursos humanos y materiales para desarrollar actuaciones eficaces frente a los retos del terrorismo yihadista. Como del mismo modo han de introducirse los avances que sea necesarios en materia de cooperación antiterrorista con los países situados en y alrededor del Mediterráneo Occidental, particularmente con Francia y Marruecos, al igual en el marco de las iniciativas intergubernamentales derivadas de la Estrategia de la UE en materia de lucha contra el terrorismo. Por último, es imperativo sensibilizar y concienciar a la sociedad española acerca de la realidad que supone y va a continuar suponiendo la amenaza del terrorismo yihadista, a fin de hacerla más resiliente ante las ideologías, los actores y los posibles incidentes relacionados con éste.
Fernando Reinares
Investigador principal de Terrorismo Internacional del Real Instituto Elcano y catedrático de Estudios de Seguridad en la Universidad Rey Juan Carlos | @F_Reinares
Carola García-Calvo
Investigadora en el Programa sobre Terrorismo Global del Real Instituto Elcano y profesora de Políticas de Seguridad en la UNIR | @carolagc13