Discurso sobre el papel de España dentro de la Unión Europea realizado durante la sesión de clausura de la reunión del Grupo de Reflexión en Bruselas del pasado 5 de abril.
La Unión Europea está inmersa en un cambio de época. El próximo 26 de mayo tendrán lugar las elecciones al Parlamento Europeo que conformarán las nuevas mayorías en torno a las cuales se regirá la Unión Europea los próximos 5 años. Estas elecciones se celebran en pleno proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europea. El Brexit marca, como no puede ser de otra manera, la agenda europea y dirige a Europa hacia una nueva época. El propio contexto internacional también supone un punto de inflexión para la Unión. La dualidad de ser socios y competidores a la vez de China y de los Estados Unidos, supone un desafío para la Unión y su lugar en el mundo.
En este nuevo marco es donde debemos situar el papel de España dentro de la Unión Europea. La sociedad española es una de las más europeístas de toda la Unión. España tiene un Gobierno europeísta y progresista que quiere participar y participa de todas las decisiones en el seno de la Unión desde su inicio. Esta esperada presencia de España en el seno de la Unión ha generado ilusión y optimismo en las opiniones públicas europeas. Sin embargo, la presencia de españoles en el seno de las instituciones europeas no está a la altura del peso y el espíritu europeísta de España.
Con esta coyuntura, en los próximos meses que serán decisivos para el devenir de la Unión Europea ¿qué puede aportar España a la Unión? Sin duda, seguridad. España da seguridad a los españoles y a los europeos de que la construcción de la Unión no se detendrá; seguridad ante la incertidumbre del Brexit; seguridad ante el auge de las fuerzas populistas, extremistas y eurófobas.
La dinámica que genera esa seguridad tiene múltiples derivadas y facetas. La primera, completar la Unión Económica y Monetaria para que Europa sea menos vulnerable ante las crisis futuras. Esto pasa por completar la Unión Bancaria, crear un Sistema Europeo de Garantía de Depósitos y dotar al euro de un presupuesto con funciones anticíclicas. Esa seguridad debe llegar también a los más vulnerables. A aquellos que más directamente sufren la desigualdad que ha dejado la crisis, pero también a los jóvenes que no encuentran oportunidades y a las mujeres que se enfrentan a las brechas de género, incluida la salarial. Para ello, España apuesta por integrar mejor el Pilar Social europeo en los procedimientos de decisión económica.
La política comercial es otro de los vectores sobre los que debe de construirse la seguridad europea. Europa debe ser más competitiva dentro de un orden basado en reglas. Hay que proteger las inversiones europeas y lograr un acceso recíproco a los mercados públicos para ellas. Esta competitividad no debe debilitar las reglas de la competencia interna o de otro modo dejará fuera a las pequeñas y medianas empresas. Por ello, España apuesta por el “Green New Deal”. Una cuarta revolución industrial que sea también social y medioambiental.
Europa necesita dinamizar de nuevo su política industrial. Hay que apostar por ello a través de la financiación de grandes proyectos europeos de alta tecnología que nos hagan competitivos. Nuevamente, las pymes deben estar en el centro de estos proyectos. Ellas son las grandes creadoras de empleo. Un aspecto especialmente crucial para nuestra competitividad y nuestra seguridad será la certificación tecnológica de las redes de telecomunicación como la 5G. España puede jugar un papel de liderazgo en ello.
Todas estas políticas actúan sobre un mercado único que es uno de los mayores logros de la Unión. Gracias a él, ciudadanos y empresas pueden moverse libremente y desarrollarse personal y profesionalmente. Es importante remover los últimos obstáculos internos que todavía subsisten. Hay que crear un “level playing field” de estándares sociales y laborales y avanzar hacia una mayor convergencia fiscal. Ambos elementos son esenciales para nuestro bienestar y para el sostenimiento del modelo europeo.
España tiene mucho que ofrecer a la UE en la gestión de la migración como factor estructural. La cercanía de Europa a África y la desigualdad entre ambas regiones requieren una gestión ordenada de los flujos migratorios bajo una doble premisa, la solidaridad y la responsabilidad. Mientras el continente africano no se desarrolle plenamente, no habrá una solución a los flujos migratorios irregulares. Por eso, como en todo fenómeno estructural, no debe engañarse a la gente, es necesario gestionarlos desde la responsabilidad y la solidaridad con una auténtica política migratoria europea.
En breve habrá que decidir un nuevo Marco Financiero Plurianual. Un presupuesto menor o igual al actual no es compatible con lo que estamos pidiendo a Europa que haga. Dotarse de una auténtica política migratoria, fomentar el I+D+i, sumarse al “Green New Deal”, estar a la vanguardia de la inversión en la lucha contra el cambio climático, pero al mismo tiempo mantener la política agrícola común y la política de cohesión. Para garantizar el modelo de vida europeo y que Europa siga siendo competitiva, necesitamos todas esas políticas y eso supone mayores recursos para el presupuesto de la UE.
Por supuesto, la seguridad europea también es una seguridad global y militar. La Unión Europea debe ser un auténtico actor global. Esto no ocurrirá mientras la Política Exterior y de Seguridad Común no se decida por mayoría cualificada y la política de defensa debe tener su desarrollo a través de la Cooperación Estructurada Permanente orientada hacia la creación de un verdadero ejército europeo.
Todas las propuestas anteriores han sido defendidas por España en los últimos diez meses. Todas buscan garantizar la construcción europea y la seguridad de los españoles y los europeos. Sin embargo, la presencia e influencia de España en la Unión va más allá del Gobierno. Para un país tan europeísta como España, lo formal y lo institucional sólo, no es suficiente. España debe de estar presente de manera decidida en coaliciones informales de asociaciones empresariales y de innovación o de think-thanks, como es el caso del Real Instituto Elcano, presente en varias redes europeas. También España debe tener una representación acorde con lo que representa y aporta a Europa en sus instituciones. Eso supone una presencia cuantitativa, pero también una presencia cualitativa con españoles en las estructuras intermedias donde surgen las decisiones europeas, como son las Secretarías Generales de la Comisión o del Consejo.
Una España que mira hacia el futuro, recupera el impulso en Europa, supera las dificultades e innova, será fundamental en los próximos meses para seguir construyendo el proyecto común europeo de una Europa unida, fuerte y consciente de sus capacidades y responsabilidades. España es una garantía para el modelo europeo y sus ciudadanos.