Tema
Las elecciones del pasado 7 de junio en México pueden ser el anticipo de cambios significativos en la vida política del país.
Resumen
Las elecciones del pasado 7 de junio en México, a pesar de la violencia pre-electoral, se han desarrollado con relativa tranquilidad, con una alta participación para este tipo de comicios. Elecciones que, sin ser presidenciales, han sido clave para definir de qué manera se desarrollará el resto del sexenio del presidente Peña Nieto y, sobre todo, la implementación de las reformas estructurales. Ha sido la primera cita en las urnas tras la reforma político-electoral de 2013, con la irrupción en el panorama político mexicano de la figura del candidato independiente que abre nuevas perspectivas para las próximas elecciones presidenciales de 2018.
Análisis
Introducción: el contexto pre-electoral, movilización y violencia
Desde hace ya varios meses, antes incluso de que comenzara la pre-campaña y la campaña, que se abrió el 5 de abril, las elecciones intermedias han ocupado gran parte de los esfuerzos y el tiempo del amplio espectro político mexicano.
Sin embargo, esto no solo ha ocupado el tiempo habitual en programas de televisión, espacios de radio y mítines para criticar al oponente político o prometer tal o cuáles acciones. Lamentablemente, irrumpieron una serie de actores y poderes fácticos que a través de la violencia han buscado influir y presionar a autoridades, candidatos y electores anónimos. El entramado y la interrelación entre crimen organizado y poder político se hizo más evidente aún durante estos meses.
Se han llegado a contabilizar unos 22 asesinatos de personas a lo largo de todo el país, entre los que se puede incluir a candidatos, precandidatos y coordinadores de campaña. Alguno de los casos más sonados fueron el de Miguel Ángel Luna Munguía, candidato a diputado federal en el estado de México por el Partido de la Revolución Democrático (PRD) de izquierdas, ocurrido el pasado 2 de junio, y el pasado 27 de mayo el de Israel Hernández Fabela, coordinador de campaña de la candidata del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a diputada local por el DF.
Este ambiente previo a las elecciones fue aún más tenso y violento en algunas regiones del país, que ya previamente sufrían graves problemas de gobernabilidad. Entre ellas destacaron los estados de Guerrero, Jalisco, Michoacán y Oaxaca. La situación de seguridad ciudadana es muy volátil ya que importantes regiones están dominadas por grupos de narcos u otros elementos del crimen organizado, y las actividades y operativos de las fuerzas de seguridad del Estado desplegadas en esos espacios geográficos generan situaciones realmente graves e insólitas, como las sucedidas en Jalisco a principios de mayo, cuando hubo fuertes enfrentamientos con el cartel de Jalisco Nueva Generación. Los delincuentes demostraron una importante capacidad de fuego, derribando a un helicóptero Cougar1 del Ejercito Mexicano, en el que murieron nueve efectivos, en su mayoría miembros de las fuerzas especiales y de la Policía Federal.
El conflicto educativo
A estas circunstancias se suma el constante conflicto que mantiene la Administración de Peña Nieto por la reforma educativa y su implementación con el mayor sindicato en el sector educativo, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Se debe tener en cuenta que en febrero de 2013 (recién llegado al poder Peña Nieto) la todopoderosa dirigente del CNTE durante los últimos 25 años, Esther Gordillo, fue detenida por malversación de recursos.
Las marchas, protestas y toma de instalaciones públicas se multiplicaron en los meses previos a las elecciones, tanto en DF como en algunos estados, como Oaxaca, Guerrero y Chiapas. Se llegaron a tomar aeropuertos y calles céntricas de la capital, con demandas como la derogación de la reforma educativa, en especial la evaluación de los docentes, la anulación de la reforma energética y la aparición con vida de los desaparecidos de la normal de Ayotzinapa. En este ambiente tenso se veía amenazado el normal desarrollo de las elecciones ya que diversos grupos vinculados a la CNTE quemaron boletas electorales en diversas partes del país como llamamiento de un boicot a las elecciones. Pocos días antes de la cita electoral se realizó un sorpresivo anuncio por parte de la Secretaría de Educación Pública (SEP): la suspensión indefinida de los procesos de evaluación de los profesores. Este era un punto estipulado en la reforma educativa que venía generando gran rechazo por parte de los sindicatos, ya que hay un número importante de cargos docentes “heredados” y que no necesariamente cumplen con los requisitos necesarios para la docencia, en un país, no se olvide, con graves déficit en materia educativa.
Las reacciones del resto de la sociedad mexicana no se hicieron esperar y las críticas al gobierno arreciaron desde todos los sectores. Se debe tener en cuenta que la reforma educativa es de las medidas que ha recibido más apoyo por parte de la opinión pública, a pesar de los trastornos que han significado las constantes movilizaciones y paros que han promovido los sectores docentes desde que se aprobó en 2013. Además de las críticas que se realizaron al hecho “aparente” de renunciar a un modelo de calidad educativa, y de ceder al chantaje que en la calle se estaba realizando, diversos dirigentes de asociaciones empresariales expresaron su preocupación en cómo esta decisión afectaba la credibilidad del país y de la Administración Peña Nieto sobre la aplicación de resto de reformas, también controvertidas, como la energética, de comunicaciones y financiera.
Sin embargo, al día siguiente de las elecciones, en un nuevo comunicado de la SEP se declaró que se retomarían las evaluaciones y que estas serían permanentes durante todo el sexenio. De más está decir que los sindicatos están realmente indignados y que ya han iniciado un plan de movilizaciones y marchas en todo el país, dejando claro que han perdido toda confianza en sus interlocutores gubernamentales. Aunque muchos sectores aplauden que se haya dado marcha atrás, se reconoce que la credibilidad y la seriedad del gobierno en esta materia se ha visto gravemente afectada y marca un comportamiento errático en algo tan central como la educación.
Las elecciones: importancia y resultados
A pesar de estos antecedentes, las elecciones se desarrollaron con relativa tranquilidad salvo algunos episodios violentos en sur de Guerrero, Oaxaca y Chiapas, donde algunos activistas, fundamentalmente sindicalistas, incendiaron algunas urnas el día de la elección. El despliegue policial y militar en todo el país fue realmente amplio y contundente y permitió una alta participación de en torno al 48%, algunos puntos más alta que la media de las elecciones intermedias.
Los informes de la misión de observación electoral de la OEA, presidida por la ex presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, han dado una valoración positiva: “la votación se dio en un clima de tranquilidad en la gran mayoría del territorio mexicano, ello sin perjuicio de lamentar los episodios de violencia ocurridos en la etapa preelectoral y el día de la elección en algunos centros de votación… Esta elección constituye un triunfo de la institucionalidad democrática del país”. En el informe preliminar que se hizo público el día siguiente a la elección hay comentarios sobre diversos aspectos de la contienda electoral. En términos favorables se destacan los avances realizados en materia de equidad de género. Asimismo, se menciona la necesidad de revisar y mejorar los mecanismos de control de la financiación de las campañas y que el nuevo modelo de comunicación política no parece que haya cumplido con las expectativas. En general, se menciona que hay una excesiva carga de trabajo de los responsables de la organización, gestión y control del proceso electoral. Se espera un informe más amplio con más recomendaciones que se hará público en algunas semanas.2
Qué se eligió
En las elecciones de 7 de junio se renovaron los 500 escaños de la Cámara de Diputados. Además, se eligieron los nueve gobernadores de Nuevo León, Michoacán, Guerrero, Sonora, Querétaro, San Luis Potosí, Baja California Sur, Colima y Campeche. También se eligieron diputaciones locales y alcaldías. La participación ciudadana fue de las más altas registradas en este tipo de comicios, alcanzándose el 47,72%, la más alta desde 1997. Las elecciones presidenciales históricamente presentan porcentajes de participación más altos: por ejemplo, la elección presidencial de 2012 contó con un 63,14%, frente al 58,55% de 2006.
Este dato se debe relacionar con la disminución en casi medio punto del voto nulo en relación a las elecciones legislativas de 2009 (cuando el movimiento “anulista” consiguió los más altos porcentajes hasta el momento), que fue del 5,4% mientras que en 2015 ha sido del 4,7%. Tampoco es un número demasiado bajo (aunque no se puede olvidar que se contabilizan como nulos también los votos que se emiten erróneamente), sobre todo porque algunos partidos políticos, como el Humanista, perderá su registro al no llegar al mínimo exigido de un 3% del padrón electoral. El Partido de los Trabajadores también se encuentra en la cuerda floja. Es de destacar que la bajada del voto nulo ha sucedido a pesar de que algunos reconocidos intelectuales lo propiciaban. Sin embargo, la distribución del voto nulo ha sido desigual, despuntando el estado de Aguascalientes, donde llegó al 8,19%, superando al voto de ocho de los 10 partidos que participaron en la contienda política. Este alto número de votos anulados coincide a su vez con uno de los índices de más baja participación en el país, del 36%.
Tampoco parece casual que entre los estados con menor porcentaje de voto nulo se encuentre Nuevo León, que también registró un alto porcentaje de participación del 58,7% y donde ganó por una contundente mayoría el candidato independiente Jaime Rodríguez Calderón, conocido como “El Bronco”.
Candidaturas independientes
Esta ha sido la primera elección en la que gracias a la reforma político-electoral de 2013 se ha podido elegir a candidatos independientes. Aunque no ha sido una participación mayoritaria, ya que sólo 125 personas (de más de 500 que se presentaron) lograron cubrir los requisitos, principalmente la cuota de firmas ciudadanas del padrón electoral del estado correspondiente, que osciló entre el 2% y 3%, para poder obtener el registro de candidato. Para candidatos a gobernador solo hubo tres independientes y para diputados federales otros 22.
Se debe tener en cuenta que a pesar de su supuesta independencia partidista, muchos de estos candidatos han estado afiliados a partidos en algún momento o incluso llegaron a ejercer cargos públicos por ellos. Tal es el caso de “El Bronco”, con una militancia priísta de más de 30 años. Otros muchos, como Pedro Kumamoto, candidato a diputado local por Jalisco, con solo 25 años y a dos años de su graduación como gestor cultural, es el estereotipo de candidato independiente, con escasos recursos para su campaña electoral y cuyo ideal es que las personas y no los partidos políticos sean quienes debieran estar en el centro de la democracia.
Los resultados de estas candidaturas independientes son importantes, sobre todo teniendo en cuenta las dificultades administrativas y económicas que en muchos casos han encontrado para presentarse en estas elecciones. En este sentido también se pronunció la OEA: “la Misión recomienda respetuosamente una revisión de las herramientas legales con el objeto de generar condiciones de mayor equidad en la contienda”.
Nuevamente, se debe mencionar al triunfador de la gobernatura de Nuevo León, con un 48,9% de los votos, Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”. Manuel Clouthier (ex diputado federal por el PAN) obtuvo una diputación federal por Culiacán, Sinaloa, al sumar un 42,3% de los votos. César Valdés, con el 41% de los votos, será alcalde de García, Nuevo León. En el ámbito local, Pedro Kumamoto ganó un escaño como diputado local en Jalisco con el 37,6% de la votación.
En cuanto a la elección federal para renovar la Cámara de Diputados, el promedio de votación de los 22 aspirantes independientes en sus distritos fue del 9,24%, un porcentaje bastante aceptable, sobre todo si se compara con lo obtenido por partidos como Morena (8,37%) y el Partido Verde –PVEM– (7,06%), aunque no sean valores realmente comparables.
Alternancia, voto de castigo y mayorías
Como se ha mencionado anteriormente, estas son las primeras elecciones tras la reforma político-electoral que se aprobó en 2013. Se estrenó el Instituto Nacional Electoral (INE) bajo el mandato de un reconocido y prestigioso académico, Lorenzo Córdova. La tarea del INE fue realmente hercúlea. Además de las tareas propias de un instituto electoral, pareciera que se le dio la responsabilidad de garantizar la seguridad de las elecciones, considerando que en algunas partes del país las condiciones no eran las propicias para su celebración. En general, la sobrecarga del trabajo del INE en varios aspectos del proceso electoral es reconocido, incluso por la OEA. Dentro de sus responsabilidades, por ejemplo, se encuentra emitir información sobre los reportes que los partidos políticos deben hacer sobre el financiamiento de las campañas y pre-campañas. Según los datos disponibles, se registraron aproximadamente unos 70.000 informes que deben ser respondidos por el INE. Aunque exista muy buena voluntad, sin los recursos necesarios difícilmente se podrá investigador cada uno de ellos con la profundidad requerida.
Pero al margen de las novedades, estas fueron unas elecciones de gran importancia para el mapa político mexicano, que marcará el resto del mandato de Peña Nieto y el futuro de sus reformas estructurales, ya que la implementación de las mismas previsiblemente centrará el resto del sexenio. Por ello, y como suele suceder en las elecciones de mitad de mandato, hay muchos puntos de vista para analizar los resultados. Por un lado, se analizan desde la perspectiva de una posible evaluación de la gestión del actual presidente. Esto se puede aplicar en el caso de la elección de diputados, ya que tener una mayoría suficiente para el partido que gobierna es fundamental para que se pueda seguir actuando en la misma línea de trabajo que hasta ahora. Pero, por otro lado, no puede negarse que las particularidades de cada estado y municipio, en un país tan plural como México, dificulta una extrapolación simplista en esta materia.
Por ello, y a pesar de la irrupción de las candidaturas independientes, estas han sido unas elecciones en la que los partidos mayoritarios han sido los referentes. Los resultados generales, sin conocer los resultados definitivos ya que se está haciendo recuento de voto por voto en varios distritos (aunque no es previsible que haya grandes cambios en los resultados), arrojan un mapa político en el que el equilibro de fuerzas es el tradicional.
En cuanto a la conformación de la Cámara de Diputados el resultado se muestra en las Figuras 2 y 3.
Figura 2. México: Cámara de Diputados
El Partido Revolucionario Institucional (PRI, izquierda) que actualmente gobierna a nivel nacional, ocupa el primer lugar con mayoría relativa, seguido por el Partido de Acción Nacional (PAN, derecha) y, en tercer lugar por el Partido Revolucionario Democrático (PRD, izquierda). El PRI en coalición con el Partido Verde (PVEM) y Nueva Alianza (PANAL) obtendrían la mayoría en la Cámara Baja con una estimación de 260 diputados del total de 500 escaños.
Sin embargo, haciendo otra lectura, se puede considerar que sí hubo un cierto voto de castigo, ya que la alternancia se dio en 102 distritos de los 300 en que se divide el país, es decir, en una tercera parte. Además, se puede observar una dispersión del voto, que fortaleció el pluralismo político en la Cámara de Diputados, ya que ningún partido obtuvo más del 30% de la votación.
En relación a las elecciones a nivel estatal, cinco de las nueve gobernaciones cambiaron de signo político: Guerrero, que estaba en manos del PRD, entra dentro de la órbita del PRI; Michoacán, lo hace en sentido contrario, ya que el PRD le arrebata la gobernación, aunque el PRI ha impugnado las elecciones; el PRI pierde Querétaro, que pasa a manos del PAN; el PRI pierde Nuevo León, por un candidato independiente; y el PAN pierde Sonora, que lo gana el candidato del PRI. Finalmente el PAN conserva Baja California, mientras que el PRI conserva el poder en San Luis Potosí, Campeche y Colima.
Con respecto al resto de los partidos pequeños, aunque menos importantes en el reparto de poder, en general han ganado fuerza, a excepción del Partido Humanista, que perderá su registro (ya que no logró el mínimo del 3%), mientras que el Partido del Trabajo también está en riesgo. Por el contrario, el Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), de reciente creación y fundado por Manuel López Obrador, comienza su andadura democrática situándose como la cuarta fuerza política, con un 8,65% de los votos, sobrepasando incluso al Partido Verde. Además, le quita muchos votos al PRD, sobre todo en el Distrito Federal. Otros partidos como el Movimiento Ciudadano y PANAL también han aumentado su porcentaje en comparación con las últimas elecciones. Para Encuentro Social también ha sido una gran ocasión, considerando que es la primera vez que se presenta a este tipo de elecciones. En el caso de PANAL, vinculado al sector docente, ha logrado una posición estratégica para construir mayorías en la Cámara de Diputados pero queda por ver si eso afectara la implementación de la reforma educativa.
Uno de los perdedores de estas elecciones ha sido el PRD, con 49 diputados menos, sobre todo en el Distrito Federal, tradicionalmente su bastión. Ha perdido cinco distritos para MORENA, tres para el PRI y dos para el PAN, aunque hay tres procesos de impugnación en marcha. Asimismo, Guerrero, en manos del PRD en el momento de la crisis por los jóvenes normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, pasó a manos del PRI. Sin embargo, el PRD ha logrado el triunfo en Michoacán, donde gobernaba el PRI.
En general se podría decir que ha sido una buena elección para la izquierda si se suman los resultados de los distintos partidos, que llegarían a tener poco más del 30% (un poco por encima del PRI), pero su fragmentación creciente parece dificultar aún más la capacidad para construir una opción presidenciable para las elección de 2018.
Por otro lado, el PAN parece ser el otro perdedor, ya que ante peleas internas por el control partidario queda con una representación en la Cámara de Diputados algo inferior a la que obtuvo en 2012, que ya fueron malos resultados. En el ámbito de las gobernaciones, aunque pierde en Sonora, gana en Querétaro y Baja California. Se sigue manteniendo como segunda fuerza electoral, pero no cabe duda de que deberá afrontar un proceso de cambio interno para poder tener mejores opciones de cara a las elecciones presidenciales de 2018.
Conclusiones
De estas elecciones intermedias, se pueden extraer algunos mensajes.
Ha sido una buena elección para el PRI y para el presidente Peña Nieto, aunque sin caer en la complacencia, tal y como el presidente mismo ha declarado: durante los últimos meses su popularidad se ha visto afectada negativamente por varias cuestiones, entre ellas ciertos escándalos por propiedades tanto de su familia como de otros miembros de su gobierno, o los gastos realizados en visitas oficiales al extranjero, la gestión de lo sucedido en Iguala con la desaparición de los normalistas, la investigación en Tlataya sobre las supuestas torturas y ejecuciones realizadas por las fuerzas armadas y las vinculaciones entre instituciones políticas y el crimen organizado en varias regiones del país, generando una inseguridad creciente. A esto se suma un crecimiento de la economía mexicana aún débil.
El PRI necesitará alianzas. Primero con el PVEM, muy criticado y sancionado incluso por el INE, por no cumplir las reglas electorales durante la pre-campaña y la campaña, pero que sigue siendo clave para conformar mayorías en la Cámara baja. Después, con Nueva Alianza, partido de origen docente y está por ver de qué manera afecta (o no) la implementación de la reforma educativa.
Aunque el gobierno tendrá mayoría para la implementación de las reformas estructurales y de sus correspondientes leyes secundarias, junto a medidas para la lucha contra la corrupción, cada vez gozará de menos capacidad de negociación, al acercarse la próxima carrera presidencial.
La oposición al actual gobierno ha quedado fragmentada: hacia la derecha, el PAN, inmerso en una profunda crisis partidista, buscará una nueva dirigencia y renovar su ideario para intentar recuperar su electorado. Hacia la izquierda, la irrupción de un nuevo partido, aunque con dirigencia ya veterana como López Obrador, ha atomizado aún más a la izquierda. El PRD también se encuentra en un proceso de reflexión interna ante los resultados del 7 de junio. El resto de los partidos crecen, aunque siguen siendo minoritarios.
Hay una crisis del sistema de partidos. México no es ajeno a lo que sucede en el resto del mundo con la crisis de los partidos tradicionales. Aunque el voto independiente no ha sido demasiado significativo en términos absolutos, sí se puede decir que la irrupción de candidatos “independientes”, aunque en muchos casos esa independencia sea matizable, ha marcado un antes y un después en la vida política mexicana. Se ha visto que es posible llegar a cargos electos sin la estructura partidista que ha dominado la lucha por el poder durante las últimas décadas. Está por ver de qué manera estas “nuevas” figuras políticas, ya sea al estilo de Pedro Kumamoto, o “viejas”, al estilo de “El Bronco”, se consolidan y/o surgen otras de cara a la carrera presidencial de 2018.
El electorado está en cambio: la irrupción de candidatos independientes, y que estos (aunque pocos y de muy variados orígenes y estilos políticos) hayan logrado ser elegidos en diferentes demarcaciones, es un signo más de la insatisfacción del electorado mexicano con el sistema partidista tradicional. También se ha dado una importante alternancia política en todos los niveles en los que se han elegido cargos. Nuevos partidos han entrado con fuerza en el espectro político.
Sin embargo, los partidos tradicionales no parece que estén comprendiendo estas nuevas tendencias, ni los intereses y preocupaciones de un nuevo electorado que está adquiriendo relevancia.
Aunque aún no se cuenta con todos los datos sobre estas elecciones, ya existen algunos estudios sobre el tipo de voto que recibió cada partido.3 Parece claro que los partidos tradicionales (PRI, PRD y PAN) nutren sus filas sobre todo de votantes mayores de 65 años, que se caracterizan por mostrar fidelidad al partido en la mayoría de las elecciones. Por el contrario, los partidos de nueva creación y los candidatos independientes tienen entre sus bases en los millenials, es decir, los jóvenes nacidos en las décadas de los 80 y 90, entre los 18 y 35 años. Ya el INE advertía que la generación millenial representa más de 34 millones de la lista nominal, es decir poco más del 40%. Ha habido hasta ahora cierta tendencia a considerar que estos jóvenes son indiferentes a la política, pero en realidad se está viendo que no les gusta la política en sus términos tradicionales.
Se comportan como personas autónomas, poco propicias a aceptar las reglas y normas propias de los sistemas partidistas. Buscan sentirse protagonistas y valoran la participación y la colaboración. Son muy exigentes en materia de transparencia y pretenden respuestas concretas a sus problemáticas, mostrándose activos propiciando y buscando soluciones a las mismas. Pero no se puede dejar de mencionar el elemento central que los caracteriza: su relación con la tecnología, como una prolongación de su cuerpo.4 Sus relaciones básicas se han desarrollado a través de una pantalla. Por ello su identificación con la política es de participación y deliberación a través de las TIC. Consideran que el uso de la tecnología ya no es una elección para los partidos y las autoridades, sino una obligación que permite interactuar con los ciudadanos.
Los partidos tradicionales, y no solo los mexicanos, en su gran mayoría no terminan de comprender que no se trata simplemente de intentar replicar los mensajes tradicionales y las formas convencionales de la comunicación política en nuevos soportes. Sino de entablar conversaciones con ciudadanos, empatizar directamente con cada uno de ellos. No se trata del número de seguidores o de “me gusta”, sino de la conversación que se genere en las redes y su impacto. Los millenials consideran que lo virtual y lo real son dos partes de un mismo fenómeno. La mayor parte de estos jóvenes sí se mantienen informados, pero no a través de los medios de comunicación convencionales sino a través de las redes sociales.
Se dice que para esta joven generación la política es digital y móvil. En la elección del 7 de junio muchos de los candidatos independientes lo comprendieron, y lo utilizaron. En 2018 veremos quiénes o qué partidos han sabido adaptarse.
Alicia Sorroza
Investigadora del Real Instituto Elcano | @Alisorroza
1 De fabricación francesa, con un coste de unos 50 millones de euros.
2 http://www.oas.org/es/sap/deco/moe/mexico2015/.
3 El nuevo voto generacional en México, http://simomexico.com/voto-generacional/.
4 Artículos y comentarios sobre política digital en http://www.gutierrez-rubi.es.