Tema
En mayo de 2023 los turcos elegirán presidente en las que probablemente serán las elecciones internacionales más importantes del año, tanto por la significación del país desde el punto de vista económico, financiero y geopolítico, como por la posibilidad de que Erdoğan pierda el poder tras 20 años. Es probable que la economía vaya a jugar un papel fundamental en el resultado de las elecciones.
Resumen
Las elecciones presidenciales que tendrán lugar en mayo de 2023 en Turquía (el día 14 y, en caso de que ningún candidato alcance al menos el 50% de los sufragios, con segunda vuelta el siguiente día 28) son probablemente las más importantes del año en el plano internacional, tanto por la significación del país desde el punto de vista geopolítico, como por la posibilidad de que Erdoğan pierda el poder tras 20 años, cediéndolo al kemalista y secularista Kemal Kılıçdaroğlu, apoyado por la Alianza Nacional, una coalición de seis partidos políticos de distinta ideología. Las fuertes tensiones inflacionistas en el país, así como la pérdida de valor de la moneda nacional y los malos datos de empleo, con el consiguiente empeoramiento de las condiciones de vida de los ciudadanos, hacen prever que la economía vaya a ser un factor determinante en el resultado de estas elecciones. Una eventual llegada de Kılıçdaroğlu al poder podría tener importantes repercusiones en términos de relaciones con la UE, EEUU, Rusia y la OTAN, y podría dar lugar también a cambios en la política económica, caracterizada por una pérdida total de independencia de instituciones económicas clave, como el Banco Central y el Instituto Nacional de Estadística.
Análisis
Las presidenciales turcas de mayo probablemente serán las elecciones internacionales más importantes del año 2023
El 14 de mayo de 2023 se celebrarán en Turquía tanto elecciones presidenciales como parlamentarias. En caso de que ningún candidato consiga al menos el 50% de los sufragios el 14 de mayo, se celebrará una segunda vuelta en las elecciones presidenciales el siguiente día 28.
Estas elecciones son probablemente las más importantes en el plano internacional del año 2023 por tres motivos. Primero, por la importancia de Turquía como país y economía: Turquía es la 19ª mayor economía del mundo, con un PIB anual de casi 1 billón de dólares, cuenta con 85 millones de habitantes, es miembro de la OCDE y del G-20, ejerce un papel creciente como donante de Ayuda Oficial al Desarrollo, acoge al mayor número de inmigrantes del mundo y juega un papel ambivalente en la guerra entre Rusia y Ucrania. Segundo, por la posibilidad de que haya un cambio en el líder del país, después de 20 años de régimen de Recep Tayyip Erdoğan, en favor del kemalista y secularista Kemal Kılıçdaroğlu. Tercero, por la importancia geopolítica de Turquía y la influencia que un eventual cambio puede tener en términos de relaciones con la UE, EEUU, Rusia y la OTAN, así como los cambios que puede llegar a haber en la política económica, caracterizada por una pérdida total de independencia de instituciones económicas clave, como el Banco Central o el Instituto Nacional de Estadística.
Turquía: importante para la UE y España, sobre todo en lo geopolítico
La posición de Turquía es muy significativa para la UE desde un prisma geopolítico. Para empezar, juega un importante papel para la estabilidad del Egeo, en la medida en que desde 1974 parte de Chipre es territorio ocupado por población turca. De hecho, en septiembre de 2022 el gobierno turco anunció el reforzamiento de su presencia militar en la parte ocupada de Chipre ante el levantamiento del embargo por parte de EEUU del suministro de armas a la legítima administración chipriota y dadas las sospechas del gobierno turco de que EEUU estaba prestando apoyo militar a Grecia para reforzar la seguridad de sus islas en el Egeo. El papel de Turquía también es clave para la UE y el Egeo desde la perspectiva migratoria: en marzo de 2016 Turquía firmó un Acuerdo con la UE para prevenir el desplazamiento irregular de personas desde Turquía hasta las Islas del Egeo y retornarlas, en caso de que dicho desplazamiento llegara a producirse, a cambio de 6.000 millones de euros para mejorar la situación humanitaria de los refugiados en el país.
Por otro lado, Turquía, como miembro de la OTAN, tiene la capacidad de vetar el acceso de nuevos países a la Organización. Ha sido el caso de Suecia, cuya adhesión a la OTAN ha sido vetada por Turquía por las facilidades establecidas por el país nórdico para el establecimiento de ciudadanos kurdos.
Turquía también ha jugado un importante papel en la guerra entre Rusia y Ucrania, manteniendo una posición relativamente ambivalente y no binaria. En efecto, Turquía ha suministrado armas a Ucrania, pero también ha sido una importante fuente de apoyo económico para Rusia, facilitando en gran medida el desvío de las sanciones impuestas por Occidente en áreas clave, como los semiconductores. Además, Turquía ha facilitado que se alcanzaran acuerdos como el del grano, fundamental para permitir la exportación de cereales a través del Mar Negro y aliviar los riesgos de seguridad alimentaria para países de Oriente Medio y África, lo que ha sido difundido a nivel nacional por Erdoğan como una victoria de su diplomacia.
Turquía también mantiene lazos comerciales e inversores con la zona euro y con España, como muestra la Figura 1. En términos relativos, es más importante para España que para la zona euro en casi todos los conceptos.
Figura 1. Relaciones comerciales y financieras de la zona euro y España con Turquía
Relevancia de Turquía para: | % sobre total | Posición | ||
Zona euro | España | Zona euro | España | |
Exportaciones de bienes | 1,41 | 1,69 | 17 | 13 |
Importaciones de bienes | 1,37 | 2,27 | 18 | 11 |
Exportaciones de servicios | 0,59 | 0,59 | 33 | 26 |
Importaciones de servicios | 0,74 | 0,77 | 26 | 18 |
Activos-Inversión directa extranjera | 0,34 | 0,91 | 38 | 18 |
Pasivos-Inversión directa extranjera | 0,14 | 0,01 | 47 | 52 |
Activos-Inversión de cartera | 0,12 | 0,03 | 42 | 44 |
Pasivos-Inversión de cartera | 0 | 0 | 73 | 56 |
Deuda de residentes en Turquía con bancos españoles y de la zona euro | 64,42 | 36,8 | #¡REF! | 1 |
Además, en línea con las indicaciones de la Junta Europea de Riesgo Sistémico, el Banco de España ha identificado Turquía como país de importancia material para el sistema bancario español. Ello es debido a que Garanti, la segunda mayor entidad bancaria privada del país –o la quinta si se tienen en cuenta también las entidades de propiedad pública–, es mayoritariamente propiedad del BBVA. Este último inició su andadura en Turquía en 2011 y ha ido incrementando su apuesta progresivamente por Garanti, hasta llegar a hacerse con casi el 86% del capital de la entidad en mayo de 2022. Como representantes de la entidad han indicado en repetidas ocasiones, la apuesta por Garanti es a medio-largo plazo. En cualquier caso, aun cuando la inversión de BBVA en Garanti no tuviera éxito, es poco probable que se observaran riesgos para la estabilidad financiera de España y de la zona euro, en otras razones por la estrategia de resolución bancaria Multiple Point of Entry adoptada por el BBVA.[1]
Erdoğan, 20 años en el poder con un balance desigual
Tras ser liberado de prisión, Erdoğan fundó en 2001 –junto con otros colegas del “ala modernista” del movimiento islamista Millî Görüş– el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP). El AKP accedió al poder en las elecciones de 2002 y, cuando en 2003 el Tribunal Constitucional levantó la prohibición de que Erdoğan ostentara cargo público, pasó a ser miembro del Parlamento, primero, y primer ministro, después.
El primer mandato de Erdoğan (2003-2007) estuvo lleno de éxitos desde el punto de vista económico: se produjo una fuerte expansión económica, un aumento de las rentas, una reducción de la desigualdad y del desempleo y la inflación llegó al 5%, tras haber estado en tres dígitos una década antes. Este buen desempeño económico estuvo acompañado de importantes reformas estructurales para priorizar el respeto de los Derechos Humanos y el Estado de Derecho, así como para conseguir acceder a la UE. Sin embargo, las cosas empezaron a cambiar en 2007: aunque la economía continuó creciendo, su patrón comenzó a ser menos sostenible, con caídas en la Productividad Total de los Factores, menor creación de empleo y menor capacidad de atracción de la Inversión Directa Extranjera. En el plano institucional, muchas de las reformas implementadas se revirtieron.
Pero, sin lugar a dudas, el giro definitivo se produjo en 2018, cuando se sustituyó el sistema parlamentario de gobierno por un sistema presidencial ejecutivo, que permitió a Erdoğan concentrar en su persona aún más poder. Esta deriva autoritaria se une a un fuerte empeoramiento de la economía y al impacto de los terremotos, que han supuesto la muerte de más de 50.000 personas y el desplazamiento de casi 6 millones.
Los principales problemas económicos de Turquía
En la actualidad, los principales problemas económicos de Turquía son las elevadas tasas de inflación, la falta de credibilidad de las principales instituciones económicas del país, la debilidad de la lira turca, el elevado déficit por cuenta corriente y la reducida tasa de empleo.
La inflación es uno de los mayores problemas de la economía turca. Como se aprecia en la Figura 2, según datos oficiales la inflación tocó techo en octubre de 2022, con un 85,5% en términos interanuales, mientras que en marzo de 2023 pasó a estar en el 50,5%. Sin embargo, el efecto base[2] ha tenido un gran impacto en la ralentización del incremento de los precios. Asimismo, hay dudas técnicas acerca de la fiabilidad de las estadísticas de inflación publicadas por Turkstat, el Instituto Nacional de Estadística de Turquía, motivadas en gran medida por el cese por parte del gobierno de Erdoğan de Sait Erdal Dinçer, el director del Instituto hasta enero de 2022, en desacuerdo con las cifras de inflación publicadas. Esto ha llevado a que un grupo de expertos independientes, bajo el nombre de Enagrup, publique mensualmente cifras alternativas de inflación. Para el mes de marzo, Enagrup calculó una cifra interanual de inflación del 112,5%, más del doble de la reportada por Turkstat.
Estas elevadas cifras de inflación son el reflejo de varios factores, internos, externos e institucionales. Desde el punto de vista interno, destaca la fortaleza de la demanda, apoyada sobre unos bajos tipos de interés, un robusto crecimiento del crédito y continuadas y fuertes subidas del Salario Mínimo Interprofesional (SMI). En efecto, desde enero de 2022 el SMI bruto mensual en Turquía ha aumentado casi un 180%, pasando de 3.577,5 liras turcas hasta 10.008. En cuanto a los factores externos, el fuerte aumento de los precios de las materias primas y de la energía, motivados en gran medida por la guerra en Ucrania, así como la debilidad de la lira turca estarían detrás de las elevadas tasas de inflación.
No obstante, los factores institucionales también están jugando un importante papel en la evolución de la inflación en Turquía. Muestra de ello han sido los repetidos ceses al frente del Banco Central de Turquía motivados por el gobierno de Erdoğan. En julio de 2019 se sustituyó a Murat Çetinkaya como gobernador del Banco Central por Murat Uysal, hasta ese momento subgobernador del Banco; en noviembre de 2020, Murat Uysal fue sustituido al frente del Banco Central por Naci Ağbal, antiguo ministro de Finanzas; en marzo de 2021, Naci Ağbal fue sustituido por Şahap Kavcıoğlu, que hasta la fecha sigue en su puesto. También ha habido ceses entre los segundos niveles del Banco Central de Turquía: en mayo de 2021, uno de los subgobernadores, Oğuzhan Özbaş, fue sustituido por el académico Semih Tümen; y, en octubre de 2021, se produjo el cese de dos subgobernadores (Semih Tümen y Uğur Namık Küçük), así como de un consejero del Banco Central (Abdullah Yavaş).
Todos estos cambios institucionales al frente del Banco Central han sido causa de la voluntad del gobierno de Erdoğan de implementar su denominado “Nuevo Modelo Económico”, basado en la promoción de la inversión privada a través de unos bajos tipos de interés. Erdoğan y su grupo de asesores económicos más estrecho se basan en una tendencia de pensamiento económico heterodoxa, conocida como “Neo-Fisherismo”, por la que el tipo de interés real estaría fijado y, por tanto, las subidas en los tipos de interés nominales darían lugar a mayores tasas de inflación. Así se explica la política monetaria implementada por el Banco Central de Turquía, de un signo totalmente contrario al resto de Bancos Centrales, acumulando entre enero de 2022 y marzo de 2023 rebajas en los tipos oficiales de interés de 550 puntos básicos, como muestra la Figura 3.
Como consecuencia de lo anterior, como se ve en la Figura 4, la lira turca se ha depreciado de manera notable durante la última legislatura de Erdoğan. A pesar de esta fuerte depreciación, el déficit por cuenta corriente en Turquía ha continuado aumentando. Así, en octubre de 2022 el déficit por cuenta corriente acumulado de 12 meses ascendió al 5,5% del PIB, frente a una media de 2,7% para el período 2015-2021.
Todo ello llevó al Banco Central de Turquía y al gobierno a introducir una estrategia de “lirización” en diciembre de 2021, con el objetivo de estabilizar la divisa turca reduciendo la dependencia del país de monedas internacionales. Una de las piezas centrales de esta estrategia es la promoción de los depósitos protegidos frente a fluctuaciones del tipo de cambio. Básicamente, el Estado cubriría las pérdidas en el valor de los depósitos denominados en liras turcas derivadas de depreciaciones de la moneda que no quedaran cubiertas por la remuneración de los depósitos ofertada por el banco. A modo de ejemplo, si un depósito ofrece un rendimiento del 10%, pero la lira turca se deprecia un 15%, el Estado cubrirá el 5% de pérdida de valor. Obviamente, esto supone la asunción por el Estado de fuertes pasivos contingentes.
Otra herramienta de la estrategia de lirización consiste en establecer requisitos adicionales a las entidades bancarias que no tengan al menos el 60% de los depósitos denominados en liras turcas. Estas entidades deberán depositar divisa extranjera adicional en el Banco Central de Turquía y deberán tener mayor cantidad de bonos de deuda pública denominados en liras turcas.
La economía turca también se caracteriza por un mercado laboral muy rígido, con una fuerte protección de los insiders frente a los outsiders y, sobre todo, una tasa de empleo muy baja (la menor de la OCDE, un 53,9% en 2022, frente a la media de la OCDE del 69,6%). Estas bajas tasas de empleo se explican, en gran parte, por la reducida participación de la mujer turca en el mercado de trabajo.
Fuerte crecimiento económico,pero…
En el plano positivo, la economía turca ha presentado unas fuertes tasas de crecimiento económico, aunque se prevé una progresiva ralentización económica. Muestra también unas cuentas públicas saneadas, aunque con acumulación de pasivos contingentes.
La economía turca consiguió no contraerse en 2020, en pleno año de pandemia, presentando una tasa de crecimiento cercana al 2%. En 2021 la tasa de crecimiento del PIB superó el 11% y en 2022 el 5%. No obstante, se prevé que haya una progresiva ralentización de la tasa de crecimiento del PIB hasta superar ligeramente el 3% en 2024.
En cuanto a las cuentas públicas, la ratio de deuda pública sobre PIB de Turquía se situó a finales de 2022 ligeramente por encima del 31%. Sin embargo, existen importantes pasivos contingentes para el Estado, como los derivados de la estrategia de protección de los depósitos denominados en liras turcas y además, en los últimos años, el soberano turco ha sufrido varias rebajas de calificación crediticia por las principales agencias de rating. Esto, unido a los gastos adicionales en que está incurriendo el Estado para hacer frente a los efectos de los terremotos, llevan a esperar cierto deterioro de las finanzas públicas en ausencia de un plan de consolidación fiscal en el medio plazo.
Una ventana de oportunidad para el cambio, pero con bases ideológicas heterogéneas
Muchos turcos apoyaban la figura de Erdoğan por identificar en él al líder que llevó a millones de turcos a engrosar la clase media. Sin embargo, los desafíos económicos por los que está atravesando ahora la economía turca podrían dar lugar a un cambio de líder y a que el electorado priorice las promesas de mejora de la gestión económica sobre cuestiones identitarias, como el secularismo o el islamismo. Las pérdidas del AKP, el partido de Erdoğan, en las elecciones municipales de 2019 en Estambul y Ankara hacen pensar que puede haber llegado un cambio de ciclo.
Cuatro son los principales candidatos a las elecciones presidenciales: Recep Tayyip Erdoğan, Kemal Kılıçdaroğlu, Muharrem İnce y Sinan Oğan. A pesar de que son cuatro, el verdadero contendiente de Erdoğan es Kılıçdaroğlu, también conocido como el Gandhi turco. De hecho, ha habido muchas críticas a la candidatura de İnce, muy popular entre los votantes más jóvenes, por considerar que resta potenciales apoyos a Kılıçdaroğlu, favoreciendo así a Erdoğan. İnce fue el principal contendiente de Erdoğan en las pasadas elecciones de 2018, pero desapareció de la escena abruptamente en la noche electoral.
Kılıçdaroğlu es un economista y funcionario público de 74 años, y líder de la denominada Alianza Nacional, una coalición de seis partidos, de distintas ideologías, unidos por el deseo común de que se produzca la sustitución de Erdoğan. Inicialmente, la Alianza estaba formada por cuatro partidos: Partido Republicano Popular (CHP), de centroizquierda y kemalista, al que pertenece Kılıçdaroğlu; Partido Bueno (IYI), de corte conservador y nacionalista, cuya líder es Meral Akşener; Partido de la Felicidad (SP), islamista y conservador, encabezado por Temel Karamollaoğlu; y Partido Demócrata (DP), de centroderecha e islamismo moderado, liderado por Gültekin Uysal. A esta alianza de cuatro partidos se unieron posteriormente otros dos partidos, que salieron precisamente del partido de Erdoğan –el AKP–: el Partido del Futuro (GP) y el Partido Democracia y Progreso (DEVA).
Es evidente que las ideologías de los seis partidos que conforman la Alianza Nacional son sustancialmente heterogéneas y que lo que une a estas formaciones políticas es su deseo de expulsar a Erdoğan del poder. Las tensiones internas de la Alianza Nacional quedaron de manifiesto el pasado mes de marzo, cuando Meral Akşener, la líder del Partido Bueno, anunció su decisión de retirar al partido de la Alianza Nacional, por no apoyar la decisión de que el socialdemócrata Kılıçdaroğlu fuera el candidato presidencial. Sin embargo, tres días después, anunció el retorno de su partido a la Alianza Nacional, tanto por las fuertes críticas sufridas como por la promesa de que si Kılıçdaroğlu alcanza el poder, Ekrem İmamoğlu, actual alcalde de Estambul, y Mansur Yavaş, alcalde de Ankara, serán nombrados vicepresidentes. Por supuesto, Erdoğan aprovechó este episodio para tildar a sus contendientes de representantes de un proyecto inestable, algo que cala en el electorado turco, con gran preferencia por la estabilidad y la certidumbre.
A pesar de la distinta procedencia ideológica de los partidos que conforman la Alianza Nacional, estos han sido capaces de ponerse de acuerdo y publicar un Memorando de Entendimiento de Políticas Comunes. Este Memorando cubre nueve áreas: justicia, administración pública, economía y empleo, ciencia y transformación digital, políticas sectoriales, educación, políticas sociales, política exterior y migración.
El principal objetivo de la Alianza es sustituir el actual sistema ejecutivo-parlamentario por un sistema parlamentario reforzado, con una presidencia de un solo mandato de siete años, así como un primer ministro fuerte. Se reduciría el límite para contar con representación parlamentaria hasta el 3%.
En cuanto a la administración pública, la Alianza se compromete a cerrar todas las agencias y oficinas que ahora operan bajo el mandato directo del presidente y transferir las competencias correspondientes a los Ministerios y otras instituciones.
En cuanto a la economía, la Alianza se compromete a devolver la inflación a cifras de un solo dígito en un plazo de dos años, a trabajar por la apreciación de la lira turca y a garantizar la independencia del Banco Central. También indican que se duplicarán los ingresos per cápita medidos en dólares en un plazo de cinco años.
Los sondeos electorales más fiables son contradictorios: la demografía jugará un papel también y, si la victoria es ajustada, Erdoğan podría no reconocerla
La mayoría de las empresas de sondeos electorales en Turquía no son fiables, al carecer de transparencia y supervisión. Entre las que son más fiables, los resultados son contradictorios. Por un lado, Metropoll da una ventaja de entre 3 y 5 puntos a Kılıçdaroğlu, mientras que KONDA y Panorama vaticinan una victoria de Erdoğan. Todo apunta a que ninguno de los dos candidatos conseguirá superar el 50% de los sondeos en las elecciones del 14 de mayo, por lo que una segunda vuelta el 28 de mayo parece ser el caso base.
Es probable que la demografía juegue un papel, ya que las áreas más afectadas por los terremotos son feudos tradicionales de Erdoğan y se prevé que al menos 1 millón de ciudadanos de estas zonas no puedan participar en las elecciones por estar desplazados.
De todos modos, en caso de que la victoria sea para Kılıçdaroğlu pero que los resultados electorales sean ajustados, hay dudas razonables de que el traspaso de poder vaya a ser ágil y pacífico. Cuando en 2019 el AKP perdió las alcaldías de Estambul y Ankara hubo fuertes acusaciones de fraude electoral.
Una victoria de la Alianza Nacional podría suponer importantes cambios en las relaciones de Turquía con EEUU, la OTAN y la UE
En materia de política exterior, la Alianza Nacional ha expresado su deseo de guiarse por el principio de “paz en casa, paz en el mundo”. Esto tiene implicaciones en términos de relaciones con el resto del mundo.
En cuanto a EEUU, la Alianza Nacional querría estrechar relaciones en un plano de igualdad. Las relaciones de Turquía con EEUU se enfriaron notablemente con la adquisición por este país del sistema de defensa aérea ruso S-400, lo que le valió la expulsión por parte de EEUU del programa jetfighter F-35 en 2019. La Alianza Nacional buscaría negociar con EEUU su readmisión a dicho programa.
Turquía es país miembro de la OTAN. Si bien el gobierno de Erdoğan aceptó recientemente la adhesión de Finlandia a la Organización, sigue rechazando la entrada de Suecia, al haber dado el país nórdico cobijo a varios miles de kurdos. En caso de que Kılıçdaroğlu llegara al poder, se prevé que Turquía termine por aceptar la adhesión de Suecia a la OTAN.
Con respecto a la UE, el programa de la Alianza apunta a que trabajará para conseguir la adhesión de Turquía a la Unión, sobre la base del diálogo, la justicia y la equidad. La Alianza también subraya la necesidad de revisar el acuerdo de migración de 2016 con la UE. Lo más probable en el corto plazo parecería una revisión de la Unión Aduanera entre Turquía y la Unión. En cualquier caso, esto permite presumir que la situación en el Egeo se destensaría.
En definitiva, se prevé que una eventual victoria de la Alianza Nacional dé lugar a un cuidadoso distanciamiento de Turquía con respecto de Rusia y un acercamiento al mundo occidental. Esto explicaría el apoyo explícito del régimen de Putin a la candidatura de Erdoğan y la preferencia implícita de Occidente por una victoria de la Alianza Nacional.
Conclusiones
Tras 20 años de fuerte liderazgo por parte de Erdoğan, en estas próximas elecciones presidenciales existe la posibilidad de que la oposición, organizada en torno a la Alianza Nacional, consiga llegar al poder. Las elevadas tasas de inflación, la fuerte depreciación de la lira turca y la mala marcha del mercado de trabajo han supuesto un empeoramiento de las condiciones de vida de los ciudadanos turcos que posicionan las cuestiones económicas como centrales a la hora de decidir el voto. Turquía es una economía clave, especialmente desde el punto de vista geopolítico, por lo que el resultado de estas elecciones es relevante en el plano internacional. Gane quien gane, es urgente retornar a la ortodoxia económica y a garantizar la independencia a las principales instituciones del Estado.
[1] La estrategia Multiple Point of Entry es propia de entidades con un modelo descentralizado y se caracteriza porque la matriz fija las políticas de liquidez y riesgos, pero las filiales son autosuficientes y responsables de la gestión de su liquidez (captando depósitos o accediendo al mercado con su propio rating) sin que exista transferencia de fondos o financiación cruzada desde la matriz a las filiales o de las filiales entre sí. Esta estrategia presenta múltiples ventajas, entre ellas, la prevención del riesgo de contagio.
[2] La inflación depende del valor del IPC en el mes en cuestión, pero también del valor del IPC 12 meses atrás, es decir, el valor base de partida. Una desaceleración en las tasas de inflación puede deberse en gran parte a que el valor 12 meses atrás era ya alto.