Tema: En este ARI se revisa el verdadero alcance de los controles de acceso a Internet en China, primer mercado mundial de las telecomunicaciones.
Resumen: Con el cada vez mayor protagonismo de China, que incluye la próxima celebración de los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008, resurge el tema de la información virtual filtrada y denegada por un Estado interpuesto entre la ciudadanía y el exterior. Se utiliza a menudo la metáfora de la histórica Gran Muralla o simplemente se alude a un cortafuegos. Pero la República Popular China (RPC) es un sistema sociopolítico sui generis. Este análisis se propone revisar los contornos de la Muralla virtual realmente existente, mostrar los medios y algunos de los casos más representativos de represión, y explicar por qué esa muralla en realidad no es lo que parece a primera vista de acuerdo con los intereses actuales y en expansión de los usuarios y del propio Gobierno.
Análisis
Alcance y límites de la Muralla virtual
A comienzos de 2007 la República Popular China (RPC) ofrece varios datos impresionantes que por sí solos servirían para desmontar en gran medida la noción, muy deformada entre muchos formadores de opinión que no han visitado el país, de unas comunicaciones severamente inhibidas por el Estado. Según esta noción, el Estado bloquearía sustancialmente a los internautas, particularmente en lo que en Occidente denominamos el ámbito de las libertades. Más significativos son los informes que dan cuenta del encarcelamiento periódico de usuarios por verter expresiones calificadas de ilegales o antigubernamentales y que mayoritariamente pasarían inadvertidas si se dieran en nuestro medio. La cifra de usuarios encarcelados alcanza hoy a 62 personas, según la ONG Reporteros sin Fronteras.
Pero a la vez, China es reconocida desde hace dos años como el primer mercado mundial de las telecomunicaciones. Ostenta el mayor número de usuarios de telefonía móvil y el segundo de Internet, además de un mayor ritmo de expansión de estos medios, crecientemente interconectados. Son 137 millones los internautas, el 10% de la población, y 440 millones los portadores de teléfonos móviles. A éstos se prevé se sumen 160 millones más de usuarios de teléfonos de tercera generación (3G) al final de esta década, tecnología que optimiza la relación con Internet y en la que ya interconectan 17 millones de teléfonos. En 2010 China superará a EEUU en número de internautas.
Los extendidos conceptos en inglés de Great Wall y Firewall, aplicados al caso chino, aluden a la histórica Gran Muralla, que se ajusta al significado del primero de ellos en español y que a la vez parece un sucedáneo de la expresión Cortina de Bambú, propia de la Guerra Fría para describir la enorme incomunicación del país con gran parte del mundo. Técnicamente cabe más bien aludir directamente al Proyecto Escudo de Oro (jindun gongcheng en chino), iniciado por Pekín en 1998 con el propósito de integrar información, seguridad y bases de datos sobre actividades delictivas en un enorme entramado virtual.
Un año antes, el Consejo de Estado le dio base jurídica al publicar su primer reglamento dedicado a Internet y cuyos principios siguen vigentes. Reflejan las consabidas preocupaciones de preservar la unidad nacional, proteger los secretos y la reputación de los órganos del Estado y evitar la delincuencia, así como bloquear la propagación de las supersticiones catalogadas de feudales, el material pornográfico y el terrorismo. Pero en 1999 la secta Falun Gong burló estas medidas a su manera, se cree que apoyándose tanto en Internet como en la telefonía móvil, para organizarse y sorprender al régimen con una manifestación de 10.000 adherentes en el mismo centro de Pekín.
Actualmente el control se ha agudizado con nuevas medidas y presenta rasgos de ubicuidad. El Proyecto Escudo de Oro está concebido para que los e-mail y textos pasen por canales de entrada donde son reconocidos por miles de routers con tecnología punta vendida y adaptada en China por las empresas Cisco Systems, Nortel y Sun Microsystems, y destinada a identificar contenidos considerados subversivos.
Inmediatamente tras ese frente se sitúan los buscadores Yahoo! y Google, así como buscadores locales, comprometidos explícitamente a acatar las leyes de control. Tal alineamiento fue criticado por Amnistía Internacional el pasado 20 de julio, equiparándolo a una violación de los derechos humanos.La opacidad hacia los internautas locales se complementa con la existencia de contenidos de software creados en China por Microsoft accesibles fuera pero no dentro del país, siguiendo las directrices de Pekín.
Y el control no acaba allí. Hace un año saltaron a las pantallas de los usuarios de los portales locales de la ciudad de Shenzhen, junto a Cantón, unas caricaturas que representan a una pareja de policías. Haciendo clic en las figuras, el internauta se puede informar de las leyes actualizadas e incluso plantear consultas, vía mensajería instantánea, medio a la vez propicio para potenciales delaciones. El método está llamado a extenderse.
Por su parte, más de un 70% de usuarios accede desde los cibercafés en las zonas del interior o en los extrarradios donde por ley han de registrar su identidad. Añadidamente, a menudo en provincias se dan miles de casos de denegación de acceso por puro y simple cierre de cafés con el pretexto de una modernización de las instalaciones, motivación que regularmente esconde temor, ineficacia o el deseo de acallar alguna crítica por la gestión de las autoridades locales. En las ciudades de provincias el acceso desde cibercafés no alcanza al 25%, pero este porcentaje es igualmente controlado en la capital. En marzo de este año debería estar instalado el sistema que el pasado diciembre se anunciaba preceptivo para todos los cibercafés pequineses, que incluye cámaras de video en tiempo real.
Represión política y expresión civil
Hace pocas semanas el presidente Hu Jintao reafirmaba en una reunión del politburó del Partido Comunista la necesidad de “purificar el entorno de la red” como un medio propicio para enaltecer y propagar la alta cultura china y garantizar la estabilidad nacional.Ciertamente el catálogo de prohibiciones es notable e impide el acceso a todos los internautas que se interesen en buscar miles de términos asociados a “derechos humanos”, “Dalai Lama”, “protestas de Tiananmen”, “Turkestán independiente”, “Falun Gong”, “independencia de Taiwán”, así como combinaciones conceptuales formalmente libertarias de estos términos y otros ofensivos hacia el sistema social o asociados a los líderes del Estado.
Igualmente hay días especiales, como las celebraciones de los congresos del Partido Comunista y de la Asamblea Popular Nacional, en los que se bloquean intermitentemente o por completo los accesos en China a los medios de comunicación extranjeros más influyentes. Aquí se han situado durante largos períodos, entre varios otros, el Washington Post, la CNN, la revista Time, y la BBC, uno de los sitios más continuamente bloqueados de la última década, junto con medios taiwaneses, además de varios sitios extranjeros dedicados a religiones diversas, derechos humanos y pornografía.
Hay casos locales más coartadores con la libertad de expresión. Uno de los más sonados ha sido el de diciembre de 2005, cuando los editores del diario Beijing News fueron despedidos, y con ellos más de cien trabajadores que se solidarizaron, por denunciar la censura de noticias y señalados casos de corrupción y abuso policial en el campo. Un asistente editorial de The New York Times, bajo el seudónimo de Michael Anti, difundió la noticia a través de su blog en chino, colgado a través de un servicio administrado por Microsoft MSN, posibilitando un efecto cascada a otros chats y blogs. Pero pocos días después fue retirado por el mismo Microsoft con el argumento del debido respeto a la legalidad. Igualmente han sido constantemente censurados otrora famosos disidentes, como Liu Xiaobo y Wei Jingsheng, cuyas campañas en Internet han sido recogidas por medios occidentales preocupados por la democracia y los derechos humanos, temas que, por otro lado, representan una dimensión infinitesimal de lo que parecen ser las preocupaciones inmediatas de los internautas de la RPC.
También destacan las denuncias por negligencias. Por ejemplo por la peligrosísima propagación del SIDA en la provincia de Henan, la más poblada del país, resaltada por Gao Yaojie, una anciana activista encumbrada a la notoriedad internacional desde su propio blog y acosada por las autoridades. Pero su bitácora se ha mantenido largo tiempo porque el asunto apunta a una mala gestión que compromete la seguridad nacional. He aquí un tema transversal que demanda participación ciudadana como semilla de agujeros a la Muralla virtual.
En un registro distinto se sitúan asuntos clasificables como pura expresión en su amplio sentido. Es el caso de una internauta conocida como “la hermana Furong”, quien hace dos años y durante un tiempo se hizo un nombre con una página centrada en sí misma, acompañada de fotos y alusiones a su cuerpo, muy difundidas y que aparecieron en un par de foros de discusión online de campus universitarios de reconocidas universidades pequinesas donde las autoridades promueven la disciplina en el estudio. Su bitácora, que en Occidente sería catalogada como pura opinión o arte pop, o ignorada como payasada, fue retirada por la policía.
Un frente que ve con especial preocupación la gubernamental Liga de la Juventud Comunista es la ciberadicción, que según estima alcanza a dos millones de los 19 millones de jóvenes internautas menores de 24 años, a los que supone más enganchados y más jóvenes que sus similares occidentales.
Por supuesto, la Red china no es fácil de monitorear para los ciberpolicías, que se enfrentan un espacio en expansión creciendo a más de un 20% anual (el año pasado el aumento fue del 23,4%). Por allí se canalizan actividades e industrias en expansión, dentro de la ley, como las compras por Internet, con un crecimiento explosivo, o actividades ilícitas, como la piratería, la prostitución infantil, la pornografía, el juego, las estafas y el lavado de dinero. Como en el resto del mundo.
Una parte de los focos que suscitan interés juvenil son la invención y la capacidad de hacer dinero, donde se entrecruzan la informática, el ciberespacio y la telefonía móvil. Destacan en primer lugar Bill Gates, sus émulos chinos y descendientes de chinos. Por ejemplo, Jerry Yang, co-fundador de Yahoo, y Steve Chen, de YouTube, son norteamericanos de origen taiwanés y treintañeros exitosos. A ellos se han sumado varios nombres menos conocidos, como por ejemplo el del chino continental Pony Ma, fundador de la compañía Tencent, que opera como buscador y proveedor de servicios de entretenimiento, mensajería en teléfonos móviles (la famosa qq), superando los 100 millones de usuarios en su mercado, una hegemonía local sin parangón mundial.
La Muralla virtual empequeñece ante los canales de comunicación
El cortafuegos cede si lo consideramos desde la perspectiva de la transversalidad de las comunicaciones. No deja resquicio para una libertad de expresión como en Occidente, pero por sus enormes huecos circula una gran vitalidad que ha convertido a la RPC en una década en uno de los pilares del desarrollo de la tecnología básica, imparable, de la competitividad y de las nuevas formas de socialización de la civilización contemporánea.
El caso es que China quiere ser competitiva a nivel global y no puede serlo si no es interactuando con el mundo y siendo influido por él. En Shanghai y con apoyo estatal se hacen actualmente pruebas de telefonía móvil 4G con el propósito de hacerla operativa antes del fin de la década, lo que logrará transmitir a 100 megabites por segundo archivos de texto, música y películas. Esto es, casi 35 veces más rápido que en la actualidad. El avance trascenderá el Proyecto Escudo de Oro, que en cualquier caso representaría sólo una fracción menor de lo que China ha gastado en conjunto para la infraestructura virtual del país, según el investigador Randolph Kluver, de la Universidad Tecnológica de Nanyang, en Singapur.
Un aspecto descuidado en la reflexión es que la interconexión virtual en el Estrecho de Taiwán ha relativizado la carencia del intercambio postal directo entre Pekín y Taipei (uno de los tres enlaces directos, junto a la comunicación aérea y marítima, que reclama China). El obstáculo se ha allanado con la existencia del correo electrónico, los chat o la videoconferencia.
Igualmente conviene resaltar el florecimiento de la blogosfera, con más de 21 millones de bitácoras. Por supuesto, el Gobierno desea obligar a los usuarios a registrarse con datos personales, aunque también está aceptando seudónimos. Lejana aparece la disidencia de hace dos décadas, con pocos medios para expresarse evidente o crípticamente. Hoy, en los centenares de millones de conversaciones de correos electrónicos y chat es la misma sociedad china la que se está conociendo y conociendo al mundo como nunca antes. Son contactos que abarcan también a la vida íntima, donde surgen amistades y emparejamientos (el desequilibrio de sexos es un verdadero problema en el país) y, por añadidura, en una de las lenguas más beneficiadas de la era digital. A doce años de inserción virtual, los caracteres chinos se reproducen perfectamente por la red y por la telefonía móvil en mensajes SMS o en películas. Actualmente los usuarios totales de lengua china en el mundo virtual suman más de 153 millones de personas.
Añadidamente, hay un verdadero aumento de posibilidades de expresión entre el 10% de la población que accede a Internet, un porcentaje en expansión, recuérdese. Nuevas figuras están emergiendo online, fundadores de numerosas estaciones de radio y programas televisivos. En el Congreso Mundial de Telefonía Móvil 3GSM, celebrado en febrero en Barcelona, la aclamada estrella del pop chino, Wei Wei, anunció la venta de su nuevo álbum desde su plataforma virtual, a la que conectarán sus seguidores por teléfono móvil descargando música y pagando directamente. Wei canta en chino y en inglés y se dirige tanto a una audiencia en su país, donde se cree que los menores de 30 años constituirían el 70% de los internautas, como a un mercado global. Otro fenómeno igualmente sorprendente ha sido el éxito del podcasting. Desde 2005 el más importante sitio es Tudou, de iniciativa privada, originado en el extrarradio de Shanghai, que albergaba entonces 13.000 filmes realizados por ciudadanos en cámaras o teléfonos móviles y que se ha incrementado espectacularmente. Sus responsables afirman respetar la legalidad del Estado, pero inevitablemente emergerá una enorme área borrosa de imágenes inclasificables.
En este contexto no es del todo cínica la reciente declaración de Steve Ballmer, consejero delegado de Microsoft, defensor del acatamiento de su empresa a la censura formal de expresión política, validándola con el gran aumento de la libertad personal en China como un proceso continuo. También en los entresijos de la competencia global hay obviamente potencial para una variedad de ofertas y nuevas plataformas para los internautas. Por ejemplo, Baidu es un buscador chino que está ganando mercado a Google, y por su parte Yahoo! ha debido desplazar sus operaciones a su similar china Alibaba, más exitosa. Por cierto, quedan abiertas perspectivas para un panorama dominado por pocas empresas hegemónicas o uno compuesto por una constelación de empresas en competencia.
Por último, con todo el trasfondo descrito cabe relativizar la afirmación que recuerda que las tradicionales instituciones culturales, radios, periódicos y casas editoriales están controladas por el Estado, como ha señalado recientemente el profesor Dai Jinhua, de la Universidad de Pekín. Faltan por analizar las posibilidades culturales y asociativas que ofrece el mundo virtual en el campo, donde se utiliza Internet seis y medio veces menos que en las ciudades, según las estadísticas del Centro de Información de la Red de Internet en China (CNNIC) publicadas en enero.
Conclusiones: Es real pero relativa la existencia de una muralla represiva para la relación con el exterior y la interconexión interna en una red en expansión como la china. No conviene sobredimensionarla en un enfoque reduccionista que implícitamente la asocia al caso norcoreano, donde sí hay una Gran Muralla. Es lo opuesto, porque el Estado chino se ha encargado de impulsar Internet para hacer del país uno competitivo a nivel mundial en una serie de industrias que dependen de la Red. A diferencia de los principales líderes mundiales, los dirigentes chinos son ingenieros directamente interesados en las dimensiones de la globalización, como demuestran sus recientes y concentradas visitas a Microsoft y Bangalore.
Ilusorio sería pretender que gobiernos u organizaciones externas presionen con éxito a China si grandes transnacionales co-ayudan en la erección del cortafuegos virtual y en la detección de los internautas chinos que traspasen las normas. Pero incluso las compañías que han colaborado en la instalación del control o acatan sus normas crean muchos más productos en la misma RPC o los exportan allí, dirigidos tanto a la expresión individual como a la interacción colectiva.
La censura que existe es oprobiosa para el internauta occidental, aunque mucho menor en importancia para los chinos. Esto, por otra parte, no significa que el espacio virtual emergente en la RPC sea un mero canal técnico y a la vez una especie de parque temático del entretenimiento y el adormecimiento cívicos. Tampoco se encuadra en el puritano marco que irregularmente proclama el Partido, ideológicamente a la expectativa en el torrente de comunicaciones diario.
Internet es una ventana abierta por la que se pueden canalizar más iniciativas y contactos, especialmente entre sociedades civiles, particularmente ahora con la ocasión que brindan los Juegos Olímpicos, durante los cuales Pekín se mostrará particularmente receptivo con ciertas libertades que podrían perdurar. En el mediano plazo, las condiciones del país no son ajenas a la perspectiva de una Red útil a un tipo de poder desde abajo, ciudadano, que previsiblemente no resquebrajará al sistema, pero con latentes posibilidades para movilizaciones puntuales que harán reflexionar al liderazgo.
En la Red china hay un enorme potencial económico y cultural. La interconexión de telefonía móvil de cuarta generación a Internet, que posicionará al país en la vanguardia a fines de esta década, será un gran salto en esa dirección y en el que nos convendrá participar.
Augusto Soto
Consultor y profesor en ESADE, Barcelona