Tema: El Grupo Combatiente Marroquí se ha revelado como el principal grupo islamista radical de Marruecos, aunque solo se dispone de información parcial de su organización, dirección y actuación.
Resumen: El autor analiza el grupo islamista radical de mayor actividad en Marruecos, dando un repaso a su creación y la presencia de combatientes marroquíes en Afganistán, sus relaciones con Osama Bin Laden y su apoyo logístico a al-Qaeda y, finalmente, su cambio de estrategia tras el 11 de septiembre de 2001 y su apuesta por la vía del terrorismo.
Análisis
Génesis de una organización radical
Marruecos asiste al nacimiento, ya en 1969, de la primera organización religiosa que preconiza la violencia: la Shabiba Islamiya (Juventudes Islámicas), creada por Abdelkrim Mutí. Esta organización se componía de dos secciones, el brazo predicador y el brazo militar. Abdelaziz Nuamani era el encargado de esta última facción. En 1981, Abdelkrim Mutí se separó para crear un nuevo brazo militar llamado Facción del Combate. En 1984, Nuamani creaba a su vez una nueva organización llamada Organización de los Combatientes Marroquíes. Entre tanto, la Facción del Combate fracasaba en dos ocasiones en su propósito de llevar a cabo unos atentados en Marruecos en los años 1983 y 1984. Tras estos atentados fallidos, Mutí renuncia definitivamente a la violencia. Por su parte, tras la desaparición de Nuamani de la escena en 1984, la Organización de los Combatientes Marroquíes interrumpía su actividad. Mientras estas organizaciones maniobraban desde el interior de Marruecos, algunos ex militantes de la Shabiba Islamiya entre los que se encontraba Abdelilah Ziyad, iban a crear en 1993, desde Europa, otra organización radical llamada el Movimiento Islamista Combatiente. En la actualidad, el grupo de mayor actividad sigue siendo el Grupo Combatiente Marroquí.
Sin embargo, sigue siendo hoy en día muy difícil comprender las estructuras, los jefes dirigentes y el grado de establecimiento de este grupo en el territorio nacional. Hasta el momento, los observadores sólo han podido emitir hipótesis y plantearse una serie de preguntas acerca del grupo. En realidad, la pregunta es si nos encontramos ante un grupo que está en período de gestación o ante una organización acabada antes de empezar a funcionar. ¿Cuál es el alcance de los distintos nombres que se atribuyen a este grupo, que en ocasiones se denomina Grupo Islámico Combatiente, en otras Grupo Marroquí Armado, a veces Grupo Islámico Armado y otras Grupo Combatiente Marroquí? ¿Qué significado se le puede atribuir a estos distintos apelativos? ¿Será que la realidad de esta organización es muy compleja o que sus dirigentes son unos maestros en el arte del artificio?
¿Cuál es la relación de este grupo con los hechos del 16 de mayo? ¿Podemos decir que este grupo se inscribe dentro de la estructura organizativa de la corriente del Grupo Salafista Combatiente o bien que representa una coalición dentro de la que tienen cabida todas las tendencias del Islam “combatiente”?
Por lo tanto, debemos analizar este grupo a través de su proceso de creación y de su evolución para poder comprender, aunque sólo sea de manera parcial, cuál es la finalidad de una organización que se mantiene tan velada.
Contexto previo a la creación: del caos organizativo a la sumisión ciega
Han sido dos los factores determinantes en el proceso que lleva a la creación de esta organización. El primer factor está en estrecha relación con la presencia de combatientes marroquíes en Afganistán. El segundo factor está conectado con la nueva estrategia de Bin Laden que se diseña tras la subida al poder de los talibán.
A- Presencia marroquí en Afganistán
La presencia de combatientes marroquíes en Afganistán se puede establecer en tres etapas fundamentales:
(1) Una primera etapa que se encuentra entre los años 1979 y 1989, es decir, la primera guerra que se lleva a cabo contra la Unión Soviética. Durante este período, los árabes que afluyen hacia Afganistán se pueden contar por miles (casi veinte mil). La mayoría de estos combatientes proceden de Egipto, Argelia y países del Golfo. Los marroquíes no eran muy numerosos y empiezan a unirse a la causa afgana precisamente en 1989, hacia el final de esa guerra. De hecho, los marroquíes que se marchan a ese país no son necesariamente combatientes. Forman parte, en su gran mayoría, de organizaciones humanitarias y llegan a Kabul con el conocimiento de las autoridades marroquíes pero sin que su presencia sea oficial. Entre los primeros marroquíes en llegar se encuentran Abdallah Tbarek y Ahmed Rafiki, cuyo apodo es Abou Hudaïfa.
(2) La segunda etapa se sitúa durante los años de la guerra civil, entre 1989 y 1996. Este período se caracteriza por el crecimiento de una animosidad creciente de los afganos contra los combatientes árabes a los que acusan de obstaculizar la reconciliación nacional. Esta fase se caracteriza también por la presión que el Gobierno paquistaní les impone, instándoles a abandonar de inmediato su cuartel general con base en Peshawar. Ante semejante situación, los combatientes árabes se ven en la obligación de desplazarse hacia el Yemen, país desde el que inician a partir del año 1992 la construcción de lo que ha pasado a denominarse comúnmente la “corriente de los árabes afganos”. Sin embargo, otros combatientes prefieren unirse bajo el mando del líder chií Hekmatyar. Los marroquíes no se ven directamente implicados durante esta fase de desarrollo ya que su tarea se centra principalmente en la acción humanitaria. Este es el motivo por el que se mantienen en Afganistán, mientras algunos, siguiendo los pasos de Ali Allam, prefieren regresar a su país.
(3) La tercera etapa se inicia con la subida al poder de los talibán en 1996 y con el regreso de Osama Bin Laden a Afganistán. Este período se caracteriza por el aumento de la presencia marroquí. Ejemplo de ello es que, además de los marroquíes que se han quedado en Afganistán, otros marroquíes se les han unido procedentes de Irán (Qom y Masshad), de Pakistán, de Marruecos e, incluso, de Europa. Para estos últimos, se trataba de recibir cursillos de entrenamiento militar en el caso de que fuera necesario apoyar a los combatientes chechenos. Hay que señalar que la mayoría de los marroquíes que llegaron a Afganistán directamente desde Marruecos quedaron deslumbrados por la propaganda religiosa de los talibán y optaron por instalarse definitivamente en el “Emirato Islámico”, sin contar con que muchos de ellos tenían allí parientes, esposas de naturales de países del Golfo.
Se puede resumir la naturaleza de la presencia marroquí en Afganistán, a lo largo de estos tres períodos, bajo dos aspectos. Por una parte, esta presencia es limitada, desde el punto de vista cuantitativo, con respecto a los contingentes de los demás países árabes. Por otra parte, y desde la perspectiva cualitativa, los marroquíes no cuentan con una presencia efectiva dentro del círculo de los dirigentes de la corriente de los árabes afganos, que se nutre fundamentalmente de egipcios y naturales de países del Golfo. Además, los dirigentes de al-Qaeda consideran a los marroquíes como meros agentes ejecutivos. Es esta situación la que sume a los marroquíes en un caos organizativo a lo largo de la primera y segunda etapa y que les lleva a la sumisión ciega durante la tercera etapa, momento en el que Bin Laden diseña una nueva estrategia de manera simultánea a la toma de poder por parte de los talibán.
La nueva estrategia de Bin Laden
Cuando Bin Laden regresa a Afganistán en 1996, se puede decir que la coyuntura afgana y árabe se ha visto sometida a muchos cambios. Osama Bin Laden se convence cada vez más de la necesidad de transformar a este país en un feudo revolucionario desde el que se podría derrocar a varios regímenes arábico-islámicos para liberarlos del poder de los infieles. Para lograr su fin, necesita contar con dos apoyos. Por un lado, sella una alianza estratégica con el poder talib, puesto que, además, el Mullah Omar no es muy favorable a la existencia de una fuerte organización establecida en su país. Para salvar este contratiempo y zanjar la cuestión definitivamente, Osama Bin Laden presenta en 1998 al Mullah Omar un juramento de fidelidad. A su vez, decide reestructurar la organización en pos de una mayor cohesión y de acuerdo con una nueva visión puesto que la corriente de los árabes afganos no había logrado garantizar una homogeneidad en el seno de la organización de al-Qaeda en los años anteriores a 1996. Es necesario aclarar que los árabes afganos compartían una visión diferente y sólo estaban unidos por una causa: la guerra contra la Unión Soviética. Sin embargo, Bin Laden se proclama decididamente wahhabista y salafista, especialmente en los años posteriores a 1996. Así, adoptando posturas indiscutiblemente definidas, Osama Bin Laden se asegura el apoyo incondicional del régimen del Mullah Omar que es totalmente wahhabista. El Mullah Omar decide incluso imponer a los árabes de Afganistán la sumisión a Osama Bin Laden. Para los árabes de Afganistán, el año 1998 iba a estar marcado por un doble juramento de fidelidad, uno al Mullah Omar y otro a Bin Laden.
Como consecuencia, la búsqueda de una homogeneidad y cohesión conduce a la reconsideración del concepto del “musulmán auténtico”, que es ante todo salafista (wahhabista). Este concepto define a una persona que realiza la yihad, pero no contra sí misma ni contra Satán, sino fundamentalmente contra los enemigos; dicho con otras palabras: la lucha armada. Con esta definición se puede comprender el motivo por el que los salafistas critican duramente las organizaciones islamistas que abogan por un cambio pacífico y que utilizan la participación política como estrategia. Dirigen igualmente duras críticas a todas aquellas organizaciones que sólo preconizan la lucha armada en última instancia.
Se puede describir la nueva estrategia de Bin Laden como una estrategia que se fundamenta sobre organizaciones de ámbito “local”, ya que Bin Laden no se limita a ser el líder de los árabes afganos sino que aspira a convertirse en el jefe de la Salafiya Yihadiya. De este modo, sus fieles se nombran entre el conjunto los salafistas del mundo arabo-musulmán y de Europa. Con ello, se traza una clara frontera entre el salafismo y la corriente de los árabes afganos.
En 1998, momento en el que Osama Bin Laden decreta la yihad contra EEUU, la corriente salafista ya está muy reforzada en numerosos países en los que estas organizaciones locales están operativas. De acuerdo con la nueva estrategia, el combate sustituye a la yihad, siguiendo los pasos de la facción Yamaa Libia Combatiente o la facción Yamaa Salafista para la Predicación y el Combate en Argelia.
El interés que ha levantado la creación de organizaciones de ámbito local ha motivado que el grupo libio reclute combatientes salafistas marroquíes afincados en Europa como preámbulo a la creación de una gran reagrupación magrebí. El proceso, que se inicia al final de la década de los años ochenta, da finalmente a luz al grupo Yamaa Islamista Combatiente Marroquí.
Proceso de creación: de la excomunión a la explosión
Los atentados del 11 de septiembre de 2001 marcan un punto de inflexión para el grupo Yamaa Islámica Combatiente Marroquí que, desde entonces, ha iniciado actividades siguiendo un esquema organizativo muy cauteloso.
Cambio en la estrategia
Desde la creación de esta organización hacia finales de la década de los años noventa y hasta el año 2001, su papel no va más allá del apoyo logístico a los militantes de al-Qaeda, en especial garantizándoles hospedaje en Marruecos, facilitándoles el matrimonio con marroquíes o proporcionándoles documentos de identidad falsos que les permitan emigrar a Europa. Sin embargo, después del 11 de septiembre y de la adhesión de Marruecos a la lucha contra el terrorismo, esta organización inicia un cambio en su estrategia y opta por llevar a cabo acciones terroristas en el interior de Marruecos.
De acuerdo con algunos indicios, la creación de este grupo data del año 1998. A lo largo de ese año, algunos militantes deciden crear células para robar documentos oficiales y falsificarlos. Llevaron a cabo dichas operaciones hasta el año 2002, fecha en la que son detenidos los miembros saudíes de una célula durmiente y se inició una amplia campaña de detenciones de salafistas en la que cabe destacar la detención de los miembros del grupo de Zakaria El Miludi, de Abu Hafs o de Yusef Fikri. Este proceso ha tenido como consecuencia una mayor colaboración de los servicios de seguridad marroquíes y de sus homólogos americanos. Ante esta situación, el grupo opta decididamente por acciones suicidas, para las que requieren el reclutamiento de “militantes” muy especiales. Esta estrategia, que se inicia en 2002, es la desencadenante de los atentados del 16 de mayo de 2003 que se perpetraron a modo de aviso de Bin Laden a Marruecos. De esta manera, el cambio de estrategia iba a derivar hacia un cambio en la estructura dirigente. Todos los indicios nos llevan hacia Mohamed El Guerbuzi, de apodo Abu AISA, y que se presenta como jefe de esta organización; desde el punto de vista de al-Qaeda, disponer de un liderazgo local en el propio Marruecos resulta muy positivo. Por ello, la organización ha defendido estructuras operacionales que tienen rendimiento mucho más elevado que el de los líderes políticos o religiosos. Además, El Guerbuzi no cuenta con las dotes necesarias de un emir. Por ello, el papel que desempeña Karim El Mejjati se ha puesto de manifiesto, más aún si se considera que entrenó la célula de Yusef Fikri y que su participación directa en los preparativos de los atentados del 16 de mayo resulta evidente. De hecho, numerosos individuos detenidos han confesado su relación con El Mejjati. ¿Cuál es entonces el método organizativo de este grupo?
Una organización oculta
Se dispone de muy pocos datos en lo relativo a la estructura de este grupo. Por lo general, la estructura se inspira en el método de otras organizaciones locales de al-Qaeda. Se fundamenta en un emir, comités especializados, como el comité de la Choura (consejo), el comité de seguridad, el comité militar, el comité de información y el comité de relaciones públicas. Sin embargo, resulta difícil definir si este esquema se aplica también al Grupo Islámico de Combatientes Marroquíes, ya que se mantiene cierta ambigüedad en torno al nombre del verdadero jefe. Así, a veces es el nombre de El Guerbuzi el que se presenta como el del emir, pero otras no. Algunos servicios de seguridad sí le apuntan como emir, para otros, sólo se le presenta como mero responsable del comité de relaciones públicas.
Sin embargo, en cuanto a la estructura base, sí es posible aventurarse a afirmar que este grupo ha optado por el método de las células independientes. Este método se singulariza por el hecho de que aísla totalmente las células de tal forma que no haya ninguna comunicación entre sí y no se puedan vincular las unas con las otras. De la misma manera, los militantes de las células ignoran por completo su pertenencia a una organización más amplia. Este es el motivo por el que se designa a un emir para liderar una célula de la que es responsable directo. Por ello, estos militantes actúan como miembros independientes de una organización independiente. Es el esquema que se puede aplicar al grupo de Yusef Fikri o al de Abdeluahhab Rebbai, de apodo Errabaa. La falta de información relativa a la naturaleza verdadera de esta organización se debe especialmente a su gran capacidad para ocultarse. Para ello, el grupo se vale de dos métodos. El primero consiste en aislar las células; el segundo, en ahorrar fuerzas al reclutar individuos en el seno de grupos preexistentes, ya sea en Marruecos o en otros países. Por ejemplo, el Grupo Islámico Combatiente está activo en Europa a través del Movimiento Islamista Combatiente que Abdelilah Ziyad, ex militante del Movimiento de Juventudes Islámicas, creó a principios de la década de los años noventa. En concreto, este grupo es el responsable del tiroteo del hotel Asni de Marrakech en 1994. Los servicios que este movimiento presta al Grupo Islámico Combatiente generan a veces cierta confusión e impiden distinguir entre ambas organizaciones.
No obstante, en el interior de Marruecos, el grupo se ha beneficiado ampliamente de la organización de los muyaidín de Marruecos que Abdelaziz Nuamani, antiguo tránsfuga del Movimiento de las Juventudes Islámicas de Abdelkrim Mutí, crea en 1984. Los servicios que prestan son de dos tipos y muestran la capacidad que tienen los líderes de la organización de los muyaidín para poder ocultar durante mucho tiempo su identidad después de la desaparición de Nuamani. Ali Buseghiri, que es el sucesor de Nuamani, ha vivido con una identidad falsa durante numerosos años con el nombre de Abdelaziz Semni. Por su parte, Mohamed Nekkaui regresó a Marruecos a principios de la década de los años noventa con el nombre falso de Abdellah Oujdi o Riffi, hasta ser arrestado con ocasión de los acontecimientos del 16 de mayo. Por otra parte, también se caracterizan por una gran capacidad de reclutamiento. De hecho, muchos de los individuos que fueron detenidos con motivo de su pertenencia a la Salafiya Jihadiya eran, en realidad, reclutas de los muyaidín, de la misma manera que Richerd Pierre Robert, creador de una célula en Tánger, fue reclutado por Nekkaui.
Mohamed Darif
Catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Hassan II de Mohamedia